Los libros poéticos del Antiguo Testamento incluyen Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantares. Muchos otros libros del Antiguo Testamento incluyen algo de poesía, pero estos libros son predominantemente poéticos.
A diferencia de la poesía que conocemos, la poesía hebrea no está basada en la rima. Entender las características de la poesía hebrea puede ayudarnos a apreciar mejor la belleza de los libros poéticos.
Paralelismo
El paralelismo es el elemento más importante en la poesía hebrea. El paralelismo consiste en que dos líneas usan palabras distintas para expresar la misma idea. Un poeta hebreo dice algo y luego lo repite desde una perspectiva ligeramente diferente. Hay tres tipos de paralelismo:
Paralelismo sinónimo: la segunda línea refuerza la primera línea con palabras similares.
“Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas.”[1]
“En el camino de la justicia está la vida; y en sus caminos no hay muerte.”[2]
Paralelismo Antitético: la primera línea es contrastada en la segunda línea. Esta forma se usa en Proverbios para contrastar el camino del sabio y el camino del necio.
“El hijo sabio alegra al padre, pero el hijo necio es tristeza de su madre.”[3]
“La memoria del justo será bendita; más el nombre de los impíos se pudrirá.”[4]
Paralelismo sintético: la segunda línea añade al pensamiento de la primera línea.
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.”[6]
Figuras Literarias
Todos los libros de la Biblia contienen figuras literarias, pero éstas son especialmente importantes en los libros poéticos. Las figuras literarias que se encuentran en estos libros incluyen:
La metáfora compara dos cosas que son similares. “Jehová es mi pastor”[7] es mucho más memorable y expresivo que “Dios cuida bien de mí.”
La hipérbole usa una exageración deliberada para enfatizar un punto. En un salmo de lamento, David describe su dolor, “Todas las noches inundo de llanto mi lecho.”[8]
La personificación confiere características humanas a algo que no es humano. “Te vieron las aguas, oh Dios; las aguas te vieron, y temieron; los abismos también se estremecieron.”[9]
El antropomorfismo usa características humanas para comunicar una verdad acerca de la naturaleza de Dios. Los ojos de Dios “ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres.”[10]
Poesía Acróstica
En la poesía acróstica, cada estrofa inicia con una letra según el orden alfabético. Esta forma expresa la idea de algo completo (“De la A a la Z…”) Dos de los acrósticos hebreos más famosos son el salmo 119, sobre la ley de Dios, y Proverbios 31, sobre la mujer virtuosa. En el Salmo 119, cada estrofa contiene ocho versos que empiezan con la misma letra del alfabeto hebreo. En Proverbios 31, cada verso empieza con la siguiente letra del alfabeto hebreo.
► Comenten acerca de su “teología del sufrimiento.” Reflexionen en preguntas teológicas tales como, ¿Por qué permite Dios que los inocentes sufran?” y también en preguntas pastorales, como ¿Cómo podemos ayudar a una persona inocente a enfrentar el sufrimiento?”
Fecha y Autor de Job
El libro de Job no menciona una fecha, pero los eventos probablemente tuvieron lugar en la época de los patriarcas. El padre ofrece sacrificios por su familia; la riqueza se mide en términos de posesión de ganado; y Job tiene una vida muy larga. Estos hechos sugieren una fecha patriarcal para los eventos que se narran en Job.
El libro tampoco da una indicación de quién es el autor. Se sugiere como autores probables a Job, Eliú, Moisés, Salomón y a alguien del tiempo de Isaías.
Tema de Job
En la superficie, el tema de Job parece ser el sufrimiento. El evento principal en el libro es la pérdida que sufre Job de todas sus posesiones, así como de su familia y su salud. El diálogo gira en torno al sufrimiento de Job. Además, hay otras obras del antiguo Medio Oriente similares a Job que examinan el tema del sufrimiento.[1]
Sin embargo, el libro de Job no sugiere que el sufrimiento sea su tema. Job mismo no pregunta por la causa de su sufrimiento, y Dios nunca toca el tema del sufrimiento de Job en su respuesta. Si el libro tratara principalmente acerca del sufrimiento, sería de esperar que Dios diera una respuesta en cuanto al significado del sufrimiento. Sin embargo, Dios nunca menciona el sufrimiento de Job.
Parte del mensaje de Job es la integridad en medio del sufrimiento. Job da testimonio de su integridad.[2] Dios testifica de la integridad de Job en su afirmación ante Satanás.[3] La integridad de Job es un aspecto importante del libro.
El tema principal de Job es “Una Búsqueda de Dios.” Job no pide la restauración de su propiedad; tampoco pide sanidad. Su petición es, “¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios! Yo iría hasta su silla.”[4] Job había conocido a Dios íntimamente; ahora se siente separado de Dios. Job no está buscando una explicación del porqué de su sufrimiento, sino una revelación de Dios.
Este tema es confirmado por la respuesta de Job después de la revelación de Dios: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven.”[5] Cuando ve a Dios, Job está satisfecho. La respuesta para Job no es una explicación del sufrimiento; la respuesta para Job es Dios mismo.
[1] Dos diálogos del antiguo Medio Oriente sobre el tema del sufrimiento datan de 1300-1000 A.C. “Alabaré al Señor de la sabiduría” es un monólogo de Mesopotamia en el cual un noble babilonio sufre gran adversidad y luego es restaurado por el dios Marduk. La Teodicea Babilonia es un diálogo entre un hombre que sufre y un amigo que trata de explicar el sufrimiento.
El libro de Job se divide en tres grandes secciones:
Prólogo (Job 1–2)
Diálogo Poético (Job 3 – 42:6)
Epílogo (Job 42:7-17)
El Prólogo (Job 1–2)
En el prólogo leemos que Job era un hombre inocente; él era “perfecto y recto.” El sufrimiento de Job no fue causado por un pecado de su parte. Él era un hombre de integridad a quien Dios podía señalar como un modelo de fe. A pesar de la pérdida de sus posesiones y su familia, sus sufrimientos físicos, e incluso el consejo desesperado de su esposa, “no pecó Job con sus labios.”
En el prólogo también vemos los límites del poder de Satanás. En sus ataques hacia Job, Satanás no puede ir más allá de lo que Dios le permite. Contrario a la creencia popular, Satanás y Dios no son oponentes iguales; Satanás no puede ir más allá de los límites establecidos por Dios.
En el prólogo vemos que hay una relación entre el mundo físico que vemos y el mundo espiritual que no vemos. Aunque Job no está consciente de la conversación entre Dios y Satanás, ese conflicto espiritual está detrás de las pruebas de Job.
Diálogo entre Job y sus tres amigos (Job 3–27)
Al final del prólogo se menciona a los tres amigos de Job que vinieron a consolarlo. Se sentaron a su lado en silencio por una semana, acompañándolo en su dolor. Al cabo de una semana, Job rompe el silencio con un lamento en el que maldice el día en que nació y pide alivio por medio de la muerte. En respuesta, los amigos tratan de explicar la manera en que Dios actúa en el mundo.[1]
El diálogo entre Job y sus amigos se desarrolla en forma poética. Debido a ese estilo, puede ser difícil de leer. Hay mucha repetición y diálogo extendido. Sin embargo, en su raíz el diálogo es simple: los amigos insisten en que el sufrimiento de Job es causado por algún pecado en su vida; Job insiste en que es inocente y que no ha pecado.
Cada uno de los amigos presenta su argumento de manera distinta; sin embargo, el argumento básico es:
El sufrimiento viene como castigo o corrección por el pecado.
Dios es un Dios justo.
Por lo tanto, Job debe de ser culpable de algún pecado por el cual Dios lo está castigando.
Cada amigo expresa este argumento de un modo diferente. Elifaz es el más cuidadoso al hablar. Anima a Job a aceptar la corrección de Dios. Elifaz está seguro de que si Job se arrepiente, Dios lo restaurará. Bildad apunta a la ortodoxia tradicional de que un Dios justo debe castigar el pecado; por lo tanto, Job debe de ser culpable de algún pecado. Zofar es el menos empático de los amigos, y dice que Job habla “falacias.”[2] Zofar insiste en que Dios ha sido misericordioso con Job, y que Job merece un castigo aún mayor del que ha recibido.
En respuesta a cada uno de sus amigos, Job insiste en su inocencia. Job cree que Dios lo está persiguiendo injustamente; pero también cree que si pudiera defenderse delante de Dios, Dios lo escucharía y lo vindicaría.
Esta conversación se extiende a través de tres ciclos de diálogos entre Job y sus amigos. Los amigos se enojan cada vez más por la negativa de Job a admitir que ha pecado; Job continúa insistiendo en su propia inocencia.
Discursos de Job (Job 28–31)
En el capítulo 28, el estilo del libro cambia. Job 28-31 consiste en cuatro discursos de Job.
Job 28 es un poema sobre la sabiduría. Job alaba el valor de la sabiduría, afirma que los intentos del hombre por hallar la sabiduría son inútiles, y asegura que Dios es el único que conoce el camino a la sabiduría. Este es un paso importante en la búsqueda de Job de una respuesta por parte de Dios.
Job 29 es una descripción de la vida de Job antes de los eventos del prólogo. Job era un hombre bendecido en todo aspecto, y era respetado en su comunidad.
Job 30 describe los sufrimientos presentes de Job. Quienes lo respetaban en el pasado, ahora se burlan de él.
Job 31 es el testimonio de Job en cuanto a su integridad. En respuesta a las acusaciones de sus amigos, Job insiste en que es inocente de pecado. Termina su declaración afirmando su inocencia: “¡Quién me diera quien me oyese! He aquí mi confianza es que el Omnipotente testificará por mí.”[3] Al leer Job 31, debemos recordar que Dios mismo había testificado de la inocencia de Job en el capítulo 1:8. Job no está hablando de forma insensata; en verdad él ha vivido una vida de obediencia a Dios.
Discursos de Eliú (Job 32–37)
Eliú era un joven que había estado escuchando los discursos anteriores. Se enojó con Job por tratar de justificarse a sí mismo. Y se enojó con los amigos de Job porque no habían logrado convencerlo de su culpa.
Eliú argumenta que Dios habla a través del sufrimiento y el dolor. Job debería aceptar humildemente la corrección de Dios. Eliú insiste en que Dios es justo y que no es correcto que Job lo cuestione. En su discurso final, Eliú afirma que Dios está muy por encima de la humanidad y no le afecta lo que sucede en la tierra. Nuestro rol debería ser la humilde sumisión.
Aunque algunos aspectos de los discursos de Eliú se asemejan a la respuesta de Dios (en especial su descripción de la soberanía de Dios sobre la naturaleza), Eliú no dice nada nuevo. Job ya sabe que Dios es soberano; Job ya sabe que Dios habla a través del sufrimiento; el discurso de Job sobre la sabiduría ya ha afirmado que Dios es la única fuente de la verdadera sabiduría. Si bien es cierto que Eliú señala algunos aspectos de la verdad, él, al igual que los amigos de Job, no logra reconocer la lucha central de Job: Job cree que está siendo castigado por un pecado del cual no es culpable.
Dios Habla (Job 38–42)
Si leemos Job principalmente como un estudio acerca del sufrimiento, la respuesta de Dios no tiene mucho sentido. Dios nunca menciona el sufrimiento de Job. Nunca responde las preguntas de Job. Más bien, Dios hace una serie de preguntas con las que se revela a sí mismo a Job. Estas preguntas le recuerdan a Job que su conocimiento es limitado. Le recuerdan el poder y la sabiduría de Dios para manejar el universo. Muestran que Job puede confiar en Dios aunque no entienda sus caminos. En respuesta, Job expresa su satisfacción, “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven.” Job se arrepiente de sus acusaciones contra Dios, y es confortado por un conocimiento de Dios más profundo y vivencial.
El Epílogo (Job 42:7-17)
En el epílogo, Dios reprende a los amigos de Job por sus falsos argumentos, y restaura las fortunas de Job. Satanás no se menciona en el epílogo; su caso ha sido refutado. Hay en verdad una persona que sirve a Dios movido sólo por amor.
[1]Teodicea es un intento de justificar la manera en que Dios actúa en el mundo. El libro de Job es la teodicea más extensa en la Biblia. El libro de Habacuc también trata este tema en el diálogo entre el profeta y Dios.
En el Nuevo Testamento, Job es considerado como un ejemplo de perseverancia.[1] Las preguntas planteadas en Job continúan inquietando a la gente del Nuevo Testamento. Los discípulos preguntaron si un hombre que había nacido ciego había sido castigado por un pecado;[2] Pablo luchaba con un “aguijón en la carne” que Dios no había removido;[3] los héroes de la fe en Hebreos 11 murieron sin recibir la promesa.
El sufrimiento es un tema que siempre está vigente para los creyentes. Romanos 8:28-29 asegura que Dios actúa para bien a través de todo lo que sucede en la vida de sus hijos. Su máximo propósito es conformarnos a la imagen de su Hijo. Esto se cumple en todos los que aman a Dios y que son llamados según su propósito.
Los lectores de Job a menudo se enfocan en la pregunta, “¿Por qué sufre el justo?” Job no responde esta pregunta. Una pregunta más importante es, “¿Por qué el justo sirve a Dios?” Para Satanás la respuesta era, “Job te sirve por las bendiciones que ha recibido. Quítale las bendiciones y él te negará.” Para los amigos, la motivación para servir a Dios es evitar problemas. Ellos asumen que la obediencia fiel a Dios evita el sufrimiento.
Para Job, la respuesta es distinta. Job sirve a Dios por amor. Aunque no entiende lo que ha sucedido, Job se niega a abandonar su fe. En esto Job nos da un ejemplo del verdadero amor a Dios. Los amigos de Daniel testificaron, “Nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo… Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses.”[1] Aun si Dios no nos libra, no lo negaremos.
Hebreos 11 habla de héroes de la fe que vieron el poder de Dios actuando a su favor: Enoc, Abraham, Moisés y Rahab. También habla de “otros” que no fueron rescatados de la prueba. “Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados.” Todos estos fueron también hombres de fe, pero “no recibieron lo prometido.”[2]
Estos versículos nos llevan a considerar, “¿Por qué sirvo a Dios?” ¿Le sirvo para recibir sus bendiciones? ¿Le sirvo para evitar el sufrimiento? ¿O le sirvo sólo por amor? Job, los amigos de Daniel, y los “otros” de Hebreos 11 sirvieron a Dios sólo por amor. Hoy en día, al igual que en aquel tiempo, Dios está buscando personas que le sirvan movidos por un amor sincero, personas que lo amen con todo su corazón.
La palabra “salmo” viene de un término griego que significa “canción.” El título hebreo de este libro significa “alabanzas,” lo cual muestra el propósito del libro. Incluso los salmos de lamento terminan con una alabanza. El libro de Salmos provee palabras con las cuales el pueblo de Dios puede expresar su alabanza a Dios.
Títulos en los Salmos
Más de 100 salmos tienen un título que da información acerca del salmo. Estos títulos incluyen detalles acerca del autor, el contexto histórico, e instrucciones musicales. Aunque no sabemos si estos títulos estaban incluidos en los manuscritos originales, se encuentran en copias muy antiguas.
Muchos de los salmos incluyen el nombre del autor. Setenta y tres de ellos se titulan “Salmo de David.” El salmo 50 y los salmos 73-83 se atribuyen a Asaf, el “músico principal” para la adoración pública bajo David. Al parecer, los “hijos de Coré,” que se mencionan en el título de diez salmos, eran miembros de un gremio de cantantes del templo. A Salomón se le atribuyen dos salmos. El salmo 90 es una “oración de Moisés.”
Otros títulos dan información acerca del contexto histórico del salmo. El salmo 3 fue escrito cuando David huyó de su hijo Absalón. Muchos hombres respaldaron la revuelta de Absalón, pero entonces David recordó, “Tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; mi gloria, y el que levanta mi cabeza.”[1] David escribió los salmos 52, 54, 56, 57 y 59 durante los años en que estuvo huyendo de Saúl.[2] Muy conocido es el salmo 51, la gran oración de arrepentimiento que David escribió después de que Natán lo confrontó acerca de su adulterio con Betsabé.
Para los lectores modernos, los títulos más confusos son aquellos que dan instrucciones musicales y litúrgicas. Títulos como “sobre Seminit,”[3] “sobre Alamot,”[4] y “sobre Mut-labén”[5] son instrucciones musicales. Algunos títulos especifican los instrumentos que se deben usar. Otros títulos se refieren al tono en el cual se cantaba el salmo: “Sobre Gitit,”[6] “No destruyas,”[7] y “sobre Ajelet-sahar.”[8]
Estructura del Libro de Salmos
En muchas formas, el libro de Salmos es similar a un himnario moderno. Este libro es una colección de canciones y oraciones utilizadas tanto en la adoración colectiva en el templo como en la adoración personal de los israelitas.
El libro de Salmos se divide en cinco secciones. Cada sección termina con una doxología.
El libro 1 (Salmos 1-41) termina con “Bendito sea Jehová, el Dios de Israel, por los siglos de los siglos. Amén y Amén.”
El libro 2 (Salmos 42-72) termina con “Bendito Jehová Dios, el Dios de Israel, el único que hace maravillas… Amén y Amén. Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí.”
El libro 3 (Salmos 73-89) termina así: “Bendito sea Jehová para siempre. Amén, y Amén.”
El libro 4 (Salmos 90-106) termina con “Bendito Jehová Dios de Israel, desde la eternidad y hasta la eternidad; y diga todo el pueblo, Amén. Aleluya.”
El libro 5 (Salmos 107-150) termina con el Salmo 150, una doxología que concluye el Salterio con alabanza.
Al parecer, cada una de estas cinco colecciones fue compuesta en diferentes momentos en la historia de Israel. Algunas (tales como los libros 1 y 2) se componen principalmente de Salmos de David y son colecciones tempranas. El libro 5 se refiere al exilio y probablemente fue compuesto mucho tiempo después.[9] En conjunto estas colecciones nos permiten unirnos al antiguo Israel en alabanza a Dios, en clamor en tiempos de dificultad, y en adoración a nuestro creador y redentor.
El libro de Salmos contiene varios tipos (o géneros) diferentes de canciones. Aunque el tema principal de los Salmos es la alabanza, no todos los Salmos son cantos de alabanza.[15] Hay una gran variedad de estilos de Salmos. El Salterio incluye salmos:
Para la adoración colectiva (Salmo 136)
Para el lamento en privado (Salmo 56)
Para instrucción (Salmos 1 y 119)
Para honrar al rey (Salmo 72)
Para celebrar una boda real (Salmo 45)
Para peregrinar a Jerusalén (Salmos 120-134)
En este panorama general del Salterio, vamos a examinar a algunas de las principales categorías de salmos.
Himnos de Alabanza
Algunos de los himnos son para la adoración individual; otros son para la adoración colectiva. Dos ejemplos muestran cómo los salmistas alaban a Dios.
El Salmo 19 es un himno para la adoración individual. El himno se compone de tres estrofas.
Estrofa 1 (1-6): Dios se Revela en la Creación
La creación testifica del poder y la majestad del Creador. Los cielos testifican de la gloria de Dios. En estos versos David usa el nombre “Dios” (Elohim en hebreo) que habla de la grandeza y la majestad de Dios.
Estrofa 2 (7-10): El Señor se Revela en Su Ley
Una revelación más personal de Dios se observa en Su Palabra. Por medio de la “ley,” el “testimonio,” los “estatutos,” el “mandamiento,” el “temor,” y los “juicios” del Señor, vemos cómo Dios se revela a sí mismo. En esta sección, David usa el nombre “el Señor” (Yahveh en hebreo). Yahveh es el nombre personal con el cual Dios se reveló a sí mismo a Israel en Éxodo 3:14. La ley de Dios no es una carga para el creyente; es más dulce que la miel y más deseable que el oro.
Estrofa 3 (11-14): La Respuesta del Adorador a su Redentor
En respuesta a la revelación de Dios, David ora pidiendo purificación y liberación del pecado. Ora pidiendo que sus palabras y sus pensamientos sean aceptables delante de Jehová, “roca mía, y redentor mío.”
El Salmo 136 es un himno de adoración colectiva. Era cantado como de manera alternada. El líder cantaba la primera mitad de cada verso; el pueblo respondía, “Porque para siempre es su misericordia.” A través de la creación (1-9) y su bondad hacia Israel (10-26), la eterna misericordia de Dios es revelada.
Salmos de Acción de Gracias
Los salmos de acción de gracias se relacionan con instancias específicas de la liberación de Dios a favor de Israel. En los salmos de acción de gracias, el salmista describe una crisis vivida y luego agradece a Dios por su liberación. Por ejemplo, un salmo de acción de gracias es el Salmo 18 en el cual David se regocija en la protección de Dios cuando Saúl lo estaba persiguiendo.
Salmos de Lamento
Alrededor de cincuenta salmos son salmos de lamento. Por lo general los lamentos contienen cuatro elementos, aunque no aparecen siempre en el mismo orden:
Descripción de la queja. Muchos lamentos mencionan un enemigo; otros describen un problema enfrentado por el salmista. El Salmo 13 es una queja porque Dios parece haber ocultado su rostro mientras los enemigos de David son exaltados.
Petición a Dios. Aquí el salmista clama por liberación. A menudo hay una petición específica. En el Salmo 13, David pide a Dios que lo escuche y que alumbre sus ojos.
Declaración de confianza en Dios. En el Salmo 13, después de pedir la ayuda de Dios, David dice, “Mas yo en tu misericordia he confiado.” Con esta frase, el salmo pasa de una situación desesperada a una declaración de fe.
Alabanza a Dios. Muchos lamentos terminan con alabanza a Dios. El Salmo 13 termina así: “Cantaré a Jehová, porque me ha hecho bien.” La alabanza final es un elemento esencial del lamento bíblico, y provee un modelo para nuestro clamor a Dios.
Al expresar nuestras quejas y necesidades, no debemos resistir los propósitos de Dios. La declaración de confianza en Dios y la alabanza final aseguran que permanezcamos sometidos a la soberanía de Dios. En el Salmo 13, nada en la vida de David cambia entre los versículos 4 y 5. Las circunstancias externas siguen siendo las mismas que en los versículos 1 y 2. El cambio es interno; David está decidido a confiar en la misericordia de Dios y cantar al Señor. Este modelo debería ser una guía para nuestras oraciones: completa honestidad al expresar nuestra necesidad de la mano con completa sumisión a los propósitos de Dios para nuestra vida.
Los salmos de lamento asumen que en el mundo hay bien y mal, que podemos confiar en Dios para vindicar el bien, y que el salmista está del lado del bien. Por esta razón, el salmista tiene la certeza de que Dios va a intervenir a su favor.
Los salmos de penitencia están relacionados con los salmos de lamento. Sin embargo, en estos salmos, el salmista busca el perdón de Dios por un pecado cometido. El más famoso de los salmos de penitencia es el Salmo 51, en el cual David ora pidiendo misericordia después de su pecado con Betsabé. Otros salmos de penitencia son los Salmos 6, 32, 38 y 130.
Una Mirada Más de Cerca a los Salmos de Imprecación
Hija de Babilonia la desolada, bienaventurado el que te diere el pago de lo que tú nos hiciste. Dichoso el que tomare y estrellare tus niños contra la peña (Salmo 137:8-9).
Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen (Mateo 5:44).
El Problema
El libro de Salmos incluye al menos treinta y cinco oraciones de imprecación, salmos que piden a Dios que haga caer juicio sobre los enemigos del salmista. Los cristianos por lo general se sienten incómodos con estas oraciones. ¿Cómo calzan estas oraciones dentro del mandato de Jesús de amar a los enemigos?
Algunos comentaristas han dicho que esto muestra la diferencia entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Sin embargo, el Antiguo Testamento también enseña que debemos amar a nuestros enemigos.[1] Además, el Nuevo Testamento también contiene ejemplos de imprecación sobre quienes hacen lo malo.[2] Como cristianos, ¿cómo podemos interpretar los salmos imprecatorios?
Principios para Leer los Salmos de Imprecación
(1) Estos salmos están basados en el principio de la siembra y la cosecha. Deuteronomio, Proverbios y Gálatas enseñan que “todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.”[3] Este principio se ilustra en los libros históricos y se predica en los libros proféticos. Los salmos de imprecación piden a Dios que muestre su justicia. Los exiliados que regresaron a Jerusalén le piden a Dios que le “pague” a Babilonia conforme a lo que merece.[4]
(2) Los enemigos de Israel son en última instancia enemigos de Dios. Por ser el rey, David es el representante ungido de Dios. Sus enemigos se oponen a los propósitos de Dios para Israel. Las oraciones de imprecación buscan vindicación de la justicia de Dios.
(3) El salmista no toma la justicia en sus propias manos. David oró pidiendo la venganza de Dios sobre sus enemigos, pero se negó a vengarse de Saúl por su cuenta. David dejó a sus enemigos en las manos de Dios.
¿Podemos Orar los Salmos Imprecatorios Hoy?
Aunque reconocemos que los salmos de imprecación son consistentes con la justicia bíblica, cabe preguntar cómo podemos usar estos salmos en la adoración hoy en día. Hay dos reacciones opuestas a los salmos imprecatorios:
Algunos cristianos creen que la enseñanza de Jesús en el Sermón del Monte prohíbe el uso de oraciones de imprecación por parte del creyente del Nuevo Testamento.
Algunos cristianos hacen uso frecuente de las oraciones de imprecación como un elemento de la guerra espiritual.
Ambas posiciones contienen ciertos aspectos de la verdad. Estos salmos reflejan una verdad bíblica, pero Jesús nos enseñó a amar a nuestros enemigos. Quien pretenda orar salmos de imprecación debería considerar tres preguntas para determinar cuál es la motivación de la imprecación.
(1) ¿Mi motivación es la justicia de Dios o mi propio enojo?
A los salmistas les interesaba Dios y su reino. Pablo escribió, “Airaos, pero no pequéis.”[5] El enojo santo reacciona ante el pecado contra Dios; el enojo de la carne reacciona ante ofensas personales. Las cosas que deberían inspirar mi enojo son los pecados contra el reino de Dios, no las ofensas contra mi propio “reino.”
(2) ¿Estoy buscando la justicia divina o la venganza personal?
Las oraciones bíblicas de imprecación buscan promover la justicia,[6] mostrar la soberanía de Dios,[7] y hacer que los malvados busquen a Dios.[8] Las imprecaciones modernas en ocasiones están inspiradas por un deseo de venganza.
(3) ¿Qué me produciría más gozo: que mi enemigo se arrepienta o que mi enemigo reciba el juicio de Dios?
Jonás quería el juicio de Dios sobre Nínive, sin dejar espacio para el arrepentimiento y la misericordia de Dios. La imprecación bíblica pone a los enemigos bajo la soberanía de Dios. Por esa razón podemos alegrarnos si nuestro enemigo se arrepiente y recibe el perdón de Dios.
Si bien es cierto que estos parámetros dejan espacio para el uso de oraciones bíblicas de imprecación, también limitan el uso de estas oraciones en nuestras propias vidas. Cuando nos hacen mal, la Biblia (en los salmos de imprecación, en la enseñanza de Jesús y en el ejemplo personal de hombres como David) nos enseña que debemos dejar la situación en manos de Dios, quien hace que todo ayude para el bien de sus hijos.[9]
Salmos de Sabiduría
Los salmos de sabiduría se parecen a los proverbios, porque dan consejos prácticos para la vida cotidiana. Estos salmos enseñan al lector cómo vivir de una manera que agrade a Dios. Al igual que Proverbios, el libro de Salmos enseña que “el principio de la sabiduría es el temor de Jehová.”[10]
Por lo general, los salmos de sabiduría contrastan dos caminos, el camino de los malos y el camino de los justos. El Salmo 1 es un ejemplo de un salmo de sabiduría.
Al igual que Eclesiastés y Job, los autores de los salmos de sabiduría luchan con la prosperidad de los malos y el sufrimiento de los justos. En el Salmo 73, Asaf casi perdió su fe a causa de la prosperidad de los malvados. La respuesta para Asaf, así como para Job, fue ver a Dios. Cuando Asaf entró en el santuario de Dios, comprendió que el fin de los impíos es la destrucción y la desolación. Asaf termina el salmo con una declaración de fe: “Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; he puesto en Jehová el Señor mi esperanza, para contar todas tus obras.”[11]
Salmos Reales
Los salmos reales muestran al rey de Israel como el gobernante ungido por Dios. El gobernante de Israel no era como los reyes de las naciones vecinas; el rey era el siervo de Dios, el representante del gobierno de Dios.[12]
El Salmo 2 puede haber sido un salmo de coronación para un nuevo rey. Los reyes de la tierra se levantaron contra Dios “y contra su ungido,” pero Dios ha “puesto mi rey sobre Sion, mi monte santo.” Dios establecerá al rey; tratará al rey como hijo suyo; y le dará la victoria sobre los enemigos de Israel. Dios es quien empodera a los reyes justos de Israel.
Salmos Mesiánicos
En muchos casos, los salmos reales describen un reinado universal que nunca se cumplió en la historia de Israel. Ninguno de los reyes de Israel llegó a poseer “los confines de la tierra.”[13]
Los salmos mesiánicos profetizan la venida de un Rey que cumplirá perfectamente el reinado que fue parcialmente cumplido en los reyes terrenales de Israel. El rey de Israel era el “ungido” que gobernaba sobre Israel; Jesús vino como el “Ungido” (Mesías) que cumplió enteramente el propósito del rey de Israel.
El Salmo 22 es un ejemplo de un salmo que se cumple en la vida de Jesús. Mientras David escribió este salmo movido por su desesperación personal, Jesús cumplió estas palabras proféticas en su agonía en la cruz.[14]
[15]"Es fácil entender por qué el libro de Salmos es el libro favorito de todos los santos. Cada hombre en cada ocasión puede encontrar un salmo que se ajusta a sus necesidades, el cual parece ser tan apropiado como si hubiera sido escrito precisamente para él."
- Martín Lutero, Prefacio a los Salmos
Los Salmos Nos Hablan Hoy
El libro de Salmos nos da un modelo para la adoración cristiana de hoy. En respuesta a muchos aspectos de la adoración que dividen a los cristianos, los Salmos nos dan un balance.
Los salmos muestran que nuestra adoración debe incluir tanto alabanza a Dios (salmos de alabanza) como instrucción para el pueblo de Dios (salmos de sabiduría). Nuestra adoración debe ser tanto individual como colectiva. Nuestra adoración debe incluir acción de gracias por lo que Dios ha hecho por nosotros en lo personal, así como alabanza por quien Dios es para todas las personas.
Los salmos muestran un balance entre lamento y alabanza. Muestran que en nuestra adoración podemos presentar libremente nuestras quejas y problemas delante de Dios. También muestran que debemos rendir esas quejas a los propósitos soberanos de Dios. Los salmos de lamento terminan con alabanza. Dios llama a su pueblo a vivir en completa honestidad y completa rendición a sus propósitos.
Asignaciones
Demuestre su comprensión de esta lección con las siguientes asignaciones:
(1) Elija una de las siguientes asignaciones:
Opción 1: Trabajo Grupal
Asigne a cada miembro de su grupo uno de los personajes de Job (Elifaz, Bildad, Zofar y Eliú). Cada uno debe leer el discurso del personaje asignado y comentar acerca de las fortalezas y debilidades del argumento de dicho personaje.
Opción 2: Trabajo Individual.
Lea los salmos asignados y haga una lista de los atributos de Dios que se observan en ellos. Para cada atributo, anote 8-10 versículos que mencionen dicho atributo.
(2) Haga el examen correspondiente a esta lección. En el examen se incluyen los versículos asignados para memorizar.
Preguntas de Examen – Lección 7
(1) Defina los tres tipos de paralelismo hebreo.
(2) Defina poesía acróstica.
(3) ¿Cuál es el tema principal del libro de Job?
(4) ¿Cuáles son los tres puntos principales del argumento de los amigos de Job?
(5) ¿Cuáles son los temas de los discursos de Job en los capítulos 28-31?
(6) ¿Cuáles son tres tipos de información que se encuentran en los títulos de los salmos?
(7) ¿Cuáles son los cuatro elementos que contienen los salmos de lamento?
(8) Mencione tres principios para entender los salmos de imprecación.
(9) ¿Cuál es la relación entre los salmos reales y los salmos mesiánicos?
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