Los libros de Samuel y Reyes registran la historia de la monarquía de Israel. En 1 Samuel se narra el inicio de la monarquía, el reinado de Saúl. 2 Samuel relata la historia del reinado de David. En 1 y 2 Reyes, reyes malos llevaron a Israel y Judá a caer en la apostasía. En respuesta, el juicio prometido en Deuteronomio 27-28 cae sobre la nación. Al final de 2 Reyes, el Reino del Norte ha sido destruido y Judá está en el exilio en Babilonia.
Crónicas se concentra en el mismo período de la historia desde una perspectiva diferente. Escrito después del retorno del exilio, Crónicas mira la historia de Israel desde la perspectiva de la historia de la salvación y ve el continuo propósito de Dios para su pueblo. Crónicas asegura al pueblo de Dios que hay esperanza para el futuro. Dios no ha olvidado su pacto con su pueblo.
► ¿Se equivocó Israel al pedir un rey? Al responder esta pregunta, considere 1 Samuel 8:6-22 y Deuteronomio 17:14-20.
1 Samuel
Tema: El Inicio de la Monarquía de Israel
1 Samuel registra la transición del último juez, Samuel, al primer rey de Israel, Saúl. 1 Samuel abarca los años 1100 a 1011 A.C. y narra los primeros días de la monarquía. En lugar de una teocracia, en la cual Dios hablaba directamente a través de jueces y profetas, Israel pasó a estar gobernado por un rey. Proféticamente, Moisés había descrito el tipo de rey que Israel debía buscar. Sin embargo, en poco tiempo Saúl y sus sucesores se apartaron del plan de Dios para un rey. 1 Samuel muestra la promesa del primer rey, así como su trágico fracaso y su incapacidad para alcanzar su potencial como el ungido de Dios.
Panorama General de 1 Samuel
La Transición a una Monarquía (1 Samuel 1–15)
La transición desde el gobierno de los jueces hasta una monarquía empieza con la historia de Samuel. Hijo de Ana, una mujer piadosa, Samuel fue dedicado a Dios desde su nacimiento por un voto nazareo.[1] Siendo un niño, Samuel fue llevado al templo para servir bajo el sacerdote Elí.
Escenas de esta transición incluyen:
Llamamiento de Samuel y juicio sobre Elí y su familia (1 Samuel 1–3)
1 Samuel 1–7 muestra el continuo declive de Israel iniciado en Jueces. Hasta los sacerdotes se habían corrompido, lo que se observa en los hijos de Elí, que profanaron su oficio con inmoralidad sexual y el uso indebido de los sacrificios.[2] Como resultado, Dios trae un mensaje de juicio por medio de Samuel.
La captura del Arca por los filisteos (1 Samuel 4–7)
El abuso del pacto por parte de Israel se observa en la forma indebida en la que utilizaron el Arca del Pacto. Cuando los filisteos los atacaron, los israelitas llevaron el arca al campo de batalla, creyendo que este objeto sagrado los protegería de sus enemigos. Sin embargo, debido a la apostasía de Israel, Dios no los protegió. El arca fue capturada por los filisteos, en cuyo poder estuvo durante siete meses. Cuando el arca trajo plagas sobre los filisteos, estos la regresaron a Bet-semes.
La elección de Saúl como rey (1 Samuel 8–12)
Siendo de edad avanzada, Samuel designó a sus hijos como jueces sobre Israel. Desafortunadamente, al igual que los hijos de Elí, los hijos de Samuel no fueron fieles. Como consecuencia, los ancianos de Israel pidieron a Samuel que ungiera a un rey. Existe cierta tensión entre la profecía de Moisés acerca de un rey “al que Jehová tu Dios escogiere”[3] y las palabras de Dios a Samuel de que “no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos.”[4]
La clave parece ser la motivación detrás de la petición de los ancianos: “Constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones.”[5] Moisés profetizó acerca del día cuando un rey sería parte del plan de Dios; sin embargo, la motivación de Israel era que quería ser como las otras naciones. Tristemente, los reyes de Israel llevaron a la nación por la senda de sus vecinos; Israel en verdad se volvió “como todas las naciones” en su idolatría e injusticia.
El inicio del reinado de Saúl (1 Samuel 13–15)
Al principio Saúl parecía ser un rey modelo. Mostró humildad en el momento de su elección, y disfrutó del éxito militar al enfrentar a los filisteos. Sin embargo, tres eventos revelan problemas muy arraigados en el corazón de Saúl.
Saúl usurpó el rol sacerdotal de Samuel. Cuando Samuel lo confrontó, Saúl culpó a Samuel.[6]
Saúl hizo un juramento imprudente que casi resulta en la muerte de Jonatán.[7]
Saúl desobedeció el mandato de Dios de destruir completamente a los amalecitas. Cuando Samuel lo confrontó, Saúl culpó al pueblo.[8]
Cada una de estas escenas muestra que Saúl no era el rey que Moisés describió en Deuteronomio. Como resultado, Samuel trajo un mensaje de juicio de parte de Dios: “Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey.”[9]
La caída de Saúl y el ascenso de David (1 Samuel 16–31)
La primera mitad de 1 Samuel narra la transición de una teocracia a una monarquía; la segunda mitad de 1 Samuel muestra la transición del reinado de Saúl al reinado de David.
Introducción de David (1 Samuel 16–17)
Tres historias introducen a David en la escena. Primero, la unción de David enfatiza la importancia del corazón del rey. Ante el pueblo, Saúl tenía toda la apariencia de un rey; ante Dios, David tenía el corazón de un rey.[10]
La segunda historia presenta la relación entre Saúl y David. Dios rechazó a Saúl como rey, y un espíritu malo empezó a atormentar a Saúl. Debido a su reputación de músico talentoso, David fue escogido para tocar para Saúl y calmar así su espíritu.[11]
La tercera historia narra la victoria de David sobre Goliat, el gigante filisteo. En contraposición al creciente orgullo de Saúl y el exceso de confianza en sí mismo, esta historia muestra la humildad de David y su dependencia de Dios.[12]
Conflicto entre Saúl y David (1 Samuel 18–27)
Cuando Saúl vio que el pueblo alababa a David después de su victoria sobre Goliat, empezó a sentir celos de este aparente rival. La historia del conflicto entre Saúl, el rey desechado, y David, el rey escogido por Dios, incluye cuatro escenas principales:
La creciente amistad entre David y Jonatán (1 Samuel 18).
Los intentos de Saúl de matar a David (1 Samuel 19–20).
David escapa de Saúl, y se niega a herir al “ungido de Dios” (1 Sam. 21–26).
El refugio temporal de David entre los filisteos (1 Samuel 27).
La muerte de Saúl y sus hijos (1 Samuel 28-31)
El paso final en la caída de Saúl fue su visita a la adivina de Endor, al prepararse para una batalla contra los filisteos. Saúl se involucró en las prácticas ocultas que antes había buscado destruir.[13] Samuel apareció con un mensaje de juicio; los filisteos derrotarían a Israel, y Saúl y sus hijos morirían en la batalla. Tal como fue profetizado, Saúl y sus hijos fueron muertos en batalla al día siguiente, y 2 Samuel inicia con el ascenso de David al trono.
A la edad de treinta años, David se convirtió en rey de Israel. 2 Samuel abarca los años 1011 a 971 A.C., desde la muerte de Saúl hasta la muerte de David. Este libro narra el éxito de David en los primeros años de su reinado. También narra las trágicas consecuencias del pecado de David con Betsabé.
Panorama General de 2 Samuel
Ascenso de David al Poder (2 Samuel 1–4)
2 Samuel inicia con la reacción de David ante la muerte de Saúl. En vez de alegrarse por la muerte de un enemigo, David lamentó la muerte de Saúl y castigó al amalecita que afirmó haberlo matado. David fue ungido como rey sobre Judá; el hijo de Saúl, Is-boset, fue coronado como rey sobre Israel. 2 Samuel 3:1 dice, “Hubo larga guerra entre la casa de Saúl y la casa de David.” Después de siete años, Is-boset fue asesinado por dos de sus oficiales, y David fue coronado como rey sobre todo Israel.
Los Años de Prosperidad de David (2 Samuel 5–9)
Los primeros años del reinado de David fueron exitosos. En el ámbito militar, David aseguró la frontera de Israel. En el aspecto político, unificó la nación después de la guerra civil. Trasladó la capital de la ciudad de Hebrón, en el sur, a la ciudad de Jerusalén, en el centro del país, lo que permitió aliviar tensiones políticas.
Aún más importante, David tuvo éxito espiritual durante estos años. 2 Samuel 7 es uno de los capítulos más importantes en la historia del Antiguo Testamento. El pacto de Dios con David se construye sobre el fundamento de los pactos con Abraham y Moisés. El pacto Davídico incluye cinco promesas:
Dios proveerá una morada segura para Israel (7:10-11).
Dios levantará al hijo de David para construir el templo (7:12-13).
Dios establecerá el reino de David para siempre (7:13).
Dios establecerá una relación de padre-hijo con los descendientes de David (7:14).
La misericordia de Dios no se apartará del linaje de David (7:14-15).
Este pacto es importante para entender la historia de Israel. Una de las preguntas claves que veremos al estudiar 1 y 2 Reyes es, “¿Por qué ya no hay un rey del linaje de David en el trono?” Para Israel, parecía que Dios había olvidado su pacto con David. 1 y 2 Reyes dan la respuesta de Dios a esta pregunta.
El pacto Davídico también es importante para la historia del Nuevo Testamento. Los evangelios muestran que el pacto Davídico se cumplió definitivamente en la venida de Jesucristo.[1]
El Pecado de David y sus Consecuencias (2 Samuel 11–24)
2 Samuel 11 narra un trágico evento que empañó el reinado de David. David trató de ocultar su relación de adulterio con Betsabé asesinando a Urías. El resto de 2 Samuel muestra el juicio de Dios sobre David. En 2 Samuel 7:15, Dios prometió que “Mi misericordia no se apartará”; esta bendición es parte de la relación del pacto. En 2 Samuel 12:10, Dios prometió que “no se apartará jamás de tu casa la espada”; este juicio también es parte de la relación del pacto. Un pacto con Dios conlleva responsabilidad ante Dios.
El relato de David y Betsabé es uno de los momentos oscuros en la historia del Antiguo Testamento. Para aquellos que creemos en el llamado de Dios a sus hijos a vivir libres de pecado voluntario, la historia es especialmente difícil. Aunque no creemos que el creyente tenga necesariamente que caer en pecado, la historia de David nos muestra que es posible que los hijos de Dios caigan. Esta historia enseña lecciones valiosas para los creyentes; enseña lo que un creyente debe hacer si cae en pecado voluntario.
(1) Debemos confesar nuestro pecado.
Cuando Samuel confrontó a Saúl con su pecado, Saúl trató de justificarse (“Porque… tú no venías…”)[1] Cuando Natán confrontó a David con su pecado, David inmediatamente confesó, “Pequé contra Jehová.”[2] Esto muestra la diferencia entre David, un hombre conforme al corazón de Dios, y Saúl, un hombre que fue desechado por Dios.
Ya sea un “pecado grande” como el adulterio o un “pecado pequeño” como el chisme, no podemos recibir el perdón de Dios si no confesamos nuestro pecado. Como Saúl, en ocasiones somos tentados a justificar nuestro pecado, o incluso a negarlo llamándolo “error” o “debilidad.” Sin embargo, cuando Dios nos revela que hemos pecado, debemos confesar nuestro pecado y buscar su perdón.
(2) Debemos reconocer la seriedad de nuestro pecado.
Cuando Samuel confrontó a Saúl acerca de ofrecer el sacrificio sacerdotal, Saúl lo tomó como si fuera una ofensa menor. Saúl dijo: “Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto.”[3]
Cuando Natán confrontó a David, el rey reconoció que la seriedad de su pecado no estaba basada simplemente en el acto mismo. La seriedad de su pecado se debía a Aquel contra quien David había pecado. “Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio.”[4]
Cuando reconocemos que nuestro pecado es una ofensa contra Dios mismo, entendemos que no hay pecado “pequeño.” Es por esto que Dios dijo, “El alma que pecare, esa morirá.”[5] Debemos reconocer la seriedad de nuestro pecado; el pecado merece la muerte.
(3) Debemos creer que recibiremos el perdón de Dios.
David oró, “Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve.” David sabía que no había en el sistema sacrificial un sacrificio que pudiera expiar el pecado voluntario como el que había cometido. Sin embargo, David apela a la misericordia de Dios: “Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.”[6] David se arrepintió con la fe de que un Dios misericordioso perdonaría su pecado.
En el Nuevo Testamento, Juan escribió, “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.”[7] Como cristianos, no tenemos que caer en el pecado; pero si pecamos, Juan nos da la buena noticia de que tenemos un abogado.
Es probable que el Salmo 32 haya sido escrito poco después del Salmo 51. En el Salmo 51 David confesó su pecado. En el Salmo 32, David se regocija por el perdón de Dios. “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado… Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado.”[8]
(4) Debemos entender el costo de nuestro pecado a largo plazo.
David se arrepintió y Dios perdonó su pecado. Sin embargo, el resto del reinado de David estuvo marcado por las consecuencias de aquella noche con Betsabé. Su hijo Amnón violó a Tamar, su media hermana. Absalón, el hijo favorito de David, dirigió un intento de golpe de estado. Seba, un hombre de la tribu de Benjamín, dirigió una revuelta. Mientras David estaba en su lecho de muerte, sus hijos peleaban por el trono. La espada nunca se apartó de la casa de David. Incluso en la genealogía de Jesús hay un recordatorio del pecado de David: “El rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías.”[9] La historia de David es un recordatorio de las terribles consecuencias del pecado.
Nunca debemos tomar el pecado con ligereza. Pablo advirtió “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción.”[10] Tener conciencia de la seriedad del pecado y del costo del pecado puede ayudarnos a permanecer firmes en el momento de la tentación.
En 2 Samuel 7, Dios prometió una morada segura para Israel, un templo en Jerusalén, y que los descendientes de David permanecerían en el trono de Israel para siempre. 1 y 2 Reyes fueron escritos desde la perspectiva del exilio. Cuando estos libros fueron escritos, Israel estaba en el exilio, el templo había sido destruido, y no había un rey de linaje de David en el trono.
Estos libros responden a la pregunta, “¿Por qué?” ¿Por qué no se cumplieron las promesas? ¿Olvidó Dios sus promesas? ¿Era Marduk, el dios de Babilonia, más poderoso que Jehová, el Dios de Israel? 1 y 2 Reyes responden estas preguntas señalando el fracaso de Israel al no permanecer fiel al pacto.
Usando el lenguaje de la teología deuteronómica, Reyes muestra que Israel está cosechando el justo castigo por su pecado. Estos libros son históricos, pero son más que historia; explican por qué la historia de Israel se desarrolló tal como lo hizo. Por esta razón la Biblia hebrea clasifica estos libros como los “Profetas Anteriores.” Estos libros traen una palabra profética de parte de Dios: “Es por esto que he traído juicio sobre mi pueblo escogido.”
Autor y Fecha
En la Biblia hebrea, 1 y 2 Reyes son un solo libro. La tradición hebrea identifica a Jeremías como el autor. No obstante, en los libros de 1 y 2 Reyes no hay ninguna referencia que identifique al autor. Los estudiosos en su mayoría identifican este libro como “anónimo.”
El último evento que se registra en 2 Reyes tuvo lugar en el año 561 A.C. Reyes no menciona el edicto de Ciro del año 539 A.C. que permitía a Judá regresar. Se puede suponer que los libros de Reyes fueron escritos en algún momento entre estas dos fechas.
Estructura de 1 y 2 Reyes
Israel Unido Bajo Salomón (1 Reyes 1-11)
Estos capítulos abarcan los años 971 a 931 A.C. Narran las glorias del reinado de Salomón: su sabiduría, su riqueza, y la bendición de Dios sobre el templo. También relatan la apostasía de Salomón en sus últimos años.
El Reino Dividido (1 Reyes 12 – 2 Reyes 17)
Estos capítulos comprenden los años 931 a 722 A.C., desde la muerte de Salomón hasta la destrucción del reino del norte por los asirios. Como consecuencia de las acciones insensatas de Roboam, la nación se dividió en dos reinos después de la muerte de Salomón. Las diez tribus del norte siguieron a Jeroboam; sólo Judá y Benjamín permanecieron leales a Roboam y al linaje de David. El relato alterna entre los dos reinos, y narra la rápida apostasía del reino del norte y la decadencia gradual de Judá.
Reino del Norte o Israel
Reino del Sur o Judá
19 Reyes
19 Reyes; 1 Reina
Todos los reyes fueron malos
8 reyes buenos que trajeron períodos de avivamiento
La capital fue Siquem, luego Tirsa, luego Samaria
La capital fue Jerusalén
Adoraron en Bet-el y Dan
Adoraron en Jerusalén, “la ciudad de David”
Destruido por Asiria en el año 722 A.C.
Llevados al exilio en Babilonia en el 586 A.C.
El reino se perdió
Regresa del exilio en el año 536 A.C.
Judá Después de la Caída del Reino del Norte (2 Reyes 18–25)
Estos capítulos abarcan los años 722 a 561 A.C., desde la destrucción del Reino del Norte hasta la liberación de Joaquín de la cautividad en Babilonia. Debido a algunos períodos de avivamiento durante los reinados de unos pocos reyes buenos, Judá sobrevivió más de un siglo después de la caída del norte. Sin embargo, a causa del perverso gobierno de Manasés, Dios pronunció juicio sobre Judá.[1] Hubo un último período de avivamiento durante el reinado de Josías, pero en el año 586 A.C. Babilonia conquistó Jerusalén, el templo fue destruido, y el pueblo fue llevado al exilio.
2 Reyes termina con la historia de Judá bajo Gedalías, el gobernador designado por Babilonia. Concluye con el reporte de que el rey de Babilonia liberó a Joaquín de prisión. Esto tuvo lugar en el año 561 A.C., y para los primeros lectores de 1 y 2 Reyes, era un recordatorio de que Dios estaba cuidando de los descendientes de David. Dios no había olvidado su promesa a David.
Fechas/Reyes/Eventos Importantes*
Reino del Norte o Israel
Reino del Sur o Judá
931-910 Jeroboam I lleva a Israel a la idolatría
931-913 Roboam causa la división de Israel
885-874 Omri traslada la capital a Samaria
911-870 Asa fue un buen rey
874-853 Acab y Jezabel
875-848 Ministerio de Elías
872-848 Josafat fue un buen rey, pero hizo alianza con Acab
760-750 Ministerio de Amós
753-715 Ministerio de Oseas
792-740 Uzías contrajo lepra como castigo por violar las leyes de las funciones sacerdotales
732-722 Oseas – último rey del Reino del Norte
716-687 Ezequías
740-681 Ministerio de Isaías
722 Destrucción del Reino del Norte por Asiria
641-609 Josías – último buen rey de Judá
627-586 Ministerio de Jeremías
609-598 Reinado de Joacim, quien rechazó las advertencias de Jeremías
597-586 Sedequías – último rey de Judá
586 Destrucción de Jerusalén
* Las fechas son aproximadas. Basado en E.R. Thiele, The Mysterious Numbers of the Hebrew Kings (Los Misteriosos Números de los Reyes Hebreos), Zondervan, 1983.
Temas Importantes en 1 y 2 Reyes
Los Reyes
1 y 2 Reyes miran a los gobernantes de Israel de un modo similar y a la vez diferente de los libros de historia ordinarios. Al igual que otras fuentes históricas, 1 y 2 Reyes presentan información biográfica básica: la edad del rey cuando llegó al trono, trasfondo familiar, duración de su reinado, lugar donde fue enterrado, sucesor, y la fuente de información acerca del rey.
A diferencia de otras fuentes históricas, el interés principal de estos libros es una evaluación de la fidelidad del rey hacia Dios. Para cada uno de los reyes, el escritor señala que “…anduvo en todos los pecados que su padre había cometido antes de él; y no fue su corazón perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de David su padre,”[2] o que su corazón “fue perfecto para con Jehová toda su vida.”[3]
Cada rey es evaluado sobre la base de la fidelidad a Dios, no principalmente por su éxito político o militar. Por ejemplo, en la historia secular, Omri es uno de los reyes israelitas más conocidos. La “Estela de Mesha,” que se encuentra en el Museo de Louvre, habla de las conquistas militares de Omri. Mucho tiempo después de la muerte de Omri, fuentes asirias se referían a Israel como la “tierra de Omri.” Omri fue un rey muy conocido, pero en 1 Reyes sólo seis versículos se dedican a él. Para el escritor bíblico, “Omri hizo lo malo ante los ojos de Jehová, e hizo peor que todos los que habían reinado antes de él.”[4] Para el autor bíblico, el pecado de Omri tenía más peso que la importancia política de su reinado. Reyes es la historia del pacto; registra la historia de Israel en relación con su fidelidad al pacto.
Los Profetas
Como parte del relato de la decadencia de Israel, 1 y 2 Reyes presta especial atención al rol de los profetas. Mientras que Omri es casi ignorado en reyes, el reinado de Acab es descrito en detalle.
Hay dos razones que explican esto. Una es que el perverso gobierno de Acab llevó a la destrucción del Reino del Norte.[5] La segunda razón es el conflicto de Elías con Acab. El conflicto entre Elías y Acab demuestra la fidelidad de Dios al advertir a Israel de su pecado. La confrontación en el Monte Carmelo puso a Israel cara a cara con su apostasía. La sequía proclamada por Elías enfrentó a Israel con el costo de su apostasía.[6]
Los profetas muestran la fidelidad de Dios hacia su pueblo. A través de Elías y Eliseo en el norte, y de Isaías y sus contemporáneos en Judá, Dios advirtió repetidamente a Israel de su pecado. Tristemente, a pesar de la fidelidad de Dios, Israel persistió en su rebelión.
Teología Deuteronómica
El conflicto entre Elías y Acab demuestra no sólo la fidelidad de Dios al advertir a Israel, sino también la obstinación de Israel, que se negaba a arrepentirse. Desde la perspectiva del exilio, el autor de Reyes muestra que Judá e Israel sufrieron el juicio justo de Dios.
A las preguntas planteadas al inicio de esta sección, el autor de Reyes responde, “No, Marduk no es más poderoso que Jehová. No, Dios no ha olvidado las promesas de su pacto. Judá e Israel están sufriendo las consecuencias de su infidelidad hacia el pacto. El pacto prometía bendición para los fieles y castigo para los infieles. Dios está haciendo exactamente lo que prometió.”[7]
La relación entre Deuteronomio y Reyes se observa en varios ejemplos específicos.
Deuteronomio ordenó a Israel adorar en “el lugar que Jehová vuestro Dios escogiere.” Jeroboam estableció nuevos lugares de adoración en Dan y Bet-el.[8]
Deuteronomio mostraba la clase de rey que Dios quería para Israel. Reyes muestra cómo los reyes de Israel fallaron en cumplir los estándares de Dios para un rey.[9]
Deuteronomio estableció una prueba para un verdadero profeta. El ministerio de Elías y Eliseo demostró la validez de esta prueba.[10]
Deuteronomio predijo maldiciones específicas si Israel rompía el pacto, las cuales se cumplieron en detalle en Reyes.[11]
[6] 1 Reyes 17. En la lección acerca de Éxodo, vimos que las plagas fueron un ataque contra los dioses falsos de Egipto. La sequía en los días de Elías fue un ataque similar contra Baal. Baal era el dios fenicio de la fertilidad, y fue introducido en Israel por Jezabel. Baal era llamado el “Señor de la Lluvia y el Trueno.” Elías proclamó que Jehová, el creador del mundo, era el único que tenía poder sobre la naturaleza.
[12]Las fechas son aproximadas. Basado en E.R. Thiele, The Mysterious Numbers of the Hebrew Kings (Los Misteriosos Números de los Reyes Hebreos), Zondervan, 1983.
[13]Baal, el “Señor de la Lluvia y el Trueno.” ¡Israel cambió la adoración de Jehová Dios Todopoderoso por lo que no servía para nada! Jer. 2:11
1 y 2 Crónicas
Tema: Un Mensaje de Esperanza
1 y 2 Crónicas fueron escritas más de un siglo después de 1 y 2 Reyes. Crónicas surge de un momento difícil en la historia de Israel. Ciro permitió al pueblo regresar – pero había más judíos viviendo en Babilonia que en Jerusalén. El templo había sido reconstruido – pero era más pequeño y menos imponente que el templo de Salomón. No había rey del linaje de David en el trono. El Mesías no había aparecido. 1 y 2 Crónicas fueron escritas para un pueblo que necesitaba saber que “Dios no nos ha olvidado. Aún somos su pueblo. Hay esperanza.”
La tradición antigua identifica a Esdras como el autor de Crónicas. Esto se debe en parte a que los dos últimos versículos de 2 Crónicas se repiten como los dos primeros versículos de Esdras. En los libros de Crónicas no se identifica al autor. Por esta razón, al autor por lo general se le llama el “Cronista.”
En la Biblia hebrea, Crónicas es el último libro del canon. Esto es apropiado debido a la fecha probable en que fue escrito, entre los años 450 y 400 A.C., siendo uno de los últimos libros del Antiguo Testamento en ser escritos. También es apropiado por el propósito de Crónicas. Crónicas no es principalmente un libro histórico, aunque la historia en Crónicas es verdadera. Su propósito principal es llevar un mensaje de esperanza al mirar la historia de Israel con un nuevo lente. Crónicas mira al futuro cumplimiento de las promesas de Dios a Israel, promesas que serían cumplidas con la venida de Jesucristo.
Crónicas y Reyes
La relación entre Crónicas y Reyes es similar a la relación entre los tres evangelios sinópticos; ven los mismos hechos desde puntos de vista contrastantes. Crónicas contiene la misma historia que Samuel y Reyes. Sin embargo, mira estos eventos desde una nueva perspectiva. Reyes preguntaba, “¿Por qué no se han cumplido las promesas del pacto?” Crónicas pregunta, “¿Hay esperanza para el futuro? ¿Tiene Dios un propósito para su pueblo?”
El propósito del Cronista se observa en su selección del material. Él no da una historia completa de Israel. Más bien, elige el material que demuestra cómo Dios ha trabajado en la historia de Israel para cumplir sus propósitos. El autor no está tratando de negar los momentos oscuros en la historia de Israel; sus lectores conocían muy bien esos momentos oscuros. Sin embargo, el propósito de Crónicas no es explicar los juicios de Dios; el propósito de Crónicas es dar esperanza a un pueblo que estaba desanimado. Al finalizar con la proclamación de Ciro, Crónicas concluye con un mensaje de esperanza; Dios sigue protegiendo a su pueblo.
Samuel/Reyes
Crónicas
¿Por qué juzgó Dios a su pueblo?
¿Hay un futuro para el pueblo de Dios?
Incluye la historia del reinado de Saúl
Incluye sólo la muerte de Saúl
Incluye la historia de ambos reinos
Incluye sólo la historia de Judá
Énfasis en los profetas
Énfasis en los sacerdotes y el templo
“¿Anduvo el rey en los caminos de David?”
“¿Fue fiel el rey a la adoración en el templo?”
Énfasis en el juicio justo de Dios
Énfasis en la eterna misericordia de Dios
Panorama General de Crónicas
Genealogías (1 Crónicas 1-9)
¿Genealogías? ¡Qué aburrido! Sí, estos capítulos pueden ser aburridos, pero son importantes.[11] ¿Por qué? Porque recuerdan al pueblo de Dios que Él no los ha olvidado.
En el siglo V A.C., la genealogía de las tribus de Israel parecía irrelevante. Las diez tribus del Reino del Norte habían sido destruidas por Asiria y jamás recuperarían su identidad. El pueblo de Judá se había dispersado a lo largo de Egipto, Babilonia y Persia.
En esta situación, las genealogías transmitían un mensaje importante: “Dios no nos ha olvidado. Somos su pueblo escogido. Aún sabemos quiénes somos; podemos rastrear nuestra genealogía hasta Adán.” Aunque el Reino del Norte había desaparecido, el Cronista quiere que Judá recuerde que Dios escogió a “todo Israel” y no los ha olvidado.[1]
Un extracto demostrará cómo las genealogías encajan en el propósito del Cronista. En hebreo, el nombre Jabes es similar a la palabra hebrea para “dolor.” Jabes era un hombre sin un gran patrimonio, pero “invocó al Dios de Israel… Y le otorgó Dios lo que pidió.”[2] La oración de Jabes no es una fórmula mágica para recibir cosas de Dios. La oración de Jabes es un recordatorio de que Dios escucha a quienes lo invocan, aún si no tienen fortuna personal o familiar. La historia de Jabes motivó a los primeros lectores de Crónicas a clamar a Dios; incluso en tiempos de oscuridad, Dios escucharía su clamor.
El Reinado de David (1 Crónicas 10–29)
Saúl está incluido en las genealogías, pero el único detalle que se menciona sobre Saúl es su muerte. El reinado de Saúl tiene poco interés para el Cronista. El interés del Cronista en Saúl se resume en, “Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra Jehová… por esta causa lo mató, y traspasó el reino a David hijo de Isaí.”[3]
El enfoque del Cronista está en David y su linaje real. Crónicas habla de David y sus hombres. No se refiere al pecado de David con Betsabé. Los lectores de Crónicas ya conocían la historia del pecado de David; esto no era relevante para el propósito de Crónicas.
Interesantemente, aunque la historia de Betsabé no se menciona en Crónicas, el pecado de David al censar al pueblo sí se menciona. ¿Por qué? Esta historia es importante para el énfasis del Cronista en el templo. En su arrepentimiento, David compró la era de Ornán para construir un altar para el sacrificio. Posteriormente allí fue edificado el templo.[4]
El templo es importante para Crónicas. Después de la historia del censo de David en 1 Crónicas 21, se menciona el plan de David de construir el templo y su organización de los levitas, sacerdotes, músicos, porteros y los encargados de los tesoros del templo. El Cronista le recuerda a un pueblo desanimado que el templo es central para su identidad; escribe para motivarlos a la fidelidad a la adoración en el templo.
El reinado de Salomón (2 Crónicas 1–9)
El reinado de Salomón es importante para el Cronista a causa del templo. Crónicas omite la apostasía de Salomón, pero dedica seis capítulos a la construcción, equipamiento y dedicación del templo. Crónicas muestra la respuesta de Dios a la dedicación del templo: “Descendió fuego de los cielos, y consumió el holocausto y las víctimas; y la gloria de Jehová llenó la casa. Y no podían entrar los sacerdotes en la casa de Jehová, porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová.”[5]
Más adelante en este capítulo, Dios promete a Salomón que “si yo cerrare los cielos para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo; si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.”[6]
Esta promesa fue importante para Israel después del exilio. Les aseguró que Dios no había abandonado a su pueblo. Las promesas del pacto seguían sin cumplirse, pero si Israel clamaba a Dios, Él oiría desde el cielo y sanaría su tierra. Esto se asemeja al mensaje de Malaquías, quien escribió casi al mismo tiempo que el Cronista. El verdadero arrepentimiento por el pecado y la fidelidad a los mandatos de Dios traerían bendición a los que regresaron del exilio.
El Reino de Judá (2 Crónicas 10–36)
Reyes sigue la historia del Reino del Norte y de Judá después de la división de Israel; ambos reinos muestran los efectos de los juicios de Dios. El Cronista, por su parte, está interesado en un mensaje de esperanza; sólo Judá muestra la promesa de Dios para el futuro. Después de la división de Israel, Crónicas sigue solamente la historia de Judá.
Una vez más en esta sección, el propósito del Cronista guía su elección del material; en Reyes, las reformas espirituales de Ezequías se mencionan en un versículo.[7] En Crónicas se dedican tres capítulos a los detalles de las reformas de Ezequías.[8] Crónicas enfatiza la devoción de Ezequías al templo y su fidelidad a Dios.
Otro contraste interesante entre Crónicas y Reyes se observa en la historia de Manasés. Reyes muestra a Manasés como el peor de los reyes de Judá, aquel cuyo pecado hizo el exilio inevitable.[9] Crónicas dice que estando en cautividad, Manasés se arrepintió. Manasés fue liberado en Babilonia y regresó a Jerusalén. Entonces se deshizo de los ídolos que había en el templo.[10]
Para el autor de Reyes, el mensaje principal del reinado de Manasés es que el pecado trae el juicio de Dios. Para el autor de Crónicas, el mensaje principal del reinado de Manasés es que el arrepentimiento trae el perdón de Dios. Ambos mensajes son vitales para entender la historia de Israel. Crónicas es más que una repetición de Reyes; es un complemento para Reyes, que muestra otro aspecto de la Palabra de Dios para su pueblo.
[1] La frase “todo Israel” se usa cuarenta y dos veces en Crónicas. Reconoce la continuidad del propósito de Dios aún para una nación que ha sido disuelta. El propósito redentor de Dios se cumplirá a pesar de la destrucción del Reino del Norte.
[11]Consejo para nuevos creyentes: ¡No empiecen a leer la Biblia en 1 Crónicas 1-9! Consejo para creyentes más maduros en la fe: ¡No ignoren 1 Crónicas 1-9!
Conclusión
Samuel – Crónicas en el Nuevo Testamento
El pacto Davídico provee un fundamento histórico para el ministerio de Jesús el Mesías. En el pacto Davídico, Dios prometió que un rey del linaje de David se sentaría en el trono de Israel. Sin embargo, al final de 2 Reyes no hay rey en el trono. Esta situación continuó mientras Israel fue dominado por los persas, los griegos y los romanos.
En el pacto Davídico, Dios prometió habitar en su templo. Pero al final de 2 Reyes no hay templo. Aun cuando el templo fue reconstruido, no tuvo la belleza y el esplendor del primer templo.
Los autores de los evangelios muestran que Jesús es el cumplimiento de las promesas hechas a David. Jesús es Aquel que vendría a sentarse en el trono de David. Aunque fue rechazado durante su ministerio terrenal, Jesús regresará para reinar por siempre. Él es quien revela la gloria de Dios en el templo.
La promesa a David no fue olvidada. Aunque Israel fue infiel, Dios permaneció fiel a sus promesas. La esperanza que vemos en Crónicas se cumple en la venida de Jesús el Mesías.
Samuel – Crónicas Nos Hablan Hoy
En el siglo XX, un movimiento llamado “Reconstruccionismo Cristiano” afirmó que la ley del Antiguo Testamento que rigió a Israel debería ser el modelo de una estructura política moderna. De modo menos dramático, muchos cristianos han visto la arena política como un vehículo para el avivamiento espiritual.
Si bien es cierto que los cristianos tienen derecho a participar en el gobierno civil, no vivimos en una teocracia. Tampoco Cristo sugirió que debíamos vivir en una teocracia. En realidad, las promesas a Israel se cumplen a través del ministerio de la iglesia. En el Antiguo Testamento, Dios “bendijo a todas las naciones” a través de la influencia directa de Israel. A partir de Pentecostés, Dios está bendiciendo a todas las naciones por medio de la expansión del evangelio a través de la iglesia.
Los libros históricos del Antiguo Testamento no constituyen un modelo para el establecimiento de una estructura política cristiana, sino que son un testimonio de la fidelidad de Dios al preservar a su pueblo y su promesa del Mesías que habría de venir.
Asignaciones
Demuestre su comprensión de esta lección con las siguientes asignaciones:
(1) Elija una de las siguientes asignaciones:
Opción 1: Trabajo Grupal
Asigne a cada miembro del grupo que estudie a uno de los reyes importantes de Judá. Cada uno debe escribir una página en la que resuma el gobierno del rey. Evalúen la fidelidad de cada rey hacia Dios y expliquen cómo su reinado influenció a Judá para bien o para mal. Elijan de entre los siguientes reyes: Roboam, Josafat, Ezequías, Manasés, Josías y Sedequías.
Opción 2: Trabajo Individual. Elija uno:
Escriba un ensayo de 1 a 2 páginas en el que compare dos de los siguientes reyes de Judá. Evalúe la fidelidad de los reyes hacia Dios y explique cómo sus reinados influenciaron a Judá para bien o para mal. Elija dos de los siguientes reyes: Roboam, Josafat, Ezequías, Manasés, Josías y Sedequías.
Escriba un bosquejo detallado para un sermón acerca de la fidelidad de Dios, basándose en Crónicas. Use ejemplos de Crónicas que demuestren la fidelidad de Dios para con su pueblo.
(2) Haga el examen correspondiente a esta lección. En el examen se incluyen los versículos asignados para memorizar.
Preguntas de Examen – Lección 5
(1) Escriba el tema de cada libro.
1 Samuel: ______________________________
2 Samuel: ______________________________
1 y 2 Reyes: ______________________________
1 y 2 Crónicas: ______________________________
(2) Mencione tres eventos en los primeros años del reinado de Saúl que demuestran que no fue el rey que Dios deseaba.
(3) Mencione las cinco promesas del pacto Davídico.
(4) Anote cuatro principios del pecado de David que deberían guiar al creyente que cae en pecado.
(5) 1 y 2 Reyes abarcan los años de __________ a ___________.
(6) Después de la división de Israel, ¿cuáles tribus permanecieron leales al rey del linaje de David?
(7) ¿Cómo son evaluados los reyes en 1 y 2 Reyes?
(8) Contraste el contenido de Crónicas y Reyes en relación con los reyes de Judá.
(9) ¿Por qué el reinado de Salomón es importante para Crónicas?
(10) Contraste el contenido de Crónicas y Reyes en relación con Manasés.
(11) Escriba 1 Reyes 9:4-7 y 2 Crónicas 7:13-14 de memoria.
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