Los libros de Éxodo a Deuteronomio narran los eventos de los primeros días de la nación de Israel. Estos libros cuentan la historia de la liberación del Israel de la esclavitud en Egipto, la entrega de la ley en el Monte Sinaí, los años de vagar en el desierto, y la preparación para entrar a la Tierra Prometida.
Al igual que Génesis, los libros de Éxodo a Deuteronomio fueron escritos por Moisés. Éxodo inicia después que Israel ha estado en Egipto por 400 años. Aunque hay cierta discrepancia en cuanto a la fecha, la fecha más probable en que tuvo lugar el éxodo de Egipto es 1446 A.C.[1] Deuteronomio concluye con Israel preparándose para entrar a Canaán alrededor del año 1405 A.C.
[1] Los evangélicos contemplan dos fechas probables para el éxodo. Con base en 1 Reyes 6:1 y Jueces 11:26, la fecha más probable es 1446 A.C. Con base en datos arqueológicos y una comprensión simbólica de 1 Reyes 6:1, algunos evangélicos sugieren una fecha aproximada al año 1275 A.C. Sin embargo, una lectura objetiva de 1 Reyes y Jueces sugiere que el año 1446 A.C. Es la fecha más probable.
Éxodo
Tema: Redención y Relación
Éxodo tiene dos temas principales. Éxodo 1–15 se enfoca en la redención de Israel de la opresión en Egipto. La Pascua conmemora esta redención. A lo largo de la historia de Israel, la celebración de la Pascua sería un recordatorio anual de la gracia de Dios al liberar a Israel del yugo de esclavitud.
Éxodo 16–40 se concentra en la relación de Dios con Israel. La entrega de la ley en el Monte Sinaí es un momento central en el establecimiento de esta relación.
Panorama General de Éxodo
Redención: Éxodo 1–15
El libro de Éxodo inicia con Israel sufriendo opresión en Egipto. Habían pasado 400 años desde que Faraón recibió a la familia de José en Egipto; ahora los descendientes de Jacob eran vistos como una amenaza para Egipto. Dios escuchó el clamor de su pueblo y levantó a Moisés como libertador.
Cuatro eventos describen la redención de Israel de Egipto:
El nacimiento milagroso y el llamado de Moisés son la respuesta de Dios al clamor de su pueblo.
Las diez plagasdemuestran la soberanía de Dios. Las plagas son más que una demostración del poder de Dios; son un ataque directo a los dioses falsos de Egipto. Los egipcios veían al Río Nilo como la fuente de la vida; Dios convirtió el agua en sangre. Una de las diosas de Egipto era representada como una rana; Dios envió una plaga de ranas. El primogénito de cada familia egipcia pertenecía a los dioses; Dios tomó a los primogénitos. Las plagas demostraron, tanto a Egipto como a Israel, que Jehová es soberano sobre todos los pueblos.
La Pascua marca la posición de Israel como el pueblo escogido de Dios. Este festival se convirtió en una conmemoración permanente del poderoso acto de salvación de Dios.
El paso del Mar Rojo demostró el poder de Dios para liberar a su pueblo.
Relación: Éxodo 16–40
Dios redimió a Israel con el fin de establecer una relación íntima con su pueblo. Los eventos de Éxodo 16–40 tienen lugar en el Monte Sinaí. Ahí Dios se encuentra con su pueblo y los marca como su “especial tesoro.”[1]
Dos símbolos marcan la relación entre Jehová e Israel:
(1) La entrega de los Diez Mandamientos provee una estructura de pacto para la relación. Tal como la circuncisión en el pacto con Abraham, la obediencia a la ley no otorgaba la salvación. Por el contrario, la obediencia a la ley era el resultado de la relación con Jehová.
(2) El tabernáculo era un símbolo visible de la presencia de Dios entre su pueblo. Ubicado en el centro del campamento, el tabernáculo era un recordatorio constante de que Jehová habitaba en medio de su pueblo escogido.
El tabernáculo le enseñó a Israel el concepto de santidad. Conforme se acercaban al tabernáculo, los israelitas estaban conscientes de que pasaban de un espacio “impuro” (fuera del campamento) a un espacio “puro” (dentro del campamento), y de ahí al tabernáculo que era “santo” y apartado para Dios y los sacerdotes. El “Lugar Santísimo” era un símbolo visible del lugar donde Dios habita. Esto demostraba la santidad de Dios y su expectativa de un pueblo santo.
Éxodo en el Nuevo Testamento
En el Nuevo Testamento, Jesús es el perfecto Cordero Pascual.[2] Él cumple la promesa de la Pascua y el tabernáculo. Juan usa el término griego que se traduce como “tabernáculo” para describir el ministerio de Jesús en la tierra cuando escribe: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros.”[3] Así como el tabernáculo había representado la presencia de Dios en medio de su pueblo, Jesús era la presencia de Dios en medio de la humanidad.
[3] Juan 1:14. La palabra que se traduce como “habitó” significa literalmente “tabernáculo.”
Levítico
Tema: Santidad
Es lamentable que el libro de Levítico sea dejado de lado por muchos cristianos. Es verdad que Levítico describe prácticas que nos parecen extrañas, pero el libro comunica un mensaje importante: un Dios santo demanda un pueblo santo. El libro de Levítico responde la pregunta, “¿Cómo debe vivir el pueblo de Dios en la presencia de un Dios santo?” El tema de Levítico es la santidad.[12]
Es importante entender el lugar de Levítico en el Pentateuco. Dios ha redimido a Israel de la opresión en Egipto y lo ha llamado a ser su pueblo escogido. Los sacrificios y la ley no tienen el propósito de proveer la manera de ganarse el favor de Dios. Más bien, los sacrificios y las leyes del código de santidad proveen un marco para vivir en la presencia de un Dios santo.
Una clave para leer Levítico es el balance que se observa en Levítico 20:7–8. “Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios. Y guardad mis estatutos, y ponedlos por obra. Yo Jehová que os santifico.”[1] Dios nos manda a santificarnos y ser santos. Pero jamás debemos olvidar que es Dios quien nos santifica. El Dios que redimió a Israel por su gracia en Éxodo es el Dios que santifica a Israel en Levítico. El Dios que nos llamó a ser su pueblo es el Dios que nos hace santos.
Panorama General de Levítico
Leyes sobre el Sacrificio (Levítico 1–7)
En una ocasión Ralph Wood, un profesor de la Universidad Baylor, pidió a un grupo de estudiantes que compararan dos escenas: un erudito moderno que dice que la doctrina del pecado es un mito supersticioso, y un joven pagano en una aldea remota que sacrifica un pollo en un altar. El profesor Wood preguntó, “¿Cuál de los dos está más lejos de la verdad? Los estudiantes no tardaron en darse cuenta de que el joven pagano, aunque primitivo, entiende algo que el erudito moderno no entiende: el pecado requiere un sacrificio. Los pecadores necesitan un medio para expiar el pecado.[2]
La necesidad de un sacrificio se observa a lo largo de las Sagradas Escrituras:
En Génesis 3:21, Dios hizo ropa para Adán y Eva con piel de un animal.
En Génesis 4, el indigno sacrificio de Caín fue rechazado.
En Génesis 22:14, Abraham nombró el lugar de sacrificio “Jehová-jireh.”[3]
En Levítico, se establece el sistema sacrificial.
En Hebreos 9 y 10, Jesús es visto como el sacrificio ofrecido “una vez para siempre,” para expiar el pecado de muchos.
Levítico 1–7 presenta las leyes del sacrificio. Estos sacrificios ayudaron a los israelitas a entender cómo acercarse a un Dios santo.
(1) Elholocausto (Levítico 1) era la ofrenda principal en el Antiguo Testamento. Antes de matar al animal, el adorador colocaba su mano en la cabeza del animal, en señal de que era el pecador quien merecía la pena de muerte.[4] Luego el animal era quemado completamente sobre el altar.
(2) Laofrenda de grano(Levítico 2) era una ofrenda que se presentaba a modo de obsequio y a menudo iba acompañada de un holocausto o una ofrenda de paz.
(3) Laofrenda de paz(Levítico 3) celebraba la comunión entre Dios y el adorador. Afirmaba la relación y el pacto entre Dios e Israel. Era la única ofrenda de la que participaban el adorador, el sacerdote y Dios.[5]
(4) Laofrenda por el pecado (Levítico 4:1–5:13) se ofrecía para expiar las violaciones no intencionales de la ley, o por no cumplir con algo que la ley exigía. El pecado hacía a la persona impura; esta ofrenda la purificaba nuevamente.
(5) Laofrenda expiatoria(Levítico 5:14–6:7) también se ofrecía para expiar las violaciones de la ley. Esta ofrenda es muy similar a la ofrenda por el pecado, pero parece corresponder a violaciones más serias, particularmente aquellas que exigían restitución y restauración de propiedad.
Con el tiempo Israel comenzó a ver los sacrificios como un mero ritual. Sin embargo, el sistema sacrificial tenía el propósito de representar el verdadero arrepentimiento. El pecado cometido “con soberbia” (pecado cometido en desafío deliberado) no estaba cubierto por estas ofrendas.[6] Una ofrenda digna debía ser presentada con un corazón verdaderamente arrepentido.
Establecimiento del Sacerdocio (Levítico 8–10)
Dios es santo, por lo que toda adoración debe ser hecha de la manera como Él la prescribe. Éxodo 32 muestra el resultado de combinar la adoración a Jehová con el becerro de oro de Egipto.[7] Levítico 10 muestra el juicio de Dios sobre aquellos que adoran de manera impropia. Un Dios santo demanda que nos acerquemos a Él de la manera como Él lo ha establecido.
Leyes sobre Pureza e Impureza (Levítico 11–16)
Durante 400 años Israel vivió en Egipto, rodeado de paganos que no tenían conciencia de la santidad. Cuando Dios llamó a Israel a ser un pueblo santo, tenían que aprender a apartarse de los pecados de las naciones vecinas. Esto permitiría a Israel representar el carácter santo de Dios a las naciones.
Dios usó las leyes sobre pureza e impureza para dar una lección concreta sobre el significado de la santidad y la pureza. Usando elementos de la vida cotidiana (alimentos, nacimientos, enfermedades de la piel e impurezas físicas), Dios les enseñó que todos los aspectos de la vida le pertenecen a él.
Algunas distinciones entre lo puro y lo impuro no son claras para el lector moderno. Una de las explicaciones más probables, por ejemplo, es que se consideraba puro a un animal que cumplía con las características propias de su especie. Un animal acuático que no tuviera escamas o que no tuviera completas sus aletas era considerado impuro; insectos voladores con muchas patas eran impuros.[8] Aunque las razones detrás de estas clasificaciones no siempre son claras, el mensaje que transmiten es claro: el pueblo de Dios debe distinguir entre lo que es puro y lo que es impuro.
El Código de Santidad: El Caminar con Dios (Levítico 17–27)
La última sección de Levítico pasa de los rituales del sacrificio, el sacerdocio, y la pureza ritual, a enfocarse en una vida santa. En el código de santidad, Israel es llamado a ejemplificar la santidad en cada área de la vida: relaciones sociales, familia, sexualidad, festividades, y el trato hacia los pobres. El llamado a la santidad se basa en el carácter de Dios: “Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios.”[9] El recordatorio “Yo Jehová vuestro Dios” aparece cuarenta y siete veces en estos capítulos. La santidad del pueblo de Dios debe ser un reflejo de la santidad de Dios.
Levítico en el Nuevo Testamento
Muchas aplicaciones específicas de Levítico no están más en vigencia desde la venida de Cristo; él cumplió la ley.[10] Sin embargo, los principios de santidad que se enseñan en Levítico siguen aún vigentes. Estas leyes revelan la santidad de Dios, una santidad que está disponible para todos los creyentes por medio de Cristo.[11]
[5] La parte que pertenecía a Dios (la “grosura” – las mejores partes) era quemada. El resto lo comían el adorador y el sacerdote.
[6] De acuerdo con Números 15:30-31, no había sacrificio para el pecado cometido con soberbia. Más bien el pecador debía ser “cortado.” En el Salmo 51, David sabe que el deliberado y bien calculado homicidio de Urías no está cubierto por una ofrenda por el pecado. Por lo tanto, David apela a la misericordia de Dios. “No quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.”
[7] Vea Éxodo 32:4 (“Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto”) y Éxodo 32:5 (“Mañana será fiesta para Jehová”).
[8] Se supone que un animal acuático debe tener ya sea aletas o escamas. Las patas en los insectos se asocian con insectos rastreros, no voladores. Por lo tanto, estas criaturas tenían características que no calzaban dentro de la norma esperada para su especie.
[9] Levítico 19:2. Esta misma idea se repite en Levítico 20:7, 26; 21:8. En el Nuevo Testamento, se repite en 1 Pedro 1:15-16, y la misma idea se encuentra en Mateo 5:48.
[12]Éxodo: Dios está presente (tabernáculo).
Levítico – Dios es santo (sacrificios).
Una Mirada Más de Cerca a la Ley
► Si somos salvos por gracia, ¿qué papel cumple la ley en nuestras vidas como creyentes del Nuevo Testamento?
La “ley” con frecuencia se usa de modo indebido en la iglesia hoy en día. Para muchos, la ley es obsoleta y totalmente carente de significado para el cristiano. Citan las advertencias de Pablo acerca de querer ganar el favor de Dios a través de la obediencia a la ley,[1] ignorando otras afirmaciones como “Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente.”[2] Ambas afirmaciones deben tomarse en cuenta en nuestro estudio de la ley del Antiguo Testamento porque “toda la Escritura es… útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia.”[3]
Para otros, la obediencia se convierte en un vehículo para ganar el favor de Dios. Se jactan por su estricto apego a cada detalle de la ley. Creen que con ello se ganan el favor de Dios; este es el error en el que cayeron los judaizantes.
¿Qué posición debe asumir el cristiano con respecto a la ley? Muchos cristianos responden a esta pregunta dividiendo la ley del Antiguo Testamento en tres categorías. Afirman que la ley moral (como los Diez Mandamientos) sigue vigente hoy en día. Por otra parte, la ley civil (leyes específicas para Israel como nación) y la leyceremonial (leyes relativas a los sacrificios, el sacerdocio, y la pureza ritual) ya no son aplicables.
Esta es una división común. Sin embargo, encontramos ciertas dificultades para determinar cuáles leyes pertenecen a cada categoría. Lea Levítico 19, ubicando cada ley en una de las tres categorías. Usted verá que esto es muy subjetivo. ¿Es la ley de la siega (Levítico 19:9-10) una ley civil dirigida únicamente a Israel como nación o un mandato moral de ayudar a los pobres en todas las sociedades? Las balanzas justas de Levítico 19:36 constituyen una ley civil, pero también expresan el principio moral de honestidad.
En ninguna parte de Levítico 19 se observa que Moisés haga una distinción entre leyes civiles, ceremoniales y morales. Puesto que no se hace distinción alguna, y dado que la Palabra de Dios es eterna, un mejor enfoque de la ley puede ser leerla como una revelación del carácter de Dios que guía al pueblo de Dios en todo tiempo.
Con base en este enfoque, nos preguntamos: “¿Qué revela esta ley acerca del carácter santo de Dios y acerca de lo que él demanda de un pueblo santo?” Entonces leemos la ley desde la perspectiva de la venida de Cristo y la aplicamos a nuestras circunstancias actuales.
El siguiente modelo nos muestra cómo hacer esto:
Para aplicar este modelo, tomemos como ejemplo la ley de la siega (Levítico 19:9-10).
La ley antigua dice: “Y no rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña; para el pobre y el extranjero lo dejarás.”
La ley se basa en el carácter de Dios: “Yo Jehová vuestro Dios.” Dios cuida de los pobres; Él ama al necesitado.
Jesús modeló la ayuda a los necesitados durante todo su ministerio en la tierra. Jesús no abolió esta ley; más bien, demostró este principio en su ministerio cotidiano.
En una sociedad agrícola, la práctica moderna puede ser muy similar a la práctica de Israel – dejar comida para que los necesitados cosechen. En una sociedad industrial, la práctica moderna puede incluir dar dinero o asistencia práctica a los pobres. La aplicación puede variar, pero el principio se mantiene vigente en toda sociedad. El pueblo de Dios debe amar y ayudar a los pobres, así como Dios mismo ama y ayuda a los pobres. Esto es reiterado en 1 Juan 3:17-18 y Santiago 2:14-16. El principio de esta antigua ley “civil” se aplica en la actualidad.
Levítico 19 sirve como ejemplo de cómo se puede interpretar el código de santidad. Este código llama al pueblo de Dios a santidad en todas las áreas de la vida. Algunos aspectos de Levítico 19 son un reflejo de los Diez Mandamientos; algunos se basan en las leyes del sacrificio; otros se basan en las ideas de pureza e impureza; y otros se basan en el amor hacia el prójimo; todos expresan nuestra obligación de ser santos, así como nuestro Dios es santo.
El nombre del libro de Números se debe a los dos censos que forman parte del libro; uno al inicio y otro al final del libro. El título hebreo (“En el Desierto”) describe los cuarenta años de vagar por el desierto después de que Israel partió del Monte Sinaí. Números muestra la terrible consecuencia de desobedecer a Dios. Como resultado de la desobediencia de Israel, una generación entera murió durante los cuarenta años que vagaron por el desierto.
A diferencia de otros libros del Pentateuco, Números no sigue un patrón literario definido. El libro se desarrolla en orden cronológico, pero no tiene una estructura general. Por el contrario, se lee como un diario de viaje que incluye material de diferentes clases: narrativa, poesía, profecía, bendiciones, leyes y dos censos.
A pesar de que Números contiene muchos tipos diferentes de material, su propósito básico es muy claro: mostrar las consecuencias de la desobediencia de Israel y mostrar la continua fidelidad de Dios hacia Israel. “Si fuéremos infieles, él permanece fiel; él no puede negarse a sí mismo.[1]
Panorama General de Números
Israel en el Sinaí (Números 1:1-10:10)
Números inicia con un censo del pueblo mientras se preparan para partir del Monte Sinaí y emprender el viaje hacia la Tierra Prometida. El censo es seguido por instrucciones para el arreglo del campamento, leyes que Israel debía observar, y preparativos para la partida.
Israel en el Desierto (Números 10:11-21:35)
La parte central de Números registra los años que Israel vagó por el desierto, como resultado de su desobediencia en Cades. Aun antes de que perdieran el derecho a entrar a la Tierra Prometida, la falta de fe de Israel se observa en sus quejas en Tabera,[2] sus quejas sobre el maná en Kibrot-hataava,[3] y la rebelión de Aarón y María contra el liderazgo de Moisés.[4]
Después de que los espías dieron el reporte de su misión en Canaán, el pueblo se negó a creer la promesa de Dios de darles la victoria. El juicio de Dios vino sobre los espías incrédulos, que murieron de plaga, y Dios decretó que ningún israelita mayor de veinte años entraría a la Tierra Prometida, con excepción de Josué y Caleb.
El resto de esta sección incluye una serie de leyes relativas a los sacrificios, el juicio por la rebelión de Coré, Datán y Abiram, la confirmación del linaje sacerdotal de Aarón, y leyes acerca del tabernáculo y la purificación de los inmundos. Algunos estudiosos consideran que este orden no obedece a ningún criterio en particular; sin embargo, esta sección demuestra la gracia de Dios hacia Israel. El mensaje de juicio es seguido por una renovación de las leyes relativas al sacrificio, lo que demuestra que Dios no ha abandonado a su pueblo. Así como las leyes dadas en el Sinaí muestran el cuidado amoroso de Dios para su pueblo, las leyes en Números muestran que Dios cuida de Israel a pesar de su desobediencia. Del mismo modo, la confirmación del linaje sacerdotal de Aarón y las leyes relativas al tabernáculo revelan que el tabernáculo y el sacerdocio seguían siendo importantes para Israel. Dios no olvidó a Israel; Él continuó habitando en medio de su pueblo.
En el capítulo 21, el pueblo sufrió una plaga de serpientes a causa de su rebelión.[5] En respuesta al arrepentimiento del pueblo, Dios le dijo a Moisés que hiciera una serpiente de bronce y la pusiera sobre un asta. Al mirar a la serpiente de bronce, cualquiera que hubiera sido mordido por una serpiente viviría. En Juan, Jesús hace referencia a esto como una representación de su obra salvadora para todos los que con fe pongan su mirada en él.[6]
Israel en las Llanuras de Moab (Números 22:1-36:13)
La última sección de Números narra la segunda preparación de Israel para entrar a Canaán. Los eventos de estos capítulos tienen lugar aproximadamente cuarenta años después del inicio del libro. Como consecuencia de la desobediencia, un viaje que habría demorado once días les llevó cuarenta años.[7]
En el transcurso de esos cuarenta años murió toda la generación de israelitas incrédulos. Ninguna de las muertes que se registran en Números 15-21 fue el resultado de ataques de enemigos. La muerte de la generación incrédula fue el resultado del juicio de Dios, no de la fuerza de los enemigos de Israel.[8]
Mientras Israel esperaba en las llanuras de Moab, el gobernante moabita Balac contrató a Balaam para que maldijera a Israel. Dios tornó la maldición de Balaam en bendición sobre su pueblo. La bendición de Balaam incluye una de las grandes profecías mesiánicas del Antiguo Testamento. A pesar de la desobediencia de Israel, Dios continuó preservando a su pueblo.
A esta historia de la protección de Dios sobre Israel le sigue inmediatamente otra historia de juicio. Israel se volvió tras los dioses de Moab y fueron juzgados con una plaga que cobró la vida de 24,000 israelitas.[9] Una vez más las consecuencias de la desobediencia son claras.
Esto es seguido por un segundo censo, preparativos para salir de las llanuras de Moab, una revisión de las leyes del sacrificio, e instrucciones relativas a la división de la tierra. Dios no olvidó a su pueblo.
La Vieja Generación (Números 1-14)
La Nueva Generación (Números 21-36)
Primer censo: 603,550 guerreros (Num. 1)
Segundo censo: 601,730 guerreros (Num. 26)
Viaje de Sinaí a Cades
Viaje de Cades a Moab
Leyes de santificación (Num. 4-9)
Leyes de ofrendas y votos (Num. 28-30)
Números en el Nuevo Testamento
Pablo señaló el pecado de Israel en Moab, su rechazo a la autoridad y sus quejas como advertencia a los Corintios. Estos creyentes del Nuevo Testamento corrían peligro de cometer los mismos errores. Pablo les advirtió, “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.” Junto con esta advertencia, Pablo anima a sus lectores, “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.”[10]
En Hebreos, el autor advierte a los cristianos contra la incredulidad que impidió a Israel entrar en Canaán. Los israelitas endurecieron sus corazones, por lo cual no pudieron entrar en la tierra de la promesa. Del mismo modo, los lectores de Hebreos que tienen un “corazón malo de incredulidad” no entrarán en el reposo prometido en el evangelio.[11]
Deuteronomio es uno de los libros más importantes del Antiguo Testamento. Es la culminación del Pentateuco y el fundamento de los libros históricos. A lo largo del resto del Antiguo Testamento, los profetas van a medir a Israel conforme a los principios que se enseñan en Deuteronomio.
El nombre Deuteronomio significa “segunda ley.” Esta “segunda ley” no es nueva, sino una renovación del pacto para una nueva generación. A pesar de la infidelidad de Israel en el desierto, Dios no ha olvidado a su pueblo. Deuteronomio muestra que los pactos con Abraham y Moisés aún siguen vigentes.
Panorama General de Deuteronomio
Deuteronomio incluye tres discursos de Moisés. Estos discursos miran a la historia de Israel y apuntan a su futuro como el pueblo de Dios.
Discurso I – Histórico: Lo Que Dios Ha Hecho (Deuteronomio 1-4)
En su primer discurso, Moisés repasa la historia de Israel. Este no es simplemente un repaso histórico; es una teología de la historia. Al repasar la historia de Israel, Moisés demuestra la importancia de mantener el pacto. Señala las consecuencias de la desobediencia de Israel cuando se negaron a entrar a Canaán. Luego recuerda la protección de Dios sobre Israel cuando fueron obedientes a sus mandatos. Moisés incluso se señala a sí mismo como uno de los que no pudieron entrar a Canaán a causa de la desobediencia. Israel no debe olvidar el pacto.[1]
Este primer discurso deja un fundamento teológico importante para la historia posterior del Antiguo Testamento, la doctrina de “la siembra y la cosecha.”[2] El resto de la historia del Antiguo Testamento demuestra este principio. Cuando Israel obedecía, Dios los bendecía; cuando se involucraron en la adoración de ídolos paganos, Dios los envió al exilio.
Discurso II – Legal: Lo Que Dios Requiere (Deuteronomio 5-26)
El corazón de Deuteronomio es una revisión del pacto. En Deuteronomio 5-11, Moisés repasa las estipulaciones generales de la ley; en Deuteronomio 12-26, Moisés aplica el pacto a las condiciones específicas de la sociedad de Israel. Estos capítulos muestran cómo sería aplicado el pacto a la vida de Israel en Canaán.[3]
Moisés inicia este repaso de la ley con una revisión de los Diez Mandamientos. Los dos principios sobre los que se basa el pacto son el “temor de Dios” y el “amor a Dios.”
En Deuteronomio 5:29 Dios dijo, “¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!” El debido temor de Dios preservaría a Israel.
En Deuteronomio 6:4-5 se encuentra el corazón del pacto: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.”[4] Jesús afirmó que este es el “primero y grande mandamiento.”[5]
Estos dos principios, el temor de Dios y el amor a Dios no son antagónicos. Ambos, el temor y el amor, son términos de relación. En el Antiguo Testamento, “temer a Dios” significa vivir en una relación correcta con él. El temor de Dios no es el temor servil de un esclavo; es una clara conciencia de quién es Dios y nuestra respuesta hacia él. El temor y el amor son términos positivos.
El resto de este discurso desarrolla estos dos principios y los aplica a la vida cotidiana. A través de un repaso de los Diez Mandamientos y la aplicación de la ley a la vida en Canaán, Moisés enseña cómo el temor de Dios y el amor a Dios se demuestran en la vida diaria. La ley era más que una lista de reglas; era el medio para vivir en una relación de amor.
Discurso III – Profético: Lo Que Dios Hará (Deuteronomio 27-31)
Mirando hacia el futuro, el discurso final de Moisés prepara a Israel para la transición al liderazgo de Josué, y desafía a Israel a permanecer fiel al pacto.
Deuteronomio 27-28 contiene instrucciones para una ceremonia de renovación del pacto que debía realizarse una vez que Israel entrara a Canaán. En esta ceremonia, Israel debía edificar un altar cerca de Siquem, una ciudad ubicada entre el Monte Ebal y el Monte Gerizim. Las tribus se dividirían en dos grupos, la mitad de las tribus en un monte y la otra mitad en el otro. Los levitas proclamarían los mandatos del pacto, y el pueblo respondería con las bendiciones y maldiciones del pacto. En Josué 8:30-35 se narra la realización de esta ceremonia. Fue una manera dramática de recordar las obligaciones del pacto a una nueva generación.
Deuteronomio 29-30 contiene el mensaje final de Moisés. Después de recordar a Israel la fidelidad de Dios en el pasado, Moisés predijo que Israel se volvería a otros dioses y sería llevado al exilio. Sin embargo, también predijo la misericordia de Dios para traerlos de vuelta a su tierra. Moisés cierra con una elección: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia.”[6]
En Deuteronomio 31, Moisés comisiona a Josué como su sucesor y ordena que se lea la ley cada siete años en la Fiesta de los Tabernáculos. De este modo se recordaría a cada generación los términos de la ley.
Apéndices (Deuteronomio 32-34)
Bajo la dirección de Dios, Moisés dejó provisión de un medio para ayudar a Israel a recordar el pacto. Moisés enseñó a Israel un cántico que resumía el pacto. Este cántico recuerda la bondad de Dios hacia Israel, predice la futura rebelión de Israel y el exilio, y promete el perdón de Dios y la restauración. El canto de Deuteronomio 32 es otro recordatorio de las provisiones del pacto.
Deuteronomio 33 contiene la bendición final de Moisés para cada tribu. Como un patriarca bendiciendo a sus hijos, Moisés pronuncia una bendición sobre cada una de las tribus.[7]
Deuteronomio 34 es un obituario que puede haber sido escrito por Josué. Debido al pecado de Moisés en Meriba, no le fue permitido entrar a la tierra prometida.[8] Sin embargo, Dios permitió a Moisés ver la tierra desde el Monte Nebo. Dios enterró a Moisés en Moab, y Josué se convirtió en el líder del pueblo de Israel.
Deuteronomio en el resto del Antiguo Testamento
El pacto en Deuteronomio provee una base para el posterior “juicio profético” contra Israel. Los profetas de Israel apuntan a Deuteronomio cuando señalan la infidelidad de Israel hacia Dios. La estructura de Deuteronomio sigue un patrón que era común a los pactos o tratados políticos en los tiempos de Moisés. Por haber vivido en Egipto, Israel habría estado familiarizado con esta forma de tratado, lo cual le habría ayudado a comprender la seriedad de su pacto con Dios.
Lamentablemente, Israel pronto olvidó su compromiso y rompió el pacto. En el libro de Jueces se ve cómo Israel ya había empezado a abandonar el pacto. Jueces, Reyes y los profetas revelan el fracaso de Israel al no permanecer fiel al pacto presentado en Deuteronomio.
Pacto de Dios con Israel
Tratados del Antiguo Medio Oriente
Pacto de Dios con Israel
Preámbulo introductorio del tratado
Deuteronomio 1:1-5
Prólogo Histórico que repasa la relación entre las dos partes
Deuteronomio 1:6 – 4:49
Estipulaciones del pacto
Deuteronomio 5:1 – 26:19
Maldiciones y bendiciones por romper
(o mantener) el pacto
Deuteronomio 27:1 – 28:68
Provisión para leer el pacto periódicamente
Deuteronomio 31:9-29
Lista de testigos del pacto
Deuteronomio 32:1-47
Deuteronomio en el Nuevo Testamento
Deuteronomio es citado más de ochenta veces en el Nuevo Testamento; es uno de los libros del Antiguo Testamento que se cita con mayor frecuencia. En Deuteronomio se encuentra la promesa de que Dios levantaría un profeta como Moisés; esto se cumple en el ministerio terrenal de Jesús.[9] Jesús citó Deuteronomio en muchas ocasiones, incluyendo su respuesta a la tentación de Satanás en el desierto.[10]
[2] Los estudiosos bíblicos llaman a este principio “teología deuteronómica” o “teología de retribución.” Es la base de los libros históricos y los libros proféticos, y se reafirma en Gálatas 6:6-7.
[3] Un ejemplo es Deuteronomio 22:8: “Cuando edifiques casa nueva, harás pretil a tu terrado, para que no eches culpa de sangre sobre tu casa, si de él cayere alguno” Esta ley no está incluida en Éxodo ni en Levítico. Leyes sobre la construcción de una casa no eran necesarias mientras l pueblo estaba en el desierto. Eran necesarias para un nuevo escenario, que incluía el establecimiento de ciudades en Canaán. Aunque la aplicación es nueva, el principio no lo es. Deuteronomio 22:8 aplica un principio establecido previamente, “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18). También se relaciona con Éxodo 20:13, “No matarás.” El cumplimiento de este mandamiento va más allá de no cometer homicidio; es una protección active de otros seres humanos – principio que es reiterado por Jesús en Mateo 5:21-24.
En muchas iglesias se ignora gran parte del Pentateuco. Las historias de la creación y el diluvio son la base de lecciones bíblicas para niños, y son materia de debate acerca de creación y evolución. Los Diez Mandamientos se memorizan en la Escuela Dominical. Sin embargo, gran parte del texto bíblico desde Éxodo hasta Deuteronomio es ignorado por muchos cristianos. Esto es lamentable, porque estos libros son importantes para los creyentes del siglo XXI.
Éxodo modela el plan de Dios para redimir y construir una relación con la humanidad. Entendida correctamente, la ley revela el deseo de Dios de establecer y mantener una relación con su pueblo. Al igual que a Israel, Dios nos dice: “No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis.”[1] Una correcta relación con Dios significa que no tenemos que temer nada más.
Levítico modela la santidad. Muestra que un Dios santo requiere un pueblo santo. Aunque el sistema de sacrificios ya no está vigente, los principios de santidad siguen siendo esenciales para vivir en una correcta relación con Dios.
Números advierte a la iglesia contra la desobediencia. En el Antiguo Testamento, el pueblo de Dios fue juzgado por su desobediencia. Si el pueblo de Dios es desobediente hoy, también será juzgado.
Deuteronomio provee un patrón para aplicar los principios de la ley a situaciones cambiantes. En Deuteronomio, Moisés enseñó a Israel a aplicar los principios de la ley a la vida en la Tierra Prometida. Las circunstancias en las que vivimos pueden cambiar, pero los principios de la ley de Dios no cambian. Estudiar el libro de Deuteronomio nos enseña cómo aplicar los principios bíblicos a situaciones nuevas.
Demuestre su comprensión de esta lección con las siguientes asignaciones:
(1) Elija una de las siguientes asignaciones:
Opción 1: Trabajo Grupal
Después de leer “Una Mirada más de Cerca a la Ley,” estudien Levítico 19. Para cada mandato en este capítulo, determinen el principio que se enseña y luego comenten cómo se puede aplicar este principio en la actualidad. Cada miembro de su grupo deberá escribir un breve ensayo que incluya al menos una aplicación contemporánea de Levítico 19.
Opción 2: Trabajo Individual
Después de leer “Una Mirada más de Cerca a la Ley,” estudie Levítico 19. Escriba un ensayo de 1-2 páginas en el cual deberá mencionar cada mandato de este capítulo, determinar el principio que se enseña, y explicar cómo se puede aplicar el principio en la actualidad.
(2) Haga el examen correspondiente al material de este capítulo. En el examen se incluyen los versículos asignados para memorizar.
Preguntas de Examen – Lección 3
(1) ¿Cuál es la fecha más probable para el éxodo de Israel en Egipto?
(2) Mencione el tema de cada libro.
(3) Las dos secciones principales de Éxodo son ______________ y __________________.
(4) En Éxodo, los eventos que describen la redención de Israel de la opresión de Egipto son:
(5) En Éxodo, los dos eventos que marcan el establecimiento de una relación entre Jehová e Israel son:
(6) Identifique cada una de las ofrendas que se mencionan en Levítico.
____________________: un obsequio que acompaña a otra ofrenda ____________________: la ofrenda principal del Antiguo Testamento.
____________________: expiación por violaciones que requieren restitución. ____________________: expiación por violaciones de la ley no intencionales.
____________________: celebra la comunión entre el adorador y Dios.
(7) El __________________________ de Levítico 17-27 enseñó a Israel cómo vivir de una manera que ejemplificara la santidad en la vida cotidiana.
(8) Los cuatro pasos para aplicar la ley del Antiguo Testamento hoy en día son:
(9) Las tres grandes secciones de Números son _______________________, __________________, y ________________.
(10) Los tres discursos de Moisés en Deuteronomio son:
(11) Escriba Éxodo 3:14; Levítico 20:7–8; Deuteronomio 6:4–5 de memoria.
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