Los libros de la Biblia desde Josué hasta Ester se conocen como los “libros históricos.” En ellos se registra la historia de Israel desde la conquista de Canaán, pasando por la destrucción del templo de Jerusalén en 586 A.C., hasta el retorno en 536 A.C.
Los libros históricos
Teocracia
Josué – Rut
1405-1043 A.C.
Monarquía
Samuel – Crónicas
1043-586 A.C.
Retorno del Exilio
Esdras – Ester
536-420 A.C.
En la Biblia hebrea, la mayoría de estos libros (Josué, Jueces, Samuel y Reyes) se conocen como los “Profetas Anteriores.” Un “profeta” comunica el mensaje de Dios al pueblo. Los libros históricos son más que historias interesantes sobre Israel; ellos proclaman el mensaje de Dios para su pueblo.
En Josué y Jueces, Dios enseña que Él recompensa la fidelidad y juzga la infidelidad. En Reyes, Dios muestra que el exilio fue el resultado de la rebelión de Israel. En Esdras y Nehemías, Dios le asegura nuevamente a Israel que no los ha olvidado. Los libros históricos muestran la fidelidad de Dios hacia su pueblo, su “eterna misericordia” para Israel.
Estos libros son “historia con propósito.” Muestran a Dios trabajando en la historia de Israel. Por esta razón, estos libros son valiosos para los cristianos de nuestros días; demuestran cómo Dios trabaja en la historia humana para cumplir sus propósitos.
Los tres primeros libros históricos registran la historia de Israel como una teocracia (gobierno directo de Dios). Con Moisés y Josué como los representantes de Dios, este tipo de gobierno fue exitoso. Desafortunadamente, la infidelidad de Israel durante el tiempo de los jueces condujo a problemas sociales. Una monarquía (el gobierno de un rey) se hizo necesaria con el fin de unificar la nación.
Josué
Tema: La Conquista de Canaán
Redimir a Israel de la esclavitud era el inicio del plan de Dios para su pueblo; la posesión de Canaán era el siguiente paso en el cumplimiento de la promesa de Dios a Abraham. En Josué, el Guerrero Divino lleva a su pueblo al descanso prometido. Josué continúa la historia que empezó en Éxodo y que fue retrasada por la desobediencia de Israel en Números.
Josué muestra la fidelidad de Dios hacia Israel cuando ellos son fieles a él. La obediencia a Dios trae bendición, principio enseñado en Deuteronomio. Esto se demuestra en Jericó y en la batalla contra la coalición de reyes en Josué 10. La desobediencia a Dios trae juicio; esto se demuestra en Hai. De este modo, Josué presagia la historia posterior de Israel.
Autor y Fecha
Los eventos del libro de Josué ocurrieron entre los años 1405 y 1380 A.C. Durante este período, Canaán estaba bajo el control nominal de Egipto, pero con poca intervención directa. Como resultado, los cananeos no pudieron enfrentar el ataque de Israel como una fuerza unificada.
Probablemente, Josué fue escrito poco después de los eventos registrados en el libro. Josué 24:26 sugiere que Josué es el autor del libro. Al igual que en Deuteronomio, se agregaron algunos versículos posteriormente, que narran la muerte del autor.[1]
Panorama General de Josué
La Conquista de Canaán: Josué 1-12
Entrada a la Tierra Prometida (Josué 1-5)
El libro de Josué inicia cuando Dios se aparece a Josué después de la muerte de Moisés. Dios promete estar con Josué tal como había estado con Moisés.
En preparación para la conquista, Josué envió dos espías para reconocer la tierra, en especial Jericó. Los espías fueron protegidos por Rahab, una prostituta de la ciudad. Rahab pidió a los espías que la protegieran cuando Israel conquistara la ciudad. Ella dio testimonio de su fe en el Dios de Israel. En un ejemplo de salvación por gracia en el Antiguo Testamento, esta prostituta gentil heredó las promesas dadas a Israel y llegó a ser parte del linaje mesiánico.[2]
En vez de que Israel entrara a Canaán por el sur (la ruta más directa), Dios hizo que Josué guiara a las tribus a través del Río Jordán. Este milagro, semejante al paso del Mar Rojo bajo Moisés, confirmó a Josué como el líder escogido por Dios para su pueblo.[3]
Después de cruzar el Jordán, Josué reinstituyó dos ceremonias conmemorativas del pacto. Primero, después de años de vagar en el desierto, durante los cuales Israel descuidó la práctica de la circuncisión, los varones fueron circuncidados. Segundo, la Pascua se celebró por primera vez en la Tierra Prometida.
Conquista de la Tierra (Josué 6-12)
La conquista de Canaán muestra que cuando Israel permanecía fiel a Dios, Dios les daba la victoria sobre sus enemigos. Al obedecer las instrucciones de Dios de marchar alrededor de Jericó, Israel obtuvo una gran victoria. Sin embargo, a causa del pecado de Acán, Israel fue derrotado en una ciudad mucho más pequeña, Hai. Una vez que Acán fue castigado, Dios le dio a Israel la victoria sobre Hai y luego sobre Bet-el.
La historia de los gabaonitas sirve como una advertencia para los líderes. El plan de Dios era que Josué derrotara a todos los pueblos de Canaán. Los líderes de Gabaón, una ciudad de Canaán, engañaron a Josué, haciéndole creer que venían desde muy lejos. Sin buscar la dirección de Dios, Josué hizo un pacto con los gabaonitas.[4] Los resultados de esta decisión precipitada causaron sufrimiento a Israel cientos de años después, durante el reinado de David.[5]
El resultado inmediato de este tratado fue que los reyes cananeos del sur atacaron Gabaón. Debido al tratado, Israel fue en rescate de Gabaón. Dios peleó a favor de Israel, y ese día “el sol se detuvo,” y Dios hizo caer grandes piedras desde el cielo sobre los enemigos de Israel. El tema del poder de Dios a favor de su pueblo se repite a lo largo de Josué 10: “Y Jehová los llenó de consternación”; “Jehová arrojó desde el cielo grandes piedras”; “Jehová entregó al amorreo”; “porque Jehová peleaba por Israel.” La victoria sobre los cananeos se obtuvo gracias al poder de Dios, no por la fuerza de Israel.
Josué 11 narra la victoria sobre el norte de Canaán. Hacia el final de Josué 12, Israel controla la mayor parte del territorio de Canaán, después de una conquista de aproximadamente siete años.
El Asentamiento en Canaán: Josué 13-24
División de la Tierra (Josué 13-21)
Aunque Israel ya tenía control efectivo de la tierra, había algunos focos de resistencia de pueblos nativos. A cada una de las tribus se les dio la responsabilidad de completar la conquista. Desafortunadamente, Jueces muestra que las tribus no cumplieron con esta misión.
Josué 14-19 registra la división de la tierra entre las tribus. De especial importancia para la historia de Israel fue la designación de seis “ciudades de refugio” y cuarenta y ocho ciudades para los levitas. Las ciudades de refugio brindaban protección a las personas que mataran a alguien accidentalmente.[6] La persona que huía a una ciudad de refugio recibía protección de una venganza injusta por parte de la familia de la persona a la que había matado. A su vez, el hecho de que el asesino debía permanecer en la ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote refleja el alto valor de la vida en la ley mosaica; incluso una muerte accidental se tomaba con gran seriedad.
Los levitas no recibieron un territorio propio en heredad. En su lugar, esta tribu quedó repartida en toda la tierra, de modo que vivieran en medio del pueblo para brindar guía espiritual para todo Israel.
Sirviendo a Dios en la Tierra (Josué 22-24)
Esta sección empieza con una historia que ilustra la unidad de la nación. Israel no era una confederación de tribus independientes; era una sola nación sirviendo al único Dios. Los capítulos 23 y 24 presentan el desafío final de Josué para el pueblo. En una escena que recuerda los discursos finales de Moisés en Deuteronomio, Josué llama al pueblo de Israel a reafirmar su compromiso con Dios en una ceremonia de renovación del pacto. El libro termina con la muerte de Josué a la edad de 110 años.
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Al final de Deuteronomio, Moisés puso sus manos sobre Josué para simbolizar la transferencia del liderazgo. Al final de Josué no hay una transferencia clara del liderazgo a otro líder. Por el contrario, en una frase que presagia los problemas que se dieron en Jueces, Josué afirma, “Y sirvió Israel a Jehová todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo de los ancianos que sobrevivieron a Josué y que sabían todas las obras que Jehová había hecho por Israel.”[7] El inicio de Jueces muestra que los valores de Josué no fueron transmitidos a la siguiente generación.
Deuteronomio
Josué
Termina con una renovación del pacto (29-32)
Termina con una renovación del pacto(23-24)
Termina con la muerte de un gran líder, Moisés
Termina con la muerte de un gran líder, Josué
Provisión para una transferencia del liderazgo
No hay provisión para una transferencia del liderazgo
La guerra santa es regulada en Deuteronomio 20. Este capítulo da lineamientos para la conducta de Israel en la guerra.
En años recientes, dos factores han llevado a retomar la discusión acerca de los mandatos de Dios de destruir a los cananeos. Primero, los escépticos se apoyan en este mandato para argumentar que Jehová era una deidad sedienta de sangre, que no debería ser adorada, sino condenada. Segundo, el levantamiento de la yihad islámica, el Holocausto, y los genocidios en lugares como Rwanda y Bosnia han llevado a algunos cristianos a preguntar, “¿No es la yihad lo mismo que la guerra santa que se le ordenó dirigir a Josué?” “¿No fue el Israel del Antiguo Testamento culpable de las mismas atrocidades que se cometen hoy en día en nombre de Alá?”
Estos cuestionamientos van más allá del alcance de un breve estudio como este; sin embargo, hay algunos principios que se deben tener en cuenta al estudiar Josué.[1]
(1) La guerra santa refleja la justicia de Dios. Los cananeos (como todas las personas) eran pecadores que estaban sujetos al juicio justo de Dios. Se puede decir que la sorpresa no es que Dios destruyera a los cananeos, sino que no haya destruido al resto de la raza humana.[2] Todos los seres humanos merecen el juicio de Dios.
El testimonio de Rahab a los espías israelitas muestra que los cananeos habían escuchado del poder de Dios.[3] No obstante, a excepción de Rahab, ningún cananeo se arrepintió y se volvió a Dios. La disposición de Dios para salvar a Rahab (y en una generación posterior, a Nínive) sugiere que el arrepentimiento de los cananeos habría podido traer la misericordia de Dios.
(2)La guerra santa refleja la soberanía de Dios sobre la tierra. La Tierra Prometida (como toda la tierra) le pertenece a Dios. Dios no “tomó” la tierra de los cananeos; la tierra era de Dios y Él podía dársela a quien quisiera. En el Antiguo Medio Oriente todas las guerras eran consideradas guerras santas, guerras entre los dioses.[4] En las plagas de Egipto, Jehová demostró ser más grande que los dioses de los cananeos. La guerra de Israel contra los cananeos era una guerra contra los dioses de Canaán. La victoria de Israel demostró la soberanía de Dios sobre todo el mundo.
(3) La guerra santa refleja la santidad de Dios. El Dios santo buscó proteger a su pueblo de la corrupción de la idolatría de Canaán. La seriedad de este aspecto se observa en el libro de Jueces; el pueblo de Israel pronto fue atraído por los dioses de los cananeos que sobrevivieron. Sólo la total destrucción de los cananeos habría protegido a Israel de la apostasía. La guerra santa de Josué enseñó a Israel y a las naciones la naturaleza santa de Dios.
(4) La guerra santa refleja el amor de Dios. Desde Génesis 3:15 y a lo largo de todo el Antiguo Testamento, el propósito de Dios es enviar al Mesías a través del linaje de Abraham. Abraham y sus descendientes son bendecidos con el fin de bendecir a todas las naciones. Con el fin de lograr este propósito, Dios debía proteger a la nación de Israel de la corrupción de la idolatría cananea. Por difícil que parezca, la destrucción de los cananeos refleja el propósito amoroso de Dios para todas las naciones.
La guerra santa tuvo lugar en un momento específico de la historia, y no es un patrón para los cristianos en la actualidad. No es una defensa contra las atrocidades modernas que se cometen en nombre de la religión. La ley Mosaica distinguía entre las batallas que se peleaban fuera de la Tierra Prometida y las batallas que se peleaban en ella; hoy en día nadie se encuentra en la posición de Israel en el tiempo de la conquista de Canaán.[5] Como vimos en “Una Mirada Más de Cerca a la Ley,” debemos leer Josué a través del lente de la venida de Cristo.
Finalmente, en respuesta a los escépticos, debemos señalar que esto no fue una limpieza étnica; fue una guerra religiosa contra la idolatría. No hay “neutralidad” en lo que respecta a Dios; o nos volvemos a Dios en fe o lo rechazamos en rebelión. Aquellos que rechazan a Dios (tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento) enfrentan su juicio.
Más adelante en su historia, Israel cayó en la idolatría. En respuesta, Dios declaró la guerra a su propio pueblo.[6] La guerra contra los cananeos fue terrible; sin embargo, no fue genocidio. Aunque nos hace sentir incómodos, la guerra de Josué fue un reflejo de un Dios santo, justo y amoroso, que no justifica el pecado.
[1] Para más información sobre este tema, lea:
+ Stanley Gundry, Show Them No Mercy: Four Views on God and Canaanite Genocide(No les Tengas Misericordia: Cuatro Perspectivas Acerca de Dios y el Genocidio Cananeo), Zondervan, 2003.
+ Paul Copan, Is God a Moral Monster?: Making Sense of the Old Testament God (¿Es Dios un Monstruo Moral? Hallando Sentido al Dios del Antiguo Testamento), Baker Books, 2011.
[2] Daniel Gard en Stanley Gundry, Show Them No Mercy: Four Views on God and Canaanite Genocide, Zondervan, 2003, p. 140.
[4] Antiguo arte asirio muestra al rey de Asiria y al dios Assur sosteniendo un arco para pelear contra los enemigos de Asiria; una victoria del rey asirio era vista como una victoria de Assur. Vea también 1 Samuel 5:2 donde los filisteos interpretan su victoria sobre Israel como una victoria de Dagón sobre Jehová.
Jueces inicia con las tribus cooperando en la conquista de Canaán; el libro termina con las tribus envueltas en una guerra civil luego de un crimen terrible cometido por miembros de la tribu de Benjamín. Jueces inicia con el pueblo sirviendo a Dios; el libro termina con apostasía religiosa y caos social.
La causa de la decadencia de Israel se resume en Jueces 2:6-11. Después de las grandes victorias registradas en Josué, y después de la renovación del pacto al final del libro de Josué, Jueces muestra cuán rápidamente Israel cayó en la apostasía. Siete veces, “Israel hizo lo malo ante los ojos de Jehová.”[1]
¿Cuál fue la causa de este trágico declive? El libro de Jueces responde esta pregunta con dos afirmaciones.[2] Primero, “no había rey en Israel.” Probablemente, Jueces fue escrito durante los primeros años de la monarquía y muestra la necesidad de un rey para unificar la nación. Segundo, “cada uno hacía lo que bien le parecía.” En vez de una nación unida en fiel obediencia a Dios, cada hombre seguía su propio camino.
El propósito de Jueces es mostrar los resultados de la apostasía de Israel. Repetidamente, Jueces señala que Dios “entregó” a Israel en manos de sus enemigos a causa del pecado de Israel. Las maldiciones de Deuteronomio 27-28 se cumplen en Jueces.
Autor y Fecha
Los eventos de Jueces abarcan aproximadamente los años 1380 a 1050 A.C. El autor no se identifica en el libro mismo, aunque la tradición judía identifica a Samuel como el autor. Probablemente fue escrito durante los inicios de la monarquía, antes de que David tomara Jerusalén de manos de los jebuseos.[3]
¿Qué es un Juez?
Un “juez” no era un oficial del sistema legal como lo concebimos hoy en día. Tampoco era un oficial político como un rey, ni un líder religioso como un sacerdote. Los jueces eran líderes militares que Dios usó para liberar a su pueblo de la opresión. Los jueces gobernaban sobre las tribus de forma individual, no sobre la nación entera. El gobierno de los jueces probablemente se traslapaba, ya que un juez gobernaba una tribu o grupo de tribus al mismo tiempo que otro juez gobernaba otra tribu o grupo de tribus.
Panorama General de Jueces
Las Raíces de la Apostasía de Israel (Jueces 1:1 – 3:6)
En el tiempo de los Jueces, las tribus de Israel controlaban las regiones montañosas mientras que los cananeos tenían el control de las regiones costeras. Israel fracasó en completar la conquista iniciada bajo Josué. Jueces da dos razones de por qué la conquista quedo incompleta. Jueces 1:19 da una razón humana; Judá “no pudo arrojar a los que habitaban en los llanos, los cuales tenían carros herrados.” Desde una perspectiva humana, los cananeos eran mucho más fuertes que Judá.
Sin embargo, podríamos preguntar, “¿No era Dios más fuerte que los carros herrados de los cananeos? Jueces 2 revela una causa más profunda de la conquista incompleta. Incluso en los días de la conquista, Israel no obedeció a Dios por completo. Dios juzgó su desobediencia y dejó a algunos habitantes en la tierra para ser “azotes para vuestros costados” y para probar a Israel.[4]
Ciclos de Apostasía y Liberación (Jueces 3:7 – 16:31)
Estos capítulos describen seis ciclos de apostasía y liberación. El patrón se introduce en Jueces 2 y luego se ilustra en la vida de los jueces. En seis ocasiones:
Los hijos de Israel “hicieron lo malo ante los ojos de Jehová.”
El Señor los “entregó” en manos de sus enemigos.
A causa de la opresión, los hijos de Israel “clamaron a Jehová.”
Dios levantó jueces que los libraban “de mano de los enemigos.”[5]
Jueces muestra una decadencia constante en la calidad de los jueces. No se dice nada negativo del primer juez, Otoniel. “El Espíritu de Jehová vino sobre él” y fue usado por Dios para liberar a Israel.[6] Los jueces que sucedieron a Otoniel no llegaron a igualar su descripción.
Aod logró la victoria a través del engaño.[7] Débora fue una líder fiel, pero su cántico de victoria revela una nación dividida en dos bandos rivales.[8]
Gedeón tardó en creerle a Dios, y necesitó tres milagros como confirmación del llamado de Dios. Posteriormente llevó a Israel a la adoración de ídolos.[9]
A diferencia de los jueces anteriores, no se menciona que Dios haya “levantado” a Jefté. Fue el pueblo quien lo escogió para dirigir a Galaad. Jefté ve a Dios como una deidad con la cual se puede negociar y hace un voto insensato para ganar el favor de Dios.[10]
El último de los jueces, Sansón, no es más que una sombra del ideal de Dios para un líder. Sansón rompió sus votos nazareos y se involucró en uniones inmorales con mujeres cananeas. Finalmente, Sansón fue más exitoso en su muerte que en vida.[11]
Dios usó a los jueces para liberar a su pueblo. No obstante, un estudio del libro de Jueces muestra el continuo declive de la nación hacia la apostasía espiritual, la decadencia moral y el caos social.
El Colapso de la Sociedad de Israel (Jueces 17 – 21)
Jueces termina con dos historias que muestran el colapso de la sociedad de Israel. La historia de la tribu de Dan, que tomó el ídolo y el sacerdote de Micaía, muestra el colapso de la vida religiosa.[12] Israel llego a ser culpable de la idolatría que trajo el juicio de Dios sobre los cananeos. ¿A qué se debió esta decadencia espiritual? “En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía.”[13]
La horrible historia de la violación y el asesinato de la concubina del levita nos recuerda la historia de Sodoma y Gomorra. Israel cayó en los mismos pecados sexuales y la misma violencia de los cananeos. Como consecuencia del crimen de los hijos de Benjamín, Israel entró en una guerra civil. ¿A qué se debió esta decadencia moral y social? “En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía.”[14]
Dos frases revelan la importancia de Rut para la historia del Antiguo Testamento. En primer lugar, la historia de Rut tuvo lugar “en los días que gobernaban los jueces.”[1] Esto muestra que en una época de apostasía religiosa, hubo una joven que permaneció fiel a Dios. Sorprendentemente, este modelo de virtud era una mujer moabita. Mientras el pueblo de Israel sucumbía en el caos que vemos al final de jueces, una joven moabita fue fiel a Jehová.
En segundo lugar, Booz y Rut tuvieron un hijo: “Y lo llamaron Obed. Este es padre de Isaí, padre de David.”[2] Como la bisabuela de David, Rut es importante en la historia nacional de Israel.
Rut: Un Drama en Cuatro Actos
Primer Acto: Noemí y Rut Regresan a Belén (Rut 1)
El relato de Rut toma la forma de una historia corta en la que los personajes y el escenario se describen en un breve párrafo. El contexto es “el tiempo de los jueces.” Los lugares son Belén y Moab. Los personajes principales son israelitas y moabitas ordinarios.
Elimelec y su familia viajan a Moab para escapar de la hambruna en la tierra de Judá. Viven allí por diez años, durante los cuales los dos hijos de Elimelec se casan con mujeres moabitas. Los tres hombres mueren en Moab y Noemí decide regresar sola a Belén.
Orfa, una de las viudas, se queda en Moab. La otra viuda, Rut, insiste en regresar a Belén con su suegra. En una asombrosa declaración de compromiso, Rut promete vivir y morir con Noemí, y servir al Dios de Israel.
Las dos mujeres regresan a Belén, pero Noemí ha sufrido tanto que pide a la gente de la cuidad de que la llamen Mara (“Amarga”) en vez de Noemí (“Grata”).
Segundo Acto: El Encuentro entre Rut y Booz (Rut 2)
Debido a la ley de la siega,[3] Rut puede recoger alimento para ella y Noemí. Rut va a recoger espigas en el campo de Booz, un pariente rico de Elimelec, su suegro fallecido.
Cuando Booz ve a Rut trabajando en su campo, hace arreglos para protegerla y proveerle una ración extra de cebada. Aunque puede parecer que el encuentro entre Booz y Rut fue una coincidencia, Noemí reconoce la mano de Dios.[4] Ella le dice a Rut que se quede en el campo de Booz durante la cosecha del trigo y la cebada.
Tercer Acto: Rut le Propone Matrimonio a Booz (Rut 3)
Al ser un pariente cercano de Elimelec, Booz asume la posición de “pariente-redentor,” cumpliendo la tradición del Antiguo Testamento del levirato.[5] En Israel, toda la tierra debía permanecer en la familia a la cual se le había dado después de la conquista. Si una familia se veía obligada a vender su propiedad durante tiempos difíciles, el pariente-redentor tenía la responsabilidad de redimir la propiedad y restaurarla a la familia original. Con la esperanza de que Booz cumpla este rol, Noemí idea un plan para que Rut le proponga matrimonio a Booz.
A través de una acción ritual en la era de Booz, Rut le propone a Booz que la tome por esposa. Booz accede a la petición de Rut, aunque admite que hay otro pariente más cercano que él. Este pariente debe tener la oportunidad de redimir la herencia de Noemí.
Cuarto Acto: Booz Actúa como el Pariente-Redentor de Rut (Rut 4)
La mañana siguiente, Booz fue a la puerta de la ciudad donde se efectuaban los negocios. Cuando pasó el otro pariente cercano, Booz le habló de la oportunidad de comprar la tierra que había pertenecido a Elimelec. Este pariente, cuyo nombre no se menciona, quiere redimir la propiedad. Sin embargo, cuando Booz le dice que debe casarse con Rut como parte de la redención, el pariente no quiere “dañar” su propia heredad. Al casarse con Rut, los hijos que tuviera con ella llevarían el nombre y recibirían la herencia del primer esposo de Rut. Esto podía dividir su propiedad y afectar la herencia de sus hijos. Para proteger su heredad, el pariente declina la oportunidad.
Esto despeja el camino para que Booz y Rut se casen. Dios les da un hijo, y Noemí se convierte en el personaje central al final del libro. Noemí perdió dos hijos; ahora sostiene en sus brazos al hijo de Rut y Booz.
Al igual que Ester, otro breve relato acerca de una mujer que es fiel en medio de una situación difícil, el libro de Rut muestra la soberanía de Dios en lo que parece ser una coincidencia. Rut se convierte en la bisabuela de David y llega a ser parte del linaje de Jesucristo.
[5] El levirato era el matrimonio de un pariente cercano con la viuda de un hombre fallecido, con el propósito de mantener el nombre y la herencia del primer esposo. El pariente mencionado en Rut 4:6 no quiere casarse con Rut, pues eso dañaría sus derechos de herencia.
Conclusión
Josué – Rut en el Nuevo Testamento
El nombre Jesús es la forma griega del Nuevo Testamento del nombre hebreo Josué. Así como Josué dirigió al pueblo hacia Canaán, Jesús guía al pueblo de Dios fuera de la esclavitud, hacia el descanso del Sabbath.[1]
A pesar de la decadencia de la sociedad israelita, algunos de los jueces son vistos como ejemplos de fe en Hebreos 11. Gedeón, Barac, Jefté, e incluso Sansón son honrados por su fe en Dios. Aunque estos hombres no siempre vivieron al máximo de su potencial, Dios trabajó a través de ellos para cumplir sus propósitos.
Rut es una de las cuatro mujeres que se mencionan en la genealogía de Jesús.[2] La fidelidad de esta viuda moabita le ganó un lugar en el linaje del Mesías. Hay varias semejanzas entre las historias de Rut y María. En ambas historias hay un nacimiento en Belén. Sus protagonistas son mujeres de poco prestigio (una moabita y una joven soltera que queda embarazada) que son fieles a Dios. Ambas historias muestran que Dios bendice a aquellos que son fieles a él.
Estos libros demuestran el principio de la siembra y la cosecha presentado en Deuteronomio. Josué y Rut muestran la bendición de Dios sobre aquellos que son fieles. Jueces muestra el juicio de Dios sobre aquellos que desobedecen.
Josué – Rut Nos Hablan Hoy
En los países donde hay conflicto entre el Islam y el Cristianismo, el tema de la guerra santa sigue confrontando a la iglesia. Los cristianos en esos países deberían estudiar cuidadosamente los principios mencionados en “Una Mirada Más de Cerca a la Guerra Santa” a la luz de los conflictos actuales.
En una escala más amplia, los cristianos hoy en día enfrentan las situaciones de fidelidad e infidelidad que enfrentaron Josué, Rut, y el pueblo de la época de los jueces. Actualmente no vivimos en una teocracia, por lo que la respuesta de Dios a menudo no es tan inmediata y tan visible como en el Antiguo Testamento. No obstante, esto no significa que la infidelidad no sea juzgada o que la fidelidad no sea recompensada. Los ejemplos de Josué y Rut, así como el ejemplo negativo de Sansón, sirven para recordarnos que Dios continúa buscando un pueblo que sea fiel a él.
Demuestre su comprensión de esta lección con las siguientes asignaciones:
(1) Elija una de las siguientes asignaciones:
Opción 1: Trabajo Grupal
Asigne a cada miembro del grupo que estudie a uno de los siguientes jueces: Gedeón, Débora, Jefté y Sansón. Discutan las fortalezas y dificultades de cada juez.
Opción 2: Trabajo Individual
Escriba un sermón sobre la vida de uno de los jueces. Describa cómo Dios actuó a través del juez para cumplir sus propósitos.
(2) Haga el examen correspondiente a esta lección. En el examen se incluyen los versículos asignados para memorizar.
Preguntas de Examen – Lección 4
(1) ¿Cuál es el nombre que reciben los libros históricos en la Biblia hebrea?
(2) Defina “teocracia.”
(3) Mencione el tema de cada libro:
(4) Las dos grandes secciones del libro de Josué son:
(5) ¿Cuál es el propósito principal del libro de Josué?
(6) ¿Cuál era el propósito de las Ciudades de Refugio?
(7) Mencione cuatro principios para considerar al estudiar la guerra santa en Josué.
(8) ¿Cuál es el propósito principal de Jueces?
(9) ¿Cuáles son los cuatro pasos de los ciclos de apostasía y liberación en Jueces?
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