Ezequiel y Daniel tienen mucho en común con Jeremías. Los tres libros corresponden a la época de la caída de Jerusalén. Daniel y Ezequiel están en Babilonia mientras Jeremías está en Jerusalén. Mientras Jeremías fue testigo presencial de la destrucción de Jerusalén, Ezequiel tuvo visiones de la destrucción en su hogar en Babilonia. Daniel, más joven que Jeremías y Ezequiel, fue llevado a Babilonia durante el primer sitio de Jerusalén.
Cada uno de estos libros contiene mensajes de esperanza y restauración; sin embargo, Ezequiel y Daniel hacen mayor énfasis en la restauración futura que Jeremías. El mensaje principal de Jeremías era el juicio sobre Jerusalén; Ezequiel tuvo una inspiradora visión de la restauración; Daniel vio el cumplimiento absoluto de los propósitos de Dios en el futuro lejano.
Trasfondo de Ezequiel
Un Vistazo a Ezequiel
Autor
Ezequiel
Audiencia
Los exiliados en Babilonia
Fecha
593-571 A.C.
Tema
Juicio y Restauración
Propósito
Advertir sobre el juicio venidero
Dar la promesa de la restauración futura
El Evangelio en Ezequiel
Ezequiel vio un día cuando la presencia de Dios estaría de nuevo con su pueblo. Esto se cumplió en Jesús (Juan 1:14).
Ezequiel vio un río que llevaba vida dondequiera que pasaba. Jesús se identificó a sí mismo como la fuente de esta agua viva (Juan 4:10-14).
Contexto Histórico de Ezequiel
El nombre Ezequiel significa “Dios ha fortalecido.” Ezequiel nació poco antes de que el rey Josías encontrara la Ley en el año 621 A.C. Siendo hijo de un sacerdote, Ezequiel fue testigo del avivamiento que acompañó a las reformas de Josías, y probablemente escuchó la predicación de Jeremías.
Ezequiel fue llevado a Babilonia como parte de la deportación del año 597 A.C., después de la rebelión de Joacim. Se estableció en una comunidad de exiliados junto al canal de Quebar, cerca de la ciudad de Nipur. Ezequiel era casado, pero no se menciona si tuvo hijos.
En lugar de ministrar como sacerdote en Jerusalén, Ezequiel sirvió como profeta entre los exiliados.[1] El ministerio de un sacerdote empezaba a la edad de treinta años y finalizaba a los cincuenta.[2] La primera visión de Ezequiel vino cuando él tenía casi treinta años, y la visión con la que finaliza el libro vino cuando Ezequiel tenía cincuenta años.[3] Al igual que Jeremías, los mensajes en Ezequiel no siempre son cronológicos. La profecía de Ezequiel de que Nabucodonosor derrotaría a Egipto[4] fue dada en el año 571 A.C., dos años después de la visión con la que finaliza el libro.
La audiencia principal de Jeremías fue el pueblo de Jerusalén, pero él también escribió cartas a los exiliados en Babilonia. La audiencia principal de Ezequiel fueron los judíos en Babilonia, pero también escribió cartas al pueblo de Jerusalén.
Propósito
Los exiliados en Babilonia tenían muchas preguntas: “¿Cuánto va a durar el exilio?” “¿Qué sucederá con nuestra ciudad?” “¿Hay esperanza para el futuro?” Ezequiel respondió que la cautividad iba a durar muchos años. Escribió para advertir al pueblo de Jerusalén que pronto se unirían a los cautivos en Babilonia. Después de la destrucción de la ciudad, Ezequiel comunicó la promesa de Dios de restauración. El libro de Ezequiel es un mensaje de esperanza; Dios no ha abandonado a su pueblo.
Preguntas de los Exiliados
Respuestas de Ezequiel
¿Babilonia será derrotada pronto?
No. Babilonia tendrá más victorias sobre Judá. Muchos de los que aún están en Jerusalén serán deportados (Ezequiel 12).
¿Qué sucederá con Jerusalén?
Jerusalén será destruida (Ezequiel 5).
¿Por qué estamos siendo castigados por lo que nuestros padres hicieron?
Cada uno es responsable por su propio pecado. “El alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18).
¿Hay esperanza para el pueblo de Dios?
¡Sí! Dios promete un futuro glorioso (Ezequiel 40-48).
El llamamiento de Ezequiel, al igual que muchos de sus mensajes, vino como una visión de Dios. La visión consiste en cinco episodios:
El escenario (1:1-3)
Acercamiento al trono de Dios (1:4-28)
El llamamiento (2:1-3:11)
Partida del trono de Dios (3:12-13)
El escenario (3:14-15)
Al igual que Isaías y Jeremías, Ezequiel fue llamado a predicar a un pueblo que no quería escuchar. Dios le dijo a Ezequiel que sería más fácil hablar a un pueblo de lengua distinta que al pueblo rebelde de Judá. “Porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón.” Sin embargo, Dios aseguró a Ezequiel, “Yo he hecho tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu frente fuerte contra sus frentes.”[1] Dios fortaleció a Ezequiel para su difícil misión.
Juicio sobre Judá (Ezequiel 4–24)
Por medio de una serie de visiones y acciones simbólicas, Ezequiel trajo un mensaje de juicio a los exiliados en Babilonia. La visión de Ezequiel en los capítulos 8-11 es esencial para el mensaje del libro. Ezequiel tuvo una visión de abominaciones en el templo mismo; los ancianos estaban practicando idolatría en el templo. En respuesta, Dios ordenó a seis verdugos destruir al pueblo: “llenad los atrios de muertos.”[2] Ezequiel vio que la gloria de Dios dejó el templo. Esta sección (Ezequiel 10-11) se asemeja al Sermón del Templo de Jeremías (Jeremías 7) con su mensaje de juicio sobre el templo.
Ezequiel predicó una serie de sermones y parábolas que predecían la caída de Jerusalén. Los mensajes de juicio llegan a un clímax con la muerte de la esposa de Ezequiel. Dios ordenó a Ezequiel que no hiciera ninguna demostración externa de duelo. Cuando el pueblo preguntó por qué no hizo duelo por la muerte de su esposa, Ezequiel respondió que Jerusalén sufriría tal horror que los sobrevivientes no podrían siquiera observar los rituales de duelo por sus seres amados.[3]
Juicio sobre las Naciones Extranjeras (Ezequiel 25–32)
Un tema importante en los libros proféticos es la soberanía de Dios sobre todas las naciones. A diferencia de los dioses falsos de las naciones vecinas de Israel, Jehová no es una deidad local. Al demostrar la soberanía de Dios sobre todos los pueblos, Ezequiel trajo mensajes de juicio contra Amón, Moab, Edom, Filistea, Tiro, Sidón y Egipto. Los enemigos de Israel “sabrán que yo soy Jehová, cuando haga en ella juicios, y en ella me santifique.”[4]
Restauración de Israel (Ezequiel 33–39)
Después de la caída de Jerusalén, el mensaje de Ezequiel pasa del juicio a la restauración. Por causa de su santo nombre, Dios restauraría a su pueblo.[5] En restauración física, Dios los traería de vuelta a su tierra; en restauración espiritual, Dios renovaría sus corazones. Dios prometió limpiar a Israel con agua (haciéndolos externamente puros) y darles un nuevo corazón y un nuevo espíritu (haciéndolos internamente puros).[6] La nueva vida de Israel es descrita en la visión de Ezequiel de un valle de huesos secos que son restaurados por el aliento del Espíritu de Dios.
El Nuevo Templo de Israel (Ezequiel 40–48)
Ezequiel concluye con una visión inspiradora, pero difícil de interpretar. Dios llevó a Ezequiel a una montaña alta y le mostró una visión de un nuevo templo. Ezequiel vio un templo nuevo, el altar y las ofrendas, un río fluyendo desde el templo para traer sanidad a las naciones, las fronteras de las tribus en la nación restaurada, y las doce puertas de Jerusalén. Y lo más importante, Ezequiel vio que la gloria de Dios regresó a Jerusalén.[7]
Los intérpretes bíblicos no concuerdan en cuanto al significado preciso de esta visión. Dado que creyentes sinceros que están comprometidos con la verdad de las Escrituras no concuerdan acerca de ciertos detalles de esta visión, debemos ser benévolos con los creyentes que difieren de nuestra opinión acerca del significado de esta visión. Algunas de las formas de interpretar esta visión son:
Algunos ven esta visión como una promesa de que el templo sería reconstruido después de que Judá regresara a Jerusalén. Desde esta perspectiva, la falta de fe impidió que el pueblo lograra todo lo que Dios le mostró a Ezequiel.
Algunos ven está visión como un retrato del milenio terrenal. Según este punto de vista, durante los mil años del reino de Cristo en la tierra, el templo será reconstruido y los sacrificios restaurados como recordatorios de la muerte expiatoria de Cristo.
Algunos ven está visión como una imagen de la obra de Dios a través de la iglesia hoy. Según este punto de vista, Dios está cumpliendo su promesa a través de la iglesia.
Algunos ven está visión como una metáfora de la presencia de Dios entre su pueblo en el cielo nuevo y la tierra nueva. Según esta perspectiva, el templo y los sacrificios son una imagen de la adoración en el cielo; éstos no serán restaurados de manera literal.
Finalmente, algunos consideran que esta visión contiene tanto elementos literales como simbólicos. Desde este punto de vista, Ezequiel 40-48 se cumplió parcialmente en el retorno a Jerusalén, y se cumplirá completamente en los últimos días.
Estilo Profético de Ezequiel
Uno de los aspectos más fascinantes de Ezequiel es la forma del profeta de comunicar el mensaje de Dios a sus oyentes. Dos características de las profecías de Ezequiel son importantes para entender el libro: El uso que hace del drama y sus visiones.
Ezequiel dramatizó algunos de sus mensajes. Escribió el nombre “Jerusalén” en un ladrillo de adobe y puso sitio alrededor del ladrillo para profetizar que Nabucodonosor iba a sitiar la ciudad.[8] Se acostó sobre su lado izquierdo durante 390 días para representar la iniquidad de Israel; se acostó sobre su lado derecho durante cuarenta días para representar la iniquidad de Judá.[9]
Ezequiel se afeitó la cabeza y dividió el cabello en tres partes iguales. Una tercera parte la quemó para representar fuego en Jerusalén; otra parte la cortó en pedazos con una espada, para representar la muerte en batalla; la otra tercera parte la arrojó al viento, representando la dispersión de los judíos en el exilio. Dios le dijo a Ezequiel que guardara unos pocos cabellos y los atara a su cinturón; eso representaba el remanente que permanecería en Jerusalén.[10]
Las visiones de Ezequiel pueden ser difíciles de interpretar. Algunos lectores se concentran tanto en los detalles de las visiones, que pierden de vista el mensaje principal. Ezequiel usa un lenguaje que demuestra que él no está buscando dar una descripción exacta de lo que vio. En quince ocasiones él usa la frase “a semejanza de” y en tres ocasiones describe algo con la frase “como si fuera.” Ezequiel usa el lenguaje humano para describir algo que está más allá de cualquier descripción humana.
Aunque no podamos entender cada detalle de las visiones de Ezequiel, el mensaje general está claro: Dios juzgará a su pueblo por su pecado. Luego, cuando el juicio se haya cumplido, Dios restaurará a su pueblo. Su gloria nuevamente habitará en medio de su pueblo.
[6] Ezequiel 36:24-25. La limpieza con agua para la pureza exterior hace referencia a Números 19:19-21. En Juan 3:5, Jesús usa este lenguaje en su conversación con Nicodemo.
[7] La gloria de Dios se alejó en Ezequiel 11; y regresa en Ezequiel 43.
Mostrar la soberanía de Dios en la historia (Daniel 7-12)
El Evangelio en Daniel
La promesa de la victoria de Dios se cumple parcialmente en la muerte y resurrección de Cristo.
Esta promesa se cumplirá por completo en la Segunda Venida de Cristo.
Contexto Histórico de Daniel
Daniel fue llevado a Babilonia en al año 605 A.C. con el primer grupo de cautivos judíos. Probablemente era un adolescente en aquel tiempo; vivió el resto de su larga vida como profeta en Babilonia. El libro de Daniel registra eventos hasta el año 536 A.C., el tercer año del reinado de Ciro sobre Persia.[1] Daniel fue testigo presencial de la caída de Judá, la caída del imperio babilónico y el ascenso del imperio persa.
El nombre Daniel significa “Dios es mi juez,” nombre apropiado para un profeta que predicó un mensaje de la soberanía de Dios sobre todo el mundo. Daniel muestra que Dios es el juez del mundo. Dios cumplirá su propósito en la historia.
Propósito
Al escribir durante un tiempo de opresión y agitación, Daniel comunica dos verdades importantes: la importancia de la fidelidad a Dios y la realidad de la soberanía de Dios sobre la historia humana. A pesar de las circunstancias presentes, Dios finalmente vindicará a su pueblo. Daniel muestra que los propósitos de Dios se cumplen, no sólo en la historia de Israel, sino también en la historia mundial.
Las historias de Daniel y sus tres amigos brindan modelos de fidelidad durante el exilio. Muestran que es posible permanecer fiel en medio de un mundo pagano.
Las oraciones iniciales de Daniel establecen el tema de la soberanía de Dios:
“En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió. Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios.”[1]
Nabucodonosor sitió Jerusalén, pero fue el Señor quien “entregó en sus manos a Joacim rey de Judá.” Fue Dios quien le dio la victoria a Babilonia.
Puesto que Dios es soberano, el pueblo de Dios debe serle fiel aun en tiempos cuando los enemigos de Dios parecen tener el control. El libro de Daniel demuestra la fidelidad a Dios con una serie de ilustraciones:
Daniel y sus amigos se niegan a “contaminarse” con las prácticas de Babilonia. Dios honra su fidelidad dándoles el favor del rey pagano (Daniel 1).
Dios le da a Daniel la interpretación del sueño de Nabucodonosor. Dios pone a Daniel y sus amigos en posiciones de influencia en Babilonia (Daniel 2).
Los amigos de Daniel se niegan a inclinarse ante un ídolo pagano.[2] Dios honra su fidelidad al salvar sus vidas en el horno de fuego. El rey queda atónito al ver a los tres jóvenes caminar en medio de las llamas junto a un cuarto hombre “semejante a hijo de los dioses” (Daniel 3).
Dios muestra su soberanía al humillar a Nabucodonosor (Daniel 4).
Dios muestra su soberanía al tomar el reino de Belsasar y entregarlo a Darío, rey de Media (Daniel 5).
Cuando Daniel es arrojado al foso de los leones por su fidelidad a Dios, Dios lo libra de una muerte segura (Daniel 6).
Estas son más que simples historias para niños; proveen poderosas ilustraciones de fidelidad en situaciones difíciles. Cuando Daniel y sus amigos permanecieron fieles a Dios, Dios fue fiel a ellos.
Visiones de la Soberanía de Dios (Daniel 7–12)
Esta sección está vinculada cuidadosamente con la primera mitad del libro. Las dos secciones están relacionadas por el lenguaje (los capítulos 2-7 están escritos en arameo, no en hebreo). Las dos secciones también están unidas por un énfasis temático en la soberanía de Dios.
Daniel ve visiones que testifican de la soberanía de Dios sobre la historia humana. Dios no sólo es el Dios de los judíos; es el Dios de toda la tierra.
Las visiones de Daniel 7-12 no tienen un orden cronológico. Más bien, abarcan el mismo material en múltiples ocasiones. Un autor sugiere que los capítulos 7-12 son como una escalera en espiral; cada capítulo nos lleva a un punto más alto, dando una visión cada vez más clara de la obra de Dios en la historia humana.[3]
La Visión de las Cuatro Bestias (Daniel 7)
Cuatro grandes bestias que salen del mar son contrastadas con la gloria del Anciano de Días en su trono. La más temible era la cuarta bestia; tenía diez cuernos y grandes dientes de hierro, y devoraba todo lo que las otras bestias habían dejado. Después de que las bestias son derrotadas, el Anciano de Días da gloria y poder al Hijo del Hombre.
Cuando Daniel pregunta por la interpretación de esta visión, se le dice que las cuatro grandes bestias son cuatro reinos que se levantarán en la tierra. El cuarto reino devorará a los otros. Los diez cuernos son diez reyes que gobernarán este cuarto reino. El cuerno más pequeño es otro rey que se levantará después de los diez, el cual someterá a tres reyes y hablará palabras contra el Altísimo. Contenderá con los santos “hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo,” después de lo cual los santos vivirán en un reino eterno.
La Visión de un Carnero y un Macho Cabrío (Daniel 8)
En esta visión, un carnero con dos cuernos (uno más largo que el otro) era todopoderoso. Un macho cabrío con un solo cuerno entre sus ojos venció al carnero, pero su cuerno fue quebrado y reemplazado por cuatro cuernos más pequeños. De uno de estos cuernos salió un cuerno pequeño que creció hasta alcanzar los cielos. Derribó parte del ejército del cielo y de las estrellas, las pisoteó, y se estableció a sí mismo como Príncipe. Gabriel le explicó a Daniel que el carnero con dos cuernos representaba a los reyes de Media y Persia. El macho cabrío era Grecia; el cuerno largo era su rey; los cuernos más pequeños eran reinos menores que surgieron de Grecia; el cuerno que creció hasta los cielos era un rey malvado que destruiría al pueblo santo. Este rey sería destruido, pero no por un poder humano.
La Visión de las Setenta Semanas (Daniel 9)
Mientras Daniel intercedía por los judíos que estaban sufriendo, Gabriel le dijo que Israel debía sufrir durante setenta semanas por sus pecados. Luego reconstruirían Jerusalén y esperarían sesenta y nueve semanas hasta la aparición del Ungido. Otro rey destruiría Jerusalén, haría un pacto de una semana con Israel, y establecería una abominación desoladora hasta que el fin viniera sobre él.
Visiones del Futuro de Israel (Daniel 10–11)
Daniel vio a un hombre vestido de lino con un cinturón dorado; su rostro parecía un relámpago, sus ojos eran como antorchas de fuego, y sus brazos y pies eran como bronce. Un mensajero le dijo a Daniel que tres reyes aparecerían en Persia y un cuarto rey lideraría la batalla contra Grecia. Después se levantaría un rey poderoso, pero su reino sería quebrantado y repartido hacia los cuatro vientos del cielo. La guerra entre los reyes del Sur y el Norte terminaría con el triunfo del rey del Norte. Este rey perseguiría a los creyentes y establecería la “abominación desoladora.”
Conclusión de las Visiones de Daniel (Daniel 12)
Finalmente, el arcángel Miguel se levantará durante un tiempo de angustia, para liberar a todo aquel cuyo nombre está escrito en el Libro. Esto sucederá después de “tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo”.[4] El ángel dijo que esto sería 1,290 días hasta la abominación desoladora.
Imperios en las Visiones de Daniel
En la siguiente tabla se encuentra un resumen de los imperios en las visiones de Daniel.
Reino
Imagen en Daniel 2
Bestia en Daniel 7
Bestias en Daniel 8
Babilonia
Cabeza de oro fino
Como un león con alas de águila
Media-Persia
Pecho y brazos de plata
Como un oso
Carnero con dos cuernos
Grecia
Vientre y muslos de bronce
Como un leopardo con cuatro alas y cuatro cabezas
Macho cabrío con un gran cuerno, cuatro cuernos y un cuerno pequeño
Roma
Piernas de hierro, pies de hierro y barro cocido
Bestia incomparable con diez cuernos y un cuerno pequeño
Reino de Dios
Piedra que se convierte en un gran monte
El Mesías y los santos reciben el reino
Temas en Daniel
Aunque los eruditos no concuerdan en cuanto a los detalles de las visiones de Daniel, hay tres temas que se observan a lo largo del libro.
La Soberanía de Dios
A través de las historias de la protección de Dios en los capítulos 1-6 y de las visiones de los capítulos 7-12, Daniel muestra que Dios es soberano, no sólo sobre Jerusalén, sino sobre el mundo entero. Para los exiliados que estaban en tierra extranjera, este era un mensaje poderoso. Desde el testimonio inicial de la soberanía de Dios al entregar a Judá en manos de Nabucodonosor hasta las imágenes proféticas del Anciano de Días que establece un reino eterno para su pueblo, Daniel muestra que Dios está a cargo de la historia humana.
El Orgullo de la Humanidad
Daniel enseña que Dios rescata a los fieles y juzga a los orgullosos. En los capítulos 1-6, los gobernantes de Babilonia se enfrentan a Dios y su pueblo. Las historias de la humillación de Nabucodonosor (Daniel 4) y el juicio de Dios sobre Belsasar (Daniel 5) muestran que Dios humilla al orgulloso.[5]
En los capítulos 7-12, una serie de líderes mundiales se oponen a los propósitos de Dios. Eventualmente, cada uno de ellos es derrotado. El Anciano de Días y el Hijo del Hombre reemplazan a estos reyes terrenales. En los capítulos finales de Daniel, las fuerzas del cielo aplastan a los enemigos de Dios.
La Victoria Final del Pueblo de Dios
Independientemente de cómo se interpreten los reinos en las visiones de Daniel, la victoria final del pueblo de Dios es clara. Daniel describe un retraso en el advenimiento del reino eterno de Dios, un retraso durante el cual el pueblo de Dios sufrirá pruebas y persecución. Sin embargo, quienes permanezcan fieles gozarán la victoria final.
El mensaje principal de Daniel es un desafío a la fidelidad en nuestros días. Por causa de la inminente victoria de Dios y su pueblo, los creyentes deben vivir fielmente hoy.
[5] Note cómo Daniel da cuenta del orgullo de Belsasar, quien se niega a someterse al Dios que había humillado a su padre, Nabucodonosor, de una manera tan dramática (Daniel 5:17-28).
Ezequiel y Daniel Nos Hablan Hoy
La iglesia en ocasiones se ha visto tentada a apartarse del mundo y retirarse a un gueto de asuntos “espirituales,” dejando de lado otros aspectos de la vida. Abraham Kuyper dijo: “No hay siquiera un milímetro cuadrado en todo el ámbito de nuestra existencia humana sobre el cual Cristo, quien es Soberano sobre todo, no exclame: ‘¡Mío!’” Este creyente, erudito y político del siglo XIX entendió que Dios es soberano sobre todo.
Los capítulos finales de Ezequiel y la segunda mitad de Daniel proclaman la soberanía de Dios sobre toda la historia humana. Dios está llevando a cabo sus propósitos. Esto es importante por dos razones:
Da confianza ante la oposición de este mundo. Como cautivos en una tierra extranjera, Daniel y Ezequiel confiaron en que Dios cumpliría sus propósitos. Daniel vivió para ver cumplidos algunos de esos propósitos; Ezequiel probablemente no vivió para ver el retorno a Jerusalén. Sin embargo, ambos sabían que Dios cumpliría sus propósitos. Como cristianos del siglo XXI, vivimos con la certeza de que Dios está en control de nuestro mundo. Nada puede impedir el cumplimiento de sus propósitos.
Nos recuerda nuestra responsabilidad de vivir fielmente la vida cotidiana. Los cristianos no deben ceder los procesos políticos, el sistema educativo, los esfuerzos culturales, ni ninguna otra esfera de influencia a Satanás. Dondequiera que Dios nos coloca, debemos vivir como representantes de un Dios soberano. Para Ezequiel, esto significó fidelidad como profeta durante el exilio. Para Daniel, significó fidelidad como miembro influyente del gobierno. ¿Dónde quiere Dios usarle a usted en su reino?
Conclusión: Ezequiel y Daniel en el Nuevo Testamento
Hay al menos sesenta y cinco alusiones a Ezequiel en el Nuevo Testamento. Casi cincuenta de ellas se encuentran en el libro de Apocalipsis.
Daniel promete que Dios derrotará al mal y gobernará el mundo; no obstante, el retorno a Jerusalén en el año 538 A.C. no trajo la derrota del mal. El Nuevo Testamento muestra el cumplimiento de esta promesa. Pablo muestra que en la cruz Jesús derrotó a los principados y potestades del mal.[1]
La promesa de Daniel se cumple por completo en Apocalipsis. El libro de Apocalipsis muestra la victoria final de Dios sobre Satanás. En Daniel 7, cuatro bestias surgen del mar; en Apocalipsis 13, una bestia surge del mar. En Apocalipsis 19:11-21, Jesús es el Guerrero Divino que derrota a los poderes del mal.
Una Mirada Más de Cerca de la Literatura Apocalíptica
A Daniel, Apocalipsis, y partes de Ezequiel y Zacarías se les llama literatura apocalíptica. Los escritos apocalípticos eran bien conocidos en el mundo judío; hay muchos ejemplos no bíblicos de este tipo de literatura. La literatura apocalíptica es muy diferente de los otros estilos literarios de la Biblia y requiere una cuidadosa interpretación.
Los textos apocalípticos revelan verdades que han estado ocultas. La literatura apocalíptica en la Biblia mira los eventos de la historia mundial a la luz de los propósitos de Dios. Se enfoca especialmente en el cumplimiento de los propósitos supremos de Dios en el fin de los tiempos. Mientras la mayoría de los profetas del Antiguo Testamento se enfocan en Israel y el pacto, Daniel se concentra en los imperios seculares del mundo a la luz de los propósitos supremos de Dios.
La literatura apocalíptica describe verdades proféticas a través de visiones. Daniel usa el término “visión” más de treinta veces. Las visiones a menudo se traslapan, por lo que es difícil crear una secuencia cronológica exacta. Múltiples visiones pueden referirse a un mismo evento desde puntos de vista distintos, con el fin de presentar perspectivas alternas del evento. Por medio de estas visiones, Daniel (y posteriormente Juan) abre una ventana al mundo espiritual. La literatura apocalíptica muestra que el mundo espiritual es tan real como el mundo físico.
La literatura apocalíptica utiliza símbolos dramáticos para comunicar una verdad. Daniel y Apocalipsis tienen muchos símbolos en común. Tanto en Daniel como en Apocalipsis, bestias grotescas representan reinos malvados. A menudo las bestias son híbridos de distintas especies, haciéndolos abominaciones para Israel.[1]
Los textos apocalípticos son especialmente importantes en tiempos de opresión. Daniel animó al pueblo judío durante la persecución de Antíoco Epífanes. Apocalipsis fue escrito durante la persecución de la iglesia por parte de Roma. En aquellos tiempos, la literatura apocalíptica mostró que Dios es el Guerrero Divino que pelea a favor de su pueblo. Un propósito central de los textos apocalípticos de la Biblia es animar a la fidelidad en el presente, motivados por nuestra confianza en el plan de Dios para el futuro.
El lector de la literatura apocalíptica debe enfocarse en los temas principales, sin dejarse abrumar por los detalles. En Daniel, el tema principal es la soberanía de Dios sobre la historia humana. Aunque muchos imperios se oponen a Dios, su victoria final es segura. Daniel inspira a sus lectores a ser fieles, al asegurarles que Dios les dará la victoria final.
[1]Por ejemplo, la primera bestia en Daniel 7 era “como león, y tenía alas de águila.
Asignaciones
Demuestre su comprensión de esta lección con las siguientes asignaciones:
(1) Elija una de las siguientes asignaciones:
Opción 1: Trabajo Grupal
Lean la visión de Ezequiel del nuevo templo en Ezequiel 40-48. Asigne a cada miembro de su grupo una de las opciones de interpretación consideradas en esta lección. Cada miembro debe estudiar Ezequiel 40-48 y explicar cómo se interpreta la visión de Ezequiel según el enfoque que se le asignó.
Opción 2: Trabajo Individual
Escriba un ensayo de una página sobre la visión de Ezequiel del nuevo templo. Elija una de las opciones de interpretación consideradas en esta lección y explique la visión a la luz de esa interpretación.
Escriba un bosquejo detallado para un sermón sobre el plan de Dios para la historia humana basado en Daniel 7-12.
(2) Haga el examen correspondiente a esta lección. En el examen se incluyen los versículos asignados para memorizar.
Preguntas de Examen – Lección 11
(1) ¿Cuál es el significado del nombre Ezequiel?
(2) ¿Cuál es el propósito del libro de Ezequiel?
(3) ¿Cuál sección de Ezequiel se asemeja al Sermón del Templo de Jeremías?
(4) Anote cinco opciones para interpretar la visión de Ezequiel de un nuevo templo.
(5) Ezequiel fue llevado a Babilonia en el año _________ A.C.
Daniel fue llevado a Babilonia en el año _________ A.C.
(6) ¿Cuáles son tres temas centrales en el libro de Daniel?
(7) ¿Cuáles son los dos idiomas que se usan en el libro de Daniel?
(8) En la interpretación tradicional, ¿cuál imperio es representado por cada una de estas imágenes?
León con alas de águila: _________
Oso: _________
Macho cabrío con un gran cuerno: _________
Piernas de hierro, pies de hierro y barro cocido: _________
Piedra que se convierte en un gran monte: _________
(9) ¿Cuáles libros de la Biblia se componen principal o parcialmente de literatura apocalíptica?
(10) ¿Cuál libro del Nuevo Testamento cita con mayor frecuencia a Ezequiel y Daniel?
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