Jonathan Edwards fue un respetado pastor y teólogo que vivió en el siglo 1700. Él y su esposa Sarah tuvieron once hijos. Sarah fue una esposa y madre maravillosa, que ejerció una enorme influencia en la formación del carácter de sus hijos. Jonathan también fue un padre dedicado. Cuentan que «todas las noches, cuando el señor Edwards llegaba a casa, pasaba una hora conversando con su familia y luego oraba pidiendo la bendición de cada uno de sus hijos».[1]
A. E. Winship, un educador de finales del siglo XIX, investigó el legado de Jonathan y Sarah Edwards, e hizo un seguimiento de las vidas de sus descendientes hasta 150 años después de la muerte de Jonathan. Encontró que el legado de los Edwards incluía:
1 vicepresidente de los Estados Unidos
1 decano de una facultad de derecho
1 decano de una facultad de medicina
3 senadores de los Estados Unidos
3 gobernadores
3 alcaldes
13 rectores de universidades
30 jueces
60 médicos
65 catedráticos
75 oficiales militares
80 funcionarios públicos
100 abogados
100 pastores/líderes eclesiásticos
285 licenciados universitarios
¿Cómo se pudo lograr un legado tan fructífero? ¿Qué se invirtió en la vida de los once hijos de los Edwards para que tuvieran descendientes reconocidos por su integridad, responsabilidad, liderazgo y servicio a la sociedad? Sin duda, Jonathan fue un padre piadoso y diligente que sirvió de modelo de fidelidad a sus hijos.
La Biblia nos enseña que las elecciones de los padres influyen en la relación de sus hijos con Dios durante las siguientes generaciones.
► Pide a los estudiantes que lean Deuteronomio 5:9-10 y Deuteronomio 7:9 al grupo.
No importa qué elecciones hayan tomado nuestros padres, cada uno tiene la oportunidad de servir al Señor y ser un padre piadoso para sus hijos. Tú y tus descendientes pueden servir fielmente al Señor y experimentar sus bendiciones y gracia. ¿Estás dispuesto a comprometerte a ser un padre que sirve fielmente a Dios y que además guía a sus hijos a conocerlo?
Cuando Dios habló por primera vez a Jacob, no le dijo: «Yo soy el Dios del universo» o «Yo soy el Dios que creó el mundo», aunque eso hubiera sido cierto. En cambio, le dijo: «Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abraham y el Dios de Isaac» (Génesis 28:13). Jacob no comenzó su relación con Dios sin ningún conocimiento previo de Dios, sino que tenía conocimiento de él gracias a las enseñanzas de su padre y de su abuelo.
Abraham comenzó una tradición de adoración a Dios. Gracias a Abraham, muchos otros creyeron en él, incluso antes de tener un encuentro personal con el Señor. Cuando Eliezer, el siervo de Abraham, oró, se dirigió al Señor, Dios de su señor Abraham (Génesis 24:12).
Más adelante, se identificó varias veces a Dios como «el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob» (Éxodo 3:15, por ejemplo). En la siguiente generación, José se refirió a las promesas que Dios había hecho a Abraham, a Isaac y a Jacob (Génesis 50:24). Así, él esperaba que su familia fuera fiel al Señor debido a las promesas que él había hecho a las generaciones anteriores.
► ¿Qué aprendemos sobre la forma en que las personas llegan a conocer a Dios a partir de cómo este se identificó a sí mismo?
Por lo general, las personas no entran en una relación con Dios solo por escuchar doctrinas sobre su persona. La gente suele aprender sobre Dios al observar la vida de aquellos que tienen una relación con él. La mayor influencia espiritual proviene de los padres que están consagrados al Señor.
A continuación, presentamos algunas preguntas personales de gran importancia para que reflexiones en ellas: ¿Qué aprenden tus hijos sobre Dios cuando observan tu vida? ¿Tus hijos desean ser fieles a Dios porque ven tu relación con él?
La responsabilidad de los padres
Dios confiere a los padres una gran responsabilidad. «Instruye al niño en el camino que debe andar, y aun cuando sea viejo no se apartará de él» (Proverbios 22:6).
Los padres deben ser intencionales al enseñar a sus hijos a seguir a Dios y deben entender la responsabilidad que tienen de guiar y formar a sus hijos.
La responsabilidad de formar a los hijos corresponde en primer lugar a los padres, no a la sociedad, a la escuela o a la iglesia. Los padres deben asegurarse de que sus hijos asistan a la iglesia, mas no deben asumir que la iglesia los formará por ellos.
► Pide a un estudiante que lea Efesios 6:1-4 al grupo. ¿Qué se supone que deben hacer los padres?
No es solo responsabilidad de la madre educar a los hijos. El padre es el responsable principal de la protección espiritual de su familia.
Los padres tienen la enorme responsabilidad de formar a sus hijos para la vida. Esto no quiere decir enseñarles un oficio, sino enseñarles a vivir bien, una vida que Dios bendecirá. Los padres no deben permitir que sus hijos sigan el pecado con la esperanza de que se conviertan luego.
La Biblia nos aconseja que no aprendamos las filosofías erróneas de este mundo.
► Pide a un estudiante que lea Colosenses 2:8 al grupo.
Este pasaje nos advierte que se nos puede engañar por creer en una filosofía errónea y aceptar un estilo de vida del mismo tipo. El mundo puede engañar a nuestros hijos enseñándoles a seguir sus caminos en vez de seguir a Cristo.
Lo ideal sería que toda la educación que reciban los niños provenga de profesores y padres cristianos. En lugares donde no hay escuelas cristianas, los padres deben asegurarse de que el niño aprenda la visión correcta de la vida. Una educación secular podría enseñarle el ateísmo, la evolución y el humanismo. Los menores son muy vulnerables a las falsas enseñanzas (Efesios 4:14), por lo que los padres deben proteger a sus hijos. Los pastores deben saber cómo predicar enseñanzas que protejan a las personas contra filosofías erróneas. Además, deben proporcionar información a las familias para ayudarla a establecer a sus hijos en la verdad.
Formación temprana
► Alguien escribió un libro titulado Los niños son como cemento fresco (Children Are Wet Cement). ¿Qué crees que quiere decir ese título?
Los padres deben darse cuenta de que los niños aprenden sobre la vida y deciden lo que es importante cuando son muy pequeños. El carácter se forma mientras el niño es pequeño.
La mayor parte del discipulado se produce antes de que los niños lleguen a la adolescencia. Muchas metas de alfabetización bíblica, de carácter y hábitos personales, sociales y espirituales deben desarrollarse antes de esta etapa.
Incluso antes de los cinco años, el niño ha aprendido lo esencial sobre cómo se relacionan las personas y qué clase de conducta produce los resultados que busca. Sabe si algo es justo o no y si los castigos y las recompensas son consecuentes. Sabe si lo aman o si sus sentimientos cuentan para los demás. Sabe si le pueden perdonar cuando hace algo malo. Ha aprendido a admitir u ocultar sus errores y pecados. Ha descubierto si puede confiar en que las personas con autoridad se preocupen por él y cumplan sus promesas.
Los niños aprenden de las palabras y el ejemplo de sus padres, aun cuando estos no busquen enseñarles (Efesios 5:1). Gracias al ejemplo de los adultos, los pequeños desarrollan su concepto de la vida. Los niños aprenden lo que es importante viendo lo que importa a los adultos. Los menores aprenden cómo tratar a los demás, cómo reaccionar ante determinadas situaciones y cómo cumplir con sus responsabilidades al observar a los adultos. Toda esta formación comienza con el nacimiento del niño.
A veces los padres piensan que únicamente enseñan a sus hijos cuando les explican lo que deben hacer. No obstante, también lo hacen cada vez que sus hijos los observan.
Los niños observan a los adultos y aprenden a reaccionar ante el estrés, a tratar a los extraños, a tratar a las personas de menor estatus, a responder a las críticas y a las necesidades de los demás. Los padres siempre están enseñando, incluso cuando no saben que lo hacen.
Si se critica continuamente al niño, aprenderá a ocultar sus errores, a poner excusas y a culpar a los demás. De adulto, adoptará una actitud condenatoria, hipócrita y reservada. Si en el hogar siempre hay conflictos, se volverá tímido o agresivo. Si los miembros de su familia lo ridiculizan, es posible que rehúya la interacción con la gente o que maltrate a los demás. Si sus padres nunca dejan de avergonzarlo, aprenderá a vivir con culpa y jamás se sentirá aceptado por Dios. Si no puede cumplir el estándar de conducta que exigen sus progenitores, acabará rebelándose contra ellos y se unirá a un grupo de rebeldes que sustituirá a su familia.
Si la gente le tiene paciencia, aprenderá a ser paciente con los demás. Si la gente lo anima, tendrá confianza para intentar hacer cosas. Si recibe elogios, se sentirá valorado y estará dispuesto a reconocer el mérito de los demás. Si ve justicia, querrá ser justo.
Si uno de los padres rompe las reglas, pero hace que su hijo obedezca, el niño pensará que algún día él tendrá edad suficiente para romperlas también. Si el padre o la madre no es amable con los demás, el niño esperará llegar a tener la fuerza suficiente para no serlo tampoco. Si los padres creen que los problemas y necesidades del niño no son importantes, el niño creerá que algún día será un adulto que podrá cuidar de sí mismo y no se preocupará de las necesidades de los demás.
Los padres deben demostrar siempre sumisión a Dios. Sus hijos deben saber que ellos obedecen la Palabra de Dios. Si uno de los progenitores demuestra que su voluntad es más importante que la autoridad de Dios, sus hijos querrán vivir de la misma manera. Los padres deben a menudo explicar a sus hijos el porqué de sus decisiones y los factores que han tenido en cuenta. Esto enseñará al niño a tomar decisiones.
Los niños aprenden cuando los padres juegan con ellos. Deben aprender a ser justos, considerados y receptivos con los demás. Los juegos desarrollan las habilidades del niño. Entre los propósitos de los juegos familiares se encuentran el aprendizaje, el desarrollo personal y el disfrute de las relaciones con los demás miembros de la familia. La competencia en un juego familiar es buena, pero no debe tener como objetivo dominar al resto para que el ganador se sienta superior. Una pregunta que se debe tener en cuenta cuando se juega es: «¿Están disfrutando todos del juego?». Si solo el ganador lo disfruta, se está jugando con un propósito equivocado. Si alguien se enfada o se frustra durante el juego, este no está cumpliendo el propósito adecuado.
Los padres demuestran que valoran a sus hijos cuando dedican tiempo a sus actividades. Los padres deben ayudar a sus hijos con los proyectos de la escuela, fabricar o reparar juguetes, ofrecerles un espacio propio en la casa, escuchar sus cuentos y bromas y tranquilizarlos cuando estén disgustados.
Los padres deben conocer a los maestros de sus hijos y asistir a las reuniones programadas con ellos para conocer cómo va el niño en la escuela. Si es posible, deben acudir ambos progenitores. Si el padre no acude, parecerá que otras cosas son más importantes que su hijo. Los padres deben preguntar sobre las calificaciones y lo que ocurre en la escuela. Hay más probabilidades de que los maestros traten al niño de la mejor manera posible y lo protejan del maltrato si saben que los padres se preocupan por él.
Quienes conviven en familia se conocen muy bien. Son capaces de conocer las necesidades y los defectos de los demás. Pueden amarse y demostrar que se aman más que a nadie en el mundo. Si no se aman, pueden hacerse más daño que cualquiera. Algunos tratan a su familia peor de lo que tratan a los extraños. El hogar cristiano debe ser un lugar donde se demuestre paciencia, perdón, cuidado y bondad.
Trabajo infantil
Un niño pequeño necesita tiempo para jugar y divertirse todos los días. También necesita tiempo para relajarse, usar su imaginación, leer libros, jugar a hacer o construir algo y disfrutar de la naturaleza. En contextos en los que la familia trabaja junta para conseguir alimentos o realizar otras tareas, puede ser positivo que los niños participen en el trabajo familiar, aunque los padres no deberían olvidar otros valores.
[1]Las largas horas de trabajo son difíciles para el niño, no solo por las exigencias físicas, sino porque el trabajo que se le da suele ser repetitivo y monótono. Este desea tener tiempo para actividades que le permitan utilizar su imaginación. Resulta triste que un niño tenga que trabajar tanto que su único tiempo libre lo dedique a comer y dormir para luego volver a trabajar.
Algunas familias atraviesan dificultades económicas y creen que deben obtener ingresos por el trabajo de sus hijos. Pero si no consiguen que sus hijos reciban educación, es posible que la situación de la familia no cambie nunca. Si un niño trabaja en lugar de ir a la escuela, probablemente se pasará la vida trabajando por un salario bajo. Además, no tendrá acceso a la mayoría de las profesiones y oportunidades empresariales.
Hay quienes educan a sus hijos, pero se aprovechan injustamente de los hijos de familias pobres, obligándoles a trabajar muchas horas en el campo, en tareas domésticas o en el comercio ambulante, a sabiendas de que no están recibiendo educación. Los cristianos deberían trabajar unidos para encontrar mejores alternativas para las familias de su comunidad.
Los menores disfrutarán del trabajo si tienen tareas que los hagan sentirse realizados. También disfrutarán trabajar con sus padres si estos los animan. Los padres deben ser razonables en sus expectativas de lo que el niño puede hacer y darle retroalimentación constructiva de manera positiva para que se sienta motivado a seguir aprendiendo y a crecer.
Resulta positivo que los niños tengan responsabilidades diarias que les enseñen a ser fiables y meticulosos. Los padres deben afirmar verbalmente las cualidades de carácter que ven en su hijo mientras trabaja, tales como la iniciativa, la diligencia, el cuidado y la persistencia. Asimismo, deben enseñar a sus hijos los principios de trabajo que enseña la Palabra de Dios.
Está bien que los niños tengan la oportunidad de ganar dinero que ellos mismos pueden gastar. De este modo, aprenden el valor de su trabajo y a utilizar su dinero para obtener el mayor beneficio. Un niño que trabaja para ganar dinero puede comprender que no debe gastarlo todo en caramelos; querrá comprar algo que pueda conservar. Los progenitores deben enseñar a sus hijos a pensar en el dinero y a utilizarlo de forma piadosa.
Es bueno que los niños y los adolescentes conozcan distintos tipos de trabajo que desarrollen sus capacidades. Es algo positivo que un joven tenga la oportunidad de trabajar con personas con diferentes habilidades para así aprender.
► ¿Cuál es la realidad del trabajo infantil en tu sociedad? ¿Qué deberían hacer los padres? ¿Qué debería hacer la iglesia?
[1]«Cuando una persona deja de sentir empatía por los jóvenes, su vida útil en la tierra está a punto de terminar».
George MacDonald
Desarrollo intencional del niño
Los padres son responsables de desarrollar el carácter de sus hijos. Matt y Mary Friedeman, una pareja cristiana, hicieron una lista de las cualidades que querían ayudar a sus hijos a desarrollar. Después de elaborar la lista, la revisaron e hicieron planes de acciones que ayudarían a sus hijos a desarrollar cada una de ellas. El proceso no sería rápido; estas características no aparecen de repente. Los padres deben ser intencionales y constantes durante los años de crianza de sus hijos. La siguiente lista contiene algunas de las cualidades enumeradas por los Friedeman[1], a las que se han añadido otras.
Categoría
Cualidades que hay que tener a los 18 años
Espiritualidad
Saber que son portadores de la imagen de Dios con valor eterno
Saber que son pecadores que necesitan un Salvador
Comprometerse con Cristo
Tener una vida devocional diaria
Ejercer los dones espirituales
Estar preparados para el servicio cristiano
Permanecer sexualmente puros hasta el matrimonio
Conocimiento de la Biblia
Comprender las doctrinas cristianas fundamentales
Haber memorizado pasajes clave de la Biblia (300 versículos)
Conocer las historias bíblicas
Conocer los libros de la Biblia
Conocer los Diez Mandamientos y el Sermón del monte
Ver los temas del evangelio acerca del pecado y la salvación en toda la Biblia
Cosmovisión bíblica
Saber defender su fe
Ser capaz de responder a las grandes preguntas de la vida desde una perspectiva bíblica
Comprender lo que hace que el cristianismo sea único entre las religiones y cultos que existen en el mundo
Intelecto (Educación)
Haber recibido una educación cristiana si es posible
Establecerse en la disciplina de leer o escuchar podcasts o videos instructivos
Asistir a la universidad o a un programa de formación profesional, según sus dones y llamados
Carácter
Practicar el autocontrol
Ser humilde y capaz de disculparse
Demostrar respeto por la autoridad
Hablar con amabilidad
Aprender a utilizar el tiempo con prudencia: disciplinarse en el uso de las redes sociales, las actividades de entretenimiento, etc.
Dinero y servicio
Comprender que Dios se preocupa por los pobres
Practicar la generosidad y servir a los pobres
Practicar el diezmo y el ahorro
Aprender a utilizar un presupuesto financiero
Relaciones
Amar a sus hermanos y llevarse bien con ellos
Demostrar buena educación en entornos sociales
Aprender a ser un amigo fiel
Poder dirigirse a los adultos con respeto y confianza
Salud
Practicar una buena higiene
Hacer ejercicio regularmente
Comer lo que le sirvan
Elegir alimentos sanos siempre que sea posible
Habilidades
Desarrollar los dones que Dios le ha dado
Desarrollar sus habilidades mediante la práctica constante
Matt Friedeman describió lo que él y su esposa hicieron después de enumerar estas cualidades.
Una vez que reunimos [las cualidades] en una hoja de papel, trazamos una línea en el centro y nos planteamos la siguiente pregunta: «¿Qué tenemos que hacer [para contribuir a desarrollar estas cualidades en nuestros hijos]?». En el lado izquierdo de la hoja, anotamos [nuestras] responsabilidades como padres.[2]
Si esto te parece demasiada responsabilidad, recuerda que Dios nos ha dado 16-18 años para discipular a nuestros hijos. Por eso es importante:
Implementar un plan de discipulado.
Fijar rituales familiares, como una comida todos los días y unos minutos de enseñanza/formación estructurada.
Hacer del discipulado algo habitual en su rutina diaria y aprovechar las muchas oportunidades que se presentan para enseñarles y formarlos.
Orar constantemente la Palabra de Dios en favor de tus hijos.
No rendirse jamás, aunque fracases.
► Elige algunos elementos del cuadro anterior y describe qué pueden hacer los padres para alcanzar esos objetivos de manera intencional.
[1]Matt Friedeman, Discipleship in the Home (Wilmore: Francis Asbury Society, 2010), pp. 31-33.
[2]Matt Friedeman, Discipleship in the Home (Wilmore: Francis Asbury Society, 2010), p. 33.
El factor de la voluntad humana
► A veces la gente dice: «Mis experiencias me hicieron el tipo de persona que soy». Otra frase similar es: «Una persona es el producto de su entorno». ¿Son ciertas estas afirmaciones?
Los seres humanos han sido creados a imagen de Dios. La gente toma decisiones reales y no es controlada por el instinto o el entorno. A lo largo de las Escrituras, Dios llama a que las personas elijan el bien y rechacen el mal.[1] Dios juzga a los seres humanos por sus decisiones.
Nuestro entorno y experiencias influyen en nosotros, pero no nos controlan, ya que como seres humanos hechos a imagen de Dios, tomamos decisiones reales. Eso significa que un niño puede llegar a tomar decisiones que difieran del hogar y el entorno en el que se crio. Por ejemplo, un niño que proviene de un hogar pagano, donde el pecado era algo normal, puede arrepentirse y vivir para Dios. Por otro lado, un niño que viene de un hogar cristiano puede elegir no seguir a Dios.
Aunque las personas toman decisiones reales, no son del todo libres. La Biblia nos dice que nacemos con una naturaleza que tiene la tendencia a pecar (Salmos 51:5, Salmos 58:3). Los seres humanos tienen una tendencia natural a resistirse a la autoridad,
a elegir su propio rumbo, a ceder a la tentación, a engañar a los demás y a ser egoístas (Efesios 2:1-3). Los niños no son neutrales, ni esperan a que los guíen en cualquier dirección, sino que rápidamente buscan maneras de satisfacer sus propios deseos, incluso si tienen que mentir y desobedecer para conseguir lo que quieren. Además, sabemos que Satanás busca engañarlos y tentarlos (Efesios 2:2, Apocalipsis 12:9).
Los padres deben darse cuenta de que la instrucción por sí sola no es suficiente para hacer que el niño haga lo correcto. Hay una lucha espiritual (Gálatas 5:17). Los padres deben orar para que el Espíritu de Dios influya y guíe a su hijo. Los padres deben depender de Dios para que les de sabiduría y fuerza para ser buenos ejemplos espirituales. Los padres deben orar con fervor para que su hijo se arrepienta y experimente el nuevo nacimiento espiritual a una edad temprana.
Incluso si el niño se convierte, el padre no debe esperar que el niño se comporte como un cristiano maduro. Sus actitudes y sentimientos no siempre serán coherentes, y es posible que a veces ceda a la tentación. Mientras el menor muestre un deseo de hacer lo correcto, el progenitor no debe desanimarlo diciéndole que está fracasando en su vida como cristiano. Por el contrario, los padres deben elogiar la buena conducta de su hijo y animarlo a orar pidiendo la ayuda de Dios en sus luchas.
Aunque todo ser humano nace con una tendencia al pecado, también tiene necesidad de Dios. El Espíritu Santo habla a cada persona y le da el deseo de estar en relación con Dios. Sabemos que contamos con la ayuda del Creador cuando enseñamos a nuestros hijos la Palabra del Señor. El Espíritu de Dios actúa como un intercesor dentro del niño, que le confirma la verdad y le da el deseo de tener una relación con el Padre.
Las familias deben reunirse todos los días para dedicar unos minutos a leer la Biblia, reflexionar y orar. Deben participar ambos padres y todos los niños de la familia. El padre debe ser quien dirija, pero puede pedir a los demás miembros de la familia que lean las Escrituras y participen de diversas maneras.
El tiempo devocional no siempre ha de seguir el mismo patrón, sino que puede tener diversos formatos e incluir relatos bíblicos, relatos de la historia del cristianismo y de las misiones, análisis de preguntas, empleo de preguntas y respuestas aprendidas de memoria para enseñar verdades doctrinales, lectura de materiales cristianos, cánticos, memorización de la Biblia, representaciones teatrales y distintas formas de orar.
Ejemplo de actividad devocional: Elige una historia bíblica y haz que los miembros de la familia la representen.
Los pastores deben dedicar algún tiempo a enseñar a su iglesia acerca del tiempo devocional en familia. Los padres deben recordar que Dios les ha dado la responsabilidad de enseñar la Palabra de Dios a sus hijos (Deuteronomio 6:5-7).
Para el debate grupal
► ¿Qué ideas de esta lección son nuevas para ti? ¿Cómo piensas aplicar las verdades que has aprendido?
► ¿Qué puede hacer la iglesia para fortalecer a las familias y ayudar a los padres en la crianza de sus hijos?
► ¿Cómo podría la gente de la iglesia trabajar unida para ayudar con el desafío que supone formar a los niños para que sigan a Cristo?
► ¿Cuáles son algunos ejemplos de prácticas cotidianas que deberían seguir las familias?
Oración
Padre celestial:
Gracias por diseñar la familia y dar a las personas el gran privilegio de ser padres.
Ayúdanos a amar a nuestros hijos como tú los amas. Ayúdanos a recordar en todo momento que han sido creados para conocerte y servirte.
Danos el amor, la paciencia y el entendimiento que necesitamos para formar a nuestros hijos e influir en ellos de modo que te sigan.
Permite que los creyentes de nuestras iglesias preparen a las familias, a los jóvenes y a los niños para que permanezcan firmes en la fe y la obediencia.
Amén
Tareas de la lección
(1) Estudia cada uno de los siguientes pasajes. Utilízalos para escribir en tres páginas lo que las Escrituras enseñan sobre la responsabilidad de los padres:
Génesis 18:17-19
Deuteronomio 6:4-9
Salmos 78:1-8
Colosenses 3:21
Efesios 6:4
1 Timoteo 3:4-5, 12
2 Timoteo 3:14-17
Mateo 18:5-6
(2) Tanto si eres padre como si no, elige cinco de las cualidades que aparecen en la tabla de esta lección. Escribe tres métodos prácticos para que tus hijos adquieran cada una de las cinco cualidades seleccionadas.
(3) Si eres padre, redacta un plan y comprométete a tener devocionales diarios con tus hijos. Rinde cuentas a alguien sobre tu plan y el compromiso que has hecho.
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