Vida y ministerio de Jesús
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Lesson 9: Dejando un Legado

35 min read

by Randall McElwain


Objetivos de la Lección

Al finalizar esta lección, el estudiante deberá ser capaz de:

(1) Entender el legado final de Jesús a sus discípulos y a la iglesia.

(2) Apreciar la importancia de la misión en el legado de Jesús.

(3) Reconocer el impacto continuo del ministerio de Jesús a través de sus discípulos en Hechos.

(4) Desarrollar pasos prácticos para dejar su propio legado en el ministerio.

Principio para el Ministerio

La prueba de nuestro ministerio es lo que dejamos atrás cuando partimos.

Introducción

Timoteo era un pastor respetado que después de muchos años de servicio estaba a punto de jubilarse. Un día le pregunté, “¿Cómo está preparando a su iglesia para su retiro? ¿Cuál es la visión de la iglesia para los próximos diez años?” Su respuesta me dejó atónito. “Yo ya no estaré aquí, así que no me importa lo que suceda cuando yo me vaya.” Este pastor no entendía un principio importante para el ministerio: la prueba final de nuestro ministerio es lo que sucede después de que nos hemos ido.

Comparemos a este pastor con Pedro. Pedro murió repentinamente después de veinticinco años de ministerio. Durante esos años, Pedro había dirigido varios ministerios en su iglesia local. Desarrolló un ministerio para personas sin hogar, un programa de rehabilitación para adictos, y un ministerio para alcanzar a hombres de negocios. En su funeral, el líder del programa de rehabilitación dijo, “El mes pasado, Pedro y yo nos reunimos para trabajar en el presupuesto para el próximo año.” El líder del ministerio para gente sin hogar develó una maqueta de un nuevo albergue temporal para familias. Pedro había planificado cuidadosamente el futuro del ministerio. Dejó un legado.

En esta lección final, vamos a estudiar las últimas enseñanzas de Jesús para los discípulos, su comisión final a los discípulos y el ministerio de los discípulos después de la ascensión.

► Si usted muriera esta noche, ¿qué legado dejaría?

  • ¿Cuál es su legado para su familia?
  • ¿Cuál es su legado para su comunidad?
  • ¿Cuál es su legado para su ministerio?

El Discurso de Despedida de Jesús

Juan 13-16 puede compararse con las “despedidas” de Jacob, Moisés, Josué y David en el Antiguo Testamento.[1] El “Discurso de Despedida” de Jesús revela algunas de sus enseñanzas más íntimas y profundas.

Juan 13:1 presenta el contexto de esta enseñanza de despedida: “Sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre…” Si usted supiera que va a morir en cuarenta y ocho horas, ¿qué les diría a las personas que van a continuar su ministerio? Esas palabras representarían lo que usted considera más importante para sus seguidores.

En esta Última Cena, Jesús demostró su completo amor hacia sus discípulos a través de sus acciones (lavando sus pies) y sus palabras. “Como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.”[2] “Hasta el fin” conlleva dos ideas:

  1. Significa que Jesús “los amó hasta el fin” de su tiempo con ellos.
  2. Significa que Jesús “los amó al máximo.” Jesús los amó por completo.

► Lea Juan 13:31-14:31

Mandatos y Promesas en el Discurso de Despedida de Jesús

Un Mandamiento: Ámense Unos a Otros (Juan 13:34)

“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.” Para un grupo de discípulos caracterizado más por sus disputas que por su amor, este era un mandamiento difícil.

¿Por qué era éste “un nuevo mandamiento”? En el Antiguo Testamento Dios le había dicho a su pueblo, “Amarás a tu prójimo.” Hay dos aspectos “nuevos” en la enseñanza de Jesús acerca del amor.[3]

Primero, Jesús dio un modelo del amor que quería ver en sus discípulos. Ellos debían amar como él los amó. Después de lavar sus pies humildemente, Jesús dijo, “Ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.” Jesús encarnó un amor que se expresa en el servicio. Los discípulos, entonces y ahora, deben amar como Jesús amó. Este amor se ciñe la toalla para servir. Este amor sirve incluso al que lo traiciona. Este amor persevera hasta la muerte.

Segundo, el amor entre los cristianos debía ser un testimonio único a la verdad del mensaje de Jesús. “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” Más adelante, Jesús oró, “…que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste.”[4] El amor y la unidad de la iglesia deben ser un testimonio del mensaje de Jesús.

Muchos cristianos han descubierto que es más fácil amar a un vecino no creyente que amar a un hermano en la fe cuya personalidad está llena de defectos. Pero como cristianos, hemos recibido el mandato de amarnos unos a otros. Cincuenta años después, Juan le recordó a la iglesia este mensaje:

«Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.»[5]

Jesús inició su mensaje de despedida con el mandamiento de amarnos unos a otros. Este mandamiento es el fundamento para todo lo demás que Jesús proclamó en este mensaje.

Un Mandamiento: No Se Turben; Crean (Juan 14:1)

Como muchas otras veces, Pedro interrumpió a Jesús para preguntar, “Señor, ¿a dónde vas?” En su respuesta, Jesús anunció la negación de Pedro. Luego Jesús continuó con un mensaje para Pedro, para el resto de los discípulos, y para nosotros hoy. “No se turbe vuestro corazón.”

Dado que hay un corte después de Juan 13:38, tendemos a leer Juan 14:1 como si fuera el inicio de un nuevo mensaje. Juan 14:1 es parte de la respuesta de Jesús a Pedro. Léalo de este modo:

«Pedro, vas a negarme tres veces. Eres más débil de lo que crees. Pero no te desanimes; tengo un mensaje de esperanza para ti, Pedro, y para todos ustedes que pronto huirán asustados cuando me arresten. “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.”»

Pedro necesitaba saber que a pesar de su fracaso, Jesús tenía un mensaje de esperanza. Los discípulos necesitaban saber que a pesar de su temor, Jesús tenía un mensaje de esperanza. “No se turbe vuestro corazón” está en tiempo presente. Por las advertencias de Jesús y la oposición de los líderes religiosos, los discípulos ya estaban asustados. Jesús les dice, “Dejen de preocuparse… Creen en Dios; crean también en mí.”

La única manera en que podemos evitar estar “turbados” por las tensiones del ministerio es “creer.” Estoy escribiendo esta lección un lunes por la mañana. Los lunes, hay pastores alrededor del mundo que están desanimados. El día anterior predicaron fielmente – y un miembro de su iglesia se enojó. Predicaron un mensaje de arrepentimiento – y nadie respondió. Invitaron a personas no creyentes – y ninguna asistió.

En algunos países, la iglesia es amenazada por la oposición del gobierno. En algunos países la iglesia es amenazada por militantes islámicos. En algunos países, la iglesia es amenazada por la indiferencia social – nadie muestra interés. “Dejen de preocuparse. Creen en Dios; crean también en mí.”

Una Promesa: Yo Soy el Camino (Juan 14:6)

Jesús prometió a sus discípulos que iba a preparar un lugar para ellos. Entonces Tomás interrumpió, “Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?”

La respuesta de Jesús enseña un principio importante para la vida cristiana. Jesús no dijo, “Aquí es a donde voy.” Más bien él dijo, “Yo soy el camino.” Jesús no señaló un camino o dirección; apuntó a sí mismo. No hay una declaración más clara en la Biblia de que el único camino al Padre es a través de Cristo. Contrario al pensamiento de los teólogos liberales, Jesús afirmó claramente que él es el único camino a Dios.

Una Promesa: Mayores Obras Harán (Juan 14:12-14)

Jesús prometió que “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre.” Estas obras serían mayores no porque fueran más asombrosas, sino porque tendrían un alcance mayor. Durante su ministerio terrenal, las obras de Jesús estuvieron limitadas a una sola área geográfica. Ahora, puesto que Jesús estaba enviando al Espíritu Santo, las obras de la iglesia alcanzarían a todo el mundo.

Jesús continuó, “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.” Hay dos condiciones ligadas a esta promesa.

(1) Pedir en su nombre.

Esto es más que decir “en el nombre de Jesús” al final de la oración. No es un mantra que obliga a Jesús a conceder nuestras peticiones. A través de la Biblia, el nombre de Dios representa su carácter. “Orar en el nombre de Jesús” significa orar de manera consistente con el carácter de Jesús y su voluntad.

Orar “en su nombre” también puede significar “venir al Padre a través de la autoridad del Hijo.” Cuando Moisés se presentó ante Faraón para hablar “en nombre de Dios,” lo hizo en la autoridad de Dios, quien lo había enviado.[6] Orar en el nombre de Jesús significa orar con su permiso y autoridad. Nos acercamos al Padre por medio de la intercesión del Hijo, quien vive siempre para interceder por nosotros.[7]

(2) “…para que el Padre sea glorificado en el Hijo.”

 Nuestras oraciones deben ser para la gloria de Dios. Santiago advirtió a aquellos que piden y no reciben, “porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.”[8] Cuando reclamamos la promesa de Jesús, debemos estar seguros de que estamos orando para la gloria de Dios, no para nuestros propios intereses.

Un Mandamiento: Guardad Mis Mandamientos (Juan 14:15)

Jesús dio un parámetro por el cual podemos medir nuestro amor por él. “Si me amáis, guardad mis mandamientos.” Juan recordó esta afirmación cuando escribió su primera epístola: “El que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado.”[9] Contrario a la enseñanza de algunos predicadores modernos, Jesús nunca enseñó que sus discípulos podían vivir deliberadamente en desobediencia a sus mandatos. El amor se demuestra en la obediencia voluntaria.

Una Promesa: Os Dará Otro Consolador (Juan 14:16)

La palabra traducida como “Consolador” en Juan 14:16 es Paracleto.[10] Esta palabra se refiere a un “defensor que viene en auxilio de alguien.” Se refiere a un “ayudador” o “consolador” que ofrece consuelo en tiempos de dificultad.

Jesús dijo que el Padre “os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre.” Esto indica que el ministerio del Espíritu Santo sería como el ministerio de Jesús. El Espíritu no vino como una “fuerza” impersonal, sino como una persona, al igual que Jesús es una persona.

El Paracleto es el Santo “Espíritu de verdad” que “mora con vosotros, y estará con vosotros.” Él “os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” Su ministerio sería tan poderoso que Jesús afirmó, “Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros.”[11]

¿Cómo podía favorecer a los discípulos que Jesús se fuera? Robert Coleman explica:

«Cuando Él estaba con ellos en forma corporal, [los discípulos] no veían la necesidad de depender del Espíritu, y por lo tanto no habían llegado a conocer íntimamente la profunda realidad de Su vida. En Su ausencia, sin embargo, no tenían apoyo visible. Para sobrevivir, tenían que aprender el secreto de Su íntima comunión con el Padre. Por necesidad, experimentarían una mayor comunión con Cristo, como no lo habían hecho antes.»[12]

La Vida en la Vid

► Lea Juan 15:1-16:37

Jesús prosiguió con una de sus imágenes más poderosas. “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.” El Antiguo Testamento en numerosas ocasiones se refiere a Israel como una vid.[13] Sin embargo, por su pecado, Israel nunca cumplió el propósito de Dios de ser la hermosa vid que él plantó. Por el contrario, a medida que prosperaba materialmente, Israel edificó altares a dioses falsos.[14]  En lugar de llevar fruto para bendición de las naciones, Israel dio “uvas silvestres.”[15] Israel se volvió una nación pecadora, tanto que Dios no podía hacer nada con esta vid excepto ponerla en el fuego para ser consumida.[16]

Jesús vino como la “vid verdadera.” Vino para cumplir lo que Israel no logró hacer; vino para cumplir el llamado de Israel de ser bendición a todas las naciones.

Jesús les dijo a los discípulos que él era la vid y ellos eran los pámpanos. El mensaje de Jesús era claro: la productividad depende enteramente de nuestra disposición de “permanecer en él.” 

«Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.»

Separados de la vid, los discípulos no podían hacer nada; separados de la vid, nosotros tampoco podemos hacer nada hoy. Cuando tratamos de hacer ministerio en nuestras propias fuerzas, el resultado siempre es frustración e impotencia. ¿Por qué? Porque no fuimos diseñados para producir fruto por cuenta propia.

Nuestra vida espiritual se deriva de nuestra continua relación con la vid. Si alguno no permanece en la vid, “será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.” Aunque este versículo es una advertencia, también es muy alentador. Separados de la vid, somos inútiles y sin valor. Pero si permanecemos en la vid, tenemos vida y damos fruto. Nuestra vida espiritual no depende de nuestro propio esfuerzo; vivimos “en la vid.”

Este tema se observa nuevamente en Hebreos. Jesús, nuestro gran sumo sacerdote, vive para interceder siempre por nosotros.[17] Howard Hendricks anima a los pastores que se sienten solos: “Si no tiene a nadie que ore por usted, nunca olvide que Cristo está orando por usted.” Él es nuestro intercesor; él es la fuente de nuestra vida espiritual.

Jesús les recordó a sus discípulos que debían permanecer en la vid. Esto sigue siendo verdad hoy. Como pastores y líderes de la iglesia, no debemos ministrar en nuestras propias fuerzas. Debemos vivir en el poder de la vid y en el poder del gran sumo sacerdote que intercede por nosotros cuando no tenemos fuerzas para interceder por nosotros mismos.

En el resto de su discurso final, Jesús les enseñó nuevamente a sus discípulos que debían amarse unos a otros. Los preparó para enfrentar el odio de este mundo. El mundo odiaba a Jesús; el mundo odiaría a sus verdaderos seguidores.

Luego Jesús les habló más acerca del Espíritu Santo. Anteriormente en el discurso, Jesús les prometió enviar al Espíritu. Luego les enseñó más acerca de la obra del Espíritu Santo. El Espíritu convencería al mundo, guiaría a los discípulos a toda verdad y glorificaría al Hijo.

Nuevamente les habló de su partida “dentro de poco.” Les habló de la paz en medio de las dificultades. Al inicio de este discurso, Jesús les dio el mandato, “No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios; creed también en mí.”[18] Jesús concluye el discurso con una palabra de aliento paralela: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.”[19]

Observe que en ambas instancias, nuestra esperanza se encuentra sólo en Cristo. Si creemos en Jesús, no debemos turbarnos. Debemos confiar porque “yo he vencido al mundo.” La vida en la vid es una vida de confianza y paz. Nuestra confianza no está basada en las circunstancias terrenales; nuestra confianza está basada en Cristo y su victoria sobre el mundo.

 


[1] Génesis 49; Deuteronomio 32-33; Josué 23-24; 1 Crónicas 28-29.

[2] Juan 13:1.

[3] Darrell L. Bock, Jesus According to Scripture (Jesús Según la Biblia), Grand Rapids: Baker Book House, 2002. P. 498.

[4] Juan 17:23.

[5] 1 Juan 4:20-21.

[6] Éxodo 5:23.

[7] Hebreos 7:25.

[8] Santiago 4:3.

[9] 1 Juan 2:5.

[10] Consolador, Reina Valera 1960;  Defensor, Dios Habla Hoy.

[11] Juan 16:7.

[12] Robert E. Coleman, The Mind of the Master (La Mente del Maestro) Colorado Springs: WaterBrook Press, 2000. P. 29.

[13] Salmo 80:8-9; Isaías 5:1-7; 27:2-6; Oseas 10:1-2.

[14] Oseas 10:2.

[15] Isaías 5:2. “Silvestre” conlleva la idea de un sabor “agrio” en lugar del dulce sabor de una viña cultivada.

[16] Ezequiel 15:1-6.

[17] Hebreos 7:25.

[18] Juan 14:1.

[19] Juan 16:33.

Una Mirada Más de Cerca: La Última Cena

[1]El Mishnah es un registro de las tradiciones judías antiguas. Una sección del Mishnah describe cómo celebraban los judíos la cena de la Pascua. En la Última Cena, Jesús y los discípulos probablemente siguieron este patrón, el cual sigue en vigencia 2,000 años después.

Primero se sirve una copa de vino mezclado con agua. La bendición de la copa incluye esta promesa de Éxodo: “Yo os sacaré.”

Una segunda copa de vino es mezclada pero no se sirve aún. El hijo menor pregunta, “¿Por qué esta noche es diferente de todas las otras noches?” El padre responde con la historia de la liberación de Israel de Egipto.

Después de la historia, la familia canta el primer Hallel de Pascua, Salmos 113-114. Beben la segunda copa con esta promesa: “Os libraré de su servidumbre.”

Después de una bendición, se sirve la comida. La cena incluye hierbas amargas, pan sin levadura, cordero y una salsa de fruta sazonada con especias y vinagre. El padre se lava las manos, parte y bendice el pan, toma un trozo de pan, lo envuelve en las hierbas amargas, lo sumerge en la salsa y lo come. Luego da gracias y come un trozo de cordero. Entonces cada miembro de la familia come.

La tercera copa es bendecida con la promesa de Pascua: “Os redimiré.”

La cuarta copa es bendecida con la promesa de Pascua: “Os tomaré por mi pueblo.”

La familia canta el Hallel de Pascua final, Salmos 115-118.[2]

En la cena de la Pascua, el pueblo judío recordaba que Dios había librado a Israel de la esclavitud. Aún más importante, esperaban el pleno cumplimiento de las promesas de Dios cuando el Mesías los liberaría de la opresión de una vez y para siempre.

El día después de la Última Cena, Jesús murió como el perfecto Cordero Pascual. En la cruz, la promesa de liberación fue cumplida.

 


[1] Puede ver un video sobre una cena de Pascua judío-mesiánica en https://www.youtube.com/watch?v=bVolBDlWloQ.   Puede encontrar más información en http://www.crivoice.org/haggadah.html.

[2] Este fue el último salmo que Jesús canto con sus discípulos antes de ir a Getsemaní (Mateo 26:30).

La Oración Sacerdotal

► Lea Juan 17

La última oración de Jesús con sus discípulos es importante para entender su legado para los discípulos y para la iglesia hoy. Esta oración ha sido llamada el “Lugar Santísimo de las oraciones de Jesús.” Es su oración más íntima.

Jesús Oró por Sí Mismo (Juan 17:1-5)

Jesús oró diciendo, “Padre… glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti.” Los discípulos no entendieron esta oración, pero pronto descubrirían la impactante verdad de que esta oración sería contestada en una cruz romana.

El lunes de la Semana de la Pasión, Jesús dijo, “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.” Juan explica, “Y decía esto dando a entender de qué muerte iba a morir.”[1] Jesús fue glorificado no a través de la victoria, sino a través de una aparente derrota. Jesús fue glorificado a través de una cruz. 

Jesús Oró por Sus Discípulos (Juan 17:6-19)

Jesús oró por sus discípulos por tres aspectos. Oró para que el Padre los guardara en su nombre. Oró para que el Padre los guardara del mal. Y oró pidiendo al Padre que los santificara en la verdad.

Jesús Oró por Todos los Creyentes (Juan 17:20-26)

Jesús oró por todos “los que han de creer en mí” en el futuro. Oró “para que todos sean uno.” Esta unidad es un testimonio para el mundo: “Para que el mundo crea que tú me enviaste.”

Jesús no oró por el mundo: “No ruego por el mundo, sino por los que me diste.” Más bien, él oró por los cristianos, para que el mundo crea. En su oración final por la iglesia, Jesús oró para que seamos un testimonio para el mundo a través de nuestra unidad y fidelidad.

El legado de Jesús fue un grupo de creyentes que cumplirían su propósito en el mundo. En el Antiguo Testamento, Israel fue bendecido por Dios con el fin de que fuera un canal de bendición para todas las naciones.[2] En el Nuevo Testamento, la iglesia fue bendecida por Dios con el fin de que sea un canal de bendición para todos los pueblos. Jesús oró para que cumplamos nuestro mandato de ser bendición para todos los pueblos.

 


[1] Juan 12:32-33.

[2] Génesis 12:1-3.

La Comisión Final de Jesús a los Discípulos

► Lea Mateo 28:16-20; Marcos 16:15; Lucas 24:44-49; Hechos 1:6-11

La influencia duradera de un líder está determinada en gran medida por su habilidad para compartir su visión con otros. Hoy en día a esto se le llama “lanzar una visión.” Jesús nos da el modelo para lanzar una visión de tal modo que inspire a los seguidores a comprometerse con la visión. Por esta visión, los discípulos dedicaron sus vidas a llevar el mensaje del reino de Dios a todos los rincones del Imperio Romano.

Los Evangelios incluyen tres enunciados de la comisión de Jesús. Cada enunciado se enfoca en un aspecto diferente de la comisión. Mateo resalta la autoridad necesaria para la misión. Marcos destaca el alcance de la comisión: “a toda criatura.” Lucas resume el contenido del mensaje que los apóstoles debían predicar.

El enunciado más completo de la comisión final de Jesús se encuentra en Mateo 28:18-20.

«Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»

El mandato principal de esta comisión es “haced discípulos.” Cumplir este mandato requiere ir, bautizar a los nuevos convertidos y enseñar a los nuevos creyentes. Estas actividades dan respaldo al mandato central de hacer discípulos. El evangelismo, la obra social, la educación, y todos los demás aspectos del ministerio deben estar guiados por esta prioridad central: hemos sido comisionados para hacer discípulos.

El Propósito De Pastorear

En una ocasión Ed Markquart, un pastor estadounidense, cenó con Richard Wurmbrand, un pastor rumano que estuvo encarcelado varios años en una prisión comunista. Durante la cena, Wurmbrand le preguntó a un miembro de la iglesia de Markquart, “¿Su pastor es un buen pastor?” El miembro de la iglesia dijo, “Sí.”

Wurmbrand le preguntó, “¿Por qué es un buen pastor?” La respuesta fue, “Porque predica buenos sermones.”

Entonces Wurmbrand preguntó, “¿Pero hace discípulos?” El Pastor Markquart dijo que esta pregunta cambió el rumbo de su ministerio. Él dijo:

«El propósito de Dios para todos los pastores es hacer discípulos de Jesucristo. Personas que amen a Jesucristo, que sigan a Jesucristo, que llamen a Jesucristo su Señor. Esto es lo que hemos sido llamados a hacer: discípulos de Jesucristo. No a hacer miembros de la iglesia. No a hacer programas de Escuela Dominical. No a construir edificios. Debemos hacer discípulos de Jesús. De eso es de lo que se trata.»

Una Mirada Más de Cerca: La Misión de Jesús

Los eventos de la última semana de ministerio de Jesús reflejan su misión de crear un reino compuesto por personas de todas las naciones, etnias y pueblos. Las escenas de la última semana de ministerio de Jesús ilustran su misión a todas las naciones.

  • Jesús entró a la ciudad cabalgando sobre un asno. Mateo y Juan citan la profecía de Zacarías, “He aquí, tu Rey viene a ti, manso, y sentado sobre una asna.” Zacarías describió el reino de este rey. “Hablará paz a las naciones, y su señorío será de mar a mar.”[1]
  • Cuando purificó el Atrio de los Gentiles, Jesús citó a Isaías: "¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones?”[2] Los líderes judíos habían convertido el atrio donde se reunían los gentiles en un mercado para cambistas y vendedores de palomas.
  • Cuando los discípulos criticaron a María por “desperdiciar” un valioso ungüento, Jesús respondió: “De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.”[3]
  • En el Discurso de los Olivos, Jesús profetizó sobre un día cuando “será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”[4] A estos discípulos judíos que pensaban que el reino era sólo para el pueblo escogido, Jesús les dijo que el evangelio sería proclamado en todo el mundo.

Los profetas del Antiguo Testamento habían anunciado que el Mesías vendría para todas las naciones. En su última semana de ministerio público, Jesús les enseñó a sus discípulos que el reino de Dios incluiría personas de todas las naciones. La promesa de los profetas sería cumplida a través de la iglesia.

 


[1] Mateo 21:5; Zacarías 9:9-10.

[2] Marcos 11:17, citando Isaías 56:7.

[3] Marcos 14:9.

[4] Mateo 24:14.

El Legado de Jesús: La Iglesia en Hechos

Muchos libros sobre la vida de Cristo terminan en la ascensión. Sin embargo, la ascensión no fue la culminación del ministerio terrenal de Jesús. El ministerio de Jesús no terminó con la cruz ni con la tumba vacía; su ministerio se extendió hasta Pentecostés. Jesús prometió enviar “otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre.”[1] Esta promesa se cumplió en Hechos. Dos escenas en Hechos muestran el cumplimiento del legado de Jesús.

La Iglesia en Pentecostés

► Lea Hechos 1:4-11 y 2:1-41

Justo antes de la ascensión, los discípulos preguntaron, “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” Ellos esperaban que Jesús estableciera un reino político terrenal. En sus mentes, la resurrección reforzaba la posibilidad de un reino terrenal. Todo lo que Jesús tenía que hacer – pensaban ellos – era usar su poder para derrocar a los romanos. Jesús respondió:

«No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.»

“El tiempo del reino no es su responsabilidad” – implica Jesús. “Más bien, ustedes deben cumplir la misión que les he dado: servir como mis testigos hasta lo último de la tierra. Pero antes de que vayan, deben esperar.” En Lucas, Jesús dijo, “Quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.”[2]

Cincuenta días después de la Pascua, estando reunidos 120 discípulos en el aposento alto, la promesa del Espíritu Santo fue cumplida. Empezaron a hablar en los idiomas de las personas de otras naciones que habían venido a Jerusalén para la fiesta judía de Pentecostés. Esto simbolizaba el cumplimiento del plan de Cristo de conformar su iglesia con personas de todas las naciones.

La lista de naciones en Hechos 2 nos recuerda la lista de naciones de Génesis 10. En Génesis 11, Dios juzgó el intento de los hombres de establecer un reino universal en Babel, al confundir sus idiomas. En Hechos 2, Dios empezó a edificar su reino revirtiendo la confusión de los idiomas.

Pentecostés fue el inicio de las “obras mayores que estas” que Jesús había prometido.[3] Gracias a la obra del Espíritu Santo, se convirtieron más personas en Pentecostés que durante todo el ministerio terrenal de Jesús. El cumplimiento del legado de Jesús había comenzado. El Espíritu Santo prometido ya estaba activo en el ministerio de los apóstoles. A partir de ese momento, la iglesia empezó a cumplir el gran propósito de Dios de conformar su reino. Como lo indica claramente el sermón de Pedro, las promesas del Antiguo Testamento estaban siendo cumplidas a través de la iglesia.

John Stott explica cuatro aspectos del Día de Pentecostés.[4]

  • El Día de Pentecostés fue el último acto salvador de Jesús en la tierra.
  • El Día de Pentecostés equipó a los apóstoles para la Gran Comisión.
  • El Día de Pentecostés inauguró la nueva era del Espíritu. A lo largo del Antiguo Testamento, el Espíritu Santo empoderó a los siervos de Dios en momentos especiales de ministerio. A partir de Pentecostés, los cristianos en todas las épocas y lugares se han beneficiado de su ministerio.
  • El primer avivamiento cristiano empezó en Pentecostés.

Los efectos de Pentecostés se observan a lo largo del libro de Hechos. Las señales en Pentecostés fueron “especiales.” El gozo, la comunión de los creyentes, la libertad en la adoración, el valor para testificar y el poder para ministrar habrían de ser las evidencias “normales” del ministerio en el poder del Espíritu Santo.

La Vida en la Iglesia Primitiva

► Lea Hechos 2:42-47

La segunda escena que muestra el cumplimiento del legado de Jesús se encuentra al final de Hechos 2. Esta escena muestra la vida cotidiana de la iglesia primitiva.

En su Oración Sacerdotal, Jesús oró por la unidad de sus seguidores. Oró para que fueran “uno, así como nosotros somos uno.”[5] La respuesta a esta oración empieza en Hechos 2. “Todos los que habían creído estaban juntos… perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas.” “Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”

En Hechos, la palabra “unánimes” representa la unidad de la iglesia primitiva. A pesar de las dificultades de ser una iglesia conformada por judíos y gentiles, de la persecución por parte de los líderes judíos, y de los conflictos personales entre los apóstoles, la iglesia permaneció unida. A pesar de las adversidades, la oración de Jesús “para que sean uno” fue cumplida.

► ¿La imagen de la iglesia en Hechos 2:42-47 describe a su iglesia? ¿Está usted ministrando en el poder del Espíritu? Si no, ¿cuáles obstáculos están impidiendo la obra del Espíritu en y a través de su ministerio? ¿Será desobediencia? ¿Falta de oración? ¿Falta de fe? ¿Falta de unidad? ¿Cómo podría recibir un nuevo derramamiento del Espíritu en su ministerio?

 


[1] Juan 14:16.

[2] Lucas 24:49.

[3] Juan 14:12.

[4] John W. Stott, El Mensaje de Hechos (Buenos Aires: Certeza Argentina, 2011), 60-61.

[5] Juan 17:22.

Aplicación: Dejando un Legado

[1]Para preparar esta sección, entrevisté a varios líderes cristianos que ya están jubilados. Les pregunté sobre su legado y su preparación para dejar el liderazgo; también les pedí que compartieran algunas lecciones para la transición. Esta sección está basada en sus respuestas.

(1) Los líderes que dejan un legado planifican para el futuro

Imagine que usted le pregunta a un constructor, “¿Qué está construyendo?” Sin duda se sorprendería si el constructor le respondiera, “Todavía no lo sé. Estoy esperando para ver qué sucede.”

Antes de empezar la construcción, el constructor planifica el producto final. Los líderes que dejan un legado saben lo que quieren heredar a los que vienen detrás.

[2]

Los líderes que terminan bien saben cuál es el legado que quieren dejar. No navegan por el ministerio a ciegas. Estos líderes saben con claridad cuál es su misión: “Esto es lo que Dios me ha llamado a hacer en mi lugar de ministerio.”

El legado de Jesús fue un grupo de discípulos preparados para dirigir la iglesia. Desde el inicio de su ministerio, Jesús dedicó suficiente tiempo y energía para preparar a estos hombres como su legado.

Si usted quiere dejar un legado, debe planificar para el futuro. Lamentablemente, muchas personas construyen una vida sin prestar atención al objetivo. Si usted les preguntara a la edad de 30, 50, o incluso 70 años, “¿Qué está construyendo con su vida?” la respuesta sería, “No lo sé. Estoy esperando para ver qué sucede.”

(2) Los líderes que dejan un legado preparan cuidadosamente la transición

Imagine que visita a un constructor cerca del final de un gran proyecto de construcción. Las paredes están terminadas; el techo está completo; falta muy poco para que esté listo para ser habitado. Usted pregunta, “¿Cuáles son los pasos que faltan para que el edificio esté terminado?”

Usted se sorprendería si el constructor le respondiera, “¡No lo sé! No he pensado en esos pasos finales.” ¡No! El constructor está dejando algo que va a perdurar cuando él ya no esté. Por lo tanto, planifica cuidadosamente cada paso. Él puede decirle, “El edificio va a estar terminado en esta fecha. El dueño va a mudarse en esta fecha.” Todo ha sido planificado para la transición.

Los líderes que dejan un legado preparan minuciosamente la transición. En la medida de lo posible, planifican su retiro con anticipación, a fin de permitir que la organización elija un sucesor y que éste pueda prepararse para asumir nuevas responsabilidades. En algunos casos, el líder saliente y el nuevo líder tienen un período de transición durante el cual el nuevo líder empieza a tomar decisiones mientras que el líder saliente sigue estando disponible para aconsejar y orientar.

Los líderes que dejan un legado preparan el ministerio que dirigen para la transición. Los líderes efectivos transmiten confianza en la provisión de Dios para el futuro. Preparan a su gente para funcionar bien bajo el próximo líder. Se aseguran de que los miembros de la organización se sientan seguros durante la transición. Un líder escribió, “Mi objetivo es hacer la transición tan sencilla que los empleados ni siquiera noten mi partida.”

(3) Los líderes que dejan un legado saben cuándo salir

Los líderes deben estar dispuestos a entregar la responsabilidad a su sucesor y dejar su puesto sin excusas ni pesares. Los líderes salientes deberían estar disponibles para brindar consejo, pero sólo cuando su sucesor se lo pida.

En este curso hemos visto cómo Jesús preparó a los discípulos para asumir el liderazgo de la iglesia. Primero los instruyó y los capacitó. Luego los envió a ministrar y los evaluó a su regreso. En la Última Cena, les dio las instrucciones finales para el ministerio. Justo antes de la ascensión, les hizo un último recordatorio de su máxima comisión. Jesús los preparó cuidadosamente para la transición.

Lamentablemente, muchos líderes cristianos prestan poca atención a la transición. Su pensamiento es, “Haré mi trabajo hasta que sea reemplazado. Después de eso, será el problema de alguien más.” Por supuesto, hay momentos en los que una enfermedad o muerte repentina, o un cambio significativo en el ministerio, hacen imposible la adecuada preparación para la transición. Sin embargo, siempre que sea posible, debemos planificar con atención la transición hacia el próximo líder. Este es uno de los pasos más importantes para preservar un legado para el futuro.


[1] En las entrevistas para esta sección participaron los siguientes líderes:
El Dr. Michael Avery, ex-presidente de God’s Bible School and College, Cincinnati, Ohio. 
El Rev. Paul Pierpoint, quien sirvió como pastor de la Iglesia Bíblica de Hobe Sound y como presidente de FEA Missions, Hobe Sound, Florida.
El Rev. Leonard Sankey, pastor retirado y líder de varias organizaciones misioneras.
El Dr. Sidney Grant, ex-presidente de FEA Missions, Hobe Sound, Florida.             

[2]“Usted construye su legado cada día, no al final de su vida.” -Alan Weiss

Asignación Final

Escriba un ensayo de 3-5 páginas en el que responda las siguientes preguntas:

(1) Piense en un líder cristiano o en un miembro de su familia que haya dejado un legado que influenció su vida cristiana y su ministerio. En una página, resuma la influencia que tuvo en su vida. Responda dos preguntas.

  • ¿Cuál fue su influencia en su vida?
  • ¿Qué hizo o dijo para tener un impacto tan importante?

(2) ¿Cuál es el legado que usted quiere dejar cuando muera? Sea específico en su respuesta. Responda en 1-2 páginas.

  • ¿Cuál es el legado que quiere de dejar para su familia?
  • ¿Cuál es el legado que quiere de dejar para su comunidad?
  • ¿Cuál es el legado que quiere de dejar para su ministerio?

(3) Para cada uno de los puntos de la respuesta a la pregunta 2, identifique pasos específicos que debe seguir ahora para lograr el legado que desea dejar. Responda en 1-2 páginas.

Conserve este ensayo y revíselo semanalmente durante los próximos seis meses. Úselo para empezar a planificar su legado para la próxima generación.