Vida y ministerio de Jesús
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Lesson 6: Jesús y el Reino de Dios

40 min read

by Randall McElwain


Objetivos de la Lección

Al finalizar esta lección, el estudiante deberá ser capaz de:

(1) Comprender el significado del reino de Dios en los Evangelios.

(2) Reconocer los aspectos presentes y futuros del reino de Dios.

(3) Seguir los principios de Jesús para la vida en el reino expuestos en el Sermón del Monte.

(4)Interpretar correctamente las parábolas de Jesús sobre el reino.

(5) Someterse a las condiciones de Jesús para el discipulado.

Principio para el Ministerio

Como representantes del reino de Dios, los cristianos expanden su autoridad en nuestro mundo.

Introducción

[1]El reino de Dios es un tema fundamental en el Nuevo Testamento. El término “reino” aparece cincuenta y cuatro veces en Mateo, catorce veces en Marcos, treinta y nueve veces en Lucas y cinco veces en Juan.[2]

Casi la mitad de las parábolas de Jesús enseñan sobre el reino de Dios. Jesús predicó sobre el reino. Sanó y echó fuera demonios para demostrar el poder del reino. Después de la ascensión, la iglesia primitiva continuó predicando el mensaje del reino.[3]

En esta lección vamos a estudiar el reino de Dios en el ministerio de Jesús y el impacto del reino en el ministerio hoy en día. Al final de esta lección he incluido un sermón predicado en Nigeria acerca del reino de Dios. Este sermón ilustra cómo el mensaje del reino impacta el ministerio en nuestro mundo.

 


[1] Las fuentes utilizadas en este capítulo incluyen:

D. Matthew Allen, “The Kingdom in Matthew” (El Reino en Mateo) en http://www.bible.org, 1999.
Darrell L. Bock, Lucas, Comentario Exegético Baker sobre el Nuevo Testamento (Grand Rapids: Baker Books, 1994-1996).
J. Dwight Pentecost, The Words and Works of Jesus Christ (Palabras y Obras de Jesucristo) Grand Rapids: Zondervan, 1981.
Martyn Lloyd-Jones, El Sermón del Monte (Editorial Peregrino: Ciudad Real, 2011).

[2] Mateo por lo general habla del “reino de los cielos,” mientras que Lucas se refiere al “reino de Dios.” La audiencia original de Mateo era judía; los judíos evitaban usar el nombre de Dios, y a menudo utilizaban la palabra “cielo” como un eufemismo de Dios. Al parecer Mateo sustituyó la frase “reino de Dios” con la expresión “reino de los cielos” en la mayoría de los casos. Para esta lección, voy a usar la frase “reino de Dios,” excepto para citar a Mateo.

[3] Hechos 8:12; 28:23

El Reino de Dios

[1]Hay dos preguntas que introducen el estudio del reino de Dios:

1.  ¿Qué es el reino de Dios?

2.  ¿Cuándo se establece el reino de Dios?

¿Qué es el Reino de Dios?

► Lea Hechos 1:1-8

Durante los cuarenta días posteriores a la resurrección, Jesús estuvo con sus discípulos “hablándoles acerca del reino de Dios.” Justo antes de la ascensión, los discípulos preguntaron, “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Los discípulos esperaban:

  1. Un reino inmediato: “…en este tiempo.” Esperaban que Jesús estableciera el reino inmediatamente.
  2. Un reino político y geográfico: “…restaurarás.” Esperaban que Jesús derrocara a Roma y restaurara la autoridad política de Israel.
  3. Un reino nacional: “…el reino a Israel.” Esperaban que Jesús gobernara la nación como los reyes davídicos del Antiguo Testamento.[2]

Jesús respondió, “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.”

La respuesta de Jesús revela que el reino es:

  1. Un reino atemporal: “…los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad.” El reino de Jesús no depende de los tiempos del hombre, sino de los tiempos de Dios.
  2. Un reino sobrenatural: “…recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo.” El reino de Jesús está basado en el poder del Espíritu Santo, no en la autoridad política.
  3. Un reino universal: “…hasta lo último de la tierra.” El reino de Jesús se extiende a todas las naciones. No está limitado a Israel.

Jesús les dijo a los discípulos que no necesitaban conocer los tiempos. Más bien, debían preocuparse por dos cosas: recibir el Espíritu Santo y ser sus testigos “hasta lo último de la tierra.”

[6]

¿Cuándo se establece el reino de Dios?

Entre los teólogos, existen tres posiciones principales con respecto al reino de Dios.

El Reino Vendrá

Algunos teólogos sostienen que el reino será establecido al final de los tiempos, cuando Jesús gobierne en la tierra durante el milenio. Estos autores se basan en pasajes como Mateo 24-25 que enfatizan los aspectos políticos y territoriales del reino.

El Reino Está Aquí

Otros teólogos enseñan que el reino de Jesús fue establecido cuando él estuvo en la tierra. Enfatizan pasajes como las afirmaciones de Jesús de que “el reino de los cielos se ha acercado” y “el reino de Dios ha llegado a vosotros.”[3] Esta perspectiva del reino se concentra en la naturaleza espiritual del reino y en el gobierno de Dios en el corazón de los creyentes.

El Reino Ya Vino, Pero Aun No se Ha Consumado por Completo

Muchos teólogos afirman que el reino incluye aspectos tanto presentes como futuros. Esta perspectiva enseña que el reino de Dios fue inaugurado durante el ministerio terrenal de Jesús; continúa expandiéndose a través de la labor de la iglesia; y será consumado plenamente cuando Cristo regrese a reinar.[4] Cuando Cristo vuelva, entregará “el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia.”[5] Esta será la consumación del reino de Dios.

► ¿Cuál de estas posiciones con respecto al Reino sostiene usted? ¿Cuál es el impacto práctico de cada una de estas perspectivas para el ministerio?

En esta lección, vamos a ver aspectos del reino que ya están operando y aspectos del reino que todavía están por cumplirse. Un reino incluye:

  • Un rey: Desde la visita de los sabios después de su nacimiento hasta la inscripción en la cruz, Jesús vino como Rey.
  • Autoridad: Jesús demostró su autoridad a través de sus milagros y su victoria sobre el sepulcro.
  • Ley: Jesús resumió la ley del reino en el Sermón del Monte.
  • Territorio: Jesús enseñó que su reino se extiende hasta lo último de la tierra y que incluye a personas de toda lengua y nación.
  • Pueblo: Todos los que han sido redimidos por el Rey, y son gobernados por él, son ciudadanos del reino de Jesús.

 


[1] Puede ver una conferencia de Scot McKnight sobre el reino de Dios, titulada “What and Where is the Kingdom of God?” (¿Qué Es y Dónde Está el Reino de Dios?) en http://www.seedbed.com/where-is-the-kingdom-of-god/

[2] John Stott, El Mensaje de Hechos (Buenos Aires: Certeza Argentina, 2011), 41.

[3] Mateo 4:17 y Lucas 11:20.

[4] Los comentaristas usan la frase “inauguración del reino” para referirse al inicio del reino durante el ministerio terrenal de Jesús. La “consumación del reino” es el cumplimiento final de las promesas del reino en el regreso de Cristo.

[5] 1 Corintios 15:24.

[6]“El Reino ha venido; el Reino está aquí; el reino está aún por venir.”
- Martyn Lloyd-Jones

La Promesa del Reino

► Lea Mateo 3:1-12

La primera referencia al reino de Dios en el Nuevo Testamento se encuentra en la predicación de Juan el bautista. Como el último de los profetas del Antiguo Pacto, Juan condenó la hipocresía de los líderes religiosos de Israel. Como el primer mensajero del Nuevo Testamento, preparó el camino para un nuevo Rey. “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.”[1] La frase “se ha acercado” sugiere que el reino se estaba aproximando rápidamente. No había llegado aún, pero estaba muy cerca. Juan predicó para preparar a Israel para la venida del Mesías, quien introduciría un nuevo reino.

Poco después del arresto de Juan, Jesús inició su ministerio público. Viajó a través de Galilea, “proclamando el evangelio del reino.” Al igual que Juan el Bautista, Jesús proclamó, “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.”[2]

► Lea Mateo 10:5-42

Jesús envió a los doce discípulos a predicar el mensaje del reino “a las ovejas perdidas de la casa de Israel.” Al igual que Juan el Bautista y Jesús, los discípulos predicaron, “El reino de los cielos se ha acercado.”[3]

El ministerio de los discípulos fue moldeado por el ministerio de su Maestro. Al igual que Jesús, los discípulos debían proclamar el reino y atender las necesidades físicas de la gente. Tal como lo hizo Jesús, sanaron a los enfermos y echaron fuera demonios como señales de que el reino de Dios estaba irrumpiendo en el dominio de Satanás. Jesús envió a sus representantes con estas instrucciones: “Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios.”[4]

 


[1] Mateo 3:2.

[2] Mateo 4:17.

[3] Mateo 10:5-7.

[4] Mateo 10:8.

La Inauguración del Reino

► Lea Mateo 12:22-32

La promesa de un reino no era nueva. Los profetas del Antiguo Testamento habían prometido un reino futuro. Sin embargo, Jesús proclamó que el reino no era sólo una esperanza futura, sino una realidad inmediata. Jesús proclamó la inauguración del reino de Dios. El reino de Dios estaba presente dondequiera que Jesús estaba presente.

Con su poder sobre los demonios, Jesús demostró la autoridad del Rey que ha derrotado al reino de Satanás. Después de sanar a un hombre que estaba oprimido por un demonio, los fariseos dijeron que Jesús echaba fuera los demonios “por Beelzebú, príncipe de los demonios.” Jesús respondió que él estaba conquistando el reino de Satanás por medio del poder de Dios: “Si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.”[1] Jesús había invadido el reino de Satanás.

► Lea Mateo 11:1-24

Los milagros de Jesús fueron señales de la inauguración de su reino. El Evangelio de Juan usa el término “señales” para referirse a los milagros de Jesús. Los milagros eran señales de la deidad de Jesús y evidencias del nuevo reino.

Juan el Bautista proclamó que “el reino de los cielos se ha acercado.” Él esperaba un reino político que trajera liberación a Israel. Por el contrario, ¡Juan fue puesto en prisión y sentenciado a muerte! Estando en prisión, Juan envió a sus discípulos a preguntarle a Jesús, “¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro?” El ministerio de Jesús no encajaba con las expectativas de Juan de un Mesías político que establecería un reino terrenal.

Jesús respondió señalando a su obra mesiánica.

«Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí. (Mateo 11:4-6)»

Jesús le enseñó a Juan a esperar pacientemente el desarrollo del plan de Dios.

Aunque Jesús alabó la fuerza y el valor de Juan, también anunció que “el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él.” ¿Por qué? Jesús había venido a establecer un nuevo pacto con todos los privilegios del reino. El más pequeño de los creyentes del Nuevo Testamento poseía privilegios que el más grande de los santos del Antiguo Testamento nunca vio. Los creyentes del Nuevo Testamento vieron el cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento. El reino prometido había sido inaugurado.

 


[1] Mateo 12:24, 28.

La Vida en el Reino: El Sermón del Monte

El sermón más extenso que registran los Evangelios es el Sermón del Monte. El reino de Dios es el tema que unifica este sermón. Esto se observa de varias formas:

  • La primera bienaventuranza enseña que el reino de los cielos pertenece a “los pobres en espíritu.” La última bienaventuranza enseña que el reino de los cielos pertenece a “los que padecen persecución por causa de la justicia.” Estas dos bienaventuranzas forman un marco que envuelve a las demás, reflejando que el tema principal de las Bienaventuranzas es el reino de los cielos.
  • Jesús afirma su autoridad para reinterpretar la Ley.[1] Este es el acto de un rey que tiene autoridad para interpretar y aplicar las leyes de su reino.
  • Jesús enseñó a sus discípulos a orar, “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.”[2] Hemos sido llamados a orar por el avance del reino de Dios en la tierra. Cuando el pueblo de Dios vive de acuerdo con los principios del Sermón del Monte, el reino se expande y la autoridad de Dios se extiende a nuevos ciudadanos del reino.
  • Al final del sermón, Jesús enseñó que los “hechos poderosos” no son suficientes en sí mismos para entrar al reino de los cielos. Sólo “el que hace la voluntad de mi Padre” entrará en el reino.

Principios para Leer el Sermón del Monte

Cuando leemos el Sermón del Monte, hay tres principios que debemos recordar.

(1) La obediencia a los mandamientos del Sermón del Monte no “otorga” la ciudadanía en el reino de los cielos.

No debemos pensar que “viviendo de este modo llegamos a ser cristianos.” Más bien, debemos leer este sermón como una guía para la vida de un ciudadano del reino: “Vivimos de este modo porque somos cristianos.” Somos salvos por gracia solamente; entonces, como miembros del reino de Dios, obedecemos sus mandamientos.

(2) El Sermón del Monte es para discípulos, no para inconversos.

Esta no es la constitución de un país secular. No se sorprenda porque sus vecinos no creyentes se niegan a vivir de acuerdo con estos principios. Esta es una descripción de la vida en el reino de Dios, no de la vida en los reinos humanos.

(3) El Sermón del Monte es para cada creyente.

Muchas personas han tratado de evitar las demandas del sermón argumentando que estos principios no se aplican a creyentes ordinarios. Algunos han dicho, “Esta ley es para un futuro reino milenario.” Otros han dicho, “Esto es para unos pocos santos. La mayoría de los cristianos no pueden cumplir estos mandamientos.” Y otros han dicho, “Este sermón demuestra que jamás podremos satisfacer las demandas de Dios. Cuando entendemos que no podemos satisfacer las demandas de Dios, dependemos únicamente de la gracia.”

Sin embargo, la iglesia primitiva leía este sermón como una guía para cada creyente. Las cartas de Santiago y 1 Pedro repiten muchos de los mandamientos de este sermón. Jesús se negó a debilitar el estándar de la santidad de Dios. En lugar de establecer un estándar más bajo que el de los fariseos, Jesús estableció un estándar más alto para sus seguidores: “Si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.”[3]

La Vida en el Reino de Dios

► Lea Mateo 5-7

Si Jesús inauguró el reino durante su ministerio terrenal, nosotros ahora vivimos en el reino de Dios. El Sermón del Monte describe el carácter de un ciudadano del reino de los cielos. El siguiente es un breve resumen de los temas del Sermón.

(1) Los valores del reino de Dios son contrarios a los valores de este mundo.

Ningún gobernante terrenal dice que es bienaventurado ser pobre, llorar, ceder nuestros derechos o ser perseguido. Las Bienaventuranzas afirman valores completamente opuestos a los del Imperio Romano en los días de Jesús, y a los de nuestro mundo hoy en día. El reino de Dios es diferente de los reinos humanos.

(2) Los ciudadanos del reino de Dios deben impactar su mundo.

[6]

Los esenios en los tiempos de Jesús decían que las personas santas debían alejarse de la sociedad y establecer el reino de Dios en aislamiento. Jesús dijo, “¡No! Ustedes deben ser la sal que preserva y da sazón a su mundo. Ustedes deben ser la luz que lleva gloria a su Padre que está en los cielos.” Aunque el reino de Dios es primordialmente espiritual, nuestro mundo debería beneficiarse política, económica y socialmente de la presencia de los ciudadanos del reino.

Podríamos mencionar muchos ejemplos de cristianos que han sido sal y luz en medio de una sociedad secular. William Wilberforce dirigió al Parlamento a la abolición de la trata de esclavos en el Imperio Británico; el avivamiento metodista trajo una reforma social a todos los niveles de la sociedad inglesa; William Carey combatió el infanticidio legal en la India; los cristianos han promovido la alfabetización, han establecido hospitales y orfanatos, y han servido a los pobres y necesitados en cientos de naciones.

(3) Los ciudadanos del reino de Dios van más allá de los requerimientos mínimos de la Ley para demostrar el amor del Padre.

Jesús no vino para reemplazar la Ley, sino para “cumplir” la Ley. “No he venido para abrogar, sino para cumplir.” Cumplir algo es “llevar algo a cabo” o “completar.” Jesús no vino a abolir la Ley, sino a revelar el espíritu detrás de la Ley. En una serie de seis ejemplos, Jesús enseña que la justicia de los ciudadanos del reino debe ser “mayor que la de los escribas y fariseos.”

La Ley

Los Ciudadanos Del Reino

La Ley prohíbe el asesinato.

Los ciudadanos del reino abordan el
motivo subyacente – la ira.

La Ley prohíbe el adulterio.

Los ciudadanos del reino no miran
“a una mujer para codiciarla.”

La Ley exige un “certificado de divorcio.”

Los ciudadanos del reino buscan la forma de preservar el matrimonio, en lugar de buscar excusas para el divorcio.

La Ley prohíbe los falsos juramentos.

El “Sí o No” de un ciudadano del reino es suficiente.

La Ley pone límites a la venganza (“ojo por ojo”).

Los ciudadanos del reino actúan movidos por
el amor, no por el deseo de venganza.

La Ley exige amar al prójimo.

Los ciudadanos del reino aman también
a sus enemigos.[4] Reflejan el amor y la
misericordia de su Padre celestial.[5]

(4) Los ciudadanos del reino se preocupan más por agradar a Dios que por agradar a los hombres.

Los fariseos querían que la gente viera su generosidad; los ciudadanos del reino dan en secreto. Los hipócritas querían que la gente oyera sus impresionantes oraciones; los ciudadanos del reino oran con sencillez y devoción. Los fariseos querían ser respetados por sus largos ayunos; los ciudadanos del reino ayunan buscando únicamente la recompensa de su Padre.

(5) Los ciudadanos del reino no confían en sus riquezas ni se preocupan por sus necesidades.

Por el contrario, confían en la provisión de su Padre celestial.

(6) Los ciudadanos del reino no juzgan a otros.

Sin embargo, tienen el cuidado de discernir el fruto malo de los falsos maestros.

(7) Los ciudadanos del reino confían en la oración.

Los ciudadanos del reino confían en la oración porque saben que su “Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan.”

(8) Los ciudadanos del reino entienden que sólo hay dos caminos.

[7]

Hay una puerta ancha y una puerta estrecha. Hay un árbol bueno y un árbol malo. Hay un constructor sabio y un constructor insensato. Los ciudadanos del reino saben discernir.

Vivir según los principios del Reino

¿Cómo podemos vivir según los principios del Sermón del Monte? La clave está en Mateo 5:48. Los ciudadanos del reino han sido llamados a ser como su Padre celestial. La enseñanza de Jesús es así de sencilla – y así de difícil. Sólo la gracia de Dios nos empodera para vivir conforme a la enseñanza de Jesús. En nuestra propia capacidad no podemos cumplir las demandas del Sermón. Sólo el Espíritu hace posible la vida en el reino.

Debemos entender este principio cuando predicamos sobre el Sermón del Monte. Si predicamos el Sermón sólo como ley, dejaremos a las personas frustradas y desanimadas. Sólo cuando predicamos el Sermón como el modelo para la vida en el reino – provisto por la gracia de Dios, adquirido por el sacrificio del Hijo, y empoderado por el Espíritu Santo – el Sermón del Monte se convierte verdaderamente en evangelio, en “buenas nuevas.”

► Después de leer el Sermón del Monte y revisar este resumen, comenten:

  • ¿Cuáles enseñanzas del Sermón son las más difíciles para los cristianos en su sociedad?
  • ¿Cuáles enseñanzas del Sermón son las más difíciles para usted como líder cristiano?

 


[1] Mateo 5:21-48.

[2] Mateo 6:9-13.

[3] Mateo 5:20.

[4] El Antiguo Testamento no le ordena a Israel “Odia a tus enemigos.” Este era un error común en la interpretación del Antiguo Testamento.

[5] Lucas 6:36.

[6]“Los de corazón puro no sólo ven a Dios, sino que se convierten en las cartas a través de las cuales la sociedad lo ve.”
- Leon Hynson

[7]El Sermón del Monte es una advertencia contra amar condicionalmente, amar buscando el beneficio personal, e ignorar el llamado a la verdadera justicia. Ciertamente, el sermón es un llamado a demostrar un tipo de perdón y amor generoso, agradecido y compasivo semejante al de Dios.”
- Darrell Bock

El Misterio del Reino: Parábolas del Reino

Los maestros judíos sabían que es más sencillo recordar historias que afirmaciones doctrinales. Por esa razón, las parábolas eran una forma de enseñanza común entre los rabinos judíos. Jesús usó las parábolas para comunicar verdades profundas acerca del reino de Dios.

Al inicio de su ministerio, el uso de parábolas le permitió a Jesús enseñar a sus discípulos y a la vez evitar el conflicto directo con sus enemigos. Más tarde, Jesús confrontó directamente a los líderes religiosos en Jerusalén; pero en esos primeros años, su objetivo principal fue enseñar a sus discípulos.

Muchas personas escuchaban las parábolas pero no las entendían. En ellos se cumplieron las palabras de Isaías, “De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis.” ¿Por qué? Porque habían endurecido sus corazones. Isaías había profetizado:

«Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane.»[1]

A través de parábolas, Jesús pudo enseñar a aquellos cuyos oídos estaban abiertos.

Mateo 13 presenta una serie de parábolas acerca de los “secretos del reino.”[2] Estas parábolas revelan la naturaleza del reino de Dios a los seguidores de Jesús, a la vez que encubren buena parte de su enseñanza de los líderes incrédulos.

► Lea Mateo 13:1-52. Al estudiar cada parábola, resuma el tema principal en una o dos oraciones. Para cada parábola, busque una aplicación para el ministerio en la actualidad. He completado la información para la primera parábola como ejemplo.

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Parábolas del Reino

Parábola

Tema

Lección para el Ministerio en la Actualidad

El Sembrador

Nuestra respuesta a la semilla determina su productividad.

Al predicar y enseñar, debo confiar en Dios y dejar en sus manos los resultados. Yo no soy responsable por la cosecha; mi responsabilidad es sembrar fielmente la semilla.

El Trigo y la Cizaña

 

 

 

La Semilla de Mostaza

 

 

La Levadura

 

 

 

El Tesoro Escondido

 

 

 

La Perla de Gran Precio

 

 

La Red

 

 

El Padre de Familia

 

 

 

Las Diez Minas

 

 

La Parábola del Sembrador (Mateo 13:3-9, 18-23; Lucas 8:5-18)

La primera parábola en esta serie de parábolas sobre el reino enseña que nuestra respuesta a la semilla determina la productividad de la semilla. En el reino de los cielos, algunos creerán y llevarán fruto, mientras que otros se negarán a creer o caerán después de una respuesta inicial.

Esta parábola podría ser llamada la parábola de los suelos, porque es una historia acerca de distintos tipos de suelos, no de distintos sembradores. En cada ejemplo, la semilla es la misma y el sembrador es el mismo; la diferencia es el tipo de suelo. Al proclamar el mensaje del reino, no debe sorprendernos que unos oyentes sean menos receptivos que otros. Esto no debe desanimarnos. Jesús enseñó que algunos oyentes serán suelo fértil, mientras que otros endurecerán su corazón hacia la Palabra.

La conclusión de Lucas de la parábola del sembrador revela que esta es una parábola acerca de escuchar la verdad. “Mirad, pues, cómo oís; porque a todo el que tiene, se le dará; y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará.”[3] Cuando una persona responde positivamente a la verdad, recibe más verdad. Antes de proseguir con las otras parábolas del sermón, Jesús le enseñó a su audiencia cómo escuchar para ser suelo fértil.

La Parábola del Trigo y la Cizaña (Mateo 13:24-30, 36-43)

El pueblo judío esperaba que el reino de Dios trajera juicio inmediato sobre los malvados. Jesús preparó a sus discípulos para un período intermedio durante el cual creyentes y no creyentes vivirían juntos en el mundo. En esta historia, “el campo es el mundo.”[4] Es sólo hasta “el fin del siglo” que los ángeles recogerán la cizaña y la quemarán en el fuego. El reino de Dios se desarrollará en el tiempo de Dios, no en el tiempo del hombre.

La Parábola de la Semilla de Mostaza (Mateo 13:31-32)

Nadie que haya presenciado el ministerio terrenal de Jesús habría podido predecir la expansión de la iglesia alrededor del mundo. Los discípulos eran hombres sin estudios, pobres y temerosos. Carecían de carisma, estatus social y poder político. Eran como la diminuta “semilla de mostaza.” Sin embargo, así como una diminuta semilla de mostaza creció y se convirtió en un árbol o arbusto grande, el reino de Dios se extendería alrededor del mundo.

La audiencia de Jesús debió de sentirse impactada al escuchar a Jesús comparar el reino de Dios con una semilla de mostaza. Los rabinos judíos esperaban que el reino de Dios viniera en poder y gloria. Esperaban una demostración de juicio sobre los pecadores; esperaban una revuelta militar contra Roma; esperaban un levantamiento social al establecerse el nuevo reino judío. Por el contrario, Jesús preparó a sus discípulos para un inicio poco impresionante del reino.

Cuando leemos el Nuevo Testamento, probablemente olvidamos lo insignificante que era Judea en el siglo primero. Judea es el centro del Nuevo Testamento, pero estaba lejos de ser el centro del mundo del primer siglo. Piense en la capital de su país. Ese no era el rol de Judea en el siglo primero; ese rol le pertenecía a Roma. Piense en una ciudad con una gran universidad y un sistema educativo altamente desarrollado. Ese no era el rol de Judea en el primer siglo; ese rol le correspondía a Atenas o Alejandría.

Judea no tenía importancia política; no tenía importancia económica; carecía de importancia social. Piense en uno de los pueblos más insignificantes de su país; ese era el lugar que ocupaba Judea en el Imperio Romano.

La parábola de la semilla de mostaza demuestra el crecimiento del reino de Dios a partir de un pequeño grupo de hombres en un rincón distante del Imperio Romano hasta convertirse en un árbol que se extendió a todas las naciones.[5] Los rabinos judíos enseñaban que el reino de Dios estaría limitado únicamente a los judíos; Jesús enseñó que el reino de Dios se extendería hasta lo último de la tierra.

La Parábola de la Levadura (Mateo 13:31-32)

La parábola de la levadura también ilustra el crecimiento sobrenatural del reino. Aunque la levadura por lo general tiene una connotación negativa en la Biblia,[6] Jesús usó la levadura como un símbolo de la expansión del reino. Tres medidas de levadura producían pan para cien personas. A pesar de su comienzo insignificante, el reino crecería con un poder asombroso.

La parábola de la levadura señala el crecimiento constante del reino. La levadura no es dramática; no explota como la dinamita; trabaja silenciosamente y se extiende a toda la masa. Los rabinos judíos enseñaban que el reino de Dios aparecería con señales en todo el mundo; Jesús enseñó que el reino crecería lenta pero firmemente, hasta extenderse por todo el mundo.

Las Parábolas del Tesoro Escondido y la Perla de Gran Precio (Mateo 13:44-46)

Estas dos parábolas hablan acerca del gozo del reino. En ambas, un hombre encuentra algo de tanto valor que “vende todo lo que tiene” para poder comprarlo. El enfoque de estas parábolas no es el sacrificio del hombre, sino su gozo al encontrar algo de un valor tan grande. “Gozoso por ello va y vende todo lo que tiene.” Los verdaderos discípulos se regocijan al entregarlo todo para seguir a Cristo.

Estas parábolas demuestran el supremo valor del reino. El reino de Dios afecta nuestra actitud hacia todos los aspectos de la vida. En otro pasaje, Jesús dijo que “si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno.”[7] Entrar al reino de Dios bien vale cualquier sacrificio terrenal.

La Parábola de la Red (Mateo 13:47-50)

Los botes pesqueros en el Mar de Galilea solían arrastrar una gran red que atrapaba tanto peces comestibles como no comestibles. Al regresar a la costa, los pescadores separaban los peces buenos de los que no servían para comer.

Al igual que la parábola del trigo y la cizaña, esta parábola les recordó a los discípulos que el juicio vendrá “al fin del siglo.” En lugar de esperar el juicio inmediato, los discípulos debían predicar el reino sabiendo que Dios, en su tiempo, juzgará a justos e injustos. Habrá un juicio final que separará a los malos de los justos, pero debemos entender que eso sucederá en el tiempo de Dios.

La Parábola del Padre de Familia (Mateo 13:51-52)

Jesús inició esta serie de parábolas enseñando a los discípulos que debían ser suelo fértil. Concluyó la serie enseñándoles su responsabilidad de compartir con otros. “Todo escriba docto en el reino de los cielos” debe sacar de su tesoro algo para enseñar a otros. No aprendemos para nuestro propio beneficio únicamente. Los discípulos fueron capacitados para que pudieran enseñar a otros discípulos.

La Parábola de las Diez Minas (Lucas 19:11-27)

► Lea Lucas 19:11-27

Esta parábola se encuentra en Lucas, pero Mateo incluye una parábola similar que Jesús contó durante el Discurso de los Olivos. Jesús narró la parábola de las diez minas cuando estaba cerca de Jerusalén, porque “ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente.”

Al llegar Jesús cerca de Jerusalén, el entusiasmo de la gente creció significativamente por su expectativa de un Mesías político. Jesús narró esta parábola para enseñarles a sus discípulos a permanecer fieles mientras esperaban el reino. No debían esconder cautelosamente lo que el Maestro les había dado; por el contrario, debían usar sus recursos para el avance del reino.

 


[1] Mateo 13:15, citando Isaías 6:9.

[2] Mateo 13:11.

[3] Lucas 8:18.

[4] Mateo 13:38.

[5] En Daniel 4:12 y Ezequiel 31:6, la imagen de aves anidando en un árbol representaba un gran reino que se extendía a muchas naciones.

[6] Mateo 16:6; 1 Corintios 5:6-7.

[7] Marcos 9:47.

La Consumación del Reino

► Lea Mateo 24-25

Gran parte de la enseñanza de Jesús al inicio de su ministerio se concentró en la inmediata inauguración del reino. Al acercarse al final de su ministerio terrenal, Jesús habló más acerca de la consumación del reino en el fin de los tiempos. El Discurso de los Olivos en Mateo 24 y 25 es la enseñanza más extensa de Jesús acerca del futuro cumplimiento de las promesas del reino.

Una Mirada Más de Cerca: El Templo de Herodes

En el año 19 a.C., Herodes el Grande inició una gran remodelación del templo.[1] Este templo, construido bajo la dirección de Zorobabel y finalizado en el año 516 a.C., era más pequeño y mucho más sencillo que el templo original de Salomón. Herodes quería restaurar la belleza original del templo. Empezó un proyecto de construcción que duró más de ochenta años. Herodes designó 10,000 obreros calificados para la construcción y capacitó a 1,000 levitas para trabajar en secciones del templo que no estaban abiertas al pueblo.

Herodes esperaba ser recordado como el gobernante que edificó el templo más grandioso del mundo. Para el tiempo cuando Jesús inició su ministerio, la obra llevaba ya cuarenta y seis años.[2] La totalidad del proyecto se concluyó hasta el año 63 d.C., y el templo fue destruido solo siete años después, cuando el general romano Tito sitió Jerusalén en el año 70 d.C.

Cuando el “templo de Herodes” quedó terminado, su tamaño era casi el doble del templo de Salomón, con espacio para los miles de peregrinos judíos que venían a Jerusalén para las festividades. Fue una de las grandes maravillas del Imperio Romano.

 


[1] "Temple Comparison" was created by SGC with a photo by Ricardo Gandelman (CC BY 2.0) and temple plans from EB Vol. IV and Gal m, available from https://www.flickr.com/photos/sgc-library/52345523784, public domain (CC0).

[2] Juan 2:20.

La Consumación del Reino (continuación)

Durante la última semana de Jesús en Jerusalén, “se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo.” Dado que la construcción del templo todavía estaba en proceso, probablemente le estaban mostrando alguna parte del templo que había sido renovada desde su visita anterior.

Jesús les respondió con una profecía acerca de la destrucción del templo. “¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.” Entonces los discípulos le preguntaron, “¿Cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?”

La pregunta de los discípulos tenía dos partes; la respuesta de Jesús tenía dos partes. Así como las profecías del Antiguo Testamento incluían aspectos cercanos y aspectos distantes en el tiempo, la profecía de Jesús incluía algunos eventos que sucedería pronto y otros que tendrían lugar en “el fin del siglo.”

  • Los discípulos preguntaron, “¿Cuándo serán estas cosas?” “Estas cosas” (la destrucción del templo hasta que no quede “piedra sobre piedra, que no sea derribada”) tuvo lugar en el año 70 d.C.
  • Los discípulos preguntaron, “¿qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” Jesús les habló del regreso futuro del Hijo del Hombre que vendrá “sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.”[1]

Jesús anunció que el reino incluiría personas de todas las naciones, tanto judíos como gentiles. Anunció que la inclusión de los gentiles en el reino era el plan de Dios “desde la fundación del mundo.”[2] El reino de Dios es el plan eterno de Dios para su pueblo.

Las dos parábolas en el sermón de los Olivos enseñan que debemos ser fieles mientras esperamos el reino. Las cinco vírgenes insensatas esperaron – pero sin la preparación adecuada. El siervo que recibió un talento esperó – pero sin una buena mayordomía. Como ciudadanos del reino, somos llamados a fidelidad y perseverancia en el servicio del Rey.

La separación de buenos y malos prometida en Mateo 13 tendrá lugar en el juicio final. La lección principal no es cuándo y cómo tendrá lugar este juicio. Más bien, la enseñanza de Jesús enfatiza cómo deben vivir hoy los ciudadanos del reino en preparación para el juicio final. En aquel día, el Rey dirá, “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” Debemos vivir continuamente preparados para el regreso del Rey. Debemos ser hallados fieles cuando él vuelva.

 


[1] Mateo 24:30.

[2] Mateo 25:34.

Aplicación: El Costo del Discipulado

► Lea Lucas 9:21-27

La ciudadanía en el reino se recibe únicamente por gracia. No nos convertimos en ciudadanos del reino por hacer buenas obras. Sin embargo, eso no significa que la vida de discipulado no tenga un costo. En Lucas 9, Jesús les enseñó a sus seguidores sobre el costo del discipulado.

Dallas Willard escribió, “La gracia no se opone al esfuerzo, sino al mérito.”[1] El esfuerzo que hacemos como discípulos no se opone a la gracia. De hecho, la única manera en la que obtenemos el poder para perseverar en el discipulado es por la gracia de Dios.

Observe el patrón en la enseñanza de Jesús: la cruz y luego la gloria.

  • Jesús profetizó su muerte y resurrección (Lucas 9:21-22). Este fue el precio que Jesús pagó para proveer nuestra ciudadanía en el reino.
  • Jesús les dijo a sus seguidores cuál sería el costo de ser sus discípulos (Lucas 9:23-25). “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.” Jesús enfrentó la cruz para establecer el reino; debemos tomar la cruz si queremos vivir en el reino.
  • Jesús habló sobre el reino de Dios (Lucas 9:26-27). “Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles.”

No podemos participar de la gloria del reino sin tomar la cruz. Jesús “se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo…”[2]

Como hijos de Dios, seguimos el mismo patrón. “Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo…”[3] Este es el patrón de la vida en el reino. Cristo sufrió la cruz antes de ser exaltado en gloria. Sus seguidores deben “tomar la cruz” antes de disfrutar de “su gloria eterna.”

Jesús buscó discípulos comprometidos. Él no buscó discípulos que tuvieran mentes brillantes; él buscó corazones leales. ¿Cuál es el costo de ser un discípulo? “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.”

  1. El discípulo debe negarse a sí mismo. Esto es algo difícil de hacer.
  2. El discípulo debe tomar su cruz. Los seguidores de Jesús sabían que una cruz significaba muerte. La cruz era un símbolo de sufrimiento y vergüenza. Sin embargo, los primeros cristianos sabían que el discipulado requiere una cruz. Cuando Ignacio viajó a Roma para morir como mártir dijo, “Estoy empezando a ser un discípulo.” El discipulado requiere una cruz.
  3. El discípulo debe continuar siguiendo a Jesús en carácter y conducta. El verbo “seguir” está en tiempo presente.

¿Vale la pena pagar el precio del discipulado? Jesús dio tres razones para ser un discípulo. Irónicamente, estas son las mismas razones por las que muchas personas evaden el discipulado. ¿Por qué deberíamos pagar el precio del discipulado?

  1. Seguridad. Quien trata de salvar su vida evitando la cruz perecerá (Lucas 9:24).
  2. Riqueza verdadera. Quien se rehúsa a identificarse con Cristo lo perderá todo (Lucas 9:25).
  3. Recompensa. Sólo aquellos que siguen a Cristo serán bienvenidos en el reino (Lucas 9:26-27).

► Lea Lucas 14:25-33

Luego Jesús amplió su enseñanza sobre el discipulado. Su instrucción se divide en tres secciones:

  1. El costo del discipulado (Lucas 14:26-27)
  2. La insensatez de convertirse en un discípulo sin tomar en cuenta el costo (Lucas 14:28-32)
  3. Un recordatorio del costo del discipulado (Lucas 14:33)

Si usted va a comprar un automóvil, es probable que el vendedor trate de ocultar el precio final. Él podría decir, “¡Vea este hermoso auto!” “¡Sienta el poder de este vehículo!” Probablemente esperará a que usted se haya enamorado del auto para decirle el precio.

Jesús nunca les ofreció a sus seguidores una ruta fácil al reino. Él dejó claro el precio desde el principio:

Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.

El verbo “aborrecer” es una expresión idiomática judía cuyo significado es muy distinto al del término en español. “Aborrecer” algo significa amarlo menos que a otra cosa. Jesús estaba diciendo, “No puedes ser mi discípulo a menos que me ames más a mí que a tu propio padre, madre, hijos, hermanos, hermanas, ¡e incluso a ti mismo!”

¿Cuánto cuesta ser un discípulo? ¡Todo! Ser un discípulo de Cristo es más que participar del gozo de las promesas mesiánicas; requiere participar de la cruz.

► El Evangelio de Juan presenta tres condiciones adicionales para el discipulado. Lea Juan 8:31; 13:35; y 15:8. Con base en las condiciones para el discipulado que vemos en Lucas y Juan, ¿está usted haciendo discípulos en su ministerio?

 


[1] Dallas Willard, La Gran Omisión: Volviendo a las Enseñanzas Esenciales de Jesús sobre el Discipulado (Nashville: Editorial Vida, 2008).

[2] Filipenses 2:8-9.

[3] 1 Pedro 5:10.

Conclusión: ¿Qué es el Reino de Dios?

Hasta que Cristo regrese, no vamos a entender todos los detalles de su enseñanza acerca del reino. Sin embargo, los Evangelios revelan muchas características del reino de Dios:

  • El reino de Dios es un reino espiritual. “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.”[1] El nuevo nacimiento nos libera del poder de Satanás y nos hace parte del reino de Dios.
  • El reino de Dios va a incluir un reino físico-político al final de los tiempos.
  • El reino de Dios es universal; no está limitado a la nación judía.
  • El reino de Dios es “dinámico,” más que geográfico. Es el poder de Dios trabajando en el mundo, no una ubicación física. En la parábola de las diez minas, un reino es la autoridad para gobernar, no una ubicación geográfica.[2]
  • El reino de Dios es sobrenatural. El hombre siembra la semilla, pero no puede hacerla crecer. El reino crece a través del poder de Dios.
  • El reino de Dios es más que una vaga esperanza futura; es una realidad presente que exige una respuesta inmediata.
  • El reino de Dios fue inaugurado a través del ministerio de Jesús. Su poder sobre los demonios demostró la victoria del reino de Dios sobre el reino de Satanás.
  • El reino de Dios sigue avanzando a través del trabajo de la iglesia. El Sermón del Monte enseña cómo deben vivir los creyentes en la era presente.
  • El reino de Dios será consumado en el regreso final de Cristo para reinar en gloria. El poder de Satanás será destruido, y Dios reinará eternamente.

► Al final de este curso hay un sermón titulado “El Evangelio del Reino”. Lea esto antes de continuar con la Lección 7.

 


[1] Romanos 14:17.

[2] Lucas 19:11.

Lección 6 Asignación

Prepare una serie de tres sermones basados en el Sermón del Monte. El tema de sus sermones deberá ser “La Vida en el Reino de Dios.” Explique cómo debemos vivir hoy como ciudadanos del reino de Dios. Asegúrese de predicar el Sermón como “buenas noticias.” Enseñe cómo la gracia de Dios nos empodera para vivir como ciudadanos del reino de Dios.

 

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