Muchas personas están ocupadas, pero no piensan mucho en lo que están haciendo. Asumen que no es necesario pensar en lo que tienen que hacer.
► ¿Qué ocurre si una persona no piensa seriamente en las prioridades?
Considere estas afirmaciones:
Hay cosas mejores que hacer que las que estamos haciendo.
Hay mejores maneras de hacer las cosas que las que estamos haciendo.
Podríamos obtener mejores resultados de los que estamos obteniendo.
► Si estas afirmaciones son ciertas, ¿cómo aprenderemos a hacerlo mejor?
Nuestras acciones deben ser intencionales. Debemos tomarnos el tiempo para pensar en lo que debemos hacer y en el mejor método para hacerlo, de modo que podamos lograr todo lo que debemos. La contemplación de nuestras prioridades y acciones debe ser intencional. Según John Maxwell, el nivel común de pensamiento es
Demasiado perezoso para pensar con propósito
Demasiado indisciplinado para pensar estratégicamente
Demasiado superficial para cuestionar el pensamiento popular
Demasiado orgulloso para aceptar el pensamiento compartido
Demasiado egoísta para experimentar el pensamiento desinteresado
Demasiado poco comprometido para pensar con orientación a metas
Para ser más productivos, primero debemos tomarnos el tiempo para pensar en nuestros propósitos y estrategias. Debemos estar dispuestos a hacer buenas preguntas, aceptar aportes de otros y dejar de lado nuestras preferencias para poder alcanzar las metas correctas.
[1]Queremos hacer las cosas correctas de la mejor manera posible; debemos comenzar pensando en nuestras prioridades.
Cuando conoces tus prioridades, muchas decisiones resultan fáciles. Las prioridades determinan tus objetivos y la forma de alcanzarlos. Las prioridades le permiten reconocer y elegir entre las oportunidades. Una persona que no tiene claras sus prioridades se distraerá con oportunidades que no están relacionadas con los objetivos correctos.
[1]“Cuando tus valores son claros para ti, tomar decisiones se vuelve más fácil”. - Roy Disney
► ¿Cuáles son algunas de las prioridades que debe tener todo cristiano?
Para un cristiano, ciertas prioridades deben guiar las decisiones personales.
Primero, la salvación personal y la relación con Dios son la prioridad absoluta. Nunca se debe considerar nada que la pueda comprometer. En cambio, se debe obedecer a Dios en todo.
Sabemos ciertas cosas sobre la voluntad de Dios para nuestras vidas.[1] Sabemos que Dios quiere que seamos buenos y que hagamos el bien. Por lo tanto, al considerar cualquier decisión, debemos escoger la acción que sea consistente con ser buenos y hacer el bien. No debemos ponernos en situaciones donde sea improbable que permanezcamos santos en corazón y acciones, o que logremos hacer el bien.
Este principio se aplica a decisiones como dónde vivir, dónde trabajar, con quién casarse, qué educación buscar, qué negocio hacer, a qué iglesia unirse, qué entretenimiento elegir y qué amistades tener. Un cristiano nunca debe aceptar un empleo, manejar un negocio o dirigir una institución u organización que vaya en contra de la Palabra de Dios. La verdad de la Palabra de Dios y su voluntad para nosotros deben ser el factor decisivo en toda decisión.
En segundo lugar, el llamado de Dios a una vida de ministerio tiene autoridad sobre ti. Esto significa que Dios dirige el curso de tu vida. Puede desviarte de tus metas para sus metas para ti. Debes recordar que solo encontrarás satisfacción en la voluntad de Dios. No debes hacer de la voluntad de Dios un enfoque secundario en tu vida mientras das prioridad a tus propios objetivos.
Un hombre sintió el llamado a ser pastor, pero no sabía cómo sostener a su familia. Le ofrecieron un buen trabajo en el aeropuerto y decidió aceptarlo. Tenía que trabajar los domingos y no podía asistir a la iglesia, pero dijo: “Este trabajo en el aeropuerto es mi iglesia”. Sabía que no estaba siguiendo el llamado de Dios a pastorear, pero no tenía fe de que Dios proveería si dejaba el trabajo. Trabajó en el aeropuerto por 30 años. Finalmente, se jubiló con una pensión mensual y decidió hacer algo para Dios en su vejez. ¿Tenía las prioridades correctas?
Jesús dijo: “Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo Su obra” (Juan 4:34). ¿Qué significa que la voluntad de Dios sea tu alimento? El alimento es lo que te satisface y te da energía. El hambre por el alimento te motiva. Nuestra mayor motivación debe ser cumplir la voluntad de Dios. Debemos sentirnos más satisfechos y energizados por obedecer su plan para nosotros.
No todos los cristianos están de acuerdo en el orden de importancia de las siguientes dos prioridades.
La tercera prioridad para el cristiano es la familia. La Biblia dice que quien no provee para su familia es peor que un incrédulo (1 Timoteo 5:8). La responsabilidad del líder hacia su familia no es solo apoyo financiero, sino también su cuidado espiritual y otras necesidades.
El trabajo del ministerio debe estar equilibrado con las necesidades familiares. La voluntad de Dios para ti no está en conflicto con tus responsabilidades familiares, porque estas responsabilidades forman parte de la voluntad de Dios para ti. A veces personas que han logrado grandes cosas en el ministerio no han sido buenos ejemplos en el cuidado de su familia. Quien piensa que debe descuidar a su familia por su ministerio está equivocado.
Josué fue líder de una nación migrante influenciada por varias religiones. Cuando llegaron a la tierra que Dios había prometido, era tiempo de comprometerse con el pacto de Dios. Josué les dijo que decidieran si servirían a Dios o no, pero no esperó un voto para hacer su propio compromiso. Dijo que cualquiera fuera la elección de ellos, él y su familia servirían al Señor (Josué 24:15). Esto fue un liderazgo fuerte basado en convicción. Si la nación elegía servir a otro dios, Josué ya no sería su líder; no estaba dispuesto a comprometer su fidelidad a Dios. Su valentía y convicción influyeron en la nación para tomar la decisión correcta.
La cuarta prioridad es la iglesia local. La iglesia es el cuerpo de Cristo y la plenitud de Dios en el mundo (Efesios 1:23). Dios equipa a la iglesia para cumplir sus propósitos (Efesios 4:11-13). Por medio de la iglesia Dios será glorificado eternamente (Efesios 3:21). Por eso, un cristiano no debe pensar que sus talentos y llamado ministerial son independientes de la iglesia. Si no es miembro comprometido de una iglesia local, no está cumpliendo la voluntad perfecta de Dios para su vida.
Aplicando nuestras prioridades a nuestra vida
Es fácil decir que estas cuatro prioridades deben tener la mayor influencia en nuestra vida. Es más difícil darles la atención adecuada cuando enfrentamos las responsabilidades diarias.
► ¿Por qué es difícil seguir tus prioridades consistentemente?
A veces nos ocupamos demasiado en los detalles de la familia, el ministerio y el trabajo, y no nos tomamos tiempo para pensar en nuestras prioridades. La actividad debe ser resultado de la contemplación. Si estás demasiado ocupado para parar y pensar, probablemente estás haciendo las cosas equivocadas. Puede que no estés trabajando de acuerdo con las prioridades que profesas.
[1]Juan Wesley enseñó los principios que se encuentran en este párrafo.
El principio de Pareto
El principio de Pareto debe su nombre a Vilfrido Pareto, un economista italiano que observó que el 80% de la tierra era propiedad del 20% de la población. Se dio cuenta de que el 80% de los guisantes producidos en su jardín procedían del 20% de las vainas. Vio que estos porcentajes coinciden con muchas cosas. Otras personas han aplicado este principio al liderazgo, al tiempo y a los negocios.
El 20% de los vendedores de una empresa realizan el 80% de las ventas.
El 20% de los clientes realiza el 80% de las compras.
El 20% de los clientes presentan el 80% de las quejas.
El 20% de los pacientes médicos utilizan el 80% de los recursos médicos.
El 20% de los alumnos se lleva el 80% del tiempo del profesor.
El 20% de los miembros de la iglesia hacen el 80% del trabajo de la iglesia.
El 20% de los miembros de la iglesia aportan el 80% de la ayuda económica.
Para la mayoría de la gente, el 20% de sus esfuerzos produce el 80% de su éxito. La mayoría de la gente necesita enfocar mejor sus esfuerzos. Tienen que dedicar más tiempo a las actividades más eficaces y menos a las menos eficaces.
► Utiliza una ilustración visual para asegurarte de que este concepto se entienda. El líder de la clase debe dibujar dos cuadros grandes. Divide cada cuadro en un 20% y un 80%. Ahora ilustra señalando de un cuadro al otro. El 80% de las personas (señala la sección grande del primer cuadro) en una organización hacen solo el 20% del trabajo (señala la sección pequeña del segundo cuadro). El 20% de las personas (señala la sección pequeña del primer cuadro) hacen el 80% del trabajo (señala la sección grande del segundo cuadro).
Un líder que está demasiado ocupado probablemente necesita dejar de hacer algunas cosas. ¿Qué puede eliminar con poca pérdida?
La mayoría de los pastores dedican el 20% de su tiempo al 80% de las personas, y el 80% de su tiempo al 20% de las personas. La cuestión es si se centran en las personas adecuadas. Por lo general, dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo a las personas con más problemas. Dedicamos menos tiempo a las personas con más potencial, porque ya lo están haciendo bien. Deberíamos invertir nuestro tiempo en las personas que más responden.
► Vuelve a mirar los papeles con los cuadrados. El 80% de tus actividades logran el 20% de los resultados. El 20% de tus actividades consiguen el 80% de los resultados. Enumera tus responsabilidades y tareas. ¿Algunas de tus actividades producen pocos resultados? ¿Qué actividades deberías hacer más?
El equilibrio entre la urgencia y la importancia
Algunas personas están muy ocupadas y sienten que nunca pueden hacer todo su trabajo. Se encargan de todas las tareas que ven y creen que todas ellas son necesarias. Les preocupa decepcionar a las personas que dependen de ellos, pero no pueden terminar todo a tiempo. Suelen estar cansados y estresados. No pueden dedicar tiempo a la planificación, la formación y el desarrollo, porque siempre tienen algo urgente que hacer.
Las actividades de una persona podrían dividirse en cuatro categorías.[1]
Las cosas urgentes e importantes acaparan nuestra atención con facilidad. Esta categoría incluye la preparación de un sermón, la ayuda a alguien con una emergencia médica y la recaudación de dinero para necesidades inmediatas.
Las tareas que son urgentes, pero no importantes suelen estar relacionadas con responsabilidades que hemos asumido y que no deberíamos hacer. A veces son proyectos personales que no están relacionados con el ministerio. Pueden ser actividades de negocios que no están produciendo mucho o que están quitando demasiado tiempo de mejores prioridades. Estas actividades pueden ser urgentes porque tienen que hacerse a tiempo, pero no son importantes por lo que producen.
Las actividades que no son urgentes ni importantes no satisfacen ninguna necesidad significativa. Si no se hicieran, no habría grandes pérdidas. A veces se refieren a programas que ya no logran lo que solían lograr.
A menudo se descuidan las actividades que no son urgentes, pero sí importantes. Son cosas que no se terminan rápidamente pero que tienen valor a largo plazo. Algunos ejemplos son el estudio académico (como profesor o estudiante), diversas formas de formación, la construcción de edificios y la elaboración de materiales escritos. Como no se pueden terminar hoy y no nos beneficiarán hoy, tendemos a centrarnos en las cosas que son más urgentes. Un líder debe invertir tiempo y recursos en cosas que tendrán valor en el futuro. En la medida de lo posible, esta inversión debe ser diaria.
Las acciones necesarias para la organización pueden dividirse en dos categorías.
El desarrollo hace avanzar a la organización hacia nuevas oportunidades y crecimiento.
La dirección mantiene las operaciones actuales.
Si un líder no se centra deliberadamente en el desarrollo, tenderá a dedicar todo su tiempo y atención a la gestión. Hay un sabio dicho: “La rueda que rechina se lleva la grasa”. Se refiere a nuestra tendencia a prestar atención a los problemas que nos molestan en este momento.
Algunos líderes van de un problema a otro, pero nunca invierten en el futuro. Las organizaciones que tienen éxito durante mucho tiempo suelen invertir tiempo y recursos en investigación, desarrollo y formación. Una organización que no invierte en el futuro perderá su eficacia cuando las situaciones cambien.
► Cada alumno debe hacer una lista de todas sus actividades y responsabilidades. A continuación, dibuje cuatro recuadros como los del cuadro anterior y reparta las actividades en los recuadros. Reflexiona: ¿Qué cosas estás descuidando que son importantes, pero no urgentes? ¿Pierdes el tiempo en cosas que no son importantes ni urgentes?
[1]Este concepto está adaptado de Stephen Covey, 7 hábitos de la gente altamente efectiva: Las revelaciones definitivas de Steven Covey, (Nueva York: KMS Publishing, 2011).
Delegación
Un líder es responsable de asegurarse de que todo se haga, pero no tiene por qué hacerlo todo él mismo. Debe delegar responsabilidades en otros. Sigue siendo su trabajo asegurarse de que el trabajo se hace bien. Debe organizar constantemente la formación y el desarrollo de los miembros del equipo y de los posibles miembros del equipo para que puedan hacer más en el futuro.
Una tarea no se delega porque no sea importante. Se delega porque otra persona puede hacerla o estar capacitada para hacerla, y porque no es algo que deba ser hecho por el líder.
Algunas tareas no pueden delegarse, porque sólo el líder puede hacerlas. Representa a la organización y habla en su nombre como nadie más puede hacerlo. También debe preocuparse por el futuro. Debe ver las oportunidades, los peligros y los cambios que se avecinan mejor que la mayoría de las personas.
Puede haber tareas específicas para las que el líder tenga habilidades especiales; por lo tanto, no suele delegar esas tareas. Sin embargo, el líder no debe quedarse con las tareas que pueden ser delegadas. Algunos líderes nunca están satisfechos con el trabajo de los demás y quieren hacer todo el trabajo para que se haga bien.
Algunos líderes intentan hacerlo todo y no les gusta delegar. Cuando delegan, vigilan demasiado el trabajo y toman todas las decisiones. Esto no es un buen liderazgo. Un buen líder crea un equipo de personas que invierten su energía y sus ideas. Los miembros del equipo establecen objetivos, desarrollan métodos y participan en las decisiones.
Un buen líder no delega sólo las tareas; delega el liderazgo. Permite que otros dirijan las actividades. Si les dice exactamente lo que tienen que hacer y cómo hacerlo, no los deja dirigir. Este estilo de liderazgo no atrae ni desarrolla a líderes potenciales.
Cuando un líder establece sus prioridades, debe considerar algunas cuestiones:
1. “¿Quién puede ayudarme?” Si hay muchas tareas que otros pueden hacer, pero no lo harán, no estás liderando lo suficiente.
2. “¿Cuáles son las tareas que no se pueden hacer sin mí?” El líder debe concentrarse en esas tareas. Algunos ejemplos son el desarrollo del equipo, la formación de la visión y la planificación a largo plazo. Estas tareas no tienen que ser realizadas por el líder solo, pero normalmente no pueden hacerse sin él.
Sacrificio
Algunas personas piensan que el líder tiene muchos privilegios. Creen que su autoridad le permite hacer lo que quiera. La realidad es que el líder sacrifica sus derechos para que el grupo tenga éxito. El líder no tiene éxito si el grupo no tiene éxito.
[1]A medida que un dirigente asciende de posición, sus derechos disminuyen y sus responsabilidades aumentan. Por ejemplo, en el nivel más bajo de una empresa, una persona trabaja ciertas horas, realiza ciertas tareas y no se le culpa de cosas que van más allá de su responsabilidad.
En los niveles altos de una organización, un líder trabaja sin límite de horas y debe aportar lo que sea necesario. Puede que tenga que renunciar a muchos privilegios personales. Hay momentos en los que quiere descansar, pero se sacrifica para servir a la organización. Muchos líderes son llamados con problemas a cualquier hora del día o de la noche.
A medida que aumentan las responsabilidades de una persona, puede tomar decisiones más importantes en la organización; pero renuncia a privilegios personales. Este proceso se ha ilustrado con este diagrama. En la parte inferior del diagrama, una persona tiene una pequeña cantidad de responsabilidad pero muchos derechos, porque puede decidir cuánto comprometerse. A medida que aumentan sus responsabilidades, disminuyen sus derechos personales.
Consideremos el ejemplo de un atleta. Un atleta de gran éxito puede disfrutar de fama y riqueza. Sin embargo, sigue una dieta estricta, hace ejercicio y practica su habilidad durante horas todos los días. La vida de un gran músico es similar.
Una persona que se prepara para una ocupación en medicina o enseñanza a un nivel alto debe pasar años estudiando. No puede gastar su tiempo y dinero como lo hacen otros. Se pierde de muchos eventos de entretenimiento y recreación. Incluso puede privarse de necesidades básicas para perseguir su objetivo.
Una persona que intenta crear un negocio tiene que dedicar recursos a ese fin. No puede gastar todo el dinero que gana. Invierte para obtener un beneficio futuro. No gasta el dinero en cosas como hacen sus amigos. Puede que sus amigos le critiquen por su prudencia, pero en el futuro tendrá más que ellos.
La persona que será un futuro líder debe invertir en su futuro ahora. El sacrificio comienza en la etapa de desarrollo. Elija desarrollar e invertir en su futuro. Dé prioridad a la formación, a la práctica del ministerio y al tiempo con los líderes.
Sus responsabilidades pueden no parecer importantes, pero desarrollan su capacidad para trabajar con la gente y le dan la oportunidad de crearse una reputación de fiabilidad.
► Discutan los siguientes párrafos. ¿Qué significan las afirmaciones? ¿Cuáles son algunas aplicaciones?
Sacrificar la afirmación por el logro, la seguridad por la importancia, la ganancia financiera por el potencial futuro, el placer inmediato por el crecimiento personal, la exploración por el enfoque y lo aceptable por lo excelente.[2]
Practica tus prioridades con determinación. “Antes de que algo se convierta en un hábito, primero debe practicarse como una disciplina”.[3]
El apóstol Pablo describió el compromiso de un atleta. Los atletas se sacrifican porque están muy motivados para tener éxito (1 Corintios 9:25-27). Pablo señala que ellos lo hacen por un honor terrenal y temporal; nosotros deberíamos trabajar por una recompensa eterna. Nuestra motivación es diferente a la de ellos, pero no debería ser menor.
[1]“El precio de la grandeza es la responsabilidad”. - Winston Churchill
[2]John Maxwell, For Everything You Gain, You Give Up Something: Lesson #22 from Leadership Gold (Nashville: Thomas Nelson, 2012)
[3]Ken Blanchard y Phil Hodges, The Servant Leader: Transforming Your Heart, Head, Hands, and Habits (Nashville: Thomas Nelson, 2003), 85
Conclusión
► ¿Cómo esperas cambiar tus metas o acciones a causa de esta lección?
Cinco declaraciones resumidas
1. Las prioridades determinan tus objetivos y la forma que eliges para alcanzarlos.
2. Las prioridades te permiten reconocer las oportunidades y seleccionarlas.
3. Sólo encontrarás plenitud en la voluntad de Dios.
4. Un buen líder no delega sólo tareas; delega el liderazgo.
5. A medida que un líder asciende en su posición, sus derechos disminuyen y sus responsabilidades aumentan.
Lección 7 Tareas
1. Escribe un párrafo que resuma un concepto importante de esta lección. Explica por qué es importante. ¿Qué bien puede hacer? ¿Qué daño puede causar su desconocimiento?
2. Explica cómo vas a aplicar los principios de esta lección a tu propia vida. ¿Cómo cambia esta lección tus objetivos? ¿Cómo piensas cambiar tus acciones?
3. Memoriza las cinco declaraciones resumidas de resumen de la lección 7. Prepárate para escribirlas de memoria al comienzo de la siguiente sesión de clase.
4. Antes de la siguiente sesión, lee 1 Samuel 13-15. Haz una lista de algunos de los problemas con el liderazgo de Saúl
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