Repaso de la Lección 12
Repasen los puntos principales de la lección 12. Pregunte a los estudiantes quiénes desean compartir sus oraciones personales de la lección 12.
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by Tim Keep
Repasen los puntos principales de la lección 12. Pregunte a los estudiantes quiénes desean compartir sus oraciones personales de la lección 12.
Al finalizar esta lección, el estudiante deberá ser capaz de:
(1) Conocer los textos bíblicos clave en relación con el sufrimiento.
(2) Entender el propósito principal de Dios al permitir el sufrimiento.
(3) Entender los beneficios del sufrimiento.
(4) Articular algunos de los errores clave de la teología de la prosperidad.
Weisheng
Weisheng[1] es un amigo mío a quien Dios ha usado para llevar el evangelio a jóvenes estudiantes de trasfondo predominantemente budista. Aunque la tarea es difícil y peligrosa, el Señor le está permitiendo ganar almas. No obstante, Weisheng sufre de períodos de depresión severa. En una ocasión cuando fui a visitarlo, me habló de esta situación: “A veces mi mente se pone tan oscura, que tengo que pasar algunos días a solas con el Señor,” me dijo. “En esos días le pido a mi esposa que me traiga sólo comida sencilla; y a solas en mi habitación, leo la Biblia y oro hasta que la oscuridad se disipa. Aunque esos períodos son muy difíciles, no los cambiaría por nada, ¡porque a través de ellos Jesús ha llegado a ser tan precioso para mí!”
Una pareja cristiana
Una joven pareja cristiana que conozco ha estado orando fervientemente durante varios años para que el Señor les dé un hijo, pero Dios no les ha concedido esta petición. Su corazón está roto. Sin embargo, las personas que los rodean han observado que a través de su sufrimiento, el Señor está profundizando su vida espiritual.
Jesse
Cuando nuestro hijo Jesse quedó ciego a causa del cáncer en el año 2001, se convirtió en un niño muy amargado, hasta que en un momento específico Jesús sanó su corazón de manera poderosa.[2] A través de esta experiencia, Becky y yo aprendimos que la sanidad más grande de todas no es la sanidad del cuerpo, sino la sanidad del corazón.
Charles Spurgeon
Charles Spurgeon, conocido en Inglaterra como el “príncipe de los predicadores,” a menudo sufría de depresión. A pesar de ello, él dijo en una ocasión, “He aprendido a besar la ola que me arroja contra la Roca de los Siglos.”
Estos retratos ilustran el poder del sufrimiento para acercarnos más a Cristo y para formarnos a su semejanza.
► Quizás haya alguien en el grupo que desee compartir cómo el sufrimiento le ha ayudado a desarrollar la vida de Cristo en él.
[1] No es su verdadero nombre.
[2] Esta historia se encuentra en el libro titulado Eyes that See: Glimpses of God in the Dark (Ojos que Ven: Destellos de Dios en la Oscuridad) escrito por Becky Keep, con Tim Keep.
La formación a la imagen de Cristo requiere sufrimiento. Para poder sacar el máximo provecho del sufrimiento, necesitamos desarrollar un concepto del mismo basado en lo que la Biblia enseña.
El sufrimiento es una realidad para todos los cristianos. Pedro escribió estas palabras a creyentes que estaban sufriendo: “De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien” (1 Pedro 4:19, énfasis agregado).
Como creyentes, vemos el mundo a través de dos lentes. A través del primer lente, vemos el mundo como debería ser y como será algún día por el glorioso triunfo de Cristo. Por la fe, vemos un mundo sin conflicto, decadencia, dolor o muerte – un mundo completamente redimido y restaurado; un mundo libre de deterioro y hecho completamente nuevo; un mundo perfecto de amor, belleza, justicia y paz.
«Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.»[1]
A través del segundo lente, debemos ver el mundo tal como es ahora – un mundo donde la creación gime mientras espera su redención final. Pablo escribió estas palabras a los cristianos que estaban enfrentando sufrimiento y persecución en Roma.
«Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.»[2]
Quienes miran sólo a través del primer lente y se niegan a reconocer el segundo, van a pintar una imagen distorsionada del mundo y crear expectativas que no tienen respaldo en el evangelio. Dios no ha prometido a sus hijos e hijas una vida libre de problemas. En realidad, Jesús prometió esto: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.”[3]
Los amigos que vinieron a “consolar” a Job afirman una y otra vez que Dios bendice a los justos con salud, riqueza y prosperidad, y que el sufrimiento es siempre el juicio de Dios sobre la maldad. Dado que Job se encontraba en profundo sufrimiento, la única conclusión posible de acuerdo con su teología es que Job había pecado.
La historia de Job demuestra que la verdadera prosperidad incluye sufrimiento. En ocasiones los líderes cristianos son culpables de distorsionar la Palabra de Dios, como lo hicieron los “amigos” de Job. Una vez escuché a un líder de adoración deshonesto declarar “¡Prosperidad!” financiera a un grupo de pastores y creyentes muy pobres en un país en vías de desarrollo. Esa afirmación me hizo enojar, porque no permitía que el sufrimiento que esos pastores estaban enfrentando fuera considerado parte de una verdadera prosperidad. Puesto que este mundo no ha sido totalmente redimido, los cristianos fieles a menudo sufren al igual que la gente mala.
La Biblia declara que toda la creación gime como una mujer que está con dolores de parto, y que incluso aquellos que disfrutan la vida en el Espíritu tienen razones para llorar. Quienes conocen al Espíritu de adopción, quienes conocen a Dios como un Padre amoroso, no están exentos de la agonía de vivir en un mundo caído. Puede ser que la vida en estos cuerpos terrenales no mejore externamente. No se nos prometen circunstancias mejores, pero sí se nos promete la prosperidad interna por medio de la fe en Cristo. “Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.”[4]
Necesitamos desarrollar una perspectiva bíblica y equilibrada del sufrimiento.
[1] Romanos 8:18.
[2] Romanos 8:22-23.
[3] Juan 16:33, énfasis agregado.
[4] 2 Corintios 4:16.
«Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas.»[1]
Sufrir es parte de lo que significa ser un discípulo de Jesús. A esto hemos sido llamados. El apóstol Pablo abrazó plenamente el sufrimiento por el gozo de conocer más a Jesús. Él escribió:
«Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo.»[2]
El sufrimiento tomó muchas formas distintas en la vida de Pablo, y también lo hará en la nuestra. Pabló experimentó un “aguijón en la carne” del cual Dios no lo libró. Sufrió persecución, abandono, prisiones, soledad, malestar físico, pobreza, temor, presiones del ministerio y las pruebas de la vida cotidiana. No obstante, a través de todo eso, Dios estaba llevando a Pablo a una comunión más profunda con él.
[1] 1 Pedro 2:21.
[2] Filipenses 3:8.
En Romanos 8, después de hablar de los gemidos y los dolores de parto que la creación enfrenta en el presente mientras espera la venida de Cristo y su redención final, Pablo nos anima con esta verdad: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”[1]
Y ¿cuál es el propósito de Dios? “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo.”[2] Dios tiene un propósito en nuestro sufrimiento, el cual es restaurarnos a la imagen de Cristo, quien es la imagen de Dios.
Las virtudes y el carácter de Jesús de los que hemos hablado en este curso no pueden ser plenamente formados en nosotros sin el dolor y la adversidad. Considere las palabras de Pablo: “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza” (Romanos 5:3-4).
Como hijos e hijas de Dios, la disciplina que recibimos a través del sufrimiento es parte necesaria de nuestra formación, y sin ella no podemos participar de su santidad:[3] “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (Hebreos 12:11, énfasis agregado).
[1] Romanos 8:28, énfasis agregado.
[2] Romanos 8:29, énfasis agregado.
[3] Hebreos 12:10.
El sufrimiento forma en nosotros la imagen de Cristo. El sufrimiento es el fuego que Dios usa para refinarnos y conformarnos a su imagen. En su libro, A Place of Healing (Un Lugar de Sanidad), Joni Erickson Tada menciona cinco beneficios del sufrimiento. Quiero compartirlos a continuación, y añadir dos beneficios más.
► Lean y comenten los siguientes pasajes en grupo. Comenten cómo el sufrimiento produce carácter, obediencia, pureza, dirección, fortaleza, amor y gloria en los creyentes.
(1) El sufrimiento puede alejarnos de una dirección peligrosa[1] (Salmo 119:67; 1 Pedro 4:1-3).
(2) El sufrimiento nos recuerda dónde descansa nuestra verdadera fortaleza[2] (2 Corintios 12:9).
(3) El sufrimiento restaura nuestra belleza en Cristo, perdida por causa del pecado. (1 Pedro 1:6-8).
(4) El sufrimiento puede intensificar nuestra sed de Cristo (Jeremías 2:13).
(5) El sufrimiento nos lleva a una mayor comunión con Cristo (Filipenses 3:10).
(6) El sufrimiento puede incrementar nuestra utilidad para Cristo (Hechos 14:22; Juan 15:5).
(7) El sufrimiento también provee oportunidades para que Dios revele la gloria de Cristo en y a través de nuestra vida (Juan 11:4, 40).
En enero de 2006, mi familia vivió una crisis de salud y estábamos desesperados por sanidad. Becky contrajo rubeola y estuvo hospitalizada durante diez días en el Hospital St. Luke, en Manila. Aun después de que le dieron de alta, estaba sumamente débil. Para empeorar las cosas, cuando volvimos del hospital encontramos a nuestra hija Carrie, de sólo seis meses de edad, muy enferma con una fiebre muy alta. No podía comer ni dormir, todo lo que hacía era llorar. Había estado así durante dos días. Becky y yo estábamos exhaustos y asustados, y sentíamos que no podíamos dar ni un paso más.
Cuando Becky vio la condición en la que estaba Carrie, me pidió que la llevara a Manila (a cuatro o cinco horas de distancia en auto), pero yo le dije que estaba tan cansado que no creía poder hacerlo. En ese momento, la apacible voz de Dios habló a mi corazón; sentí que debía hacer lo que la Biblia enseña en Santiago 5:14. Entonces llamé a los ancianos de la iglesia para que vinieran a orar por nuestra hija enferma y ellos vinieron de inmediato. Jamás olvidaré cómo la presencia de Dios descendió en la sala de nuestra casa mientras orábamos, trayendo paz y seguridad. Supimos que nuestro Padre había escuchado nuestro clamor y que había prometido sanidad. Al cabo de unos treinta minutos después de haber orado, la fiebre de Carrie cedió, y ella finalmente comió y se quedó dormida. Desde ese momento, ella fue sanada por completo; ¡y Dios fue glorificado!
(8) El sufrimiento también aumenta nuestra esperanza eterna (2 Corintios 4:16-18).
La poeta no vidente Fanny Crosby demostró una asombrosa actitud hacia el sufrimiento, incluso desde niña. Cuando tenía nueve años, escribió el siguiente poema:
«¡Oh qué alma tan feliz yo soy!
Aunque no pueda ver,
Decidida estoy que aquí
Contenta yo estaré.»
«De bendiciones gozo yo
Que anhelan otros ver.
¿Llorar, gemir, pues ciega soy?
No puedo, ni lo haré.»
Un día, cuando Fanny Crosby ya era una mujer adulta, un ministro escocés bienintencionado le hizo el siguiente comentario: “Pienso que es una lástima que el Maestro, habiendo derramado tantos dones en usted, no le diera también la vista.” A esto Fanny respondió: “Sabe usted, si al nacer yo hubiera podido hacerle una petición a mi Creador, le habría pedido nacer ciega.” “¿Por qué?” preguntó sorprendido el ministro. “Porque cuando llegue al cielo, el primer rostro que alegrará mi vista será el de mi Salvador.” Entonces Fanny Crosby le dio a la iglesia el maravilloso himno, Yo Podré Reconocerle:
«(1) Cuando al fin se termine nuestra vida terrenal,
Y el río oscuro tenga que cruzar,
En lejana ribera al Salvador conoceré,
Con sonrisa bienvenida me dará.
Coro:
Yo podré reconocerle:
En la cruz Cristo me redimió.
Bien podré reconocerle,
Por heridas que allí recibió.
(2) Oh qué gozo será vivir allí con el Señor,
¡Y su rostro y hermosura contemplar!
Sentiré grande gozo cuando me permita ver
La mansión que ha prometido preparar.
(4) Por los bellos portales me conducirá Jesús,
No habrá pecado, ni ningún dolor:
Gozaré con los suyos alabanzas entonar,
Mas primero quiero ver a mi Señor.»
El sufrimiento nos ayuda a quitar nuestra mirada de las cosas terrenales y aumenta nuestro gusto por los gozos celestiales.
[1] Joni Eareckson Tada, A Place of Healing: Wrestling with the mysteries of suffering, pain, and God’s sovereignty (Un Lugar de Sanidad: Luchando con los misterios del sufrimiento, el dolor y la soberanía de Dios), Colorado Springs, CO: David C. Cook, 2010. P. 80.
[2] Ídem, 82.
[3]Las preguntas que están delante de nosotros ahora no son si Dios todavía sana y hace milagros, o si da bendiciones materiales a su pueblo; sino ¿pueden los cristianos de este lado de la eternidad reclamar “bendición” física y material como su derecho?
La resistencia al sufrimiento entre los cristianos ha llevado a la expansión de la teología de la prosperidad.
Los cristianos alrededor del mundo están experimentando sufrimiento como nunca antes. Por ejemplo, se calcula que 70 millones de cristianos han muerto como mártires desde los tiempos de Cristo y la mayoría de ellos han muerto en los últimos doscientos años.[1] En medio de la pobreza y el sufrimiento sin precedentes que muchos creyentes fieles están experimentando, la teología de la prosperidad se está propagando en la iglesia como fuego sin control. Los cristianos necesitan ser capaces de discernir esta teología y estar preparados para responder a su enseñanza.
¿Qué es la teología de la prosperidad?
La teología de la prosperidad (también conocida como el evangelio de la prosperidad, el evangelio de la salud y la riqueza, o el evangelio del éxito) es una creencia religiosa de algunos que profesan ser cristianos, que afirma que la bendición financiera y el bienestar físico siempre son la voluntad de Dios para ellos. También dicen que la fe, el discurso positivo y las donaciones a causas religiosas conducen al incremento de la riqueza material…
«La teología de la prosperidad ha recibido críticas de líderes de varias denominaciones cristianas, aun dentro de los movimientos pentecostal y carismático, pues sostienen que es irresponsable, promueve la idolatría y es contraria a la Biblia.»[2]
El evangelio de la prosperidad debe ser puesto en evidencia debido a sus distorsiones de la Palabra de Dios y a su potencial para destruir la fe de muchos cristianos. Satanás a menudo ataca la Palabra de Dios a través de pequeñas distorsiones de la verdad, porque sabe que una pequeña semilla de duda y de falsas esperanzas puede producir una cosecha de incredulidad.
Las preguntas que están delante de nosotros ahora no son si Dios todavía sana y hace milagros, o si da bendiciones materiales a su pueblo; sino ¿pueden los cristianos de este lado de la eternidad reclamar “bendición” física y material como su derecho? ¿Promete la Biblia la sanidad física de este lado de la eternidad, por medio de la muerte expiatoria de Jesucristo?
En su libro sobre la sanidad milagrosa,[3] Henry Frost señala varias enseñanzas acerca de la sanidad (uno de los énfasis principales de la teología de la prosperidad) que deben ser confrontadas con la Palabra de Dios. A partir de la lectura del libro de Frost, he resumido siete enseñanzas de la teología de la prosperidad (especialmente relacionadas con la sanidad milagrosa) que han traído confusión a muchos cristianos sinceros.
Siete errores de la teología de la prosperidad
Error 1
La teología de la prosperidad enseña que la salvación involucra por igual la salvación de nuestra alma y la sanidad de nuestro cuerpo de este lado de la eternidad.
¿Qué enseña la Biblia al respecto? La Biblia afirma que la redención de Cristo incluirá eventualmente nuestro cuerpo físico, pero no promete la sanidad en esta vida. Aunque la Biblia nos invita a orar por sanidad, el evangelio no revierte cada uno de los efectos de la caída aquí en la tierra.
Nuestro cuerpo tal como existe ahora es un cuerpo en deterioro. En la resurrección recibiremos un cuerpo nuevo “semejante al cuerpo de la gloria suya.”[4] “La carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios… pero todos seremos transformados.”[5] De hecho, Pablo dice que este tabernáculo terrenal será deshecho y recibiremos “de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.”[6] Al igual que una semilla en descomposición, nuestro cuerpo terrenal…
«Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.»[7]
Joni Eareckson Tada, una mujer cristiana que desde hace más de cuarenta años es cuadripléjica, escribió lo siguiente: “Toda vida, toda sanidad y toda expiación fluyen de la fuente que es el Señor Jesucristo. ¿De dónde más podrían venir?” Y continúa explicando, “Lo que Jesús empezó a hacer con el pecado y sus efectos [enfermedad, deterioro, muerte] no se va a completar sino hasta la segunda venida.”[8] Así como la semilla no se convierte en una planta sino hasta que es enterrada, del mismo modo estos cuerpos no experimentarán plena redención sino hasta que sean enterrados en la muerte.
Debemos encontrar el equilibrio entre nuestra enseñanza sobre la sanidad física y la verdad de que hay veces en que Dios elige no sanar porque tiene en mente algo mejor para nosotros.[9] Por ejemplo, a través de un “aguijón en la carne,” Pablo aprendió humildad y experimentó el poder todo-suficiente de Cristo.[10] Joni también dice, “Dios permite lo que nosotros odiamos (el sufrimiento humano) con el fin de cumplir lo que él ama (nuestra santificación).”[11]
Cuando nuestro hijo Jesse se enfermó de cáncer, constantemente luchamos con Dios por su sanidad durante una batalla de cuatro años. Literalmente, miles de personas estaban orando por su sanidad. Algunos hermanos sinceros y bienintencionados incluso nos dijeron que habían recibido una promesa divina de sanidad física para Jesse, y que no teníamos que preocuparnos más porque la siguiente cita con el médico iba a revelar que él estaba sano. No obstante, en lugar de mejorar, el cáncer siguió expandiéndose, hasta que en el año 2001 Jesse perdió la vista. El milagro que encontramos como padres a través de aquellos días tan difíciles fue el milagro de paz y gozo, y de la confianza de que Dios estaba haciendo algo mejor que la sanidad física. Ese “algo mejor” sigue llevándose a cabo en nuestra vida y en la vida de Jesse hoy.
Error 2
La teología de la prosperidad en ocasiones enseña que las promesas del pacto de Dios con Israel se aplican también a la iglesia.
Algunos maestros de la teología de la prosperidad afirman que las promesas del pacto de Dios con Israel se aplican a los cristianos hoy. En Éxodo, por ejemplo, Dios le prometió al pueblo de Israel que “Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos… ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador.”[12] “La enfermedad era para los egipcios, no para el pueblo de Dios. Sólo si regresamos espiritualmente a Egipto, regresamos a sus enfermedades y peligros.”[13]
De acuerdo con este punto de vista, los cristianos fieles nunca se enferman. La enfermedad está reservada para los inconversos. Puesto que Dios hizo un pacto de sanidad con Israel, ese pacto debe aplicarse también al Israel espiritual – la iglesia.
Hay muchos problemas con esta doctrina del pacto, pero voy a mencionar sólo algunos:
(1) Volver al antiguo pacto es volver a la ley del antiguo pacto.
Los cristianos no viven bajo las regulaciones de la ley del Antiguo Testamento, por lo tanto, no todas las promesas de la ley del Antiguo Testamento se aplican a nosotros del mismo modo que a Israel. Si las regulaciones del Antiguo Testamento todavía fueran necesarias para los creyentes en Cristo, entonces él habría muerto en vano.[14]
(2) Israel se estableció como una teocracia en la cual Dios gobernaba la nación.
Por medio de Israel Dios quiso demostrar cómo sería su gobierno perfecto, para ofrecerle a su pueblo una imagen visible del reino que ha de venir. Cuando Cristo reine y efectivamente gobierne en esta tierra, ¡su pueblo no experimentará ningún tipo de dolor![15]
(3) Dios hizo de Israel un pueblo terrenal y le dio bendiciones físicas para enseñarles a ellos, y a nosotros, verdad espiritual.
Esto no significa que Dios no nos va a dar bendiciones físicas como lo hizo con Israel, sino que dichas bendiciones no nos han sido prometidas del mismo modo que lo fueron a la nación de Israel. Dios derrotó a los enemigos físicos de Israel; calmó su sed física con agua de una roca; les dio alimento material; les otorgó una tierra que ellos no compraron; les dio casas y ciudades que ellos no construyeron, ganado que no criaron y cosechas que no plantaron.[16] Pero Dios ha hecho de nosotros un pueblo celestial y nos ha dado “toda bendición espiritual en los lugares celestiales.”[17] Él conquistará a nuestros enemigos espirituales,[18] nos da a beber de la roca espiritual – Cristo,[19] nos ofrece alimento espiritual (Cristo es el maná),[20] y una Jerusalén celestial.[21] Somos un templo espiritual,[22] un sacerdocio espiritual y una nación santa.[23] Ninguna enfermedad espiritual (pecado) nos va a corromper de ninguna manera siempre y cuando andemos en la luz.[24]
Se observa claramente en la Biblia que no todo pacto hecho con la nación de Israel se aplica directamente a la iglesia, salvo en un sentido espiritual. Por lo tanto, no debemos reclamar promesas que no fueron hechas para nosotros. Esta forma de pensar sólo crea desilusión. Las bendiciones físicas y la experiencia que Israel tuvo fueron sólo sombras y símbolos de las aún mayores bendiciones espirituales que los cristianos disfrutamos hoy. “Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios” (Hebreos 9:24; vea también Hebreos 10:1).
Error 3
La teología de la prosperidad a menudo interpreta Isaías 53:4-5 como una promesa de sanidad física ahora.
«Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.»[25]
En este maravilloso pasaje, Isaías profetiza un ministerio de Jesucristo manifestado en dos vías:
Al acercarse en amor a las personas que estaban sufriendo, echando fuera demonios y sanando sus enfermedades, Jesús se convirtió en portador de las cargas de la humanidad. Mateo enseña lo siguiente:
«Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.”»[26]
Cuando Jesús fue herido, molido y abatido en la cruz, estaba pagando el precio por nuestras transgresiones: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados… y por su llaga fuimos nosotros curados.” La sanidad de la que está hablando Isaías se enfoca especialmente en nuestra sanidad de la enfermedad del pecado, ¡no en la sanidad física! El apóstol Pedro animó a los cristianos que estaban sufriendo a seguir el ejemplo de Jesús, quien soportó el cruel trato de los pecadores en nuestro lugar: “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (1 Pedro 2:24, énfasis agregado; vea también Romanos 5:8-9, 1 Corintios 15:3).
Hoy Jesús nos sigue invitando a echar toda nuestra ansiedad sobre él.[27] Nos dice, “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.”[28] Cuando sufrimos, él sufre con nosotros, ora por nosotros, a veces nos sana y siempre nos ofrece sanidad para nuestra alma. Mientras nuestro cuerpo terrenal se desgasta, nuestra alma es renovada día con día gracias a la cruz.
Es importante notar que cada referencia a las heridas, las llagas y la sangre de Jesús en Isaías 53 está asociada con el pecado – no directamente con la sanidad física.[29] Nuestro pecado es la horrible enfermedad que le causó a Jesús tanta agonía, humillación, dolor y derramamiento de sangre. Fueron nuestros pecados los que clavaron a Jesús en la cruz, y por las llagas de Jesús somos sanados espiritualmente.
Por la sangre de Jesús, ya no estamos bajo el dominio del pecado, ya no estamos esclavizados a los deseos de la carne y no somos atraídos por las cosas de este mundo. ¡La sangre de Jesús nos ha hecho libres! ¡El deterioro físico y la muerte no pueden robar lo que Jesús ha hecho por nuestra alma! El sufrimiento físico puede encubrir el rostro de Dios en ciertos momentos, pero no hay cantidad de sufrimiento o miseria que tenga el poder de separarnos de su amor.[30] Independientemente de lo que esté sucediendo en su cuerpo, en la expiación de Cristo su alma siempre estará segura. Gracias a la cruz, esperamos un día futuro cuando todos los efectos de la maldición del pecado desaparecerán. Nuestro mundo será hecho nuevo. Nuestro cuerpo será hecho nuevo. El sufrimiento, el dolor y la muerte serán destruidos para siempre.
Toda sanidad – tanto física como espiritual – se encuentra en la cruz. La sanidad del pecado es prometida ahora a todo aquel que cree en Jesús. La sanidad física es concedida algunas veces ahora, pero prometida en el futuro.
Error 4
La teología de la prosperidad a menudo enseña que la promesa de Jesús de “obras mayores” en Juan 14:12 significa milagros mayores.
Muchos interpretan este pasaje como una promesa de Jesús de que todos los discípulos harán milagros aún mayores a los que él hizo.
¿Hicieron los apóstoles milagros más grandes que Jesús? En los Evangelios se registran treinta y cinco milagros específicos, aunque Jesús hizo muchos más; en Hechos se registran sólo doce milagros de los apóstoles, aunque ellos también hicieron muchos más. El punto es que aunque se registran milagros en el Nuevo Testamento, ciertamente no son el enfoque principal.
¿Alguno de los primeros discípulos hizo un milagro mayor que el milagro de los panes y los peces, el milagro de convertir el agua en vino o calmar la tormenta? ¿Alguno de ellos hizo una señal mayor que la pesca milagrosa, la restauración de la vista a dos ciegos o la resurrección de Lázaro? Aunque algunos de los discípulos efectivamente hicieron algunos milagros poderosos, nada se compara con las maravillas que el Señor hizo. En conjunto, la iglesia ha hecho obras espirituales mayores que las de Jesús en el sentido de que por su muerte y resurrección, Jesús estableció el fundamento sobre el cual hemos estado construyendo desde entonces.
Para los primeros cristianos, la predicación del evangelio siempre fue lo esencial; señales y milagros ocasionales fueron usados por Dios para validar el mensaje y a sus mensajeros, especialmente en lugares donde el evangelio nunca antes había sido predicado. La razón por la que las señales y los milagros tienen tanto poder para atraer y asombrar a la gente, aun en la actualidad, es porque no son comunes. Si los milagros fueran algo normal y predecible, perderían su efectividad, y el mensaje de Dios sería ignorado.
Cuando era niño tuve un maestro que de vez en cuando aplaudía con fuerza cuando sus alumnos se quedaban dormidos o por alguna razón dejaban de poner atención. Tenía algo muy importante qué decir y necesitaba que sus alumnos fijaran su atención en él. De ese modo sorprendía a la clase, y una vez que había recuperado su atención, dejaba de aplaudir y continuaba con la lección. Si este maestro hubiera aplaudido todo el tiempo, los estudiantes se habrían acostumbrado a ello y habrían dejado de responder al sonido del aplauso. Debemos entender los milagros como la forma de aplaudir de Dios para capturar la atención de la humanidad, para que el poderoso mensaje del evangelio pueda ser claramente escuchado, y no como eventos normales o rutinarios.
Jamás olvidaré el efecto que tuvo la dramática sanidad de una niña hace algunos años. Cuando empezamos a orar por ella, un grupo de personas se acercó – algunos eran salvos, pero otros todavía estaban perdidos en pagana oscuridad. Cuando los creyentes rodeamos a la niña y la sostuvimos en brazos, sentimos el terrible poder de Satanás, y vimos con nuestros propios ojos el efecto de un ataque demoníaco. No obstante, seguimos clamando a Dios, cantando juntos y declarando la victoria de la sangre de Jesús. Entonces la niña se quedó muy quieta y se durmió. Quince minutos después se sentó, pidió un vaso con agua y luego, para nuestra sorpresa, ¡se fue caminando como si nada hubiera pasado! Este milagro fue una poderosa señal de la autoridad suprema de Cristo para una aldea que por mucho tiempo había estado bajo el dominio de Satanás; y Dios fue glorificado.
Cuídese del peligro de buscar señales y milagros,[31] pero también cuide su corazón de la incredulidad. Dios sigue sanando y liberando hoy, de acuerdo con su voluntad.
Error 5
La teología de la prosperidad enseña que debemos buscar señales milagrosas.
En Marcos 16:17-18 Jesús dice, “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.”
Estas “señales,” en efecto, siguen al evangelio cuando éste es fielmente proclamado alrededor del mundo, especialmente en lugares donde no había sido predicado antes. Señor, ¡perdónanos por nuestra incredulidad!
No obstante, no debemos buscar señales y milagros. Éstos fluyen naturalmente de la predicación fiel del evangelio. Cuando predicamos el evangelio en el mundo con humildad, obediencia y esperanza, el poder de Dios se manifiesta en y a través de su iglesia.
Por ejemplo, cuando Pablo naufragó y fue llevado por la corriente hasta la isla de Malta,[32] desde la perspectiva de Dios eso no fue un accidente. Dios vio una isla llena de personas perdidas, por las cuales Cristo había muerto. Mientras Pablo recogía ramas secas para una fogata, una serpiente venenosa se enredó en su mano. Gracias al hecho de que Pablo no murió, Dios empezó a abrir puertas de ministerio para Pablo en esa isla.
Error 6
La teología de la prosperidad a menudo enseña que puesto que Jesús “es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos,[33] debemos esperar siempre las mismas respuestas a la oración.
Es verdad que Jesucristo es inmutable en su naturaleza y carácter, pero sus actividades son bastante impredecibles. Dios no es una máquina que podamos programar, controlar o manipular. Él es una persona que actúa según su voluntad, para nuestro bien y para su gloria.
El amor de Dios por sus hijos que sufren es invariable. ¡Algo con lo que siempre podemos contar es que Jesús es invariable en su amor! Él nunca nos dejará ni nos desamparará. El poder de su resurrección se manifiesta en nosotros – poder para que algunas veces movamos montañas, para que otras veces las escalemos, ¡y otras para abrir un túnel para que podamos atravesarlas! Su gracia totalmente suficiente y su paz nos sostienen a través del sufrimiento y el dolor. Puesto que Dios es soberano, cada circunstancia que enfrentemos será sometida bajo su control y entretejida según su diseño perfecto.
Nunca olvidaré el trayecto de regreso a casa después de recibir la noticia de que nuestro hijo Jesse, de sólo cinco semanas de nacido, había sido diagnosticado con retinoblastoma (cáncer en el ojo). Como cualquier padre amoroso lo estaría, Becky y yo estábamos agobiados por la incertidumbre de lo teníamos por delante; sin embargo, mientras íbamos en el auto, una paz divina indescriptible nos envolvió. Esa paz nos embargó cuando empezamos a recordar las circunstancias indiscutiblemente providenciales que nos habían llevado hasta ese momento. Las siguientes son algunas de las cosas que inundaron nuestro corazón de paz y alabanza: Primero, no se suponía que estuviéramos en los Estados Unidos, pero ahí estábamos. Unas semanas antes de empezar nuestro primer período en el campo misionero, fui testigo de un crimen, y el estado de Indiana ofreció pagar por el viaje de regreso de mi familia a fin de que yo pudiera testificar. Segundo, no se suponía que obtuviéramos el certificado de nacimiento y el pasaporte de Jesse a tiempo para viajar de antes del juicio, pero lo hicimos. En los tres días siguientes a su nacimiento, salimos del hospital, batallamos con el tráfico de Manila, y logramos llegar a la Embajada de los Estados Unidos quince minutos antes de nuestra cita. Fuimos los últimos clientes del día. Tercero, no se suponía que estuviéramos en la oficina del doctor en Michigan, pero ahí estábamos. Aunque no teníamos sospechas de que algo andaba mal, decidimos hacerle un cheque médico a Jesse antes de regresar al campo. Cuarto, cuando estábamos poniéndonos los abrigos para salir del consultorio del doctor, nuestro amigo pediatra decidió revisar los ojos de Jesse una vez más. Esa revisión de último minuto fue lo que le salvó la vida. Estamos convencidos de que si hubiéramos regresado a las Filipinas sin haber descubierto la enfermedad, Jesse seguramente habría muerto.
Mientras viajábamos en el auto aquel día de octubre, Dios abrió nuestros ojos como nunca antes habían sido abiertos a la forma tan detallada como él había dispuesto las circunstancias de nuestra vida, anticipándose a nuestras necesidades sin que nosotros lo supiéramos. La sobrecogedora hermosura de su cuidado soberano y providencial nos dejó sin aliento. Nuestra confianza no descansa en nuestra capacidad para darle órdenes o manipular Dios, sino en su poder para hacer que cada circunstancia en nuestra vida se someta a su control amoroso, bondadoso y soberano.
Error 7
La teología de la prosperidad distorsiona el significado de la fe.
Santiago le hace esta hermosa invitación a la iglesia:
«¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará.»[34]
Una tarde mientras recorría una aldea con un grupo de pastores, nos trajeron un bebé muy enfermo para que oráramos por él. El niño había estado enfermo por dos semanas, y mientras escuchábamos la triste historia de una madre afligida, nuestros corazones se llenaron de la compasión del Señor. Nunca olvidaré que cuando pusimos nuestras manos sobre este bebé enfermo y empezamos a orar, el Espíritu Santo dio testimonio a nuestros corazones de que su voluntad era sanarlo. No fue difícil orar, más bien fue natural. No estábamos imponiéndole nuestra voluntad a Dios, sino que sentíamos que éramos sus instrumentos. Nuestra confianza y audacia para pedir la sanidad de este niño no surgió por nuestros propios esfuerzos, sino por el propósito y la gracia de Dios. Al día siguiente regresamos a la aldea y encontramos al bebé completamente bien, como era de esperarse. Creo que esta es la oración de fe de la que habla Santiago.
La fe consiste simplemente en confiar. No es confianza el que los hijos de Dios le exijan que haga lo que ellos quieren. Confiar es simplemente creer que Dios puede hacer, y hará, todo lo que él quiere hacer.
El sufrimiento físico nos da la oportunidad de crecer en confianza. Henry Frost escribe:
«Para mí esta es una experiencia bendita: si la enfermedad me ha puesto enteramente a su disposición, ya sea en salud o en enfermedad; para inquirir lo que él quiere que haga mientras busco la sanidad; para preguntar si las circunstancias sugieren que él va a sanar milagrosamente; para buscar, en ausencia de dicha sanidad, conocer su voluntad respecto a sanidad de alguna otra clase; y finalmente, para aceptar su voluntad, sea cual fuere, no sólo sumisamente, sino también con confianza y alabanza.»[35]
► Comenten en grupo estos siete errores de la teología de la prosperidad. ¿Ha observado estos errores en iglesias o en creyentes que usted conoce? ¿Cuáles son algunos de los resultados de creer estos errores? Siéntanse en libertad de compartir también historias de sanidad y liberación.
[1] Obtenido de https://www.christiantoday.com/article/lausanne.conference.addresses.major.challenges.for.world.mission/11224.htm. 12 de septiembre de 2020
[2] Obtenido de https://es.wikipedia.org/wiki/Teología_de_la_prosperidad 12 de septiembre de 2020.
[3] Henry Frost, Miraculous Healing: Why Does God Heal Some and not Others? (Sanidad Milagrosa: ¿Por qué Dios Sana a Algunos y a Otros No?) Grand Rapids, MI: Revell, 1939; Hagerstown, MD: Christian Heritage, 2000. Las citas son de la edición de Christian Heritage. El Dr. Martyn Lloyd-Jones describió este libro como el mejor que ha leído sobre el tema de la sanidad divina.
[4] Filipenses 3:21.
[5] 1 Corintios 15:50.
[6] 2 Corintios 5:1.
[7] 1 Corintios 15:42-44.
[8] Tada, 64.
[9] Hebreos 11:35-39.
[10] 2 Corintios 12:7-9.
[11] Joni Eareckson Tada, “Joni Eareckson Tada Interview: Icons of Faith Series.” Obtenido de https://www.youtube.com/ 18 de septiembre de 2020.
[12] Éxodo 15:26.
[13] Frost.
[14] Gálatas 5:2.
[15] Apocalipsis 21:4.
[16] Deuteronomio 11:27.
[17] Efesios 1:3.
[18] 2 Corintios 10:3-4.
[19] 1 Corintios 10:4.
[20] Juan 6:33-36; 1 Corintios 10:1-4.
[21] Apocalipsis 21:2.
[22] 1 Corintios 3:16.
[23] 1 Pedro 2:9.
[24] 1 Juan 1:9.
[25] Isaías 53:4-5, énfasis agregado.
[26] Mateo 8:16-17, énfasis agregado.
[27] 1 Pedro 5:7.
[28] Mateo 11:28.
[29] Vea Isaías 53:5-6, 8, 10-12.
[30] Romanos 8:31-39.
[31] Lucas 11:29
[32] Hechos 28.
[33] Hebreos 13:3.
[34] Santiago 5:15.
[35] Frost, 110.
[36]“Cristo murió para destruir la enfermedad, y así lo hará. Pero él no ha dicho que lo hará ahora, en un sentido perfecto, sino en un tiempo futuro cuando venga con poder y gran gloria.”
– Henry Frost
El sufrimiento es una herramienta en las manos de un Dios bueno y amoroso. Abrácelo. A través de él Dios nos está conformando a usted y a mí a la imagen de su Hijo. Recordar esta verdad traerá paz a nuestro corazón y acelerará nuestra transformación.
«Había una vez un pequeño trozo de madera que se quejó amargamente porque su dueño seguía tallándolo, cortándolo y llenándolo de agujeros; pero el que lo tallaba… no prestó atención a su queja. Estaba haciendo una flauta…»[1]
[1] Cita de M.R. Dehaan, Broken Things (Objetos Rotos), de Charles Swindoll, Favorite Stories and Illustrations (Historias e Ilustraciones Favoritas) Filipinas, Literatura OMF, 1998. P. 547.
(1) Dedique al menos treinta minutos durante la semana para repasar esta lección, incluyendo los pasajes de referencia, y pídale al Espíritu Santo que le hable y le revele su Palabra.
(2) Anote en su diario cualquier cambio específico que deba hacer en su vida, según el Señor se lo revele.
(3) Medite en al menos un salmo durante su tiempo devocional diario, y escriba en su diario lo que el salmista dice acerca de la naturaleza y el carácter de Dios.
(4) Escriba en su diario una oración personal relacionada con su crecimiento y transformación espiritual basada en lo que aprendió en esta lección.
(5) Practique usando la Guía de Oración Diaria del Dr. Brown en su tiempo de oración privada cada día.
(1) Demuestre con textos bíblicos que el sufrimiento es parte de la voluntad de Dios para los cristianos.
(2) ¿Cuáles son los dos lentes a través de los cuales los cristianos deben ver el mundo?
(3) ¿Cuál pasaje enseña que Jesús es nuestro ejemplo en el sufrimiento?
(4) ¿Cuál pasaje enseña que la creación está gimiendo?
(5) De acuerdo con Romanos 8:28-29, Dios hace que todas las cosas ayuden a bien a los que lo aman. ¿Cuál es su propósito supremo? “Que seamos _________ a la _________ de su ________.”
(6) ¿Cuáles son tres de los siete beneficios del sufrimiento mencionados en esta lección?
(7) En sus propias palabras, explique al menos dos de los errores de la teología de la prosperidad.
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