El Dr. Robertson McQuilkin sirvió como misionero en Japón durante doce años. Luego, se convirtió en el presidente de la Universidad Internacional de Columbia. Era muy reconocido como escritor, orador y educador. Su esposa, Muriel, sufría de una enfermedad cerebral que afecta la capacidad de las personas de pensar, recordar y comunicarse. Cuando la enfermedad avanzó hasta el punto en que Muriel necesitaba atención constante, el Dr. McQuilkin renunció a la presidencia de la universidad para cuidar a su esposa. Dijo que estaba cumpliendo la promesa que le había hecho cuando se casaron. Creía que cuidarla era más importante que mantener el puesto de presidente de la universidad.
Dios instituyó el matrimonio
Dios instituyó el matrimonio para el primer hombre y la primera mujer que creó. Diseñó el matrimonio para que fuera exactamente lo que las personas necesitaban. Lo diseñó a medida para la naturaleza humana. En todo lo que él diseña y en todo lo que pide, siempre quiere lo mejor para nosotros (Deuteronomio 6:24). Dios quiso que su plan para el matrimonio proporcionara a cada cónyuge el mejor bienestar emocional, relacional y espiritual.
Él dijo que, en el matrimonio, un hombre y una mujer dejan a sus padres y se unen. El matrimonio une a dos personas en una amistad y sociedad más fuerte y estrecha que cualquier otra relación humana. No se trata simplemente de dos personas unidas en una sociedad limitada. Sus vidas se han fusionado de tal manera que, en cierto sentido, son como una persona. No se trata de la anulación de sus personalidades individuales, sino de una unidad especial.
El matrimonio bíblico
El matrimonio bíblico es algo hermoso. No obstante, las personas que quieren experimentar su belleza y probar su bondad deben examinar lo que las Escrituras enseñan sobre él e intentar obedecer lo que aprenden. Un matrimonio satisfactorio requiere esfuerzo y sacrificio.
El matrimonio bíblico implica comunión
Génesis describe cuando Dios creó el matrimonio. Cada parte de la descripción otorga dignidad a esta unión.
«Entonces el Señor Dios dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda adecuada”» (Génesis 2:18).
Así como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están en comunión, Dios nos diseñó para ser sociales. Fuimos creados para conversar, para tener intimidad y comunión. ¡Él dijo que no es bueno estar solo!
Dios tomó una costilla del hombre y la convirtió en una hermosa mujer, otra persona (también hecha a imagen de Dios, con el mismo valor, pero diseñada de forma distinta) que completaba al hombre. A ella «se la presenta con especial honor al hombre como la última y más perfecta obra del Creador».[1]
El matrimonio debe ser una unión dichosa.
Cuando Adán dijo: «Esta es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne» (Génesis 2:23), estaba expresando respeto y deleite. Adán no dijo: «¡Por fin, una esclava! ¡Ahora tengo a alguien que lavará mi ropa, me cocinará, me hará masajes y hará mis tareas del hogar!». No. Él dijo: «¡Por fin, una ayuda que me completa!».
El matrimonio debe ser una unión entre iguales.
«…una ayuda adecuada» (Génesis 2:18).
Dios diseñó a la mujer para que se uniera al hombre y lo completara a la perfección.
Matthew Henry nos recuerda: «La mujer fue hecha de una costilla del costado de Adán; no fue hecha de su cabeza para gobernarlo, ni de sus pies para ser pisoteada por él, sino de su costado para ser igual a él, bajo su brazo para ser protegida y cerca de su corazón para ser amada».[2] La mujer no era inferior ni superior al hombre, sino que era comparable a él.
El matrimonio debe ser una unión de pacto.
«Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne» (Génesis 2:24).
Los matrimonios fuertes no dependen de sentimientos románticos constantes (los sentimientos no son constantes) ni del placer (aunque los matrimonios sanos traen gozo) ni de la gratificación personal (aunque los matrimonios fuertes son gratificantes). Los maravillosos beneficios del matrimonio no son la causa de un matrimonio fuerte; son el resultado de él. El matrimonio se establece en los principios inconmovibles de un pacto: un hombre y una mujer comprometidos exclusivamente entre sí de por vida.
Esta unión debe ser una relación honesta, de confianza y de aceptación: «Ambos estaban desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban» (Génesis 2:25). Debido a que el pecado aún no había corrompido la inocencia de la primera pareja, en su matrimonio no había juicio, vergüenza ni temor. El Nuevo Testamento nos dice: «Sea el matrimonio honroso en todos, y el lecho matrimonial sin deshonra» (Hebreos 13:4).
Un matrimonio fuerte no existe donde hay inseguridad, desconfianza, sospecha o miedo, donde los cónyuges no están seguros del compromiso del otro con el matrimonio. Este tipo de matrimonios requieren una promesa que termina solamente cuando un cónyuge muere (Romanos 7:1-2).
La intención de Dios es que el matrimonio sea un pacto de por vida entre un hombre y una mujer (Mateo 19:3-6). Pablo dijo que los creyentes no están obligados cuando sus cónyuges no creyentes se separan de ellos (1 Corintios 7:15), pero el creyente no debería querer separarse de su cónyuge no creyente (1 Corintios 7:12-14, 16). Previamente, había escrito que el Señor decía lo mismo: los creyentes no deben elegir abandonar a sus
cónyuges o separarse de ellos, pero si lo hacen, no deben casarse con otra persona (1 Corintios 7:10-11, Mateo 5:31-32, Mateo 19:9).
El amor de pacto es sacrificial, respetuoso y embellecedor, aun cuando la relación es difícil (1 Corintios 13). Un compromiso débil produce esfuerzo vacilante, desconexión emocional, retraimiento y tentación.
El esposo manifiesta un amor de pacto cuando jamás abandona a su esposa, incluso cuando ella no responde, es irrespetuosa o está enferma. La esposa manifiesta un amor de pacto cuando elige respetar y obedecer a su esposo, por amor a Cristo, incluso cuando su esposo no le está demostrando amor.
El amor del esposo se gana el respeto de su esposa, y el respeto de ella se gana el amor de él. ¡Y continúan creciendo!
► ¿Qué problemas surgen si las personas se casan pensando que pueden cambiar su decisión más adelante si no están felices con su matrimonio? ¿Cuál es la diferencia cuando una persona cree que su matrimonio es permanente y su compromiso es total?
El matrimonio bíblico es el lugar para la satisfacción sexual y la procreación
Dios hizo el sexo plenamente placentero y singularmente poderoso. Es un acto destinado a lograr la unidad física, emocional y espiritual. Una vida sexual sana no solo es estimulante y aporta unidad, sino que nutre la relación matrimonial. Para quienes quieren seguir la ética sexual bíblica, el sexo es un regalo que Dios nos concede para que lo disfrutemos plenamente dentro del matrimonio.[3]
► Pide a los estudiantes que lean 1 Corintios 7:1-5 y Hebreos 13:4 al grupo.
Los versículos en 1 Corintios nos dicen que un propósito del matrimonio es satisfacer los deseos sexuales. El esposo y la esposa se han entregado el uno al otro y han renunciado a la propiedad de su propio cuerpo. Esto quiere decir que una persona casada no debe esperar tener relaciones sexuales solo cuando quiere hacerlo, sino que también debe responder a los deseos de su cónyuge. Los versículos no nos dicen que una persona puede exigir satisfacción en contra de la voluntad del cónyuge. En cambio, indican que cada uno debe responder a las necesidades del otro.
Según este pasaje, las personas casadas no deben privarse mutuamente de este privilegio. Un corto tiempo de abstinencia sexual mientras se ayuna es legítimo, pero una separación prolongada causará tentación debido a los deseos insatisfechos. A veces, las parejas eligen separarse durante varios meses o más porque uno de ellos trabaja o estudia lejos. Antes de tomar una decisión como esa, deberían considerar si ese plan coincide o no con el plan de Dios. Pueden experimentar problemas a causa de la separación prolongada.
Algunas personas prefieren llevar un estilo de vida que no incluye hijos, pero la Biblia enseña que Dios se complace cuando los padres tienen hijos piadosos (Malaquías 2:15). Cabe destacar que Dios no solo quiere la reproducción, sino hijos piadosos. Dios llama a los padres a enseñar a sus hijos a seguir a Cristo.
El matrimonio bíblico es para Cristo
► Pide a los estudiantes que lean 1 Pedro 3:1-7 y Efesios 5:22-33 al grupo. El grupo debe mantener la Biblia abierta en estos pasajes para examinarlos durante el debate.
En Efesios 5:30-32, el Espíritu Santo revela el significado más profundo del matrimonio, que estuvo oculto hasta que Jesús vino. El matrimonio es una imagen terrenal, un reflejo, de la relación entre Jesucristo y su iglesia.
Pablo comienza esta sección exhortando a los creyentes a ser llenos del Espíritu Santo (Efesios 5:18). En este contexto, ofrece la siguiente instrucción sobre el matrimonio.
La esposa llena del Espíritu se somete a su esposo (su «cabeza») en el Señor, del mismo modo en que los creyentes se sujetan a Jesús (Efesios 5:24, 32; consulta también 1 Pedro 3:1). De esta manera, ella muestra respeto a Jesús y a su esposo. La esposa debe aceptar el liderazgo del esposo, aun si este no es un creyente. Si lo hace, es más probable que su esposo no salvo se convierta en un creyente.
Es importante que, al someterse, cada esposa recuerde al Señor. Ella se sujeta a él y por él, y no solamente por su esposo. Su mirada está puesta en Jesús, el único en quien no se encontró culpa. La sumisión voluntaria de una esposa a un esposo es un acto de adoración a Jesús.
La sumisión bíblica, como el amor, no se puede forzar. Es un regalo que las esposas ofrecen a sus esposos por reverencia a Cristo (Efesios 5:33). Someterse en todo es un acto de adoración a Jesús.[4]
La sumisión de una esposa a su esposo es un acto de respeto (Efesios 5:33) por él, como parte de la vida llena del Espíritu (Efesios 5:18-21). Este honor, que proviene de un espíritu tierno y sereno, es muy precioso ante los ojos de Dios (1 Pedro 3:4).
El esposo lleno del Espírituama a su esposa como Jesús ama a su iglesia (Efesios 5:25). El esposo debe amarla como ama su propio cuerpo (Efesios 5:28-29). Debe manifestar la misma abnegación llena del Espíritu que Jesús manifestó hacia su iglesia cuando se entregó por ella. Este es su acto de sumisión a Dios (Efesios 5:21). Un comentarista lo expresó de esta manera:
Así como él (Jesús) se entregó a sufrir en la cruz para salvar a la iglesia, así también nosotros debemos estar dispuestos a negarnos a nosotros mismos y a soportar [el trabajo duro y las dificultades], para poder promover la felicidad de la esposa. Es deber del esposo [trabajar con diligencia] para mantenerla; proveer para sus necesidades; negarse a sí mismo el descanso y la comodidad, si es necesario, para atenderla en la enfermedad; ir delante de ella en el peligro; defenderla si está en una [situación peligrosa]; soportarla cuando está irritable; aferrarse a ella cuando lo aleja; orar con ella cuando está en dificultades espirituales; y estar dispuesto a morir para salvarla. ¿Por qué no habría de ser así? Si naufragan y hay una sola tabla en la que puedan ponerse a salvo, ¿no debería estar dispuesto a colocarla en ella y ponerla a salvo de todo peligro a costa de sí mismo? Pero hay más… Un esposo debe sentir que el único gran objetivo de su vida debe ser buscar la salvación de su esposa. Debe proporcionarle todo lo que pueda necesitar para su alma… y debe serle de ejemplo; aconsejarla si necesita consejo; y hacerle el camino de la salvación lo más fácil posible. Si un esposo tiene el Espíritu y la abnegación del Salvador, no considerará ningún sacrificio demasiado grande si puede promover la salvación de su familia.[5]
El esposo debe procurar la pureza de su esposa, al igual que Cristo purificó a su novia, la iglesia (Efesios 5:26-27).
1 Pedro 3:7 dice que el esposo debe vivir con su mujer de forma comprensiva, lo que significa que debe hacer todo lo posible por comprenderla. Debe examinarla para entender sus necesidades. En este versículo, a la mujer se la llama «un vaso más frágil». Ella necesita consideración de su esposo. Él debe protegerla no solo del daño físico, sino también de la preocupación y el estrés emocional.
Debe proporcionar todos los medios necesarios para el desarrollo de su esposa: fidelidad, amor incondicional, comprensión, oración, consejo, enseñanza y bondad.
Cuando el esposo la trata con un amor así, es correspondido con felicidad. Pablo dice: «El que ama a su mujer, a sí mismo se ama» (Efesios 5:28). Los esposos que aman a sus esposas de esta manera abnegada serán recompensados con creces por el Señor y muy probablemente por el respeto, afecto y fidelidad de sus esposas.
► ¿Qué cosas en particular debe hacer un esposo para brindar apoyo espiritual a su esposa?
Es importante recordar cómo se dan los mandatos en estos versículos. Al esposo no se le indica que imponga autoridad sobre su esposa. A la esposa se le ordena que obedezca a su esposo, pero al esposo no se le indica que debe hacerla obedecer. A él se le ordena que la ame y se sacrifique según sea necesario para cuidar de ella. De manera similar, a la esposa no se le dice que demande el cuidado de su esposo; se le ordena que lo respete.
La prioridad del esposo no debe ser mantener su autoridad, sino brindar un cuidado amoroso. La prioridad de la esposa no debe ser demandar que él la cuide, sino respetar a su esposo.
El apóstol Pedro advierte al esposo que sus oraciones se verán estorbadas si no cuida apropiadamente a su esposa. De las palabras de Pablo y Pedro podemos ver que el hombre que no cuida a su esposa como debería no ama a Dios como debería. La mujer que no respeta a su esposo no respeta a Dios como debería. Nuestra conducta en el matrimonio influye en nuestra relación con Dios.
Dios diseñó el matrimonio para que fuera permanente. En la unión matrimonial, un hombre y una mujer prometen serse fieles mientras ambos vivan.
La Biblia registra las palabras de Jesús sobre este tema, durante una conversación con los fariseos.
► Pide a un estudiante que lea Mateo 19:3-8 al grupo.
Jesús dijo que Dios quería que el matrimonio fuera permanente. También afirmó que el divorcio se instituyó para aquellos que no siguen a Dios.
Existen muchas razones por las que el Padre quiso que el matrimonio fuera permanente, algunas de las cuales hemos hablado en la última sección. Otra razón es por el bien de los hijos. La obediencia al plan de Dios en cuanto al matrimonio crea el mejor ambiente para criar a los hijos. Si los padres honran a Dios mediante la obediencia a sus principios en su matrimonio y familia, podrán criar hijos piadosos (Malaquías 2:15).
Dios diseñó la vida del ser humano de modo que los niños tardan varios años en llegar a la edad adulta. Durante este tiempo, estos dependen de los padres para recibir protección, provisión y formación. Esto no ocurre con los animales, que alcanzan la madurez en uno o dos años. Las personas necesitan más tiempo para desarrollar un carácter maduro. Dios diseñó la familia como el medio para criar a los hijos. Muchos de los problemas sociales se deben a la falta de familias con padres fieles.
El matrimonio requiere que los cónyuges se comprometan el uno con el otro durante toda su vida. Cada cultura posee sus propias fórmulas y ceremonias para demostrar que el matrimonio es un compromiso serio. En la ceremonia, el hombre y la mujer declaran públicamente que se comprometen para siempre.
La mayoría de los gobiernos llevan un registro de los matrimonios. Asimismo, las leyes matrimoniales regulan la propiedad de los bienes, la custodia de los hijos y las herencias.
A continuación, presentamos un ejemplo de los votos que se utilizan en muchas bodas:
Te recibo como mi legítimo(a) esposo/esposa y prometo cuidarte y sostenerte, desde este día y para siempre, en lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad. Prometo amarte y respetarte, hasta que la muerte nos separe, de acuerdo con la sagrada voluntad de Dios.
Los sentimientos románticos no permanecerán constantes todo el tiempo. Un matrimonio no puede basarse en emociones que pueden variar. Los votos matrimoniales suponen que un hombre y una mujer prometen ser fieles mientras ambos vivan, por lo que esa promesa no depende de ninguna condición.
Debido a la permanencia del matrimonio, los cristianos nunca deben manifestar que desean poner fin a su matrimonio por problemas en la relación. Ningún cónyuge debe decir: «Ojalá no me hubiera casado contigo» o «Quizás deberíamos divorciarnos». A veces esas afirmaciones pretenden manipular a la otra persona para que demuestre que se interesa por el matrimonio. El cónyuge piensa que el otro podría esforzarse más por complacerle por la dureza de esa afirmación, pero eso rara vez ocurre. Por el contrario, el otro se defiende diciendo: «Está bien, podemos divorciarnos si así lo quieres». De esa forma, ambos dan a entender que están dispuestos a poner fin al matrimonio por su propia voluntad, y la relación no hace más que empeorar.
► ¿Por qué el matrimonio no empieza con una declaración de amor, en lugar de votos?
► ¿Alguien desea contar cómo llegó al matrimonio esperando beneficios, pero sin darse cuenta del compromiso que era necesario?
El matrimonio como sociedad cristiana
► Pide a un estudiante que lea 2 Corintios 6:14-18 al grupo.
Estos versículos afirman que el compromiso de un creyente se verá obstaculizado si se relaciona de manera muy cercana con los incrédulos. Al igual que un creyente no puede adorar con una persona que adora a Satanás, tampoco puede seguir el estilo de vida y las prioridades de los incrédulos. Esta advertencia podría aplicarse a diversos tipos de relaciones, incluidas las sociedades comerciales.
El matrimonio es la sociedad humana más íntima que pueda haber. Un creyente no debería ni siquiera considerar casarse con alguien que no esté comprometido con Cristo (1 Corintios 7:39). Una persona creyente casada con una persona incrédula tendrá mucha tristeza y se encontrará con muchos obstáculos a la hora de criar a sus hijos y tomar decisiones sobre su estilo de vida.
Si el esposo y la esposa son creyentes, pero pertenecen a iglesias distintas, deben asegurarse de coincidir en asuntos espirituales esenciales. Además, deben planear ser parte de la misma iglesia local después de casarse.
Formas en que las parejas pueden fortalecer su matrimonio
(1) Deben exaltar el diseño original de Dios y apreciar su rol único dentro del matrimonio.
El esposo debe recordar que su esposa es un regalo de Dios, una ayuda que lo complementa. Debe dar su vida por su seguridad y su bienestar espiritual, emocional y físico. Debe elegir ser agradecido con ella y amarla incluso cuando menos se lo merezca, siendo consciente de que solo Dios puede cambiar lo que necesita cambiar en ella. Así Dios honrará su obediencia y fe.
La esposa debe honrar el hecho de que Dios eligió a su esposo como su cabeza, mostrarle respeto de todas las formas posibles y honrar su liderazgo. Debe elegir la sumisión y el respeto incluso cuando él cometa errores y menos lo merezca, orando para que Dios cambie lo que necesita cambiar en él. Así Dios honrará su obediencia y fe.
(2) Las parejas deben cultivar una verdadera intimidad espiritual y física.
Deben buscar conocerse mutuamente sin temor, crítica, comparación con otros, maltrato, lujuria egoísta o humillación. Deben vivir con transparencia e integridad ante Dios y entre sí.
(3) Las parejas deben seguir el modelo de la gracia divina cuando no estén a la altura.
Cuando Adán y Eva pecaron y se sintieron avergonzados y arrepentidos, Dios reveló su poder para redimir sus faltas. Sacrificó un animal para hacerles túnicas que cubrieran su desnudez (Génesis 3:21). Este acto de amor de parte del Padre fue una representación de la gracia y de la promesa divina de redención a través de Jesucristo. Cristo nos otorga perdón y restauración. A través de él, las parejas pueden retomar la intimidad sin vergüenza, incluso después de haber fallado.
Conclusión
El matrimonio fue creado por Dios, no por el hombre. Por lo tanto, debemos acudir a Dios en busca de su consejo, en lugar de al mundo o a la cultura. Solo él sabe cómo hacer que nuestros matrimonios sean fuertes, duraderos y gratificantes. No obstante, ¡nunca seremos los cónyuges que debemos ser sin el Espíritu Santo!
Para el debate grupal
► ¿Cuál es la verdad sobre el matrimonio que muchos parecen olvidar?
► Explica los principios que la iglesia debería enseñar para fortalecer los matrimonios. ¿Qué tipo de conocimiento hace falta en tu entorno?
Oración
Padre celestial:
Gracias por darnos el maravilloso regalo del matrimonio. Gracias por la hermosa forma en que lo diseñaste. Ayúdanos a comprometernos para vivir el matrimonio tal y como tú lo pensaste.
Ayúdanos a demostrar un amor semejante al de Cristo y la iglesia.
Ayúdanos a ir más allá de lo que dicta nuestra cultura en cuanto al respeto mutuo.
Gracias por la obra del Espíritu Santo, que permite mantener relaciones gozosas y sólidas.
Amén
Tareas de la lección
(1) Elige dos principios de esta lección que te resulten nuevos. Escribe un párrafo en el que expliques cada uno de ellos con tus propias palabras.
(2) Prepara una breve presentación sobre uno de los temas que se indican a continuación. (El líder de la clase asignará un tema a cada alumno.) Haz la exposición al comienzo de la siguiente clase.
La unión matrimonial como diseño divino
Propósitos bíblicos del matrimonio
Los roles dados por Dios en el matrimonio y la importancia de ser llenos del Espíritu Santo para cumplir con ellos
La permanencia del matrimonio
(3) Si no estás casado, pero planeas hacerlo en el futuro, escribe dos párrafos en los que te comprometas a obedecer los principios de Dios en tu futuro matrimonio. Si estás casado, escribe dos párrafos en los que te comprometas a obedecer los principios de Dios en tu matrimonio.
Respeto a las mujeres
Antes de continuar con la Lección 4, la clase debe estudiar y comentar el Anexo A. Allí se presenta un breve debate sobre el respeto a la mujer, un tema importante para el matrimonio y la familia.
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