► Memorice 1 Pedro 1:6-7, 1 Juan 1:6-7; Judas 1:24-25
Introducción
En cada generación, la iglesia enfrenta desafíos. Durante la segunda mitad del primer siglo, la persecución y los falsos maestros eran serios peligros para la iglesia. Estas amenazas han continuado a lo largo de la historia de la iglesia. Las cartas de Pedro, Juan y Judas advierten acerca de estos peligros. Pero aún más importante, nos animan a permanecer fieles en medio de estos peligros. Estas breves cartas comunican un gran mensaje: el Dios que nos llamó es capaz de darnos la victoria sobre cualquier cosa que quiera apartarnos de Él.
Las Cartas de Pedro: Fidelidad en Tiempos Difíciles
Autor
Simón Pedro es uno de los líderes más reconocidos en la historia de la iglesia primitiva. Después de que su hermano Andrés le presentó a Jesús, Pedro llegó a ser parte del «círculo íntimo» de Jesús. Su nombre original era Simón («Él ha escuchado»), pero Jesús le cambió el nombre a Pedro («Roca»).
Pedro era impulsivo y rápido para hablar, lo que en repetidas ocasiones le causó problemas durante el ministerio terrenal de Jesús, hasta el punto de negar a Jesús durante su juicio. Después de la resurrección de Jesús, Pedro fue restaurado y se convirtió en el principal vocero de la iglesia primitiva. Tres mil personas se convirtieron bajo el ministerio de Pedro en Pentecostés. Viajó como misionero y murió crucificado en Roma durante la persecución de Nerón. De acuerdo con la tradición de la iglesia, Pedro pidió que lo crucificaran cabeza abajo porque se sentía indigno de morir de la misma manera que el Salvador, a quien él anteriormente había negado.[1]
Audiencia y Lugar de Origen
Pedro envía saludos desde «Babilonia», una referencia a Roma. [2] Babilonia representaba las fuerzas opuestas al pueblo de Dios; ahora el Imperio Romano era el enemigo de la iglesia.
Siguiendo este paralelismo con Babilonia, Pedro dirige su primera carta a los «expatriados de la dispersión» en Asia Menor.[3] A diferencia de Israel, los cristianos estaban sufriendo por su fidelidad, no por desobediencia; estaban siendo partícipes de los sufrimientos de Cristo.[4]
La audiencia de estas cartas era principalmente gentil. Estaba compuesta por creyentes que ya no vivían según «los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia».[5] 2 Pedro no identifica a su audiencia, pero es la segunda carta de Pedro dirigida al mismo grupo de lectores.[6]
Fecha
Es probable que Pedro haya escrito estas cartas poco antes de su muerte, cerca de la mitad de la década de los años 60 d.C. Por lo general a estas cartas se les ubica entre los años 62 y 67 d.C.
Propósito
1 y 2 Pedro animan a los cristianos que están sufriendo a permanecer fieles. Así como Cristo sufrió y luego fue exaltado, los cristianos sufren en este mundo para luego disfrutar la gloria eterna. Deben permanecer fieles ante el sufrimiento (1 Pedro) y ante las falsas enseñanzas (2 Pedro). Pedro asegura a sus lectores que Dios va a recompensar a los que perseveran.
Temas de 1 Pedro
La esperanza del Cristiano
Como los «elegidos según la presciencia de Dios Padre», los creyentes tienen la promesa de «una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros».[7] Aunque hay sufrimiento en este mundo, somos «guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero».[8] Aunque nuestra fe es puesta a prueba, tenemos la esperanza de la gloria eterna. Esta esperanza trae un «gozo inefable» a los creyentes que sufren.[9]
Un Llamado a la Santidad
Puesto que tenemos la esperanza de la gloria eterna, debemos estar dispuestos a responder al llamado de Dios a vivir en santidad. Citando Levítico 19:2, Pedro desafía a sus lectores a ser santos, así como Dios es santo. Esto debe reflejarse en el amor por nuestros hermanos,[10] en un anhelo por la verdad espiritual,[11] y en un estilo de vida puro.[12]
En una carta dirigida a creyentes que están siendo perseguidos, llama la atención el énfasis de la enseñanza de Pedro en la sumisión a la autoridad. Sabiendo que el sufrimiento puede tentar a los creyentes a rechazar toda autoridad terrenal, Pedro exhorta al pueblo santo, «Por causa del Señor someteos a toda institución humana». Esta sumisión es por la causa de Cristo, quien se sometió a sí mismo a las autoridades terrenales. Los creyentes deben someterse a las autoridades políticas, así como a la debida autoridad en la familia.[13] Si hemos de sufrir, debemos sufrir como cristianos, no por hacer lo malo.[14]
Los profetas del Antiguo Testamento anunciaron los sufrimientos que Cristo habría de padecer antes de recibir «las glorias que vendrían tras ellos».[15] «Cristo ha padecido por nosotros en la carne»[16] y nosotros debemos estar preparados para sufrir también. Así como Cristo fue exaltado en gloria, nosotros también recibiremos la gloria que ha sido prometida a los hijos de Dios. Pedro fue testigo de los sufrimientos de Cristo, y recibió la promesa de «la gloria que será revelada».[17] Esta promesa lleva ánimo a todo creyente que sufre.
Temas de 2 Pedro
Creciendo en la Semejanza de Cristo
En su segunda carta, Pedro desafía a los cristianos a continuar creciendo en la semejanza de Cristo. Como «participantes de la naturaleza divina», Pedro exhorta a los creyentes para que «…poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor».[18]
Advertencia Contra la Falsa Enseñanza
La persecución (la principal advertencia de 1 Pedro) viene desde fuera de la iglesia; la falsa enseñanza (la principal advertencia de 2 Pedro) por lo general surge desde dentro de la iglesia. Pedro expone las enseñanzas de los «falsos profetas» que se estaban infiltrando en la iglesia. El peligro de su enseñanza se observa en su carácter impío, resumido en 2 Pedro 2:10-16. La descripción concluye con un proverbio, «El perro vuelve a su vómito,y la puerca lavada a revolcarse en el cieno».[19]
Fidelidad a la Luz del Regreso del Señor
Los escépticos trataban de desanimar a los cristianos poniendo en duda el regreso del Señor. Insistían en que «todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación».[20] Pedro responde que el retraso en la venida del Señor se debe a su paciencia y su misericordia. Dios no quiere que nadie se pierda, «sino que todos procedan al arrepentimiento».[21] Su retraso da oportunidad para el arrepentimiento. No obstante, esto no debería llevarnos a dudar de la certeza del retorno de Cristo. «El día del Señor vendrá como ladrón en la noche».[22] A la luz de su regreso, debemos vivir como un pueblo santo; debemos procurar «con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz»; y debemos continuar creciendo «en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo».[23]
[24] Tomado de Merrill F. Unger, Manual Bíblico de Unger.
[25]«…podéis matarnos, torturarnos, condenarnos, triturarnos hasta hacernos polvo; vuestra injusticia es la prueba de que somos inocentes. Por tanto Dios permite que suframos de estemodo». «…después de cada uno de vuestros golpes de hacha, nos hacemos más numerosos; la sangre de los cristianos es la semilla de la iglesia». Tertuliano en 197 d.C.
Las Cartas de Juan: Comunión con Dios
Autor y Fecha
Los padres de la iglesia primitiva, como Ireneo y Clemente de Alejandría, se refieren al Apóstol Juan como el autor de estos libros. Al igual que Pedro, Juan era pescador, y llegó a ser uno de los miembros del «círculo íntimo» de Jesús. Estuvo presente en el juicio de Jesús, y estuvo al lado de María en la crucifixión. Junto con Pedro, Juan fue uno de los primeros testigos de la tumba vacía. En su evangelio, Juan se refiere a sí mismo como «el otro discípulo» y como el «discípulo amado».
De acuerdo con Eusebio, Juan y otros cristianos huyeron de Jerusalén poco antes de que la ciudad fuera destruida por Roma en el año 70 d.C. Los cristianos huyeron al pueblo de Pella, en Perea (al lado este del Río Jordán). Luego Juan ministro en Éfeso. Las tres cartas de Juan probablemente fueron escritas desde Éfeso durante la última parte del siglo primero.
Audiencia
1 Juan no identifica una audiencia específica. Juan se refiere a sus lectores como «hijitos míos» y «hermanos». Esto sugiere que se está dirigiendo a creyentes con los que tenía una relación cercana.
2 Juan está dirigida a «la señora elegida y a sus hijos, a quienes yo amo en la verdad».[1] Hay dos posibles interpretaciones de esta frase:
Podría referirse a una mujer, cuyo nombre no se menciona, que permitía que una iglesia se reuniera en su casa.
«La señora elegida» podría referirse a una iglesia local conocida de Juan; «sus hijos» se estaría refiriendo a los miembros de esa iglesia.
3 Juan está dirigida a Gayo, un convertido de Juan.
Propósito y Contenido de 1 Juan
La primera de las tres cartas es la más extensa. En vez de iniciar con un saludo tradicional, Juan empieza con una declaración que respalda la autoridad de su carta. Él no está escribiendo acerca de rumores, sino de «lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos».[2] 1 Juan es similar al evangelio de Juan en su énfasis en la verdad objetiva de la vida de Cristo.
Condiciones para la Comunión con Dios
Juan afirma el propósito de su carta al inicio de la misma. «Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido».[3] Este gozo proviene de la comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo.[4] Al escribir sobre nuestra comunión con Dios, Juan usa el término «conocer». «Conocer» a Dios es más que un conocimiento mental; es una relación experiencial. Juan indica las condiciones para permanecer en comunión con Dios:
Debemos andar en luz (1:6-7).
No debemos pecar (2:1-2).
El Pecado y la Comunión con Dios
La enseñanza de Juan acerca del pecado incluye dos verdades importantes:[5]
Dios da la fortaleza para una vida victoriosa; «Estas cosas os escribo para que no pequéis». Si tenemos comunión con Dios, no tendremos comunión con el pecado (1:6-2:5; 3:6-9). Como hijos de Dios, no debemos seguir pecando voluntariamente. No podemos pecar y caminar con Dios al mismo tiempo.
Dios provee gracia para los que caen; «Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo». Aunque el propósito de Dios es una vida de victoria constante, Él también promete gracia para quienes se arrepienten después de caer (1:9; 2:1-2).
El Amor y la Comunión con Dios
Amor por Dios
La victoria continua sobre el pecado no está basada únicamente en la disciplina personal o el autocontrol; está basada en el amor por Dios. El principio que controla la vida del cristiano es el amor por Dios.[6] Si amamos a Dios, no vamos a amar «al mundo, ni las cosas que están en el mundo».[7]
Amor por Nuestros Hermanos en Cristo
Una persona que no ama a su hermano «no es de Dios». Si amamos a Dios, debemos amar a los hijos de Dios.[8] La evidencia de que hemos pasado de muerte a vida es nuestro amor por nuestros hermanos en Cristo. Este amor es más que palabras vacías; se demuestra con nuestras acciones.[9]
La Seguridad de los Hijos de Dios
Juan escribe su carta «…para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios».[10] La seguridad continua requiere obediencia continua. Sabemos que somos hijos de Dios si tenemos estas características:
Obediencia a la verdad (1:6-7) Este aspecto de la seguridad se asemeja a las palabras de Jesús citadas en Juan 8:31; «Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos». Nuestra seguridad como discípulos de Jesús se basa en una continua atención y obediencia a su Palabra.
Renuncia al pecado voluntario (3:8-10)Puesto que no podemos tener comunión con Dios si estamos en deliberada rebelión contra Él, claramente no podemos tener ninguna seguridad si continuamos en tal rebelión.
Amor por los hermanos en la fe (3:14-19) Jesús les dijo a sus discípulos, «En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros».[11] Juan repite este énfasis en su epístola, «Sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos».[12]
Propósito y Contenido de 2 Juan
El mensaje de 2 Juan es similar al de 1 Juan. La comunión con Dios implica vivir en el amor de Dios y caminar en la verdad de Dios. El mandamiento del amor en 2 Juan no es un mandamiento nuevo; fue enseñado desde el principio.[13]
El mandamiento del amor en 2 Juan es un amor con discernimiento que sostiene la verdad. El discernimiento es importante porque hay muchos engañadores que no confiesan a Cristo. Juan advierte a la «señora elegida» que debe sostener la verdad de que «Jesucristo ha venido en carne».[14] La comunión con Dios requiere que rechacemos la falsa enseñanza.[15]
Propósito y Contenido de 3 Juan
3 Juan es una carta personal acerca de la hospitalidad cristiana. La «hospitalidad cristiana» es más que mostrar amabilidad a los demás; es una expresión de la unidad de la iglesia. 2 Juan advierte en cuanto a recibir a los que enseñan falsas doctrinas. 3 Juan advierte en cuanto a rechazar a los que enseñan la doctrina verdadera.
Gayo recibía a evangelistas itinerantes brindándoles hospitalidad cristiana y tratándolos como colaboradores de la verdad.[16] En contraste, Diótrefes se negaba a aceptar a estos hermanos. Diótrefes buscaba sobresalir, rechazaba la autoridad apostólica de Juan y expulsaba a los cristianos verdaderos que lo desafiaban.[17]
3 Juan contrasta la conducta de Diótrefes con el amor cristiano mostrado por Demetrio. Esta breve carta muestra la aplicación práctica del amor cristiano que es ordenado en 1 Juan y de la unidad de la iglesia en la búsqueda de la verdad que se ordena en 2 Juan.
Judas era hermano de Jesús. Al igual que su hermano Jacobo, Judas no creyó en Jesús sino hasta después de la resurrección.[1] En esta carta, Judas se identifica a sí mismo como «siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo».[2]
La única evidencia con respecto a la fecha de la Epístola de Judas es su similitud con 2 Pedro. El hecho de que ambas cartas abordan problemas similares sugiere que Judas puede haber sido escrita alrededor de la misma fecha que 2 Pedro, entre el inicio y la mitad de la década de los años 60 d.C.
Audiencia
Judas se dirige a «los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo».[3] Las referencias a temas judíos sugieren que el libro estaba dirigido a creyentes judíos.
Propósito y Contenido
Judas indica que él esperaba escribir una carta doctrinal sobre el tema de nuestra salvación.[4] Sin embargo, por causa de los falsos maestros que se estaban infiltrando en la iglesia, el Espíritu Santo inspiró a Judas a advertir a sus hermanos en Cristo acerca de las falsas enseñanzas.
El mensaje de Judas incluye:
Una advertencia contra los falsos maestros y su mensaje.
Una descripción del juicio que vendrá sobre esos falsos maestros.
Un llamado a la perseverancia.
Una doxología final a «aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría».[5]
[1] Mateo 13:55; Marcos. 6:3; Juan 7:3-5; 1 Corintios 15:7.
Las Epístolas Generales, especialmente 1 Pedro, nos anima a permanecer fieles en medio del sufrimiento. Pedro desafió a sus lectores a humillarse hoy, «para que él os exalte cuando fuere tiempo».[1] El sufrimiento es parte de la vida cristiana, pero el sufrimiento terminará en gloria. Esta promesa dio ánimo a los creyentes del primer siglo, y debería dar ánimo a los cristianos del siglo XXI.
Cada uno de estos libros exhorta a la vida cristiana práctica. Ya sea el llamado de Pedro a la sumisión a la autoridad, el mensaje de 1 Juan del amor por nuestros hermanos, la amonestación a la verdad de 2 Juan, el llamado de 3 Juan a la hospitalidad cristiana, o la advertencia de Judas sobre los falsos maestros, las Epístolas Generales nos enseñan que la verdad es más importante que el conocimiento intelectual. Somos llamados a poner en práctica la verdad bíblica en nuestro diario vivir.
En el primer siglo, muchos cristianos (incluyendo a la mayoría de los apóstoles) murieron por su fe. En el siglo II, Policarpo fue ejecutado por negarse a quemar incienso al Emperador. En el siglo IV, Catalina de Alejandría fue decapitada luego de testificar ante el Emperador.
En el siglo XIV, el cuerpo de John Wycliffe fue quemado por haber traducido la Biblia al inglés. En el siglo XV, John Huss fue quemado en la hoguera por rechazar las doctrinas del Catolicismo Romano. En el siglo XVI, veintiséis cristianos fueron crucificados en Nagasaki, Japón, durante un tiempo de persecución que llevó a la iglesia a la clandestinidad.
En el siglo XX, miles de cristianos murieron como mártires en China, la Unión Soviética, y otros países totalitarios. En el siglo XXI, los cristianos en los países islámicos enfrentan diariamente amenazas de persecución y muerte.
En cada generación, muchos cristianos han muerto por su fe. Sin embargo, para la iglesia esto no es motivo de desánimo. Pedro les recuerda a los creyentes que están siendo perseguidos que «el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca».[1] ¡La iglesia sigue triunfante! Esta es la promesa de las Epístolas Generales.
Demuestre su comprensión de esta lección con las siguientes asignaciones:
(1) Prepare un sermón o un estudio bíblico sobre uno de los siguientes temas. Puede escribir un documento de 5-6 páginas o grabar un sermón o estudio bíblico.
«El Sufrimiento en la Vida Cristiana». Use los principios que se enseñan en 1 Pedro y luego ilústrelos con ejemplos de la historia de la iglesia, y especialmente de la historia de la iglesia en su país.
«Comunión con Dios». Incluya los criterios para la comunión con Dios que se exponen en 1 Juan.
(2) Haga el examen correspondiente a esta lección. La prueba incluye los versículos asignados para memorizar.
Lección 11 Preguntas de Examen
1. ¿Cuál es el significado probable de «Babilonia» en el saludo de Pedro?
2. ¿Cuál era el principal peligro que enfrentaba la iglesia en 1 Pedro?
3. ¿Cuál era el principal peligro que enfrentaba la iglesia en 2 Pedro?
4. ¿Cuáles son las dos posibles interpretaciones de la frase «la señora elegida y sus hijos» en 2 Juan?
5. ¿Cuáles son dos verdades importantes en la enseñanza de 1 Juan acerca del pecado?
6. De acuerdo con 1 Juan, ¿cuáles son tres características que debe tener todo hijo de Dios?
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