Christopher creció en una familia asiático-americana en los Estados Unidos. Desde que era adolescente le atraían más los hombres que las mujeres. Sus padres, al enterarse, se escandalizaron y avergonzaron por la inclinación de su hijo. De joven mantuvo varias relaciones con hombres. Esperaba hallar el amor y el compromiso verdadero, pero cada relación acabó en fracaso. Empezó a tener relaciones inmorales de manera irresponsable con muchos hombres. Todo cambió para Christopher cuando su madre se hizo creyente y le mostró el amor y la aceptación que nunca había experimentado. Se dio cuenta de que su principal identidad era la de una persona hecha a imagen de Dios. A él le entregó todas las áreas de su vida luego de arrepentirse. En su relación con Dios, Christopher encontró plenitud y propósito.
La naturaleza humana caída y los deseos pecaminosos
Cuando Dios creó a Adán y Eva, los hizo perfectos en todos los sentidos, sin ningún defecto o limitación (Génesis 1:31). Sus naturalezas solo deseaban lo que era recto y bueno. Sus mentes y cuerpos funcionaban a la perfección. Entonces Adán eligió desobedecer el mandato de Dios. Cuando lo hizo, la naturaleza humana se corrompió (Romanos 8:20-23). Los cuerpos y las mentes de los seres humanos se vieron afectados. Incluso la persona más sana e inteligente sufre las consecuencias del pecado. El pecado dañó de forma permanente lo que antes era perfecto. La creación no será restaurada del todo hasta el regreso de Cristo (1 Corintios 15).
Con el daño causado a nuestra naturaleza humana y a nuestros cuerpos físicos, no debemos esperar que los deseos naturales de nuestros cuerpos siempre sean los correctos y estén en equilibrio. Lo cierto es que muchos de nuestros deseos no están en equilibrio. La gente desea por naturaleza lo que está mal. Jesús observó la pecaminosidad innata de los seres humanos cuando mencionó toda clase de pecados que provienen del corazón (Marcos 7:21-22).
En esta lección, hablaremos de cuestiones relacionadas con la sexualidad. De todos los deseos humanos, el deseo sexual puede ser el más poderoso.
Los deseos sexuales equivocados parecen naturales para la persona que los siente. Puede que piense que no se le debe culpar por satisfacer sus deseos. Sin embargo, todas las personas deben resistirse a sus inclinaciones naturales para hacer lo correcto. Una persona puede tener la inclinación natural a mentir o robar, a ser violenta, perezosa o impaciente. Las personas no son responsables por haber nacido en una condición defectuosa, pero sí lo son cuando siguen sus deseos naturales y pecan.
A veces el abuso infantil u otras condiciones del entorno hacen que alguien luche con impulsos homosexuales u otros deseos sexuales equivocados. No obstante, los malos deseos sexuales no deberían considerarse diferentes de otros deseos pecaminosos. La persona necesita la misma gracia para la liberación y la purificación de parte de Dios, sin importar las causas que hayan causado esto.
No sorprende que a algunas personas les parezcan normales sus malos deseos. El pecado, por lo general, se siente normal y natural para quien experimenta el deseo de pecar.
Por naturaleza somos hijos de ira (Efesios 2:3). Esto significa que tenemos una inclinación natural a pecar, y nos condenamos a nosotros mismos al cometer el pecado que nos resulta natural. El hecho de que una persona nazca con una determinada inclinación al pecado no significa que deba seguirla, aun cuando le parezca algo natural.
► ¿Por qué no debemos obedecer todos nuestros deseos naturales?
La Biblia nos dice que somos llamados a ser conformes a la imagen de Cristo (Romanos 8:29). Debemos vestirnos del Señor Jesús. Nuestros deseos carnales no deben convertirse en el centro de nuestra vida. Por el contrario, debemos someter los impulsos equivocados a la autoridad de Dios (Romanos 13:14).
► ¿Qué significa someter nuestros impulsos equivocados a la autoridad de Dios?
Tus deseos sexuales deben someterse a tu propósito principal: glorificar a Dios al mostrar su imagen. Una vida que sigue a Cristo es en una vida coherente con la imagen de Dios que hay en ti.
Identidad humana
Una comprensión correcta de la identidad humana
Muchos creen erróneamente que pueden confiar en que su naturaleza humana los conducirá por el buen camino. Les parece razonable que los deseos que provienen de su propia naturaleza los lleven a alcanzar la satisfacción. No se dan cuenta de que no pueden confiar en su naturaleza porque ha sido dañada por el pecado. Los deseos naturales de una persona no la llevarán a alcanzar la satisfacción porque han sido distorsionados. Sus impulsos naturales, sin la ayuda de Dios, tampoco la llevarán a hacer lo que es moralmente correcto.
La gente cree que debe seguir sus propios deseos y emociones para dar sentido a su vida. Piensan que es importante tener una identidad personal que no esté definida o limitada por ninguna autoridad u obligación moral. Creen que las personas deben decidir por sí mismas lo que es correcto y tiene valor. Confían en que su propia naturaleza los dirija por el camino correcto. No les gustan las instituciones ni las normas que limitan su comportamiento. La naturaleza humana corrupta se convierte en el estándar para la ética en lugar de la Palabra de Dios.
Dado que la sexualidad es una parte poderosa de la naturaleza humana, muchos consideran que los deseos sexuales son fundamentales para su identidad. Piensan que deben seguir sus impulsos sexuales para ser realmente ellos mismos. Creen que la sexualidad no es solo lo que quieren o hacen, sino lo que son. La convierten en su identidad.
Al contrario de lo que piensa el mundo, la Biblia nos dice que hemos sido creados a imagen de Dios, diseñados con el propósito de relacionarnos con él. Esta es nuestra verdadera identidad como seres humanos.
No hay nada en nuestra existencia terrenal que pueda darnos nuestra identidad única y verdadera. Las características de nuestra existencia terrenal son simplemente las condiciones en las que nos encontramos en este momento. No nos hacen quienes somos. Nuestro origen étnico, estatus social o estatus económico no constituyen nuestra identidad, sino nuestra condición. Alguien podría ser médico, estrella de cine o líder político, no obstante, esa persona se halla ante Dios como su criatura a su imagen y semejanza, y dicha identidad es la más importante.
Nuestra sexualidad constituye una parte poderosa de nuestra condición. Tenemos inclinaciones, deseos y frustraciones sexuales. Pero esas cosas no son nuestra identidad; sino parte de nuestra condición.
Nacemos con una naturaleza pecaminosa porque el pecado de Adán separó a la humanidad de Dios (Romanos 5:18). Pero incluso nuestra pecaminosidad no forma parte de nuestra identidad; es nuestra condición, y puede ser cambiada por la gracia y el poder de Dios (Romanos 5:19).
► ¿Cuál es la diferencia entre la identidad de una persona y su condición?
Identidad humana y ética personal
La identidad es importante porque la persona basa su ética en ella. La ética consiste en los principios que definen un comportamiento como correcto o incorrecto. Si una persona cree que su sexualidad constituye su identidad, pensará que es correcto seguir sus inclinaciones sexuales.
A veces la gente dice: «Nací así; es natural que haga esto; por lo tanto, no está mal para mí». Pero la Biblia enseña que todos nacimos con una naturaleza pecaminosa (Romanos 5:12, Efesios 2:3). No está bien que sigamos nuestra naturaleza pecaminosa solo porque nos parece algo natural.
Nuestra naturaleza pecaminosa no es lo que somos, es nuestra condición. Nuestra sexualidad no constituye nuestra identidad, lo es el hecho de ser criaturas hechas a imagen de Dios. Si reconocemos esta verdad, nos daremos cuenta de que Dios decide lo que está bien y lo que está mal, y que debemos rendir cuentas ante él. Nuestra identidad nos ayuda a comprender cuál es el estándar correcto para una conducta santa.
► ¿Cómo influye en la ética de una persona el modo en que concibe su identidad?
Una correcta comprensión del género
Sabemos que los seres humanos y muchos animales se dividen en macho y hembra. Podríamos suponer que Dios también es varón o mujer, lo cual sería erróneo. Dios es un ser con una naturaleza superior al género, que existe desde antes de que este existiera. Los dos géneros humanos proceden de la imagen de Dios (Génesis 1:27) y son expresiones de su imagen.
La imagen de Dios no es solo algo que forma parte de la naturaleza humana. No se trata solo de ciertas características que nos han sido dadas, como la capacidad de amar, de apreciar la belleza y de comprender lo que está bien y lo que está mal. Toda la naturaleza humana es un reflejo de la imagen de Dios. Solo su imagen puede considerarse la esencia de nuestro ser. Somos ante todo criaturas creadas a imagen de Dios. No puede permitirse que ningún detalle de nuestra condición humana se convierta en nuestra identidad principal o en la base de nuestra ética.
El género que Dios elige para cada persona forma parte de su plan de cómo esa persona mostrará su imagen. Algunos rehúsan aceptar el género que Dios les dio e intentan vivir como una persona del sexo opuesto. Algunas personas incluso tratan de modificar su cuerpo con cirugías. Esto constituye un daño trágico de la creación divina, puesto que no se puede cambiar de género cambiando el cuerpo físico. Cada persona es varón o mujer en la totalidad de su naturaleza, no solo físicamente. Dios quiere que lo glorifiquemos y reflejemos su imagen en el género que él nos dio.
El estándar moral de Dios
► Pide a un estudiante que lea Hebreos 13:4 al grupo.
Este versículo nos explica que el matrimonio debe respetarse grandemente. El pecado sexual supone una falta de respeto al matrimonio. Dios juzgará la inmoralidad sexual.
► Pide a un estudiante que lea 1 Corintios 6:18 al grupo.
Entre los pecados sexuales se incluyen las fantasías lujuriosas, la fornicación, el adulterio, el incesto, la violación, el abuso infantil, la homosexualidad y el consumo de pornografía.
Fantasías lujuriosas: Imaginar de manera intencionada que se tiene relaciones sexuales con alguien que no es el cónyuge.
Fornicación: Relaciones sexuales entre personas que no están casadas.
Adulterio: Relaciones sexuales con una persona que está casada con otra.
Incesto: Relaciones sexuales con un pariente cercano que no es su cónyuge.
Violación: Abuso sexual, forzar a alguien a mantener relaciones sexuales en contra de su voluntad.
Abuso infantil: Relaciones sexuales con una persona que no tiene la madurez necesaria para tomar dicha decisión o para controlar sus deseos sexuales.
Homosexualidad: Relaciones sexuales entre personas del mismo sexo.
Pornografía: Textos, imágenes y videos cuya finalidad es provocar reacciones sexuales mediante la exhibición de desnudos o relaciones sexuales.
Todo esto constituye una violación del vínculo matrimonial.
Recuerda que todo deseo que provoque nuestra carne es un abuso de una necesidad que puede ser satisfecha mejor por Dios. El único contexto para tener sexo de forma tal que honre a Dios es el sexo matrimonial. El sexo ilícito es (…) dulce en el momento, pero envenenará nuestro apetito espiritual hasta que anhelemos aquello que a la larga nos destruirá. El sexo ilícito no hará más que disminuir la sensibilidad a la santidad, la justicia y la presencia de Dios en nuestras vidas.[1]
En varios pasajes, el libro de Proverbios nos advierte de que la inmoralidad sexual
destruye la vida de las personas y las conduce a la muerte (Proverbios 2:16-19 y Proverbios 6:24-29, 32-33, por ejemplo).
Robertson McQuilkin escribe lo siguiente:
[Los propósitos de Dios para la sexualidad humana] se infringen en el plano mental casi con la misma gravedad con que se infringirían en el acto mismo. Él no se limitó a crear al hombre y a la mujer; los creó el uno para el otro en un vínculo matrimonial íntimo y permanente, una unidad que refleja la naturaleza misma de Dios. Para que se cumpla este noble propósito, la intimidad debe ser exclusiva y el compromiso permanente, de lo contrario no habrá unidad. La fidelidad es sobre todo mental. La intimidad exclusiva, el compromiso permanente y la confianza mutua se infringen en primer lugar en la mente.[2]
► Pide a los estudiantes que lean 1 Corintios 6:9-11, 15-20 y Mateo 5:27-30 al grupo.
Cada sociedad posee puntos de vista de tipo cultural sobre las relaciones entre hombres y mujeres. Estas perspectivas poseen estándares menos estrictos que los de la moral bíblica. Muchas culturas solo tienen las normas necesarias para conservar el orden en la sociedad. Toleran el pecado sexual si se maneja con el cuidado suficiente como para evitar las consecuencias negativas o el escándalo. El estándar bíblico para la moralidad es distinto.
Por desgracia, algunas iglesias siguen la moral de su cultura en lugar de la moral bíblica. Castigan a aquellos cuyos pecados son obvios y negligentes, pero toleran los mismos pecados de quienes son más cuidadosos en ocultarlos o en controlar sus consecuencias.
Estos versículos nos indican que las personas que cometen estos pecados no son creyentes ni tampoco irán al cielo. Algunos de los creyentes en Corinto habían cometido pecados de este tipo con anterioridad, pero habían sido salvos de ellos.
Cualquier doctrina que justifique alguno de los pecados mencionados a alguien que profesa ser creyente es falsa. Si alguien dice ser seguidor de Cristo y comete pecado sexual, la iglesia tiene la obligación, según las Escrituras, de expulsarlo de la iglesia y no considerarlo creyente (1 Corintios 5:11-13).
Los líderes de la iglesia deben servir de ejemplo de buena conducta. Cuando en una iglesia se permite que los líderes de alabanza se vistan de forma indecente o se admiten formas sensuales de danza, se está dando a entender que los deseos sexuales incorrectos son algo normal. Se da a entender que el pecado sexual no es algo serio.
Según la forma de vestir de una sociedad, puede parecer que una persona no va bien vestida si no existe una exposición física que provoque atracción sexual. Los miembros de la iglesia a veces caen en este error, sobre todo en ocasiones especiales. Piensan que no están bien vestidos a menos que sigan las tendencias de la sociedad. La iglesia debe enseñar que esto está mal. Un creyente no debería querer causar malos deseos en otros. 1 Timoteo 2:9-10 nos dice que los creyentes deben vestirse y actuar de tal manera que cualquiera que los vea sepa que llevan una vida cuidadosa y pura en la que no desean pecar ni tentar a otros a hacerlo.
[2]Robertson McQuilkin, An Introduction to Biblical Ethics, 2nd ed. (Wheaton, IL: Tyndale House Publishers, Inc., 1995), p. 216.
Pornografía
La pornografía está formada por textos, imágenes y videos cuya finalidad es provocar reacciones sexuales mediante la exhibición de desnudos o relaciones sexuales.
Debido al internet, la pornografía es de fácil acceso en todo el mundo. Muchos pastores y líderes de más edad no se enfrentaron a estas mismas tentaciones, ya que el internet no existía cuando ellos eran jóvenes. Quizás apenas entiendan a lo que se enfrenta la generación actual. Sin embargo, hay que enseñar a la gente a aplicar los principios bíblicos a la hora de elegir sus actividades de ocio.
La pornografía es mala porque busca que una persona imagine actos de fornicación, adulterio y muchas formas de perversión sexual. Resulta atractiva para alguien con deseos pecaminosos. La pornografía incita y permite a la gente participar en actos de inmoralidad que Dios condena. Jesús dijo que imaginar estas cosas es pecado (Mateo 5:28).
La pornografía también es mala porque devalúa a las personas y las relaciones. Reduce el sexo a una actividad egoísta. Trata a las personas como objetos que se utilizan para el placer personal en lugar de considerarlas como seres creados a imagen de Dios y concebidos para mantener relaciones sanas.
La pornografía es adictiva. La pornografía, al igual que el pecado en general, esclaviza (Juan 8:24, 2 Pedro 2:19). La persona que la consume siente una fuerte necesidad de hacerlo. Le cuesta imaginarse la vida sin ella. Piensa que la vida resultaría vacía y carente de sentido sin la ilusión que esta le produce. Como cualquier otra adicción, el deseo lo consume, y el adicto comienza a sacrificar las cosas buenas de su vida.
La pornografía es progresiva. El consumidor necesita material cada vez más explícito y pervertido. Empezará a deleitarse con fantasías que antes le habrían repugnado y horrorizado.
[1]La pornografía es perjudicial. Quien la consume pierde la capacidad de disfrutar de una relación normal. Sus deseos se vuelven tan artificiales que nunca llegan a satisfacerse. Se vuelve insensible al abuso de los demás y acepta que otros sufran para obtener placer.
Algunos efectos de la pornografía
Al imaginar las acciones que se muestran a través de la pornografía, la mente y el cuerpo de los espectadores se ven afectados como si las estuvieran realizando ellos mismos.
La pornografía presenta situaciones poco realistas que provocan en el cerebro respuestas de placer más intensas que las que tendría en cualquier encuentro sexual normal.[2] El cerebro se adapta a este nivel demasiado elevado de sustancias químicas de placer. Por ello, necesita cantidades mayores de pornografía, cada vez más perversa, para continuar sintiendo placer. A la larga, los cambios químicos en el cerebro pueden llevar a que una persona sea físicamente incapaz de tener o disfrutar de una experiencia sexual natural y genuina. La parte del cerebro que nos permite tomar decisiones también se ve dañada por el exceso de sustancias químicas de este tipo.
Dios diseñó las experiencias sexuales para que sirvieran de vínculo en las relaciones. Una hormona segregada en el cerebro durante la experiencia sexual vincula emocionalmente a los participantes, haciendo más fuerte su relación. Se trata de un regalo maravilloso para el matrimonio. Sin embargo, ver pornografía vincula al espectador de manera afectiva con la pornografía.
La culpa y la vergüenza que provoca el consumo de pornografía aíslan a las personas y les impiden conectar con otras en el marco de una relación sana. Además, destruye la confianza dentro de una relación matrimonial.
Al provocar desequilibrios químicos en el cerebro, el consumo de pornografía puede provocar depresión mental al espectador.
Las escenas pornográficas a veces llevan a la violencia y al abuso en las relaciones sexuales de la vida real.
Los pastores y los padres deben advertir a los jóvenes de los peligros de la pornografía. Los padres no deben permitir a sus hijos el acceso ilimitado a internet cuando les falta madurez para resistir la tentación. Cualquiera que luche con la tentación de consumir pornografía debe dar un informe regular de sus victorias o fracasos a alguien piadoso y de confianza. Los controles frecuentes con un creyente maduro pueden ser de ayuda a la persona que lucha para mantener su compromiso con la pureza y obtener la victoria de forma consistente.
► ¿Qué prácticas recomendarías a los demás para ayudarlos a protegerse de la adicción a la pornografía? ¿Cómo puede ayudar la iglesia?
«Satanás quiere “robar, matar y destruir” (Juan 10:10) tu satisfacción sexual, y la pornografía es su herramienta preferida. La pornografía promete satisfacción sexual, pero en realidad nos quita la capacidad de disfrutar de lo auténtico».
La lucha por la libertad
[2]Toda la información contenida en este párrafo y en los cuatro siguientes ha sido adaptada de https://thefreedomfight.org, un recurso bíblico recomendado para quienes desean liberarse de la esclavitud del consumo de pornografía.
Abuso infantil/violación
El abuso infantil consiste en mantener relaciones sexuales con un niño. Se trata de una perversión del sexo y es aberrante por muchas razones, entre las que se incluyen:
Desafía las buenas intenciones de Dios para la sexualidad dentro del pacto matrimonial (Hebreos 13:4).
Roba la inocencia del niño: este conoce ahora cosas que aún no debería saber.
Le roba la virginidad (1 Tesalonicenses 4:3-7).
Le da al niño un falso sentido de culpa; se encuentra en una actividad incorrecta pero no puede o no se le permite tomar una decisión genuina.
Hace que el niño tome decisiones sobre la sexualidad que aún no tiene la madurez para tomar.
Hace que los niños sean más propensos a elegir comportamientos inmorales en el futuro porque se sienten sucios o sin valor (Mateo 18:6).
Aumenta la tentación de que el niño se involucre en actividades pervertidas o de maltrato en el futuro.
Abusa de quienes son vulnerables y no pueden defenderse.
Hiere a alguien hecho a imagen de Dios y cuyo valor es infinito (Génesis 1:27).
El abuso sexual infantil ocurre a veces en familias y entre amigos. Puede que no se sospeche porque se confía en los miembros de la familia y en los amigos, por lo que el niño tiene miedo de contarle a alguien lo ocurrido.
La violación consiste en forzar físicamente a una persona (ya sea niño o adulto) a mantener relaciones sexuales sin su consentimiento. Es aberrante por las mismas razones que el abuso de menores lo es (Deuteronomio 22:25-27).
El tráfico sexual es otra forma de abuso. En todas partes del mundo, niños y jóvenes son secuestrados por extraños o vendidos por familiares y utilizados para la prostitución o para la industria de la pornografía. Las familias en situación de pobreza, desesperadas ante la falta de dinero, en ocasiones no logran proteger a sus hijos de este perverso negocio. Si bien se obtiene una ganancia, son los niños los que sufren no solo daños físicos, sino también terribles perjuicios mentales y emocionales. Esto constituye una opresión pecaminosa al pobre y vulnerable que Dios juzgará (Proverbios 14:31).
A Dios, este tipo de pecados contra los niños le rompen el corazón (Mateo 18:10‑14, Salmos 146:7-9). Quienes los cometen no quedarán impunes (1 Tesalonicenses 4:6, Ezequiel 7:8-9). Los creyentes deben compartir el amor y la compasión que hay en el corazón de Dios y trabajar para defender, rescatar y sanar a los que se encuentran bajo esclavitud (Proverbios 24:11-12, Job 29:12-16, Salmos 72:12-14).
Masturbación
La masturbación consiste en estimularse los propios genitales para obtener placer sexual o aliviar la tensión sexual.
La Biblia no condena de manera explícita la masturbación como algo inmoral. Sin embargo, este acto puede conducir a pensamientos lujuriosos, al consumo de pornografía y a la fornicación, todo lo cual es pecaminoso (Mateo 5:27-28, Mateo 15:19-20).
La masturbación tampoco es aconsejable porque es adictiva: cuanto más lo haces, más sientes que tienes que hacerlo.
La masturbación compulsiva a veces apunta a un problema más profundo, como problemas emocionales o relacionales, o abuso sexual en el pasado.
► Pide a los estudiantes que lean 1 Corintios 6:12-13, 18-20 y 1 Tesalonicenses 4:1-8 al grupo.
Dios diseñó la unidad física en el matrimonio para ayudar a unir emocional y espiritualmente al marido y a la mujer (1 Corintios 6:16-20, Malaquías 2:15).
Muchos (…) suponen que la masturbación puede ayudarlos a sobrellevar la soltería hasta que se casen. No obstante, no se dan cuenta de que cuando esta práctica se vuelve habitual, puede amenazar la belleza y la intimidad del sexo conyugal en el futuro.
La masturbación ofrece una experiencia sexual que pasa por alto el propósito fundamental del sexo: la unión de dos personas para convertirse en una sola carne, tanto física como emocionalmente (…). La masturbación no debe utilizarse para sustituir las relaciones sexuales sanas y naturales dentro del matrimonio.[1]
¿Qué deben hacer las personas solteras si la masturbación es un problema en su vida? Incluso si alguien se masturba solo para aliviar la tensión sexual, es mejor no hacerlo, debido a las tentaciones que existen y porque esta práctica no cumple los propósitos de Dios respecto a la sexualidad.
Si hubiera algún tipo de inmoralidad en su vida, deben confesar y abandonar ese pecado. Además, deben dar cuenta de sus victorias y fracasos de manera frecuente a una persona mayor y piadosa para que ore por ellos y los aconseje.
Si, por el contrario, esta conducta es el resultado de problemas emocionales o relacionales, o de abuso sexual en el pasado, es conveniente que reciban ayuda de un consejero cristiano profesional.
[1]Dr. Tim Clinton y Dra. Diane Langberg, Manual de consulta sobre mujeres, (Grand Rapids, MI: Editorial Portavoz, 2016).
Lo que dice la Biblia sobre la homosexualidad
Dios diseñó el matrimonio para que fuera una relación estable y comprometida entre un hombre y una mujer. El Señor vio que Adán necesitaba una ayuda (Génesis 2:18). La palabra para ayuda se refiere a una persona que se corresponde con otra y la ayuda por ser distinta en formas útiles. Dios creó a una mujer y no a otro hombre para que fuera la ayuda de Adán (Génesis 2:22). La conclusión de la historia de la creación establece el principio general sobre el matrimonio para toda la humanidad: en él, un hombre y una mujer se convierten en uno de una manera singular (Génesis 2:24).
Jesús habló del diseño divino para el matrimonio (Mateo 19:4-6). Hizo referencia al pasaje de Génesis y afirmó que un hombre y una mujer se unen para convertirse en uno mediante una relación única y permanente.
El apóstol Pablo hizo muchas declaraciones sobre este tema. Afirmó que el matrimonio es una ilustración que nos enseña acerca de la relación que existe entre Cristo y la iglesia (Efesios 5:22-33). A lo largo de este pasaje de Efesios, se refirió a la relación entre los hombres y sus esposas. Citó lo que se dice en Génesis y en Mateo sobre la relación especial entre un hombre y su mujer (Efesios 5:31). A partir de este pasaje, queda claro que el matrimonio consiste en una relación entre un hombre y una mujer.
El libro de Levítico contiene aplicaciones detalladas de la ley de Dios para Israel. Establece que es una abominación si un hombre se acuesta con otro como quien lo hace con una mujer (Levítico 18:22). La pena impuesta para la homosexualidad era la muerte de ambos, pues los dos habían cometido abominación (Levítico 20:13).
A menudo se dice que el libro de Levítico no se aplica a la sociedad moderna. Es cierto que algunos de los mandatos contenidos en este libro tenían un significado ceremonial. Sin embargo, los mandamientos en Levítico 18–20 prohíben otras perversiones como el sexo con parientes cercanos, el sexo con animales y prostituir a las hijas. Otros mandatos en estos capítulos prohíben el sacrificio de niños, el robo, la adoración de ídolos, maltratar a los sordos o a los ciegos, oprimir a los pobres, maltratar a los extranjeros y tener balanzas falsas. Es evidente que estos mandatos corresponden a los estándares de moralidad y justicia divinos que se aplican a todas las personas en todos los lugares y en todos los tiempos.
► Pide a un estudiante que lea Romanos 1:18-32 al grupo.
Este pasaje comienza con la afirmación de que el juicio de Dios viene sobre todos los que deliberadamente se rebelan contra Dios. El texto dice que después de que las personas rechazaron el conocimiento del único Dios verdadero, el Creador, se hicieron idólatras y adoraron las cosas creadas. Su rechazo de la verdad los condujo al pecado sexual, llegando incluso a la homosexualidad. Este pasaje señala que las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo se oponen a lo natural. Hay quienes han dicho que este pasaje se refiere a la violación homosexual, pero el pasaje dice que las personas juntas hicieron lo malo y fueron castigadas por ello, de modo que habla de la actividad voluntaria en conjunto. El texto enumera muchos tipos de pecado y describe una actitud de rebeldía contra Dios.
El apóstol Pablo mencionó la actividad homosexual junto con otros pecados que son condenados por Dios (1 Corintios 6:9-10, 1 Timoteo 1:9-10).
Las responsabilidades de la iglesia
Algunas iglesias tienen dificultades para encontrar la manera de mostrar amor a quienes están en pecado sexual. También hay iglesias que han justificado ciertas formas de este pecado considerándolas normales, naturales e inevitables.
► ¿Cuáles crees que son las responsabilidades de la iglesia en cuanto a la moralidad sexual?
Enseñar y amar la justicia
En ocasiones, la iglesia parece despreocuparse por formas de inmoralidad sexual que considera menos dañinas y pervertidas. Por ejemplo, puede que se dé por sentado que muchos jóvenes solteros tendrán relaciones sexuales, en lugar de enseñarles a vencer la tentación. Los creyentes deben defender el estándar divino para una vida santa y reservar la actividad sexual para el matrimonio.
El mensaje de la iglesia debe ser tan claro como lo que dice la Biblia. Dios juzgará a quienes tengan relaciones sexuales fuera del matrimonio (Hebreos 13:4). Los creyentes no deben sentir admiración por quienes tienen relaciones sexuales inmorales. Los seguidores de Cristo no deben hacer bromas sobre la inmoralidad sexual. El mundo enseña que el pecado sexual debe tratarse con cuidado para evitar embarazos y enfermedades; sin embargo, el mensaje de la iglesia es mucho más importante. La iglesia debe enseñar que el pecado sexual produce dolor, familias destruidas, mayor tentación y descontento, y culpa.
Compartir el evangelio
La iglesia debe amar a todos los pecadores y ofrecer la gracia y el perdón de Cristo.
No es pecado experimentar la tentación; incluso Cristo fue tentado, pero sin pecado (Hebreos 4:15). La iglesia no debe hacer que una persona se sienta condenada y sin esperanza a causa de las tentaciones, incluso aquellas que conducen a acciones sexuales pervertidas. Los malos deseos no son lo mismo para todos, aunque todos nacemos con una naturaleza pecaminosa y defectos espirituales que los provocan.
Puede que un pastor sienta que no ha sido entrenado para ayudar a una persona con malos deseos, sin embargo, puede aconsejar y ayudar a una persona que sufre este problema de la misma manera que ayuda a alguien que comete cualquier otro pecado. (Las dos secciones finales de esta lección ofrecen otros consejos específicos para ayudar a los creyentes a salir victoriosos de la tentación de la inmoralidad sexual.)
► ¿Cómo debe responder la iglesia cuando uno de sus miembros ha cometido inmoralidad sexual?
Restaurar al pecador
Gálatas 6:1 afirma que la iglesia debe tratar de restaurar a un miembro que haya pecado. Eso no implica que una persona deba conservar su posición en el ministerio o que se le vuelva a colocar rápidamente en un ministerio después de haber pecado. Restauración significa volver a recibir la comunión y el cuidado de la iglesia. Si el miembro se arrepiente de verdad, será perdonado por Dios y por la iglesia. La iglesia debe hacer que el individuo rinda cuentas de su condición espiritual para ayudarlo a mantener la victoria y fortalecerse en este plano. Si un creyente restaurado rinde cuentas, podrá reconstruir poco a poco la confianza de su familia de fe.
Si una muchacha soltera queda embarazada, la iglesia no debe excluirla de la comunión y el cuidado sin intentar restaurarla espiritualmente. Si ella se arrepiente y acepta rendir cuentas de su condición espiritual, será perdonada. Es frecuente que se trate a la joven con severidad simplemente porque los resultados de su pecado son visibles. Sin embargo, su pecado no es peor que el del hombre que participó de la acción.
En algunos lugares, las iglesias tratan a los niños de manera diferente porque nacieron fuera del matrimonio, pero eso está mal porque no es culpa suya. Que la iglesia ame y acepte al niño no significa que justifique el pecado.
Proteger a los más vulnerables
En algunas sociedades, los padres sienten vergüenza por el embarazo de su hija soltera y se ven tentados a matar el niño por nacer para salvar la reputación de la familia. No obstante, jamás existirá una buena razón para matar (Éxodo 20:13). Todo niño no nacido está hecho a imagen de Dios (Génesis 9:6, Salmos 139:13-14). Por lo tanto, se debe proteger, amar y cuidar al bebé de la joven.
Alternativas frente a la pobreza
La iglesia es una familia de fe. No basta con que esta condene el pecado, debe cuidar de sus miembros. Por ejemplo, una persona que se mantiene económicamente gracias a una actividad pecaminosa puede necesitar ayuda para desarrollar otro tipo de sustento económico.
En una iglesia grande, por ejemplo, había varias chicas que cantaban en el coro. Sus familias eran pobres, y las chicas mantenían relaciones inmorales con hombres para ganar dinero y ayudar a sus familias. ¿Qué debería hacer la iglesia en esa situación?
► ¿Qué debería hacer tu iglesia para ayudar a las personas a abandonar sus estilos de vida pecaminosos?
Ayuda para quienes resisten la tentación
En esta lección hemos tratado muchos temas complicados. Es probable que muchos lectores hayan batallado con estos problemas. Quizás algunos sean líderes de iglesias que necesitan saber cómo aconsejar a otros creyentes que están enfrentando tentaciones.
Independientemente del tipo de tentación, existen ciertos comportamientos y patrones de pensamiento que pueden ayudar a un creyente a salir victorioso.
Como seguidor de Cristo, esto te ayudará:
Estar totalmente comprometido con tu relación con Cristo (Mateo 16:24‑27). La tentación a la inmoralidad sexual, como toda tentación, es un ataque de Satanás a tu alma (1 Pedro 2:11). Él solo quiere robar, matar y destruir (Juan 10:10). Debes huir para salvar tu vida (2 Timoteo 2:22).
Confiar en que a Jesús le importas (Salmos 139:1-3, 1 Pedro 5:6-10). Él se preocupa por tu fe, tus necesidades físicas y tu pureza. En su humanidad, él soportó de manera victoriosa las tentaciones físicas y mentales a las que nos enfrentamos, por lo que tiene la gracia que necesitamos para salir victoriosos (Hebreos 4:14-16).
No creer las mentiras del diablo (Juan 8:44). El diablo puede decirte: «A Jesús no le importas, o de lo contrario, eliminaría el deseo sexual que tanto te frustra». 1 Pedro 5:7-8 nos dice que a Jesús sí le importamos, y que el diablo es el que quiere destruirnos. El diablo puede acusarte falsamente de pecador por el hecho de tener deseos sexuales (Apocalipsis 12:10).
Enfocarte en Jesús y alabarlo por quién es él (Salmos 105:3-4). Al diablo le encantaría destruir tu fe y tu relación con Dios a través de esta prueba (Juan 10:10). Pero el propósito de Jesús con ella es que tu fe se fortalezca y que puedas glorificarlo mejor (1 Pedro 1:5-9). Cuando te enfoques en adorar a Cristo, él estará ahí para ayudarte (Salmos 46:1).
Meditar en la Palabra de Dios (Salmos 119:9). Leer, escuchar y meditar en la Palabra de Dios te ayudará a salir victorioso en tiempos de tentación. Cuando Jesús fue tentado, utilizó las Escrituras para vencer (Mateo 4). Debemos hacer lo mismo.
Dar gracias a Jesús por tus deseos sexuales, incluso mientras oras pidiendo fuerzas para vencer la tentación (2 Corintios 12:7-9). Puedes estar agradecido por tus deseos naturales, porque forman parte del diseño divino de tu humanidad y te obligan a depender de Jesús y a buscar su fortaleza. Tu debilidad te da la oportunidad de madurar en tu caminar con él.
Rendir cuentas al menos a una persona madura y piadosa (Gálatas 6:2). Ser sincero y abrirse con alguien (de tu mismo sexo) que se encuentre más adelante en el camino de la fe será de gran ayuda. Esa persona podrá orar por ti y aconsejarte. Hablarle sobre tus luchas te ayudará a mantener la pureza y a mantenerte animado en la fe.
Servir a los demás y preocuparte por sus necesidades (Filipenses 2:3‑5). Combate la preocupación excesiva por tus propias necesidades y deseos mediante el servicio a los demás.
Casarte con la persona adecuada en el tiempo de Dios (Proverbios 5:15, 18-19). (En las lecciones siguientes se analiza cómo tomar una decisión sabia para el matrimonio.)
► ¿Cuáles de estas ideas son nuevas para ti? ¿Cuáles te han sido útiles en tu vida?
► ¿Qué otras conductas o patrones de pensamiento te han ayudado?
La pureza moral antes del matrimonio
Los jóvenes se enfrentan a fuertes tentaciones antes de casarse. Es importante que recuerden que necesitan un compañero de vida que les sea fiel.[1] No deben buscar una relación con una persona que quiere tener placer a corto plazo sin casarse. No deben tener una relación con alguien que no es un creyente comprometido (1 Corintios 7:39). Deben buscar únicamente a una persona que sea fiel en el matrimonio y un buen padre o madre.
El joven que desea tener un buen matrimonio debe ser un seguidor fiel y comprometido de Cristo para que atraiga a la persona correcta (Proverbios 3:4‑8). El buen carácter se demuestra con una conducta apropiada y una vestimenta modesta (1 Timoteo 2:9-10). Quienes se comportan de manera negligente con las personas del sexo opuesto dan a entender que quieren tener una relación basada en malos deseos (1 Tesalonicenses 4:1-7). La persona que se viste de modo que provoca esos deseos atrae a otra que quiere tener placer sin compromiso (Proverbios 7).
Dios ha provisto de padres, pastores y otros líderes cristianos para guiar a los jóvenes en su comportamiento, vestimenta y en sus relaciones. Si ellos se someten a estos líderes en obediencia a Dios, recibirán mayor bendición del Señor y serán protegidos del daño y la tentación.
► Pide a los estudiantes que lean 1 Pedro 5:5 y Hebreos 13:17 al grupo.
Es responsabilidad de los niños y jóvenes aceptar la sabiduría y liderazgo de sus padres y autoridades espirituales. Es responsabilidad de estos líderes ayudar a los jóvenes a vivir en victoria sobre la tentación.
► Pide a los estudiantes que lean Romanos 13:14 y 1 Corintios 10:13 al grupo.
Dios no permite que los creyentes se enfrenten a tentaciones más allá de lo que son capaces de resistir y escapar si están dispuestos a hacerlo. Los jóvenes son responsables de huir de la tentación (2 Timoteo 2:22). Sin embargo, los padres deben evitar en lo posible que sus hijos enfrenten tentaciones de forma innecesaria. Hay por lo menos tres maneras en que los padres pueden hacerlo:
Mediante instrucciones específicas sobre lo que los hijos deben y no deben hacer, con quién deben estar y adónde deben ir (Efesios 6:1-4). Los padres no deben permitir que sus hijos se hallen en situaciones en las que su madurez no sea la suficiente como para protegerlos de la tentación. Por ejemplo, si un joven y una joven están solos en un lugar privado, es probable que caigan en la tentación de actuar mal.
Haciendo que sus hijos rindan cuentas de sus tentaciones. Los padres deben orar con sus hijos y hacerles preguntas sobre su vida. La eficacia de la rendición de cuentas dependerá de la solidez de la relación entre padres e hijos. Si el hijo no confía en el amor, la aceptación y el apoyo de sus padres, no querrá admitir sus errores.
Mediante consejos bíblicos a los jóvenes. Los padres deben ayudar a sus hijos a aprender a analizar las situaciones teniendo en cuenta los principios bíblicos (Proverbios 4:1-9, Proverbios 7:1, 4-5). Deben hablar con ellos sobre los peligros que ven y ayudarlos a considerar las distintas decisiones que tendrán que tomar. Asimismo, enseñarles a pensar de antemano cómo evitar la tentación y qué hacer cuando la enfrenten.
La iglesia debe distinguirse de la cultura al defender la moral bíblica. Muchas culturas no creen que el pecado sexual sea grave. Se espera que los jóvenes solteros tengan relaciones sexuales antes del matrimonio. La iglesia no debe hacer concesiones con el pecado. No debe aceptar que el pecado sexual entre los jóvenes sea algo normal. Dios dice que los inmorales no tienen herencia en el reino de Cristo (Efesios 5:5).
► ¿Cómo podría la iglesia ayudar a los jóvenes que batallan con las tentaciones de este mundo?
► Pide a los estudiantes que lean Efesios 5:3-7 y Hebreos 13:4 al grupo.
El período de tiempo que transcurre en una relación antes del matrimonio no es momento para que se inicie la relación sexual. Por el contrario, es un período en el que el hombre y la mujer se aseguran de que comparten las mismas prioridades bíblicas y espirituales. Es un tiempo en el que se van comprendiendo de manera mutua, lo que les permite confiar el uno en el otro lo suficiente como para comprometerse de forma permanente. Si no pueden llegar a confiar en el carácter de la otra persona, deben poner fin a la relación y no casarse.
En algunas sociedades, se retrasa el matrimonio porque la cultura espera que sea una ceremonia elegante y costosa. Muchas veces, las parejas viven juntas durante años y tienen hijos al tiempo que retrasan el matrimonio. En algunos casos, los gastos de la boda afectan su economía por mucho tiempo, ya que gastan todo lo que tienen en la ceremonia e incluso piden dinero prestado. La iglesia debe ser una comunidad de fe que ofrezca un modelo distinto de matrimonio. El matrimonio cristiano está hecho para un hombre y una mujer comprometidos el uno con el otro y con Dios, por lo que no debería requerir grandes gastos que retrasen la boda o perjudiquen el futuro de la pareja.
► ¿En qué se debe diferenciar el matrimonio cristiano de las costumbres matrimoniales de la sociedad?
Enseñar a los niños el propósito y las reglas de Dios para el sexo
Los niños ven y oyen hablar sobre sexo. Escuchan a otros opinar sobre lo que está bien y lo que está mal. A la larga, ellos experimentarán sentimientos, deseos y tentaciones sexuales, por lo que es muy importante que los padres cristianos les expliquen lo que Dios dice sobre el sexo. No es bueno que los niños conozcan detalles sobre la actividad sexual, porque no tienen edad para casarse, y ese conocimiento les provocaría tentaciones innecesarias.
Los niños necesitan conocer el plan de Dios y su responsabilidad de obedecerle. Necesitan saber que se enfrentarán a la tentación. Deben estar preparados para obedecer a Dios y controlar sus propios deseos sexuales hasta que se casen.
El siguiente material resulta útil para enseñar a los niños una visión cristiana de la sexualidad sin tener que hablar de los pormenores de esta. Ha sido redactado de forma sencilla, del mismo modo que se hablaría a los niños.
Hablar con un niño
► Lee Génesis 2:7, 18-24 con el niño.
Este pasaje nos cuenta cómo Dios creó al primer hombre y a la primera mujer y los puso en una relación especial.
Dios diseñó el matrimonio como una relación especial entre un hombre y una mujer. Una pareja casada siente un amor especial el uno por el otro. Parte de su relación incluye un placer especial que experimentan cuando juntan sus cuerpos en privado en un acto que se conoce como sexo. Dios diseñó el sexo para dar placer al esposo y a la esposa y, a veces, para hacer que la esposa tenga un bebé.
Debido a que el sexo produce un placer tan especial, el hombre y la mujer tienen el deseo natural de ver y tocar sus cuerpos y disfrutar de la atención del otro.
Dios declara en la Biblia que el sexo está bien y es correcto entre marido y mujer. Pero él también afirma que el sexo es muy malo para las personas que no están casadas. El Señor ha establecido reglas sobre las relaciones sexuales por al menos cuatro razones:
(1) El placer sexual está diseñado para el matrimonio.
Dios ha diseñado el sexo para que forme parte especial de la relación matrimonial. Aunque todo hombre y mujer pueden tener placer juntos de este modo, el placer es más especial en el matrimonio, ya que cada persona se entrega completamente a la otra. Para aquellos que no están casados, el sexo no tiene ese mismo significado, de modo que no pueden tener la relación plena que Dios dispuso. Por lo tanto, alguien que es demasiado joven para casarse no debería tener relaciones sexuales. Una persona no debe tener relaciones sexuales hasta que se haya comprometido en matrimonio y haya tenido una ceremonia matrimonial pública. Uno debe tener relaciones sexuales solo con su propio cónyuge.
(2) Los deseos sexuales son muy fuertes.
No está mal tener deseos sexuales, porque Dios los creó. Sin embargo, está mal aumentar a propósito el deseo de hacer algo que Dios no quiere. Por eso:
Salvo en el matrimonio, uno no debe hacer cosas que aumenten los deseos sexuales, como mirar o pensar intencionalmente en el cuerpo de otra persona.
Salvo en el matrimonio, uno no debe tocar a otro de modo que aumente el deseo sexual de cualquiera de los dos.
Uno no debe imaginarse haciendo cosas incorrectas.
Uno no debe mirar fotos o videos para ver a otras personas haciendo cosas incorrectas.
Uno no debe vestirse de manera que provoque en los demás el deseo o la imaginación de hacer cosas incorrectas.
Uno no debe comportarse o hablar de forma que parezca que quiere hacer cosas incorrectas.
(3) Nuestros deseos no pueden dirigirnos.
Los animales son controlados por sus sentimientos y deseos. Nosotros no somos animales; somos personas hechas a imagen de Dios. Por eso, debemos pensar en lo que debemos hacer, y luego tomar decisiones correctas. No debemos dejarnos dominar por nuestros sentimientos y deseos. A menudo está bien hacer lo que queremos, pero otras veces no. Nuestros deseos no pueden determinar cuándo el sexo está bien. En lugar de obedecer a nuestros sentimientos, debemos seguir las instrucciones de la Biblia con la ayuda del Espíritu de Dios.
(4) El sexo a veces produce bebés.
Dios ha diseñado que los bebés nazcan de una relación de amor y que los niños necesiten crecer durante varios años en una familia que los ame y los cuide. Un bebé cuyos padres no están casados por lo general no tiene una madre y un padre que lo cuide hasta que sea adulto.
Al comprender los cuatro principios anteriores, quienes desean agradar a Dios y llevar una mejor vida seguirán sus instrucciones. Además, adoptarán hábitos prudentes que les ayuden a resistir la tentación de desobedecer a Dios.
Oración de un niño
Querido Dios:
Gracias por hacerme un/una (niño o niña). Gracias por tu plan bueno y especial para el matrimonio. Por favor, ayúdame a amarte y obedecerte toda mi vida. Tú ves todo lo que hago y sabes todo lo que pienso. Te ruego que me ayudes a obedecer siempre tus instrucciones para la vida. Quiero que mis pensamientos y mis acciones te agraden. Ayúdame a ayudar a mis amigos a obedecerte siendo un buen ejemplo para ellos. En el momento oportuno, cuando sea mayor, ayúdame a ser el/la (esposo o esposa) que tú quieres que sea. ¡Te amo, Dios!
Amén
Oración
Padre celestial:
Gracias por hacernos a tu imagen y dar a nuestras vidas propósito y sentido. Te agradecemos por crear el género para ayudarnos a reflejar tu imagen.
Te damos gracias por tu buen diseño y propósito para la sexualidad humana dentro del matrimonio.
Nos arrepentimos de haber desobedecido tu Palabra. Por favor, lávanos, perdónanos y santifícanos en el nombre de Jesús (1 Corintios 6:11). Libéranos de la esclavitud del pecado (Romanos 6:6-7). Ahora te presentamos nuestros cuerpos y nos comprometemos a hacer lo que es recto ante tus ojos (Romanos 6:13-14).
Permítenos aprender hábitos de pensamiento y comportamiento justos (1 Timoteo 4:7, Salmos 23:3). Que nuestros pensamientos y acciones sean siempre agradables delante de ti (Salmos 19:14). Gracias por prometernos la victoria sobre toda tentación (1 Corintios 10:13).
Amén
Tareas de la lección
(1) Lee Gálatas 5:16–6:9 mientras reflexiona sobre los temas tratados en esta lección. Responde por escrito a las siguientes preguntas:
¿Cuál es la diferencia entre los deseos de la carne (5:16) y las obras de la carne (5:19)?
¿Cuáles son las dos cosas que se prometen a los que practican las obras de la carne (5:19-21, 6:7-8)?
¿Cómo puede un creyente obtener la fortaleza para no obedecer los deseos de la carne (5:16, 22-23, 25)?
¿Cuáles son algunas de las verdades que los creyentes deben recordar durante los momentos de tentación y que los ayudarán a vencer? (Menciona por lo menos cuatro de este pasaje).
¿Qué se les dice a los creyentes en este pasaje que hagan? (Menciona por lo menos cuatro cosas de este pasaje).
¿Qué responsabilidades tienen los creyentes entre sí (6:1-2, 6)?
(2) Lee Romanos 6:1-23. Responde las siguientes preguntas:
¿Qué afirma este pasaje que es verdad acerca de cada creyente? (Enumera de 6 a 8 cosas).
¿Qué decisiones deben tomar los creyentes de acuerdo con lo que es verdad acerca de ellos? (Enumera de 6 a 8 cosas).
¿Por qué puede un creyente estar seguro de que saldrá victorioso en momentos de tentación para pecar? (Escribe un párrafo).
(3) Lee Romanos 8:1-14. Escribe una oración basada en las verdades de este pasaje.
(4) Memoriza Romanos 6:11-14 y Colosenses 3:5-7. Al comienzo de la próxima clase, escribe o lee los pasajes de memoria.
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