Repaso de la Lección 10
Repasen los puntos principales de la lección 10. Pregunte a los estudiantes quiénes desean compartir sus oraciones personales de la lección 10.
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by Tim Keep
Repasen los puntos principales de la lección 10. Pregunte a los estudiantes quiénes desean compartir sus oraciones personales de la lección 10.
Al finalizar esta lección, el estudiante deberá ser capaz de:
(1) Entender la importancia de la disciplina personal para ser formados a la imagen de Cristo.
(2) Aprender cómo disciplinar la lengua y empezar a practicar esta disciplina.
(3) Aprender cómo llevar cautivo todo pensamiento y empezar a practicar esta disciplina.
Disciplina personal en el habla
Desde que estudiaba en el instituto bíblico, preparándome para el ministerio, empecé a sentir la espiritualmente desgastante influencia de mi lengua indisciplinada. Me temo que muy a menudo contristaba al Espíritu Santo. Empecé a comprender la sabiduría del Espíritu cuando inspiró estas palabras: “En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente.”[1] Le pedí al Señor que me diera la gracia para rendir mi lengua a él. Tengo que admitir que refrenarme en el área de la lengua ha sido uno de los ejercicios más difíciles en mi vida cristiana; pero me he dado cuenta de que ir mejorando en esta área me ha permitido gozar de más paz, unción y respeto.
Disciplina personal en el ayuno
Al comienzo de un nuevo año, un líder espiritual desafió a su equipo a pasar 21 días en ayuno y oración. Lo anunció durante varias semanas. Le pidió a los miembros de su equipo que se anotaran si iban a participar. Pero justo antes de la fecha en la que el ayuno iba a empezar, se puso de pie delante de su equipo y riendo les dijo que iba a aplazar la fecha de inicio del ayuno porque tenía que asistir a una serie de reuniones donde iban a servir algunos de sus platillos preferidos. No hace falta decir que el ayuno que había planificado para hacer con su equipo fue un fracaso.
► Estos retratos ilustran el impacto de la disciplina personal en nuestra vida personal y espiritual, e incluso en nuestro liderazgo. ¿Considera usted que la falta de disciplina personal puede producir inestabilidad espiritual? ¿De qué manera?
[1] Proverbios 10:19.
En su libro La Vida Disciplinada, Richard S. Taylor escribe, “Disciplina es lo que la mayoría de los hombres modernos necesita más pero quiere menos… Muy a menudo los jóvenes que se marchan del hogar, los estudiantes que abandonan la escuela, los esposos y esposas que buscan el divorcio, los miembros de la iglesia que dejan de asistir a las reuniones, los empleados que renuncian a su trabajo, simplemente están tratando de evadir la disciplina.”[1]
En una lección anterior compartí la ilustración del hermoso árbol de pera de mi suegro. Es un árbol hermoso… con un tronco inclinado que, por su tamaño, ya no puede ser enderezado. Este árbol nos recuerda que la formación de disciplinas y prácticas saludables mientras su mente, su corazón y sus relaciones todavía son jóvenes es de suma importancia. Una mente pura, una vida disciplinada, relaciones sanas y un caminar cercano con Dios no suceden por casualidad. Estas características deben ser cultivadas con la mayor diligencia. Si espera demasiado, todo lo verdaderamente bueno en su vida podría inclinarse en formas que usted no será capaz de enderezar.
Así como un atleta no puede llegar a ser excelente en su deporte si no practica constantemente, ningún creyente puede ser formado a la imagen de Cristo sin disciplina. En este curso hemos aprendido que parte de nuestros ejercicios de entrenamiento incluyen las disciplinas espirituales clásicas – oración, soledad, meditación, servicio, etc. En esta lección y la siguiente vamos a concentrarnos en otro aspecto de nuestro entrenamiento – la disciplina personal o dominio propio.
[1] Richard S. Taylor, La vida Disciplinada (Madrid: Betania, 1992), 22.
El crecimiento a la imagen de Cristo no puede ser separado de la disciplina personal. En las siguientes dos lecciones vamos a estudiar seis áreas en las que la disciplina personal es vital para la formación espiritual:
En esta lección vamos a examinar dos de estas disciplinas personales y a explorar la influencia que cada una de ellas tiene sobre nuestro bienestar espiritual, emocional y físico. Vamos a procurar adquirir sabiduría práctica para poner todo nuestro ser bajo el dominio de Cristo.
¿Qué es la disciplina personal?
La disciplina personal es la capacidad de regular la conducta con base en principios y un sano juicio en lugar de las emociones, los deseos, las presiones o las costumbres culturales.[1] En la disciplina personal nos esforzamos por subordinar cada pensamiento, cada deseo y cada apetito al Espíritu Santo, a fin de conocer a Cristo y ganar la “corona incorruptible”:
«Y todo aquel que lucha se disciplina en todo. Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible; nosotros, en cambio, para una incorruptible. Por eso yo corro así, no como a la ventura; peleo así, no como quien golpea al aire. Más bien, pongo mi cuerpo bajo disciplina y lo hago obedecer; no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo venga a ser descalificado.»[2]
► ¿Qué dice Pablo que le podría ocurrir sin la disciplina personal?
Es importante notar que la disciplina personal por sí sola no nos hace mejores cristianos. La disciplina que tiene por objeto la superación personal muchas veces está motivada por el orgullo. La motivación correcta para el dominio propio es ser controlados y empoderados por el Espíritu Santo – ¡permitir que su gloria brille en y a través de su templo!
Las disciplinas espirituales, así como las disciplinas personales, son medios de gracia. No nos hacen más justos, pero nos colocan en una posición para recibir más de Dios. La disciplina es una forma de acercarnos a Dios para que él pueda encontrase con nosotros. La disciplina es una forma de mantener una copa limpia y vacía para que Dios pueda llenarla.
¿En verdad es tan importante la disciplina personal?
Es interesante que en su segunda carta a Timoteo, Pablo incluye la falta de dominio propio entre los pecados de “los últimos días.”[3] De los dos pasajes anteriores, aprendemos que la falta de dominio propio es un serio problema en la vida cristiana que tiene consecuencias dolorosas, y en ocasiones, eternas.
► ¿Han escuchado a creyentes bromear acerca de su falta de dominio propio – comen de más, duermen de más, gastan de más, etc.? ¿Piensa usted que los cristianos a su alrededor toman este tema con bastante seriedad? ¿Por qué? O, ¿por qué no?
¿Por qué la disciplina personal, o dominio propio, es tan importante?
Richard Taylor cuenta la historia de Igor Gorin, un famoso cantante estadounidense de ascendencia ucraniana, a quien le encantaba fumar. Un día, su instructor de canto le dijo, “Igor, tienes que decidir si vas a ser un gran cantante o un gran fumador de pipa.” La pipa se fue. La disciplina personal es necesaria para convertirse en la persona que Dios quiere que usted sea.
[1] Taylor, 160.
[2] 1 Corintios 9:25-27 (RVA-2015, énfasis agregado).
[3] 2 Timoteo 3:3
[4] Romanos 8:11; 1 Corintios 6:19
Hay dos pasajes que nos ayudan a formar nuestro entendimiento acerca de la lengua y de su influencia en nuestra vida: Santiago 3:1-12 y Mateo 15:18-19.
► Lean ambos pasajes.
En Mateo 15, Jesús nos recuerda el vínculo inseparable que existe entre el corazón y la lengua: “Pero lo que sale de la boca, del corazón sale” (Mateo 5:18, énfasis agregado).
La influencia de la lengua en las relaciones y la vida cotidiana
Lo que Jesús está enseñando en este pasaje es que somos lo que decimos. Esto es muy sencillo, pero para algunos de nosotros es muy difícil admitirlo. Si nuestras palabras comunican enojo, es porque en cierta medida estamos enojados. Si nuestras palabras son insensibles, es porque en nuestro corazón permanecen ciertos elementos de insensibilidad. Si nuestras palabras son groseras, cortantes o manipuladoras, es porque nuestro corazón todavía alberga una actitud de irrespeto hacia la persona y la libertad de los demás. Si hablamos de manera arrogante o defensiva, sin duda es porque en nuestro corazón todavía hay cierto grado de orgullo. Si hablamos para criticar a otros, es porque hasta cierto punto seguimos teniendo un espíritu crítico. Si murmuramos o nos quejamos, es porque todavía somos malagradecidos. El fruto de nuestros labios es, sin duda alguna, el juicio más preciso de nuestro carácter.
► Tome unos minutos para reflexionar en las palabras de Jesús en este pasaje. ¿Está usted dispuesto a admitir que si el carácter se mide por lo que sale de su boca, todavía necesita la gracia transformadora de Dios? ¿Está dispuesto a compartir cuáles son algunas áreas de necesidad?
Santiago habla de un “varón perfecto.” ¿Qué quiere decir con “perfecto”? ¿Perfecto en qué sentido? Perfecto en el sentido de que no ofende en palabra y por lo tanto, tiene control absoluto o “perfecto” de todo su ser. Perfecto en el sentido de que ha alcanzado un nivel de auto-control en su manera de hablar que le hace posible dominar o gobernar también cualquier otra acción y pasión en su vida. De acuerdo con Santiago, este hombre ha logrado tal control sobre su lengua, que es también capaz de mantener en orden todas las demás áreas de su vida. “Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo” (énfasis agregado).
Las siguientes citas ayudan a reforzar el significado de este texto:
«“Capaz también de refrenar todo el cuerpo” – Es decir, toda su persona. Sin duda hay quienes son capaces de hacerlo, y son, por lo tanto, en este sentido perfectos.»[1]
«El objetivo [de Santiago] no es representar al hombre como intachable en todo sentido y enteramente libre de pecado… sino que la intención es demostrar que si un hombre puede controlar su lengua, tiene dominio completo sobre sí mismo, así como un hombre puede dominar a un caballo por medio del freno, o como el timonel controla un barco por medio del timón. Es perfecto en ese sentido, en que tiene control total sobre sí mismo y no será propenso a errar en nada. La intención es demostrar la importante posición que ocupa la lengua en el gobierno del hombre en su totalidad.»[2]
Piense en esto de forma práctica. ¿No es verdad que cuando la lengua está en silencio y en calma, incluso cuando es provocada, tiene un efecto tranquilizador en la vida en general? ¿Y no es verdad que cuando hablamos de manera considerada y respetuosa, las discusiones acaloradas a menudo se tornan en conversaciones constructivas, y el amor y la unidad son preservados?
¿No ha notado usted que una palabra oportuna dicha con delicadeza a su esposa en la mañana es recompensada con amor y afecto en la noche? ¿O que una exhortación o una amorosa llamada de atención a menudo es recompensada con la salvación de un alma? ¿Acaso los sermones preparados en la presencia de Dios y predicados con unción ante los hombres no son siempre poderosos para derribar fortalezas espirituales? Ciertamente nuestra lengua es el timón de nuestra vida. Cuando funciona bien, lo llevará a salvo a través de aguas peligrosas; pero cuando se descompone, deja su vida a merced de las tormentas que usted mismo ha creado.
Cuando era niño, escuché una graciosa fábula sobre una tortuga fanfarrona que quería volar. Un día, cuando un pájaro grande aterrizó en su estanque, la tortuga tuvo una idea brillante. Le pidió al pájaro que la llevara a volar. “¡Eso es imposible!” exclamó el pájaro en tono de burla. “¡No, no lo es!” respondió la tortuga. “Todo lo que tienes que hacer es sostener con tu pico un extremo de esta rama mientras yo muerdo el otro extremo. Y luego, ¡a volar!” El ave accedió. Todo iba bien hasta que algunas personas miraron hacia arriba y vieron esta asombrosa escena de un ave volando con una rama en su pico y una tortuga sosteniéndose del otro extremo con sus fuertes mandíbulas. Alguien gritó, “¡Me pregunto quién tuvo una idea tan brillante e ingeniosa!” La tortuga escuchó y abrió su boca para alardear, “¡Fui yo…!” Esas fueron, por supuesto, sus últimas palabras. Como sucede con muchos de nosotros, su lengua fue su destrucción.
Algunos consejos prácticos para dominar la lengua
(1) Aprenda el valor de las palabras y úselas con moderación: “Las vanas palabras de los labios empobrecen.”[3]
Hablar demasiado empobrece el alma, así como gastar demasiado agota su presupuesto. Muchos han descubierto que demasiada conversación puede llevar a un empobrecimiento mental y espiritual, especialmente cuando carece de propósito. Parte de ser formados a la imagen de Cristo es aprender a usar las palabras más sabiamente, como Cristo lo hizo. Esto no es tan fácil como parece, porque a muchos de nosotros el silencio nos hace sentir incómodos.
(2) Aprenda el potencial destructivo de las palabras y gobierne su espíritu: “Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!”[4]
Proverbios nos recuerda, “Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.”[5] Las palabras de una persona inmadura pueden encender un fuego difícil de controlar. En lugar de sanar, lastiman; en lugar de calmar, provocan contiendas; en lugar de apaciguar, encienden las pasiones hasta el punto de ebullición. Debemos aprender la disciplina de detener cualquier conversación cuando las emociones empiezan a alterarse.
(3) Aprenda que la reputación se construye con las palabras y úselas sabiamente: “Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; el que cierra sus labios es entendido.”[6]
Quizás le sorprenda saber que la Biblia tiene mucho qué decir acerca de la sabiduría de un espíritu apacible.[7] El mundo sería muy aburrido si todas las personas vivieran de manera callada y reservada. Sin embargo, como cristianos, debemos desarrollar la capacidad de escuchar y de interactuar con los demás de forma atenta y considerada, en lugar de hablar de vana y desconsideradamente.
Con frecuencia la persona que más habla en un grupo es la que recibe más atención, incluso si no tiene mucho que decir; pero Dios valora a la persona que sabe cuándo hablar y cuándo guardar silencio. Dios valora a la persona que piensa antes de hablar.
Dios ve en la mujer apacible y callada una belleza y un atractivo irresistibles. La historia ha demostrado que el espíritu amable y apacible de una mujer entregada a Dios tiene el poder de mover el corazón de reyes y naciones.[8]
(4) Aprenda el poder de las palabras para herir y para dar vida:[9] “La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos” (Proverbios 18:21).
Las cosas que decimos tienen el poder de sanar o de herir, de restaurar o destruir, de animar o desalentar. Como padre, he sido testigo del efecto de las palabras y las expectativas sanas en la vida de mis hijos. En una ocasión, varios padres estábamos viendo a nuestros hijos mientras trataban de escalar un poste de metal bastante alto. Después de tres o cuatro intentos fallidos, mi hijo Timothy estaba a punto de rendirse. En ese momento le dije, “Hijo, ¡no te des por vencido todavía! ¡Yo sé que puedes lograrlo si lo vuelves a intentar!” El efecto de esas palabras fue asombroso. El hecho de que su papá creía en él animó a mi hijo a intentarlo con más fuerza que antes. Empezó a escalar nuevamente, y esta vez puso todo su esfuerzo. Mientras subía, yo le gritaba, “¡Continúa, hijo! ¡Puedes hacerlo! ¡Sigue subiendo!” ¡Y lo logró!
Estoy convencido de que muy a menudo la diferencia entre el éxito y el fracaso en la iglesia y el hogar es una palabra de ánimo o de consuelo. Recuerde que en otra lección dijimos que incluso Dios Padre habló palabras audibles de afirmación a su Hijo en momentos críticos durante su vida terrenal.[10] Si Jesús necesitó escuchar palabras de aliento, cuánto más lo necesitamos nosotros.
Nuestras palabras a menudo son proféticas. Si le decimos a un niño, “Eres un fracaso,” es muy probable que fracase. Se le decimos a una niña, “No eres tan bonita ni tan talentosa como tus hermanas,” empezará a pensar que es fea, y su actitud también se tornará fea. Si, por el contrario, nos enfocamos en las fortalezas de los niños en lugar de señalar sus debilidades, y buscamos maneras de fortalecer su confianza, los resultados serán asombrosos. Es lamentable que muchos niños y adultos viven toda su vida pensando que no son más que una decepción para aquellos que debían amarlos incondicionalmente; no debería ser motivo de sorpresa el que estas personas fracasen constantemente – a nivel social, académico y espiritual.
¿Es su iglesia o su hogar un lugar donde las palabras se usan para edificación? ¿Le dice usted a su esposa que es hermosa? ¿Le expresa aprecio y gratitud por su amor y servicio con palabras de afirmación? ¡Una esposa que recibe estas palabras de su esposo seguramente se volverá una persona aún más hermosa y espiritual! Esto también se aplica a las hijas. Esposas, ¿comparan ustedes a sus esposos con otros hombres, quizás con su padre, y constantemente les señalan sus defectos? ¿O se enfocan en las cualidades por las cuales pueden sentirse agradecidas? Los hombres que reciben respeto y aliento se vuelven mejores hombres.
Pastores, ¿han procurado establecer una atmósfera de motivación en sus iglesias, o se enfocan sólo en las cualidades negativas de sus miembros? La Biblia dice que a medida que el regreso de Cristo se acerca y el día del Señor se aproxima, necesitamos más el consuelo y aliento del cuerpo de Cristo: “…no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos [parakaleo - aliento]; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.”[11]
Debemos acompañar las palabras de reprensión con sinceras palabras de aliento. Algo que a mí me ha ayudado mucho es pensar en mis palabras en términos de depósitos y retiros. Cada vez que animo a alguien, estoy haciendo pequeños depósitos en su corazón, los cuales, al irse acumulando, me dan el derecho de hacer retiros (corregir o llamar la atención). He aprendido, a través de algunas experiencias dolorosas, que tratar de corregir o regañar a una persona a la que nunca, o muy pocas veces hemos animado, sólo va a crear una brecha en nuestra relación que es difícil o imposible de superar.
(5) Sepa que nosotros no somos capaces de dominar la lengua y que sólo el Espíritu Santo puede hacerlo: “Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.”[12]
¡Sería más fácil domar a un animal salvaje que domar nuestra lengua sin la gracia de Dios! Nuestra batalla con la lengua nos recuerda nuestra necesidad de ser purificados y llenos del Espíritu Santo. Esta es la historia de Isaías. En la presencia de Dios, fue su lengua lo que le causó mayor vergüenza y convicción.[13] Cuando el joven profeta confesó su iniquidad y clamó en desesperación, Dios hizo lo que sólo él puede hacer: envió a su serafín para tocar suavemente los labios de Isaías con un carbón encendido tomado del altar para purificarlos. El serafín dijo, “He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado.”[14] Entonces Isaías pudo decir, “Heme aquí, envíame a mí.”
Siempre hay una conexión directa entre la limpieza de nuestros labios y nuestra utilidad para Dios.
(6) Sepa que una lengua disciplinada produce amor por la vida y esperanza de un buen futuro: “El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño.”[15]
Una lengua sin control es como un caballo salvaje y desenfrenado que derriba cercas, destruye y pisotea. Un barco sin timón, empujado por el viento, pone en peligro a cualquiera que esté en su camino, y es arrastrado contra las rocas. Una lengua sin control puede encender un fuego capaz de arrasar con la iglesia y destruir años de esfuerzos invertidos en plantar y cultivar.
Gran parte del daño causado en el reino de Dios ha sido ocasionado por personas que no han puesto freno a sus palabras. Si queremos amar la vida al máximo y disfrutar de todos los días buenos y productivos que Dios ha preparado para nosotros, tomemos la firme decisión de vigilar con toda diligencia lo que sale de nuestra boca. ¡Ponga un guardia en la mañana, despiértelo a medio día, y compruebe que esté alerta en la noche! Tome la decisión, por la gracia de Dios, de que sus labios nunca estén sin vigilancia.
Días buenos le esperan a aquel que se mantiene vigilante en esta área de su vida. Días buenos vendrán porque con sus palabras ha establecido honor y ha ganado respeto. Días buenos vendrán para su familia porque ha hablado palabras que edifican y fortalecen las relaciones familiares. Días buenos vendrán para su iglesia porque ha hablado palabras que animan y edifican el cuerpo de Cristo. Y el resultado final de su inversión será amar la vida – el puro y verdadero disfrute de los dones de Dios.
Una Experiencia Personal
Ciertamente, la lengua es el timón de nuestra vida, y nos lleva en una dirección u otra. Para ser honesto, todo el sufrimiento que enfrenté en mis primeros años de matrimonio y de ministerio pasó por la puerta desprotegida de mi lengua no santificada (Salmo 141:3). Nunca olvidaré cuando, siendo un joven misionero, empecé a darme cuenta de la conexión entre mis palabras y mi corazón. A través de una experiencia dramática y muy dolorosa con un querido amigo al que ofendí profundamente con mis palabras, el Señor abrió mis ojos y me hizo ver que necesitaba el corazón bondadoso y amable de Jesús. Lloré y confesé delante del Señor a medida que él traía a mi mente situaciones en las que yo había juzgado, herido, manipulado e ignorado los sentimientos, libertades y opiniones de otras personas. Ese día el Señor limpió mi corazón y llenó mi alma de un gozo indescriptible, y supe que había dado un paso importante en mi caminar espiritual. Supe que había dado un giro importante y que no quería volver atrás.
► Lea Gálatas 6:6-8. Piense en sus palabras como pequeñas semillas que están siendo plantadas en el corazón de las personas que lo rodean. Si cada palabra es una semilla que va a producir fruto, sea éste bueno o malo, ¿qué espera cosechar en el futuro? Tome unos minutos para orar y pídale al Señor que evalúe sus palabras. Anote lo que él le muestre. Siéntase en libertad de compartir sus respuestas con sus compañeros.
[1] Juan Wesley
[2] Comentario de Albert Barnes sobre el capítulo tres de Santiago.
[3] Proverbios 14:23.
[4] Santiago 3:5.
[5] Proverbios 16:32.
[6] Proverbios 17:28.
[7] Proverbios 17:1; 1 Tesalonicenses 4:11; 1 Timoteo 2:2; 1 Pedro 3:4.
[8] 1 Samuel 25:23-33.
[9] Proverbios 12:18; 15:1, 4.
[10] Lucas 3:22.
[11] Hebreos 10:25.
[12] Santiago 3:7-8, énfasis agregado.
[13] Isaías 6:5.
[14] Isaías 6:7.
[15] 1 Pedro 3:10; Proverbios 21:23.
Podemos medir nuestra madurez y nuestra semejanza a Jesús no sólo por nuestras palabras, sino también por nuestros pensamientos. ¡Somos lo que pensamos![1] No todo pensamiento que pasa por nuestra mente define lo que somos, sino aquellos pensamientos que decidimos albergar o que permitimos que nos controlen. Como dijo Martín Lutero, “Usted no puede impedir que los pájaros vuelen sobre su cabeza, pero sí puede evitar que hagan nido en ella.”
La influencia de nuestros pensamientos en las relaciones y la vida cotidiana
Recuerdo bien un día cuando el Señor habló a mi corazón y me dijo, “Hijo, eres un hombre enojado.” Yo era un misionero joven y estaba experimentando algunas frustraciones con la cultura; además estaba enfrentando problemas en el ministerio, por lo que mi enseñanza y mi liderazgo estaban expresando irritación en lugar de amor. Una mañana durante mi tiempo devocional, leí estas palabras que me trajeron convicción, “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.” El Espíritu Santo atravesó mi corazón con estas palabras. Sin embargo, yo respondí, “Señor, no soy un hombre enojado. ¡Soy un misionero!” Creo que escuché al Señor decir, “Bueno hijo, ¡entonces eres un misionero enojado!” ¡No pude hacer más que reír! Dios no iba a permitir que me ocultara detrás de ningún título o posición. La confesión trajo perdón y libertad.
¿Se siente usted tentado a albergar pensamientos de enojo y resentimiento hacia otra persona? ¿Está lleno de ansiedad y temor? ¿Lucha en secreto con pensamientos auto-destructivos? ¿Tiene pensamientos lujuriosos que lo están llevando a la derrota? Hay esperanza, ¡pero no será fácil! Hace más de doscientos años, Juan Wesley enseñó, “El alma y el cuerpo hacen al hombre; pero el Espíritu y la disciplina hacen al cristiano.” La victoria sobre los pensamientos lujuriosos, negativos o auto-destructivos se logra por gracia, a través de los medios de disciplina personal. Usted puede cambiar su modo de pensar.
Una vida victoriosa en el área de los pensamientos es importante porque nos convertimos en lo que pensamos. “Si tenemos pensamientos positivos, constructivos, sanos y edificantes, eventualmente llegaremos a ser personas positivas, constructivas, sanas y edificantes. Si tenemos pensamientos negativos, pesimistas y enfermizos, nos convertiremos en personas negativas, pesimistas y enfermizas… Los pensamientos conducen a acciones.”[2]
En lo que concierne a los pensamientos, una de las batallas más difíciles que muchos enfrentan es la batalla con la lujuria. “La lujuria consiste en albergar continuamente pensamientos sensuales pecaminosos. Estos son los caballos salvajes de nuestra mente que deben ser ubicados, capturados y sometidos a la obediencia a Cristo.”[3] Estos pensamientos no son inocentes, sino adictivos y destructivos.[4] ¿Cómo podemos capturarlos?
Disciplinas prácticas para lograr la pureza de los pensamientos
(1) Mantenga una actitud vigilante: “Ten cuidado de ti mismo.”[5]
Identifique cuándo es más fuerte la tentación; identifique cuándo usted es más vulnerable a la tentación y tome medidas para protegerse. Cuando era un pastor joven, recuerdo que leí Discursos a mis Estudiantes, de Charles Spurgeon. En uno de los capítulos, titulado “Decaimiento del Ánimo,” Spurgeon exhorta a los líderes espirituales a cuidarse de las tentaciones que se presentan después de tiempos de éxito en el ministerio, o después de períodos de agotamiento o conflicto. Este ha sido un consejo muy útil para mí. Algunos programas de restauración usan el acrónimo H.A.L.T.[6] para ayudar a las personas que han caído en la tentación a mantenerse alerta para no caer de nuevo. (Las letras del acrónimo corresponden a iniciales de palabras en inglés.)
H – Hungry (Hambriento)
A – Angry (Enojado)
L – Lonely (Solo)
T – Tired (Cansado)
Somos más vulnerables cuando estamos hambrientos de afecto o de comida; cuando sentimos que hemos sido tratados injustamente; cuando nos sentimos solos y aislados; y cuando estamos mental, espiritual y físicamente exhaustos. A Satanás le gusta aprovecharse de nosotros en nuestros momentos más vulnerables. En esos momentos, haga un alto. Tome medidas para protegerse. Acérquese a Dios y cuídese de las tácticas de Satanás. “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.”[7]
(2) Aprenda a decir “No” por la gracia de Dios: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando (decir “No”) a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente.”[8]
La gracia nos enseña a tener dominio propio. Ningún cristiano puede decir, “Simplemente no tengo control de mis pensamientos.” La gracia salvadora de Dios opera en nuestro corazón, a través de la presencia del Espíritu Santo, y nos capacita para renunciar a “la impiedad y a los deseos mundanos.” El Espíritu Santo que habita en usted es el Espíritu de dominio propio.[9] Por la gracia de Dios, no tenemos que ceder. Crea esto. Aférrese a esto momento a momento. Practique decir “¡No!” a los pensamientos intrusivos.
Identifique aquello que le provoca pensamientos carnales. Conozca lo que le causa problemas. Elimínelo de su vida. ¡Hágalo morir! Si esto le parece muy radical, no piense que soy yo quien lo dice; Jesús lo dice. En el contexto de los pensamientos lujuriosos, Jesús dijo, “Si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.”[10]
¿Tiene usted un anhelo sincero de santidad? ¿Está dispuesto a hacer sacrificios dolorosos e incómodos con el fin de guardar su mente y su corazón para Dios? El Dr. Michael Avery cuenta la historia de un joven estudiante del instituto bíblico que él dirigía, que vino a su oficina para hacer una confesión. Este joven había estado viendo pornografía en internet; dijo que en verdad lo lamentaba y quería que el Presidente Avery lo perdonara y le pidiera cuentas para asegurar su compromiso de mantenerse puro. Parecía muy sincero, muy quebrantado. Unas semanas después este joven volvió con la misma confesión; y otra vez al cabo de unas semanas más. Finalmente, el Presidente Avery miró al joven a los ojos y lo puso a prueba. “Creo que deseas pureza en tu vida, pero no estoy seguro. ¿Estarías dispuesto a hacer un compromiso hoy de que si tu computadora te hace pecar otra vez vas a venderla, o regalarla, o hacerla pedazos con un martillo?” El joven dijo que de ninguna manera haría eso, porque sería un enorme sacrificio. Dijo que necesitaba una computadora para sus estudios. El Presidente Avery le respondió, “¡Entonces no estás verdaderamente comprometido con la pureza!”
Quienes no están dispuestos a tomar medidas de protección y a sacrificar ciertas comodidades y conveniencias en su búsqueda del gozo espiritual no tienen un verdadero anhelo de pureza. Job afirmó, “Hice pacto con mis ojos. ¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?” Este es un testimonio de determinación que conduce a la victoria.
(3) Huya de la lujuria y busque el gozo verdadero: “Huye también de las pasiones juveniles.”[11]
La lujuria es como un león hambriento. No permita que ponga sus garras en la puerta de su mente. Una vez que usted haya abierto la puerta de su mente, el león (la lujuria) devorará hasta que su apetito haya sido satisfecho temporalmente; y no se irá por su propia voluntad. Pablo le dice a Timoteo que si en verdad quiere ser santo, debe huir de las garras de la lujuria. No debe racionalizar, justificar o siquiera considerar complacerse a sí mismo con lo que Dios ha prohibido.
Si usted quiere ser santo, no vea programas, ni lea libros, ni visite sitios de internet que le provoquen tentación. Huya de aquellos lugares y personas que atraen su carne. No le abra la puerta a la tentación, sin importar cuánta curiosidad sienta de saber qué hay del otro lado. Si quiere ser victorioso, debe hacer lo que hizo José y huir del llamado del tentador. ¡Haga de esto un hábito!
(4) Busque el gozo en Dios: “Sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.”[12]
La mejor manera que he encontrado de perder el gusto por las cosas que están fuera de límites para mí es saborear los incomparables gozos y deleites de las cosas celestiales y eternas. Un momento en la presencia de Dios hace que los placeres pecaminosos parezcan aburridos en comparación. Huir de la lujuria sin buscar la justicia no basta para mantenerse alejado de la lujuria. Los hombres y mujeres victoriosos son los que viven en constante búsqueda de la justicia – llenando su mente y su corazón con cosas que fortalecen su caminar con Dios y aumentan su disfrute de Dios. Disfrutan la comunión con Dios, cultivan una intimidad sana, leen buenos libros, desarrollan y usan los talentos que Dios les ha dado, y edifican el reino de Dios. No permiten que su mente esté ociosa. Saben que una mente ociosa es el lugar favorito del diablo.
(5) Lleve cautivo todo pensamiento a la Palabra de Dios: “Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.”[13]
La clave para alcanzar la victoria es sujetar cada pensamiento a la Palabra de Dios. Stephen Arterburn y Fred Stoeker han escrito una serie de libros para ayudar a los hombres a vencer las tentaciones sexuales. Una de las cosas prácticas que enseñan es aprender la disciplina de “apartar la vista.” En otras palabras, practicar la disciplina de quitar la mirada rápidamente del “fruto prohibido.”[14] Esta puede ser una disciplina poderosa y transformadora. Pero estos autores también dicen que la disciplina de apartar la vista no está completa si no se entrena la mente para afirmar continuamente la verdad bíblica:
Fred Stoeker escribe,
«Para salir por completo de la prisión, no basta con apartar la vista… usted debe dar un paso más y atravesar la segunda puerta, la cual es ser transformado por la Palabra de Dios para pensar como Jesús…»
«¿Cómo pensaba Jesús? Como un siervo sin derechos. Él amaba la justicia y odiaba la maldad (vea Hebreos 1:9) por amor a su Padre; eligió renunciar a sus derechos para convertirse en un siervo y pagar el precio de comprarnos para su Padre.»
«Y ahora que hemos sido comprados por precio, debemos pensar como Jesús. Ya no nos pertenecemos y no tenemos derechos propios fuera de él. “Huid de la fornicación… no sois vuestros… Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo” (1 Corintios 6:18-20).»
«Durante mi batalla por la pureza sexual, yo (Fred) desmenucé este versículo hasta la médula, lo cual eventualmente transformó mi mente por completo.»
«Usted no tiene derecho de ver eso o de pensar en eso; Usted no tiene la autoridad.»
«Cuando su mente sea en verdad transformada para pensar de esta manera, usted experimentará lo que llamamos la muerte de la tentación.»[15]
Si usted desea tener pensamientos puros, capture todo pensamiento acerca de Dios, del pecado, de usted mismo y de otras personas que no esté sujeto en obediencia a la Palabra de Dios. Medite en la Palabra de día y de noche.[16] Permita que ella le enseñe quién es usted en Cristo y a quién le pertenece. Mientras más se sature con la Palabra, más correctos serán sus pensamientos acerca de la sexualidad. Quizás usted fue víctima de abuso. Quizás usted es un hombre cristiano, pero lucha con una atracción hacia el mismo sexo, lo cual no es inusual en el mundo hoy en día. Satúrese con la Palabra de Dios y lleve cautivo todo pensamiento.
Hombres, practiquen el pensar en los demás no como objetos que pueden ser usados para sus fantasías o para su propia gratificación, sino como personas creadas a imagen de Dios, amadas y valoradas por Dios, tanto que Dios envió a su Hijo para morir por ellas. Con la ayuda del Espíritu Santo, aprenda a pensar en los hombres y las mujeres como personas de valor eterno que merecen dignidad y respeto. Pablo le enseñó a Timoteo a tratar “a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza.”[17] Aprenda a pensar de esta manera, por la gracia de Dios, y experimentará la transformación.
(5) Practique la confesión y la rendición de cuentas: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.”[18]
Si usted está luchando con sus pensamientos, puedo testificar de que hay poder sanador en el humilde acto de la confesión. Como vimos en la lección acerca del quebrantamiento, el orgullo es el principal obstáculo para la gracia. Pero Dios responde al corazón contrito y humillado. Esa es mi historia.
Hace casi veinte años, cuando nuestro hijo Jesse (quien tenía 4 años) estaba sufriendo de cáncer en los ojos, yo decidí hacer un ayuno de siete días. Mi esposa, Becky, y yo estábamos preocupados de que quizás nuestra incredulidad estaba impidiendo que nuestro pequeño fuera sanado. Algunos amigos cristianos bien intencionados habían insinuado esto. Nuestros corazones estaban sufriendo. Estábamos agobiados. Sabíamos que la única respuesta estaba en Dios y su Palabra. Decidimos buscar a Dios. Decidimos buscar su voluntad hasta que nuestros corazones hallaran descanso. Durante ese tiempo de ayuno, Dios vino a mi encuentro (y de Becky también) de una forma maravillosa. Me aseguró que estaba cuidando de Jesse y de nuestra familia. Y nos dio completo descanso en su voluntad.
Pero durante este ayuno, Dios me liberó de otra forma que yo no esperaba. En la sexta noche, mientras les leía una historia bíblica a mis hijos, el Espíritu Santo habló claramente a mi corazón. Su voz vino como un pensamiento poderoso y totalmente inesperado – no sólo como un pensamiento, sino como una invitación a la libertad: Si confiesas… lo que te ha acosado una y otra vez durante tu vida cristiana, yo te haré libre. Inmediatamente supe a quién tenía que confesarle mi falta. Estaba atónito, y por un momento me sentí aterrado. No puedo hablar sobre eso, pensé. ¡Sería humillante! Pero al minuto siguiente, ¡mi corazón dijo sí! La voz de Dios había venido con tanto amor, y yo quería ser libre.
El día siguiente me reuní con mi amigo de confianza y simplemente confesé todo lo que había estado ocultando en lo profundo de mi corazón, donde nadie podía ver, excepto Dios y yo. No había estado viviendo en pecado; pero nunca había abierto mi corazón para sacar mi falta a la luz, y por eso no había sido liberado por completo. De vez en cuando volvía a caer. El momento de la confesión fue el momento cuando el proceso de sanidad y libertad empezó para mí. Desde ese momento, la confesión y la rendición de cuentas se convirtieron en un hábito que Dios ha usado para continuar su proceso de transformación en mi vida. Una cosa que he aprendido es que la tentación pierde su fuerza cuando es continuamente traída a la luz.
Si usted está luchando con sus pensamientos, si está luchando con pensamientos de lujuria o cualquier otra forma de impureza, lo desafío a que busque a un amigo o mentor lleno del Espíritu Santo; háblele de su necesidad y permítale orar por usted. Ríndale cuentas de su progreso regularmente. Hay poder en la práctica de la confesión y la rendición de cuentas. Pero además, no olvide las otras amonestaciones. Siempre debe estar vigilante, siempre debe huir, siempre debe decir “¡No!” Siempre debe buscar la justicia y llevar cautivo todo pensamiento.
► Pida a dos o tres personas del grupo que comenten cuáles disciplinas prácticas para alcanzar la pureza de pensamiento les han impactado más. ¿Por qué?
Un recordatorio final de Keith Drury:
«Usted jamás derrotará por completo (la lujuria) a través de sus esfuerzos; aun así, debe esforzarse. Jamás derrotará ese hábito persistente a través del trabajo duro; aun así, debe trabajar duro. Sólo Jesús puede expulsar este espíritu maligno de la mente. Sólo el Hijo de Dios puede echar a estos ladrones del templo de su corazón. Dios puede liberarlo. Y lo hará si usted se lo permite.»[19]
[1] Proverbios 23:7.
[2] Keith Drury, Soul Shaper (Indianapolis, IN: Casa de Publicaciones de la Iglesia Wesleyana, 2013), 167, 168.
[3] Ídem, 165.
[4] Ídem, 164-165.
[5] 1 Timoteo 4:16.
[6] https://bradfordhealth.com/halt-hunger-anger-loneliness-tiredness/.
[7] 1 Pedro 5:8.
[8] Tito 2:11-12 .
[9] Gálatas 5:23.
[10] Mateo 5:28-29.
[11] 2 Timoteo 2:22.
[12] Ídem.
[13] 2 Corintios 10:4-5.
[14] Génesis 2:17.
[15] Stephen Arterburn, Fred Stoeker, La Batalla de Cada Hombre y su Desafío (Miami: Unilit 2006), 53, 54.
[16] Salmo 1:2.
[17] 1 Timoteo 5:2.
[18] Santiago 5:17.
[19] Drury, 173.
(1) Dedique al menos treinta minutos durante la semana para repasar esta lección, incluyendo los pasajes de referencia, y pídale al Espíritu Santo que le hable y le revele su Palabra.
(2) Anote en su diario cualquier cambio específico que deba hacer en su vida, según el Señor se lo revele.
(3) Medite en al menos un salmo durante su tiempo devocional diario, y escriba en su diario lo que el salmista dice acerca de la naturaleza y el carácter de Dios.
(4) Escriba en su diario una oración personal relacionada con su crecimiento y transformación espiritual basada en lo que aprendió en esta lección.
(5) Practique usando la Guía de Oración Diaria del Dr. Brown en su tiempo de oración privada cada día.
(1) ¿Cuál es la definición de disciplina personal que aprendimos en esta lección?
(2) ¿Cuáles son dos razones por las que la disciplina personal es importante para el creyente?
(3) ¿Cuáles son las dos disciplinas personales que estudiamos en la Lección 11?
(4) De acuerdo con Santiago, ¿quién es un “varón perfecto”?
(5) Mencione tres consejos prácticos para controlar la lengua, con referencias bíblicas.
(6) Mencione cuatro sugerencias prácticas para alcanzar la pureza de los pensamientos.
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