Repaso de la Lección 6
Repase los puntos principales de la lección 6. Pregunte a los estudiantes quiénes desean compartir sus oraciones personales de la lección 6.
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by Tim Keep
Repase los puntos principales de la lección 6. Pregunte a los estudiantes quiénes desean compartir sus oraciones personales de la lección 6.
Al finalizar esta lección, el estudiante deberá ser capaz de:
(1) Entender el significado de 1 Timoteo 4:7
(2) Saber por qué la disciplina espiritual es necesaria para ser formados a la imagen de Jesús.
(3) Poner en práctica los principios aprendidos en esta lección.
Un joven creyente lucha por perseverar en pequeñas áreas de obediencia. Dios ha transformado poderosamente su vida y lo ha sanado de una dolorosa herida espiritual que él mismo había provocado. No obstante, todavía hay áreas con las que lucha continuamente. Le cuesta caminar por fe. Está luchando por dominar sus pensamientos. Quiere ser un padre más atento hacia sus pequeños hijos. Desearía que sus emociones no fueran tan cambiantes. Quiere administrar mejor su tiempo. No se siente a gusto en su trabajo y desearía encontrar otras oportunidades laborales. Un día me llamó y me dijo, “Creo que Dios está cerrando todas las puertas frente a mí en esta etapa de mi vida para que pueda aprender la disciplina de la perseverancia. Mi vida hasta este punto ha sido una serie de proyectos inconclusos; sé que si quiero realmente avanzar en mi relación con Dios, tengo que aprender a perseverar y a terminar lo que empecé. ¡Mi impaciencia es un problema de carácter que afecta todas las áreas de mi vida!” Me sentí asombrado por la humildad y el discernimiento de mi amigo. Su vida espiritual se está haciendo más profunda y más fuerte… ¡a través del ejercicio!
La gran idea de esta lección es que la disciplina es crucial para la formación de un carácter devoto – la imagen de Cristo en nosotros. Esta disciplina incluye la adversidad, las disciplinas espirituales clásicas (como la lectura, la oración, el ayuno, etc.) y la disciplina personal.
Algunos podrían decir que mi amigo simplemente necesita la llenura y el poder del Espíritu Santo en su vida. Indudablemente esto es cierto. Sin embargo, el Espíritu Santo no puede llenar y empoderar a los creyentes si no hay obediencia. Así como una cosecha de arroz o maíz está directamente relacionada con la irrigación y el cuidado fiel del agricultor, la cosecha de virtud espiritual está directamente relacionada con los esfuerzos llenos de fe del creyente.
Esta lección nos llama a un diligente, sincero y ferviente caminar con Dios, arraigado en la fe y empoderado por el amor.
Dos pasajes clave nos ayudarán a moldear nuestro entendimiento del rol de la disciplina en la formación espiritual.
Pablo escribe,
“Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.”[1]
Las palabras clave aquí son “ejercítate” y “piedad.” ¿Cómo cree usted que se relacionan estos dos conceptos?
Definición de Piedad
► Comenten el significado del término “piedad.” Permita que cada estudiante dé una definición.
En nuestros días, no creo que sepamos automáticamente lo que es la piedad. Un vistazo alrededor de nuestras iglesias revela que tenemos conceptos distorsionados de la piedad. Cuando muchos piensan en una persona piadosa, a menudo piensan en alguien con una personalidad solemne, alguien que siempre lleva una Biblia grande, habla en un tono reverente y pasa la mayoría de su tiempo en la iglesia.
Sin embargo, las personas piadosas vienen en todas las formas, tamaños, culturas y personalidades. La piedad puede vestirse con un viejo pantalón de mezclilla, tanto como con saco y corbata. La piedad no tiene un tono o volumen específico al orar. La piedad no tiene un estilo particular de adoración o de género musical.
Piedad es la hermosa vida de Jesús producida en nosotros por el Espíritu Santo. Piedad es conocer, deleitarse en, obedecer y caminar con Dios de manera bíblica, sincera y auténtica. La piedad es para todos los creyentes, en todo lugar, de toda cultura, raza y trasfondo de vida, porque la piedad no es una cosa, sino una persona. La piedad es la vida del Señor Jesús.
► ¿Por qué nos cuesta tanto entender esto? ¿Por qué en ocasiones es más fácil para los nuevos creyentes entenderlo que para personas que han crecido en la iglesia?
La Perspectiva de Pablo Sobre la Piedad
(1) En primer lugar, la piedad es un proceso – “Ejercítate para la piedad.”
No nos desanimemos. Recordemos que Dios es paciente con nosotros, porque “Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen.” El perfeccionismo es un enemigo que muchos de nosotros hemos tenido que combatir.
(2) Hay muchas distracciones que debemos evitar en nuestra búsqueda de la piedad. “Desecha las fábulas profanas y de viejas.”[2]
Estas fábulas eran mitos y tradiciones de los judíos que involucraban especulaciones infructuosas, tales como el origen de los ángeles y sus poderes, y muchas otras cosas que Dios ha escogido no revelar. ¡La lista de especulaciones, supersticiones y mitos ha crecido desde entonces!
(3) La piedad se puede alcanzar a través del ejercicio, arraigado en la fe. “Ejercítate para la piedad.”
El término que se traduce como “ejercítate” es la raíz de la que se deriva la palabra gimnasio. ¡Esta palabra nos hace pensar en músculos cansados, pesas, pulmones agitados y sudor bajando por el rostro! Wesley dice, “Igual que los competidores en las justas deportivas en Grecia, ejercítate para la piedad: entrénate para la santidad de corazón y de vida, haciendo tu mayor esfuerzo, poniendo toda energía y dedicación.”[3]
Debemos recalcar que uno no puede ejercitarse para dejar el pecado deliberado. ¡Debemos hacer morir el pecado deliberado (Colosenses 3:5)!
Me parece interesante que Pablo no le señala a Timoteo un atajo hacia la piedad, porque no existe ninguno. El nuevo nacimiento es instantáneo y sucede simplemente al creer en el Señor Jesucristo. El desarrollo de la virtud y el carácter piadoso requiere esfuerzo.
(4) La piedad que se alcanza a través del ejercicio promete una mejor calidad de vida ahora y en la vida venidera.
Juan Wesley comenta,
“El hombre que teme, ama y sirve a Dios tiene la bendición de Dios a lo largo de su vida. Su religión lo salva de todos aquellos excesos, tanto en acción como en pasión, que socavan los cimientos de la vida y a menudo hacen de la existencia misma una carga. La paz y el amor de Dios en el corazón producen una serenidad y calma que hace que la lámpara de la vida brille clara, fuerte y permanente… Por lo tanto, la piedad tiene la promesa y asegura las bendiciones de ambos mundos.”[4]
La Perspectiva de Pedro Sobre la Piedad
En 2 Pedro 1:5-8, Pedro les escribe a los creyentes que han “alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra” (1:1), que han recibido “todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad” (1:3), y que han recibido “preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina” (1:4). “Por esto mismo,” deben añadir a su fe:
“Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.”[5]
Nota: Los comentaristas bíblicos concuerdan en que “participantes de la naturaleza divina” significa renovación o restauración a la imagen de Dios. Adam Clarke comenta, “El objetivo de todas las promesas de Dios… era restaurar al hombre caído a la imagen de Dios, la cual había perdido.”[6] Este es el plan de Dios para todo aquel que confía en Jesucristo y en las promesas contenidas en el evangelio. La naturaleza de Dios es el río del cual fluye toda gracia, haciendo la piedad cada vez más posible.
(1) Pedro nos asegura que la naturaleza divina viene de Dios, pero participar más y más de ella depende de nosotros, por su gracia.
Pedro deja muy claro que edificar la virtud espiritual sobre el fundamento de la fe salvadora requiere todo esfuerzo posible. Un comentarista lo expresa con estas palabras: “El aceite y la llama son dados enteramente por la gracia de Dios y ‘recibidos’ por los creyentes; por consiguiente su parte es ‘preparar sus lámparas.’”[7]
(2) Todos los creyentes deben comprometerse por completo con todo fervor para cuidar y cultivar la naturaleza divina que ha sido plantada dentro de ellos.
En el lenguaje original Pedro es muy enfático. ¿Cuáles son algunas de las características de la piedad que Pedro nos exhorta a añadir a la fe?
(3) Pedro nos da una lista específica de virtudes que debemos añadir si no queremos “estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.”[8]
[1] 1 Timoteo 4:7-8 (énfasis agregado).
[2] Vea también 2 Timoteo 2:16, 23.
[3] Notas de Juan Wesley sobre 1 Timoteo 4:7.
[4] Notas de Juan Wesley sobre 1 Timoteo 4:8.
[5] 2 Pedro 1:5-7, (énfasis agregado).
[6] Comentario de Adam Clarke sobre 2 Pedro 1:4.
[7] Comentario Jamieson-Fausset-Brown sobre 2 Pedro 1:4-5.
[8] 2 Pedro 1:8.
Me encanta caminar para hacer ejercicio. Caminar me ha ayudado a mantenerme con buena salud. También refresca mi mente. Y como puedo orar mientras camino, caminar me acerca más al Señor. Camino cuando hace calor y cuando hace frío. Muchas veces he caminado bajo la lluvia y la nieve.
La circunferencia de la tierra es de aproximadamente 40,000 kilómetros (24,000 millas), y yo tengo una meta personal de caminar la misma distancia. En otras palabras, antes de morir, espero haber caminado al menos 40,000 kilómetros haciendo ejercicio. Hace ocho años que empecé; si me mantengo con buena salud, y si el Señor me da las fuerzas, me tomará veintidós años más cumplir mi meta. Después de ocho años, caminando 6.4 kilómetros cada día (4 millas), un promedio de veinticinco kilómetros por semana (16 millas) y 1,287 kilómetros por año (832 millas), ya he caminado aproximadamente 10,300 kilómetros (6,400 millas). Todavía me quedan 30,000 kilómetros por caminar, pero casi nunca pienso en eso. Simplemente disfruto caminar cada día (la mayor parte del tiempo).
Un gran objetivo, como caminar alrededor del mundo, sólo se puede lograr avanzando un poco a la vez. Sólo se logra levantándose cada día y comprometiéndose con el ejercicio de caminar. Si lo hago cada día, eventualmente lograré lo que en algún momento pareció imposible.
La vida de formación espiritual es muy similar. En esta lección vamos a aprender que ser conformados a la imagen de Cristo es un objetivo que hemos de alcanzar no sólo renovando nuestra mente, sino a través de lo que el apóstol Pablo llama “ejercicio.”
Cada persona piadosa que conozco ha tenido que invertir mucho esfuerzo para llegar a serlo. La salvación es por gracia, por medio de la fe; pero la santificación – el desarrollo de la virtud y el carácter – a menudo se alcanza a través de la dolorosa renuncia al interés personal y del esfuerzo intencional. Pablo llama a esto “proseguir al blanco.”[1] La gracia, por supuesto, opera en nuestro esfuerzo.[2]
El Ejercicio Involucra Práctica
Becky (mi esposa) y yo hemos estado meditando en la necesidad de cultivar la amabilidad en nuestra interacción el uno con el otro y con nuestros hijos. Un día encontramos esta enseñanza de cierto autor identificado sólo como G. D. W. en el libro devocional de Lettie Cowman, Manantiales en el Desierto:
“Las gracias del Espíritu (como la paciencia) no se fijan en nosotros por casualidad, y si no discernimos y escogemos ciertos estados de gracia y los asimilamos en nuestros pensamientos, ellas nunca se afirmarán en nuestra naturaleza o conducta. Cada paso que avanzamos en la gracia debe estar precedido, primeramente por una completa comprensión del mismo y después, por medio de la oración, debemos decidir el poseerla.”[3]
¿Practicar la virtud? No es común encontrar personas que piensen de este modo, pero es importante que lo entendamos.
Recordemos que el objetivo de la vida cristiana no es simplemente hacer lo correcto. Los creyentes pueden hacer lo correcto por muchas razones equivocadas – incluyendo la culpa, el temor y el orgullo. El objetivo y la prioridad de Dios es moldearnos desde adentro, hasta que lleguemos a ser la clase de personas que “habitualmente lo obedecen con facilidad”[4]; hasta que nuestro carácter sea transformado; hasta que el fruto del Espíritu se convierta en un hábito.
En el Evangelio de Mateo, Jesús invita a todos los que están “trabajados y cansados” a venir a él en una vida de obediencia simple y reposada.
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo (arnés de madera pesada que se coloca sobre el cuello) sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.”[5]
Para Jesús, el yugo puede ser descrito como “fácil” cuando la disposición interna ha sido transformada: cuando el corazón ya no está luchando contra la voluntad de Dios, sino que se ha hecho “manso y humilde” – términos que en este contexto hablan de aceptación. Esto es lo que Dios quiere hacer en nosotros.
El Ejercicio Desarrolla El Carácter
Es importante entender el rol de la virtud y el carácter en la vida cristiana. Con frecuencia el fracaso espiritual está directamente relacionado, no con una falta de sinceridad, deseo o devoción, sino con la falta de comprensión del rol que la virtud y el carácter cristianos desempeñan en nuestro caminar con el Señor.
Mientras estaba escribiendo esta lección, mi esposa y yo tuvimos un estudio bíblico para parejas en nuestra casa. Durante nuestro tiempo de comunión, una joven madre expresó lo frustrada que se sentía por su incapacidad de vivir una vida cristiana consistente. “Esto probablemente suena muy tonto,” exclamó ella, “pero en ocasiones me ha pasado por la mente el pensamiento de que quizás no soy parte de los escogidos de Dios, y que quizás jamás llegaré a ser fuerte, sin importar cuánto me esfuerce.”
Probablemente no todos lo diríamos de ese modo, pero hay muchos creyentes sinceros que se preguntan si los niveles más elevados de devoción a Dios están reservados para cristianos “especiales” o “súper santos.” Sin embargo, Dios no hace acepción de personas, y cada creyente puede ser formado a la imagen de Cristo. Nuestro problema a menudo consiste simplemente en una falta de carácter y en la falta de comprensión del rol que el carácter desempeña en nuestro caminar con el Señor.
Del mismo modo que la varilla de construcción fortalece el concreto y los músculos fortifican el cuerpo, el carácter refuerza las virtudes de la vida cristiana. El carácter fortifica el alma. El carácter permite que el amor, el gozo, la paz, la paciencia y todos los frutos del Espíritu se afirmen más en nuestra alma. El carácter capacita al creyente para permanecer en Cristo y vivir en constante comunión y obediencia a Jesús. Sin este cimiento espiritual, no importa cuán sinceros y bien intencionados podamos ser, nos derrumbaremos ante las presiones de la vida, los vientos de la adversidad y las olas de la tentación.
La naturaleza divina, por medio del Espíritu Santo, es la fuente de amor; pero la acción de amar a todas las personas (demostrando respecto y misericordia) cuando nos tratan de forma grosera requiere entrenamiento.
La semilla divina de la amabilidad es plantada en nuestro corazón por la fe, pero la respuesta amable a las acusaciones injustas y a las personas conflictivas se logra a través del dominio de la lengua.
El Espíritu Santo es la fuente de paz, pero aprender a mantener nuestro corazón en perfecta paz en medio de circunstancias tensas y agobiantes requiere que entrenemos nuestra alma.
El dominio propio también es parte del fruto del Espíritu Santo; pero la moderación en nuestras emociones y apetitos requiere la práctica de la disciplina personal, especialmente para aquellos que no están acostumbrados a decirse “No” a sí mismos.
Paciencia. Esta virtud también ha sido plantada por Dios en nuestra alma. Es una cualidad de la naturaleza divina. Pero la capacidad de esperar por lo que anhelamos, de postergar el placer y de estar quietos va a ser afirmada en nuestro carácter únicamente a través del esfuerzo intencional.
La fidelidad es una característica de la naturaleza divina; pero la puntualidad, el trabajo duro, el mantener nuestra palabra y cumplir nuestros compromisos requiere un entrenamiento vigilante, especialmente para aquellos que son propensos a la pereza.
La humildad es un fruto del Espíritu Santo; pero la capacidad de considerar a otros mejores que nosotros mismos, de ocupar el puesto más bajo y de asumir el rol de siervo se desarrolla únicamente a través de la disciplina.
La pureza de corazón también se recibe del Espíritu Santo por la fe, pero el hábito de guardar nuestro corazón se desarrolla a través del ejercicio espiritual diligente.
La semilla divina del dominio propio viene de Dios, pero el control de la lengua y el dominio total de las palabras se alcanzan con la práctica.
El gozo es un fruto del Espíritu, pero aprender a alabar al Señor en todo tiempo es una decisión de la voluntad que requiere entrenamiento.[6]
A través de la redención Dios nos da todos los materiales que vamos a necesitar para desarrollar un carácter piadoso; pero edificar ese carácter, piedra por piedra, parte por parte, es nuestro desafío diario. ¿Cuál es el papel de la gracia en todo esto? Gracia es lo que los creyentes experimentan cuando están ocupados con este entrenamiento.
El Ejercicio Involucra la Adversidad, E Incluso la Reprensión
La adversidad nos entrena. Pablo afirma, “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza.”[7] Debemos ver las dificultades que Dios permite en nuestra vida como su escuela de virtud.
La reprensión de Dios también nos entrena. En Hebreos encontramos esta exhortación: “Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.”[8] También leemos que esta reprensión es para nuestro bien, “para que participemos de su santidad.”[9]
El Ejercicio Involucra Las Disciplinas Espirituales
Estas disciplinas nos entrenan. Las disciplinas espirituales son un medio de gracia. A través del ejercicio de estas disciplinas, el Espíritu Santo nos libera de la tiranía del yo, de los apetitos, el materialismo y el orgullo, y trae sanidad a nuestra alma, formándonos a la imagen de Jesús.
En este curso sólo vamos a poder estudiar algunas de las disciplinas espirituales clásicas. Vamos a clasificarlas de la siguiente manera:
Las disciplinas de devoción
Las disciplinas de actividad
El Ejercicio Involucra la Disciplina Personal
La auto-renunciación y la auto-mortificación nos entrenan. La auto-renunciación tiene que ver con el compromiso personal de decir un firme “no” a los apetitos físicos cuando éstos se vuelven demasiado fuertes, y especialmente cuando empiezan a erosionar la vida espiritual. Pablo lo expresa con estas palabras:
“Y todo aquel que lucha se disciplina en todo… Más bien, pongo mi cuerpo bajo disciplina y lo hago obedecer; no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo venga a ser descalificado.”[12]
Hay al menos seis disciplinas personales que vamos a comentar en este curso:
Práctica, adversidad, disciplinas espirituales y disciplina personal: Estos son los principales ejercicios de entrenamiento que permiten que la gracia de Dios fluya en nuestra vida. Nos ayudan a mantener nuestros deseos naturales bajo control, producen buenos hábitos y permiten que el Espíritu Santo reine en nosotros y nos conforme a la imagen de Jesucristo.
¿Por qué el proceso de ser conformados a la imagen de Cristo y sus propósitos no sucede con más regularidad entre nosotros? ¿Por qué tenemos tantas luchas silenciosas? ¿Por qué hay creyentes que están desilusionados de la vida cristiana? ¡Porque muy pocos cristianos se han unido al gimnasio espiritual de Dios!
[1] Filipenses 3:14.
[2] Filipenses 1:6.
[3] Lettie Cowman, Manantiales en el Desierto (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 1986), Junio 11.
[4] Cita de Dallas Willard mencionada en la lección 1.
[5] Mateo 11:28-30 (énfasis agregado).
[6] Salmo 34:1.
[7] Romanos 5:3-4.
[8] Hebreos 12:5-6.
[9] Hebreos 12:10.
[10] Efesios 4:12.
[11] Efesios 4:13.
[12] 1 Corintios 9:25, 27 (RVA-2015).
[13]Escalar el Monte Everest no es un desafío que se pueda considerar fácil. La montaña más alta del mundo se levanta a casi 10,000 metros (30,000 pies) de altura, y en la cima hay 2/3 menos oxígeno que al nivel del mar. Trescientos alpinistas han perdido la vida tratando de escalarlo. ¡Cuesta alrededor de $75,000 y 40 días para llegar a la cima! ¡La vida cristiana también demanda compromiso y es un desafío que no puede considerarse fácil!
Si bien sabemos que el Espíritu Santo puede transformar, y en efecto, transforma nuestro corazón en momentos instantáneos de nuestro peregrinaje espiritual, también sabemos que él nos lleva a la madurez a través de procesos. Los milagros del nuevo nacimiento y el bautismo del Espíritu son asombrosos y tratan con los problemas de nuestro corazón, pero no resuelven automáticamente todos nuestros problemas de carácter.
Enseñar que la formación espiritual es un proceso no niega la existencia de momentos extraordinarios de avivamiento. Muchos creyentes devotos han experimentado un “momento divino” de completa consagración y entrega posterior al nuevo nacimiento, con la purificación del Espíritu Santo como resultado. Sin embargo, así como los milagros no destruyen las leyes normales de la naturaleza, estos momentos o períodos extraordinarios en nuestra trayectoria espiritual no eliminan los procesos normales de maduración que Dios ha establecido.
El Crecimiento Espiritual Usualmente Se Asemeja Al Crecimiento Físico
Los niños pequeños no se convierten en adultos de la noche a la mañana, sino que pasan por un proceso de crecimiento y maduración establecido por Dios. Lo mismo se aplica a nuestro crecimiento espiritual.
La Formación Espiritual Es Un Proceso de Crecimiento Porque Nuestros Problemas Son Más Profundos de Lo Que Sabemos
Hemos sido moldeados por la cultura, la familia, las experiencias y los fracasos más de lo que somos conscientes. No todos los hábitos son removidos por el milagro de la conversión. Algunas madres cristianas todavía levantan la voz. Algunos esposos cristianos en ocasiones actúan con enojo. Algunas esposas cristianas de vez en cuando gastan de más. Algunos hombres cristianos luchan con lo que atrae su vista y sus pensamientos. Con frecuencia los cristianos se consienten demasiado, hablan de más, duermen más de lo que deberían, etc. Alabo a Dios porque él perdona nuestros pecados, nos hace nuevas criaturas, nos da el Espíritu Santo, hace milagros, y echa fuera demonios; pero en nuestra vida siempre existirá la necesidad de ser entrenados.
La Formación Espiritual ES Un Proceso de Crecimiento Porque Ciertos Hábitos Son Difíciles de Romper
Si a usted no le gustaba leer antes de ser salvo, probablemente usted es un cristiano al que no le gusta leer y necesita ejercitar su mente para leer. Si usted tiende a ser negativo o crítico, necesitará entrenar su actitud hacia la gratitud y la aceptación. Si usted era una persona sumamente emocional antes de ser salvo, probablemente usted es ahora un creyente emocional y necesita dedicarse a entrenar sus emociones. Si usted fue criado por un padre abusivo o uno que tenía una actitud despectiva hacia las mujeres, quizás tenga dificultad para demostrar amor y respeto. Necesita entrenarse en estas áreas. Si su madre le dejaba de hablar a su padre cuando no se salía con la suya, quizás usted ahora esté luchando con ese mal hábito. ¡Vaya al gimnasio de Dios! Si usted creció en un ambiente de prejuicios y diferencias de clase, quizás todavía actúa con orgullo o discriminación. Necesita entrenarse para ver a todas las personas como Dios las ve. Si nunca ha recibido afecto, necesitará esforzarse para aprender a demostrar afecto cristiano.
Los malos hábitos – formas de pensar, de expresarnos, de responder a los problemas – a menudo han echado raíces profundas en nuestro carácter y son imposibles de eliminar sin el Espíritu Santo y el entrenamiento. Sin un entrenamiento continuo no podremos llegar a ser conformados a la imagen de Cristo. Los discípulos son un ejemplo de esta verdad:
“Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ‘¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.’” (Mateo 26:40-41).
Qué oportunidad perdieron los discípulos de compartir el sufrimiento de Jesús y permanecer a su lado en oración durante sus últimas horas. Qué oportunidad de seguir sus pisadas y ser conformados a su modelo de vida. Pero la carne era dominante y no estaba entrenada. Por esa razón, los discípulos abandonaron a Jesús en el calor de la batalla.
Alguien podría decir, “¡Después de Pentecostés los discípulos jamás se volvieron a quedar dormidos mientras oraban y estuvieron siempre alertas y vigilantes!” ¡Yo pondría en duda semejante afirmación! En Pentecostés, el Espíritu Santo vino a habitar en los discípulos, pero eso no eliminó la necesidad que tenían de disciplina personal. Pedro, el personaje principal en la historia del día de Pentecostés, escribe en sus cartas acerca de la necesidad de entrenarse con empeño. Recuerde que Pedro nos asegura que hemos recibido todo lo que necesitamos para vivir una vida cristiana fiel, pero debemos añadir el elemento clave del entrenamiento.[1]
[1] 2 Pedro 1:5.
Los atletas profesionales mejoran su desempeño a través del entrenamiento. Ellos no esperan hasta estar en la cancha o en el campo para mejorar sus destrezas. Los soldados no esperan hasta estar en el campo de batalla para aprender a usar sus armas. Los carpinteros se vuelven cada vez más habilidosos con sus herramientas a través del uso constante.
Así como los atletas, los soldados y los carpinteros desarrollan sus destrezas a través de la práctica, los cristianos desarrollan la virtud cristiana – la paciencia, la amabilidad, el dominio propio – a través de la práctica constante.
[1]Siembra un pensamiento y cosecharás una acción, Siembra una acción y cosecharás un hábito, Siembra un hábito y cosecharás un destino.
Daniel estaba consciente del peligro de dejarse seducir por Babilonia y olvidar a Dios y a su amada tierra natal. Mientras era llevado cautivo lejos de su tierra, debió haberse preguntado cómo podría evitar que su corazón y su mente se amoldaran a los patrones de vida de Babilonia. Desde el inicio de su exilio, Daniel tomó la decisión de entrenarse en devoción a Dios y a su patria:
“Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.”[1]
Desde los primeros días de cautiverio, Daniel estableció hábitos diarios – disciplinas que guardarían su corazón del amor de Babilonia, mantendrían su corazón en su tierra natal y preservarían su amor y devoción por Jehová.
El entrenamiento de Daniel tuvo como resultado visiones asombrosas, influencia espiritual y secular, y una oración efectiva; además tuvo una profunda influencia sobre los judíos exiliados. Así como Daniel, los cristianos exitosos son aquellos que se entrenan para la piedad.
[1] Daniel 6:10, énfasis agregado.
¿Desea usted ser un cristiano más fuerte? Los creyentes jóvenes a menudo confunden la verdadera fortaleza. Fortaleza no es la ausencia de tentación. Fortaleza no es una plácida indiferencia al dolor, la belleza, la injusticia y el placer sensual. Los cristianos fuertes no son personas inmunes al orgullo o insensibles a las palabras que lastiman y hieren; no son aquellos que no encuentran ningún atractivo en el fruto prohibido, o que no sienten deseos de complacer ningún apetito de la carne. La mejor palabra para describir a una persona que no siente nada, no ve nada y no disfruta de nada no es fuerte, sino… ¡muerta!
La verdadera fortaleza se encuentra en:
Nuestro hijo Jesse, que es ciego, tiene una hermosa perra guía llamada “Nala.” Nala me ha enseñado mucho acerca de las ventajas de la disciplina y el entrenamiento. Para poder llegar a ser útil para su amo – para protegerlo y guiarlo – primero tuvo que soportar ocho meses de riguroso entrenamiento. Y para poder seguir siendo útil, debe vivir una vida disciplinada. Su comida y su agua deben ser cuidadosamente reguladas. Su descanso y su tiempo libre también son regulados. ¡Fue entrenada para no ladrar ni perseguir a los gatos! Pasa la mayor parte del día guiando a Jesse o permaneciendo quieta a su lado a la espera de su próxima orden. Su entrenamiento es recompensado con mucho afecto, comida nutritiva y un tiempo de juego diario. Nala tiene una vida agradable y gratificante… gracias a la disciplina.
(1) Dedique al menos treinta minutos durante la semana para repasar esta lección, incluyendo los pasajes de referencia, y pídale al Espíritu Santo que le hable y le revele su Palabra.
(2) Anote en su diario cualquier cambio específico que deba hacer en su vida, según el Señor se lo revele.
(3) Medite en al menos un salmo durante su tiempo devocional diario, y escriba en su diario lo que el salmista dice acerca de la naturaleza y el carácter de Dios.
(4) Escriba en su diario una oración personal relacionada con su crecimiento y transformación espiritual basada en lo que aprendió en esta lección.
(5) Practique usando la Guía de Oración Diaria del Dr. Brown en su tiempo de oración privada cada día.
(1) ¿Qué significa la palabra piedad?
(2) ¿A qué se refiere Pablo cuando dice, “Ejercítate para la piedad”?
(3) ¿Cuáles son las siete virtudes que Pedro dice que debemos añadir a nuestra fe?
(4) ¿Cuáles son tres cosas que forman parte del ejercicio o entrenamiento?
(5) Mencione algunas de las disciplinas espirituales que debemos practicar si queremos crecer en el carácter cristiano.
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