Lea Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc y Sofonías.
Memorice Miqueas 6:8; Nahum 1:7-8; Habacuc 3:2
A diferencia de los dioses falsos del mundo antiguo, Jehová no era una deidad local. Jehová era, y es, soberano del mundo entero. Esto se observa en el mensaje de los Profetas Menores a las naciones más allá de Israel. En los libros que se estudian en este capítulo, Dios habló a través de sus profetas a Edom, Nínive, Israel, Judá, y en Sofonías, a todo el mundo. En este capítulo vemos la soberanía de Dios sobre pueblos que no reconocen su autoridad. Dios es soberano sobre todo el mundo.
Abdías: Un Mensaje a Edom
Un Vistazo a Abdías
Audiencia
Edom
Fecha
Entre los años 587 y 553 A.C.
Tema
La Caída de Edom
Propósito
Profetizar la destrucción de Edom por su crueldad hacia Judá durante el sitio babilonio.
El Evangelio en Abdías
Después del exilio, Judá sería restaurado. A través de Judá el evangelio llegaría a los gentiles.
Contexto Histórico de Abdías
El libro de Abdías se debe leer en el contexto del antiguo conflicto entre Edom, los descendientes de Esaú, e Israel, los descendientes de Jacob. Durante el éxodo, Edom le negó el paso a Israel.[1] Durante el sitio babilonio, los edomitas celebraron la destrucción de Jerusalén. Su crueldad hacia Judá en el año 587 A.C. inspiró las imprecaciones del Salmo 137:7-9 y el mensaje profético de Abdías.
Del profeta Abdías no sabemos nada más que su nombre. Su nombre significa “uno que sirve a Jehová” y es un nombre común en el Antiguo Testamento.[2]
Mensaje de Abdías
La profecía de Abdías es a la vez un mensaje de juicio sobre Edom y un mensaje de consolación para Judá. Primero, Abdías trae un mensaje de juicio contra Edom. Edom creía, arrogantemente, que la ubicación de su capital, Sela, sobre una roca alta, facilitaba su defensa y la protegía de sus enemigos.[3] No obstante, por causa de su violencia contra Judá, Dios destruiría a Edom. Un Dios justo no permitiría que el pecado de Edom quedara impune. La profecía de Abdías se cumplió cuando Edom fue conquistado en el año 553 A.C.
Abdías también trae un mensaje de consolación. Le recuerda a Judá el pacto de amor de Dios para su pueblo. Aun después de la destrucción de Jerusalén, Dios promete esperanza para su pueblo. El versículo central de Abdías (1:15) promete que el día del Señor está cerca para todas las naciones.
Mostrar el deseo de Dios de redimir a todos los pueblos, incluso a los enemigos de Israel.
El Evangelio en Jonás
Jesús señaló a Jonás como una señal de la resurrección.
A través del ministerio de los apóstoles y la iglesia primitiva, el evangelio fue predicado a todas las naciones.
Contexto Histórico de Jonás
Jonás profetizó durante un período de debilidad en el Imperio Asirio. Profetizó la expansión del Reino del Norte durante los días de Jeroboam II.[1]
Asiria era un imperio agresivo; era la mayor amenaza a la independencia de Israel. El arte asirio muestra que los asirios se deleitaban en la crueldad hacia sus enemigos. Cuando Jonás recibió el llamado de Dios para predicar en Nínive, huyó a Tarsis.
Jonás no quería predicar un mensaje que podía llevar a Nínive al arrepentimiento. Él sabía que si Nínive se arrepentía, Dios no destruiría la ciudad.[2] Desde la perspectiva de Jonás como un israelita leal, la destrucción de Nínive sería una bendición para Israel.
Propósito de Jonás
El libro de Jonás muestra la misericordia de Dios, incluso para con los enemigos de Israel. Jonás muestra que la compasión de Dios no es sólo para “nosotros” (Israel); la compasión de Dios también es para “ellos” (Nínive).
A diferencia de Dios, el profeta Jonás no sentía compasión por Nínive. El libro de Jonás nos lleva a preguntarnos, “¿Soy yo como Jonás o como Dios?”
¿Es Verdadera la Historia de Jonás?
Algunos autores han sugerido que la historia de Jonás no es una historia verdadera, sino una parábola diseñada para enseñar una lección acerca del fracaso de Israel en el cumplimiento de la misión de Dios a las naciones. Sin embargo, no hay nada en el libro de Jonás que indique que se trata de una parábola. La historia se presenta como verídica y contiene detalles históricos y geográficos característicos de una narración de hechos reales.
Uno de los mensajes de Jonás es la soberanía de Dios. Dios “hizo levantar un gran viento”; Jehová “tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás”; “preparó Jehová Dios una calabacera” para hacerle sombra a Jonás, y “preparó un gusano” para destruir la calabacera. El mensaje de la soberanía de Dios sobre su creación se perdería si la historia no fuera verdadera.
Jesús se refirió al relato de Jonás como una historia verídica. Él advirtió que, “los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar.”[3]
Por estas razones, sabemos que la historia de Jonás es verídica.
El Mensaje de Jonás
Primera Parte: Una Lección de Obediencia (Jonás 1-2)
Los capítulos 1 y 2 enseñan una lección de obediencia. Cuando Dios llamó a Jonás para ir a Nínive, la primera respuesta de Jonás fue huir en la dirección opuesta. “Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis.”[4] El profeta del Señor creyó que podría escapar de la presencia del Dios omnipotente. Sin embargo, Dios es soberano. “Pero Jehová hizo levantar un gran viento” que amenazaba con destruir el barco en el que Jonás había huido.
Cuando los marineros echaron suertes para determinar la causa de la tormenta, descubrieron que Jonás era el culpable. A diferencia de Jonás (quien no se interesa por Nínive), los marineros se preocupan por Jonás y tratan de salvar su vida. Estos marineros paganos mostraron más compasión que el profeta de Dios. Cuando los marineros finalmente lanzaron a Jonás al mar, la tormenta inmediatamente se calmó. La vida de Jonás es salvada porque “Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás.”
Esta primera sección termina con la oración de Jonás agradeciendo a Dios por su misericordia. Jonás hace una promesa, “Pagaré lo que prometí”; había aprendido la lección de obediencia.
Segunda Parte: Una Lección de Compasión (Jonás 3-4)
Al igual que el capítulo 1, Jonás 3 empieza con el llamado de Dios. Esta vez Jonás obedece: “Y se levantó Jonás, y fue a Nínive.” Jonás había aprendido la lección de obediencia; ahora Dios le enseña una lección de compasión.
Jonás predicó un mensaje de juicio en Nínive. Igual que en capítulo 1, los paganos tienen más sentido de la compasión de Dios que Jonás. En el capítulo 1, los marineros paganos trataron de salvar la vida de Jonás. En el capítulo 3, es el rey pagano de Nínive quien sugiere que Dios podría tener misericordia de la ciudad. “¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos?” El profeta de Dios sólo predicó juicio; un rey pagano predicó la misericordia de Dios.
Al igual que el capítulo 2, Jonás 4 contiene una oración. Jonás 2 es una oración de acción de gracias por la misericordia de Dios hacia Jonás; Jonás 4 contiene una oración de queja por la misericordia de Dios hacia Nínive. Jonás se queja porque Dios no destruye la ciudad de Nínive. El capítulo termina con una lección de Dios para Jonás, una lección sobre la gran compasión de Dios por los perdidos.
Jonás en el Nuevo Testamento
El libro de Jonás se refleja al menos en dos maneras en el Nuevo Testamento. Primero, Jesús señaló el rescate de Jonás del vientre del pez como una analogía de su propia resurrección de la tumba.[5]
Segundo, Jonás ilustra el fracaso de Israel en el cumplimiento de su misión a las naciones. Desde la promesa a Abraham en Génesis 12:2-3, es claro que Israel fue bendecido con el fin de ser un canal de bendición para otros. El libro de Jonás muestra que Israel fracasó en su misión. A través de la venida de Cristo, esta misión es renovada cuando los discípulos reciben la Gran Comisión: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones.”[6]
Jonás en el Siglo XXI
Es fácil burlarse de Jonás, el profeta renuente que no quería que Dios perdonara a Nínive; sin embargo, Jonás nos obliga a mirar nuestro mundo a través de los ojos de Dios. Al leer Jonás, debemos hacernos las siguientes preguntas:
¿Qué me trae gozo: la destrucción de mi enemigo o el arrepentimiento de mi enemigo?
¿Predico la misericordia de Dios con la misma pasión con la que predico el juicio de Dios?
¿Estoy renuente a ir a aquellos que son enemigos del pueblo de Dios?
¿Tengo el carácter de Jonás o el carácter de Dios?
Mostrar que Dios juzgaría a Judá por quebrantar el pacto.
El Evangelio en Miqueas
Miqueas anuncia el mensaje de Jesús de la religión del corazón. La verdadera religión es más que un ritual; la verdadera religión se resume en Miqueas 6:8, “Hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.”
Contexto Histórico de Miqueas
Poco antes de la caída del Reino del Norte, Miqueas, un profeta de Moreset, predicó en Judá. Su mensaje llevó a un avivamiento durante el reinado de Ezequías.
Propósito de Miqueas
Usando la forma de un juicio profético, Miqueas muestra que Israel fue infiel al pacto.[1] Miqueas predicó juicio para todos los que quebrantan el pacto, y esperanza para los que se arrepienten. Miqueas mostró que la justicia es más que la simple observancia de rituales; la justicia verdadera es “hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.”[2]
El Mensaje de Miqueas
Miqueas presenta una serie de tres profecías. Cada sección inicia con la palabra “Oíd.” Cada mensaje empieza con juicio y luego pasa a la promesa de restauración.
Mensaje 1 (Miqueas 1–2)
El primer mensaje de Miqueas profetiza juicio sobre Samaria y Jerusalén, las capitales de Israel y Judá. Dios convertiría a Samaria en un montón de ruinas y destruiría sus ídolos. A Jerusalén, Dios le promete vergüenza y desnudez cuando Judá fuera llevado al exilio.
En Miqueas 1:10-15, el profeta traza la ruta que Senaquerib luego seguiría al regresar a Jerusalén en el año 701 A.C. En su asalto sobre Judá, Senaquerib conquistó las ciudades de Gat, Bet-le-afra, Safir, Zaanán, Bet-esel, Marot, Laquis, Moreset-gat y Aczib. La profecía de Miqueas es específica en su predicción del juicio de Dios.
Esta profecía de juicio termina con una promesa de restauración del remanente. El Señor dirigirá a su pueblo a la batalla.
Mensaje 2 (Miqueas 3–5)
El segundo mensaje de Miqueas comienza con una denuncia de los líderes corruptos de Judá. Los líderes civiles son descritos como caníbales que consumen a sus seguidores (3:1-4). Los profetas son “mensajeros a sueldo” que profetizan bendiciones sobre los que pagan bien y condenación sobre los que no pueden pagar (3:5-8). Gobernantes, sacerdotes y profetas, todos son condenados.
Al igual que el primer mensaje, este mensaje pasa del juicio a la esperanza. Un día vendrá cuando “el monte de la casa de Jehová será establecido”; gente de muchas naciones vendrá para aprender los caminos del Señor. Dios rescatará al remanente fiel y reinará sobre ellos. Dios redimirá a Sion del dominio de Babilonia y pastoreará su rebaño.
La redención final de Judá vendrá cuando de Belén Efrata salga “el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.” El evangelio de Mateo cita a Miqueas como una profecía del nacimiento de Jesucristo.[3]
Mensaje 3 (Miqueas 6–7)
Los Cargos de Dios Contra Judá: Miqueas 6:1-8
6:1-2
Un llamado a testigos (los montes y collados son testigos de la infidelidad de Judá)
6:3
Oportunidad para que Judá responda
6:4-5
Un recordatorio del favor de Dios sobre Judá en el pasado.
6:6-7
La respuesta burlista del pueblo.
6:8
La respuesta de Dios – un resumen de las demandas de la ley: justicia, misericordia y humildad.
El mensaje final de Miqueas tiene la forma de un juicio profético. Dios acusa a su pueblo de infidelidad al pacto. En lugar de confesar su pecado, el pueblo responde con una serie de preguntas sarcásticas:
¿Quiere Dios holocaustos con becerros de un año?
¿Quiere Dios millares de carneros y diez mil arroyos de aceite?
¿Quiere Dios que ofrezcamos a nuestros hijos en sacrificio por el pecado?
Dios responde reafirmando los requisitos invariables de la ley: justicia, misericordia y un caminar humilde con Dios.
Siguiendo con las acusaciones, Dios anuncia juicio sobre Jerusalén (6:9-7:7). Por haber seguido en la apostasía de Acab, la nación quedará desolada.
Nuevamente Miqueas pasa del juicio a la esperanza. Después de buscar sin éxito gente piadosa en Judá (7:1-7), Miqueas concluye con una oración, “Apacienta tu pueblo con tu cayado” y restáuralos ante los ojos de las naciones. Termina con una declaración de confianza: Dios es un Dios que perdona la iniquidad y se deleita en la misericordia.
El Mensaje de Miqueas en el Siglo XXI
Jeremías 26:17-19 muestra que el mensaje de Miqueas trajo avivamiento. Como resultado, Judá fue librado del juicio de Dios por más de 100 años. Esto debería animarnos a compartir el mensaje de Dios en nuestros días. Aunque muchos rechazan la Palabra de Dios, un remanente responderá; la Palabra de Dios no volverá vacía. Esto debe animarnos a proclamar fielmente el mensaje de Dios en nuestro tiempo.
[1] Sobre la estructura del juicio profético, vea la lección 10 de este curso.
Profetizar el juicio de Dios sobre la malvada ciudad de Nínive y el Imperio Asirio.
El Evangelio en Nahum
Nahum 1:15 llama a Judá a fidelidad. Trae buenas noticias de paz: ¡El Mesías vendrá!
Contexto Histórico de Nahum
Nahum predicó el sermón que Jonás quería predicar: la destrucción de Nínive. El libro de Jonás muestra la misericordia de Dios en respuesta al arrepentimiento de Nínive; el libro de Nahum muestra el juicio de Dios en respuesta a la rebelión de Nínive.
El avivamiento inspirado por la visita de Jonás a Nínive fue breve. Jonás predicó en algún momento entre los años 793 y 753 A.C. Tiglat-Pileser III estaba en el poder y estableció el Imperio Asirio como uno de los imperios más crueles en la historia humana. En el año 722 A.C. Asiria destruyó el Reino del Norte.
Senaquerib, quien gobernó el Imperio Asirio del año 704 al 681 A.C., estableció a Nínive como la ciudad capital. Conquistó gran parte de Judá, aunque Dios salvó a Jerusalén y luego liberó a Judá del control de los asirios. En algún momento después del año 663 A.C., Nahum profetizó el juicio de Dios sobre Nínive y el Imperio Asirio.[1] Esta profecía se cumplió en el año 612 A.C., cuando Nínive fue destruida. Para el año 609 A.C., lo que quedaba del Imperio Asirio fue conquistado y este imperio desapareció de la historia. Los juicios de Dios siempre se cumplen.
Propósito de Nahum
Abdías predicó la destrucción completa de Edom; Nahum predicó la destrucción completa de Nínive. Esta vez no habría arrepentimiento; “No hay medicina para tu quebradura.”[2] El libro de Nahum anuncia la destrucción de Nínive y da esperanza al pueblo de Judá, asegurándoles que Dios juzgará a su enemigo.
El Mensaje de Nahum
Todo el libro de Nahum trata del juicio de Dios sobre Nínive. El capítulo 1 da una imagen de Dios como el Guerrero Divino que pelea a favor de su pueblo. Dios es un juez justo; Él “se venga de sus adversarios, y guarda enojo para sus enemigos.”
Aunque anteriormente Dios había mostrado misericordia al perdonar a Nínive ante su arrepentimiento, Él también es “grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable.” Nínive había rechazado a Dios, y ahora Él tomaría venganza.
El contraste central del libro se encuentra en Nahum 1:7-8. Para el justo, “Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia.” Para el malo, “con inundación impetuosa consumirá a sus adversarios.”
El capítulo 2 describe la destrucción de Nínive con imágenes de batallas en las calles y con la metáfora de un león que despedaza a su presa.
El capítulo 3 finaliza el mensaje de Nahum con un “oráculo de aflicción” en el cual anuncia la culpa de “la ciudad sanguinaria” que está “llena de mentira y de rapiña.” Nahum hace una lista de las ofensas de Nínive y luego anuncia el juicio final de Dios: “Mostraré a las naciones tu desnudez, y a los reinos tu vergüenza. Y echaré sobre ti inmundicias, y te afrentaré, y te pondré como estiércol.”[3] El mundo se regocijará con la noticia de la caída de Asiria. “Todos los que oigan tu fama batirán las manos sobre ti, porque ¿sobre quién no pasó continuamente tu maldad?”[4]
Nahum enseña que un Dios santo no dejará el pecado impune. Aunque Dios usó a Asiria para juzgar a Israel y Judá por su pecado, no ignoró los pecados de Asiria. Finalmente, Dios preservó al remanente fiel en Judá y derrotó a sus enemigos. La fidelidad de Dios hacia su pueblo no ha cambiado.
[1] Nahum 3:8 se refiere a la destrucción de Tebas, en Egipto. Esto ocurrió en el año 663 A.C. Nahum predicó entre la caída de Tebas (663 A.C.) y la caída de Nínive (612 A.C.).
Habacuc 2:4 se cita tres veces en el Nuevo Testamento. “El justo por su fe vivirá” es el plan de Dios para su pueblo en todo tiempo.
Contexto Histórico de Habacuc
Habacuc es un libro único entre los libros proféticos; no se dirige a una audiencia específica. Más bien, el libro consiste en un diálogo entre Dios y el profeta.
Habacuc ministró en los años previos a la caída de Jerusalén. Muchos estudiosos creen que el diálogo de Habacuc tuvo lugar en algún momento antes del ascenso de Nabucodonosor al trono de Babilonia en el año 605 A.C. Dentro de los veinte años siguientes a la revelación de Dios a Habacuc, la profecía sería cumplida.
Propósito de Habacuc
El libro de Habacuc revela los propósitos de Dios al profeta. A través de las preguntas de Habacuc y las respuestas de Dios, el profeta aprendió a confiar en el plan soberano de Dios.
Mensaje de Habacuc
Pregunta 1: ¿Por qué prospera Judá a pesar de su maldad? (Habacuc 1:1-11)
Habacuc veía la decadencia espiritual y moral de Judá, y se sentía turbado por la aparente falta de respuesta por parte de Dios. Habacuc preguntó, “¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia?”[1] Para Habacuc, parece que la justicia está siendo pervertida.
La respuesta de Dios sorprende al profeta. Dios le dice a Habacuc que está levantando a los caldeos para juzgar a Judá.[2] Sus caballos correrán más rápido que leopardos; serán como águilas hambrientas de conquista.
Pregunta 2: ¿Cómo puede Dios usar a Babilonia para juzgar a Judá? (Habacuc 1:12 – 2:20)
La primera respuesta de Dios demostró que Dios no estaba ignorando la maldad. Sin embargo, despertó una interrogante aún mayor. ¿Cómo podría Dios juzgar a Judá a través de una nación aún más perversa? Judá verdaderamente merecía juicio, pero Babilonia era aún más perversa que Judá. Habacuc le pregunta a Dios, “¿Por qué… callas cuando destruye el impío al más justo que él…?”[3]
En respuesta, Dios le dijo a Habacuc que escribiera una visión. El juicio era inminente y sucedería tal como Dios lo había prometido. Habacuc debe decidir entre dos respuestas. Puede responder con arrogancia o puede rendirse en fe a los propósitos de Dios.
Este mensaje es seguido por una revelación del plan de Dios para juzgar a Babilonia. A través de una serie de cinco oráculos de aflicción, Habacuc muestra que Babilonia sería forzada a beber de la copa de la ira del Señor. Ellos confiaban en sus ídolos, pero esa confianza era inútil. En contraste con los ídolos vanos, “Jehová está en su santo templo.” La única respuesta apropiada es el silencio ante su soberanía.
Oración de Sumisión de Habacuc (Habacuc 3)
En respuesta a la revelación de Dios, Habacuc se somete a los propósitos de Dios. Habacuc ora para que Dios tenga misericordia en medio del juicio; describe el poder y la soberanía de Dios; y se rinde a los propósitos de Dios. El profeta concluye con una declaración de fe: “Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar.”
Habacuc en el Nuevo Testamento
La declaración de Habacuc, “El justo por su fe vivirá,” se cita tres veces en el Nuevo Testamento. En Romanos 1:17, Pablo cita a Habacuc para mostrar que es por medio de la fe que somos justificados delante de Dios. En Gálatas 3:11, la frase es contrastada con los intentos de los judaizantes de ganar la justificación por las obras de la ley. En lugar de la justicia que se obtiene por la obediencia a la ley, Pablo enseña que “el justo por la fe vivirá.” En Hebreos 10:38, esta frase enfatiza el aspecto continuo de la fe. En vez de retroceder, el justo continúa viviendo por la fe. En el Nuevo Testamento, así como en el Antiguo Testamento, es la fe y la confianza en los propósitos de Dios lo que nos permite agradarle.
Advertir a Judá y a todas las naciones que el día del Señor vendrá
El Evangelio en Sofonías
Sofonías mira hacia el día cuando todas las naciones adorarán al Dios de Israel. Esto se cumple en una iglesia compuesta por judíos y gentiles por igual (Efesios 3:1-6).
Contexto Histórico de Sofonías
El nombre Sofonías significa “el Dios que oculta,” nombre que indica que sus padres probablemente fueron fieles a Dios durante los días de la apostasía de Judá bajo el reinado de Acaz. Sofonías profetizó durante el reinado de Josías, el último rey bueno de Judá. Fue contemporáneo de Habacuc y Jeremías. Dado que Sofonías se refiere a la caída de Nínive como un evento futuro, su ministerio al parecer terminó antes del año 612 A.C.[1]
El inicio de Sofonías se remonta cuatro generaciones hasta el rey Ezequías.[2] Él era parte de la familia real, y puede haber sido pariente del rey Josías.
Propósito de Sofonías
Más que cualquier otro profeta, Sofonías proclamó el día del Señor. Seis veces en este pequeño libro el profeta se refiere al día del Señor. Al igual que Joel, Ezequiel y Amós, Sofonías mostró que este día traería juicio para los desobedientes y bendición sobre los fieles. Sofonías mostró que el día del Señor afectaría a todos los pueblos, no sólo a Judá y al pueblo del pacto.
Mensaje de Sofonías
Sofonías habló primero del juicio de Dios sobre Judá. Judá se había vuelto a la adoración de Baal, el “señor del cielo,” y de otros dioses. Por esta razón, Dios iba a castigar a la nación. Las casas de Jerusalén quedarían desoladas. El día del Señor se revelaría como un “día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento, día de trompeta y de algazara sobre las ciudades fortificadas, y sobre las altas torres.”[3]
Luego Sofonías habló a las naciones. Los filisteos sufrirían juicio; Moab y Amón serían arruinados; Etiopía (Cus) moriría a espada; y Asiria sería destruida. El día del Señor sería un día de juicio sobre todos estos pueblos.
Los oyentes judíos de Sofonías probablemente se alegraron al oír que sus enemigos serían condenados. Sin embargo, Sofonías pronto vuelve al tema del juicio sobre Judá. “¡Ay de la ciudad rebelde y contaminada y opresora!”[4] Tristemente, esta ciudad contaminada y corrupta era Jerusalén. Sus líderes políticos, jueces, profetas y sacerdotes son condenados porque se negaron a aceptar la corrección de Dios. Como resultado, el juicio derramado sobre “las naciones” también vendría sobre Judá.
El día del Señor es un día de juicio. Pero si el pueblo se arrepiente, puede ser un día de restauración. Dios promete que quedará un remanente en Judá que “confiará en el nombre de Jehová” y que “no hará injusticia ni dirá mentira.”[5] Para este grupo Dios promete protección de sus enemigos.
En los últimos versículos de Sofonías, Dios promete la restauración final de Jerusalén. Dios restaurará a su pueblo y los pondrá “para renombre y para alabanza entre todos los pueblos de la tierra.”
► Los Profetas Menores llevaron el mensaje de Dios a todas las naciones. Este mensaje es muy específico para la audiencia del profeta. De acuerdo con 2 Timoteo 3:16, toda la Escritura es útil para todos los cristianos en todas las épocas. ¿De qué manera habla el mensaje de los Profetas Menores a nuestro mundo hoy?
Una Mirada Más de Cerca a la Interpretación del Antiguo Testamento
Para muchos lectores, los libros proféticos del Antiguo Testamento son algunos de los libros más complejos de la Biblia. Algunos lectores asumen que estos antiguos libros de profecía no tienen un mensaje para nosotros hoy. Otros intérpretes buscan mensajes ocultos en estos libros. Estos dos enfoques pierden de vista las verdades centrales de los profetas del Antiguo Testamento.
¿De qué manera la profecía del Antiguo Testamento habla a los cristianos hoy? Scott Ducall y Daniel Hays sugieren el siguiente modelo para interpretar y aplicar la Biblia en nuestro mundo. Es un modelo que funciona muy bien para interpretar los libros proféticos. Este modelo hace cinco preguntas sobre el texto bíblico.[1]
(1) Su Pueblo: ¿Cuál fue el mensaje original del profeta?
Esta pregunta se refiere a cómo los oyentes originales escucharon al profeta. 1) ¿Cuál fue el mensaje del profeta para su tiempo? Esto ayuda a conectar nuestra interpretación con el mensaje original. Es peligroso “descubrir” en las Escrituras un mensaje que los oyentes originales no habrían reconocido.[2]
Por ejemplo, Nahum predicó un mensaje de condenación para Nínive. Sus oyentes escucharon el anuncio de que Nínive sería destruida por su crueldad, su inmoralidad sexual y su adoración de otros dioses. Este fue el mensaje original del profeta.
(2) El Río: ¿Qué separa a los oyentes originales de nuestros días?
Esta pregunta estudia cómo la cultura, el lenguaje, el tiempo y la situación actuales difieren del contexto bíblico. También considera la diferencia entre el nuevo pacto y el pacto antiguo.
Nahum fue dirigido a una ciudad específica en un tiempo particular. Cuando leemos Nahum, sabemos que la ciudad de Nínive ya no existe. La mayoría de los lectores hoy no viven en una nación que pisotea cruelmente al resto del mundo. Más aún, vivimos en un nuevo pacto en el que el juicio inmediato de Dios sobre las naciones no siempre se observa con tanta claridad como en el antiguo pacto.
(3) El Puente: ¿Cuál es el principio detrás del mensaje original del profeta?
Esta pregunta requiere que el lector vaya más allá del contexto inmediato del profeta para encontrar el principio que su mensaje enseña. Este principio permanece a través de todas las épocas y las culturas. No está limitado a la audiencia inmediata del profeta.
Aunque hay muchas diferencias entre nuestro mundo y el mundo de Nahum, el principio de la justicia de Dios es universal. Un Dios santo y justo no podía ignorar los pecados de Asiria. La justicia de Dios se observa a lo largo de las Escrituras y a través de la historia humana; el mensaje no está limitado a Nínive.
(4) El Mapa: ¿Cómo se observa el principio en el resto de las Escrituras?
Esta pregunta considera el pasaje en estudio a la luz de toda la revelación bíblica, lo cual ayuda a asegurar que no se tome el pasaje fuera de su contexto bíblico y que no se llegue a “encontrar” un principio que contradiga el resto de las Escrituras. En el caso de pasajes del Antiguo Testamento, este paso da especial atención a lo que la venida de Jesucristo revela acerca del principio.
Si examinamos el principio de la justicia de Dios en el resto de las Escrituras, vemos que Nahum se ajusta al resto de la enseñanza bíblica sobre la naturaleza de Dios. El Pentateuco enseña que Dios debe castigar el pecado. Los libros históricos muestran su justicia en acción – incluso contra su propio pueblo de Israel. Los profetas testifican repetidamente de la justicia de Dios. En el Nuevo Testamento, Jesús habla del amor y la misericordia de Dios, pero también habla del juicio de Dios.[3] Pablo nos recuerda que “Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.”[4]
(5) Nuestro Pueblo: ¿Cómo se aplica el principio en el mundo actual?
Este es el punto en el que el lector pasa de la interpretación a la aplicación. Este paso pregunta cómo debemos poner en práctica el principio en nuestros días.
Cuando leemos Nahum, nos preguntamos, “¿Cómo vemos la justicia de Dios en el mundo hoy?” y “¿Cómo debemos vivir a la luz de la justicia de Dios?” Quizás la justicia de Dios no se vea de una manera tan dramática e inmediata como se veía en el Antiguo Testamento. Sin embargo, la justicia de Dios sigue siendo la misma, y su juicio es seguro. Al llevar la Palabra de Dios a nuestro mundo, no sólo debemos hablar de su misericordia, sino también de su juicio. Este mensaje no es más popular hoy que en los días de los profetas del Antiguo Testamento, pero es una verdad esencial que debe ser predicada por aquellos que son fieles a toda la Palabra de Dios.
[1] Adaptado de J.Scott Duvall y John Daniel Hays. Entendiendo la Palabra de Dios, 3era ed. Zondervan, 2012.
[2] El término técnico para la interpretación de las Escrituras es exégesis – interpretar o “derivar” del texto su significado. Lo opuesto de exégesis es eiségesis. Eiségesis parte de las ideas propias del lector y proyecta esas ideas en el texto. Como estudiosos de las Escrituras, debemos partir del significado original, no de nuestras propias ideas.
[3] Mateo 11:20-24 es uno de los muchos ejemplos de los mensajes de Jesús sobre el juicio venidero.
Lea un libro entero de una sola vez para obtener un panorama general del mensaje del profeta.
Estudie al autor. Con base en la información que se da al inicio del libro profético, responda tantas preguntas como pueda acerca del profeta:
¿De dónde era?
¿Qué sabemos acerca de sus padres?
¿Cuál era su ocupación?
¿Qué sabemos de su familia?
¿Dónde y por cuánto tiempo ministró?
Estudie el contexto histórico. Busque la siguiente información:
¿A quién profetizó?
¿Cuáles reyes gobernaron durante su ministerio?
¿Cuáles eran las condiciones espirituales y sociales de su tiempo?
¿Cuáles otros profetas ministraron al mismo tiempo?
Lea el libro una segunda vez y escriba un título para cada capítulo que resuma su contenido. Mientras lee, subraye o resalte las palabras que se repiten varias veces en el texto. Al finalizar, identifique los temas importantes del libro.
Anote los pecados principales que se mencionan en el libro.
Anote las principales profecías que se encuentran en el libro.
Escriba un resumen de una página sobre el libro, basándose en las respuestas a las preguntas anteriores.
[1]Adaptado del libro de Danny McCain, Notes on Old Testament Introduction (Notas Introductorias al Antiguo Testamento). Africa Christian Textbooks, 2002. Págs. 347-348.
Asignaciones
Demuestre su comprensión de esta lección con las siguientes asignaciones:
(1) Complete una de las siguientes asignaciones:
Opción 1: Trabajo Grupal
Analicen uno de los Profetas Menores usando el modelo sugerido en “Una Mirada Más de Cerca a la Profecía del Antiguo Testamento.” Comenten el mensaje original del profeta, las diferencias entre su mundo y nuestro mundo, y el principio que se enseña en el mensaje del profeta. Identifiquen 2-3 formas en las que el mensaje del profeta debería ser aplicado en el mundo actual.
Opción 2: Trabajo Individual
Analice uno de los Profetas Menores usando la “Guía Para el Estudio Personal de los Profetas Menores.”
(2) Haga el examen correspondiente a esta lección. En el examen se incluyen los versículos asignados para memorizar.
Preguntas de Examen – Lección 13
(1) ¿Cuál es el propósito del libro de Abdías?
(2) ¿Cuál es el tema del libro de Jonás?
(3) Anote dos formas en las que el libro de Jonás muestra la soberanía de Dios.
(4) ¿Cuáles son las dos lecciones que enseña el libro de Jonás?
(5) Según Miqueas, ¿cuáles son tres características que resumen las demandas de la ley?
(6) ¿Cuál profecía del nacimiento de Jesús se encuentra en Miqueas?
(7) ¿Cuál fue la audiencia del libro de Nahum?
(8) Anote las dos preguntas de Habacuc y las respuestas de Dios.
(9) ¿Cuál es el tema principal de Sofonías?
(10) ¿Cuáles son los cinco pasos del modelo sugerido para interpretar la profecía del Antiguo Testamento?
(11) Escribe Miqueas 6:8; Nahum 1:7-8; Habacuc 3:2 de memoria.
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