Los líderes se asemejan más a Jesús cuando están sirviendo a otros.
Introducción
“Liderazgo” es una palabra que despierta emociones fuertes. Cuando personas con una mentalidad mundana piensan en el liderazgo, piensan en poder y posición. Ser el líder es ser “el jefe.” Los líderes ambiciosos quieren “escalar peldaños” y llegar al puesto más alto. Incluso pastores pueden adoptar esta mentalidad y concentrar su atención en tener iglesias más grandes, y en alcanzar posiciones más altas y mayor respeto.
En respuesta a esta mentalidad, algunos cristianos tienden a reaccionar en contra del término “liderazgo.” Un pastor me dijo en una ocasión, “Yo no quiero ser un líder en mi iglesia. Yo sólo quiero servir.” Aunque esta afirmación sonaba muy humilde, dejaba a la iglesia sin un sentido de dirección o propósito. Todas las organizaciones, incluyendo las iglesias, necesitan líderes.
Los pastores deben recordar el significado original de la palabra “pastor.” Los pastores no tienen un trabajo muy impresionante. Pasan sus días entre ovejas que huelen mal. Su trabajo incluye tareas aburridas – encontrar comida y agua, perseguir ovejas que se extravían y curar ovejas heridas.
No obstante, los pastores cumplen un rol importante. Es verdad que realizan muchas tareas humildes, pero también tienen la responsabilidad de guiar el rebaño y mantenerlo a salvo. El rebaño depende de su pastor, que es un líder.
Jesús provee el modelo perfecto de un verdadero líder. Él fue un pastor que sirvió humildemente, pero con un profundo sentido de propósito. Él era fuerte, pero lleno de compasión. No vino a buscar una posición, pero actuó con seguridad en el cumplimiento de su misión. Jesús provee el ejemplo para los líderes-servidores.
► Piense en el líder más exitoso que usted haya conocido personalmente. Anote tres o cuatro características que hacen de esa persona un buen líder. ¿Se observan esas características en el ministerio de Jesús? ¿Están presentes estas características en su ministerio?
Jesús demuestra que el verdadero liderazgo involucra el servicio humilde. La humildad no significa debilidad ni indecisión; Jesús era fuerte. En numerosas ocasiones los Evangelios demuestran la autoridad de Jesús.[1] Sin embargo, la autoridad de Jesús no estaba basada en demandas de respeto, sino en el servicio. Cuando los discípulos discutieron por puestos en el reino, Jesús les dijo:
«Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores; mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve. Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve.»[2]
En esta lección, vamos a estudiar las características que hicieron de Jesús un gran líder. Aprenderemos cómo ser líderes más efectivos siguiendo el ejemplo de Jesús.
[1] Mateo 7:28-29; Marcos 1:22-28; Lucas 4:32-36; Lucas 20:1-8.
Un gran líder tiene una misión clara y se enfoca en ella con intensidad y determinación. Jesús conocía su misión. La misión de Jesús se resume en Marcos 10:45, “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”
En su primer sermón público, Jesús les dijo a sus oyentes que había venido para cumplir la misión profetizada por Isaías:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor.»[1]
La misión de Jesús guió sus decisiones diarias. Al viajar de Judea a Galilea, su misión determinó la ruta que Jesús tomó. Los rabinos judíos acostumbraban viajar por el lado este del Río Jordán para evitar el contacto con los samaritanos. Sin embargo, la ruta de Jesús fue determinada por su misión de “predicar el año agradable del Señor” a una mujer samaritana. Por esta razón, “le era necesario pasar por Samaria.”[2] Como líder cristiano, su misión debe guiar sus decisiones día con día.
Como líder, hay más trabajo que hacer del que usted puede abarcar. ¿Cómo determina usted sus prioridades? Usted no puede hacerlo todo, y tampoco debería hacerlo todo. Usted debe evaluar sus oportunidades desde la óptica de su misión. Cada líder debería tener dos listas: una lista de “Cosas por Hacer” y una lista de “Cosas que No Debo Hacer.” La lista de “Cosas por Hacer” incluye las cosas que usted debe llevar a cabo. La lista de “Cosas que No Debo Hacer” incluye aquellas cosas que lo distraen de su misión. Otras personas pueden ser llamadas a hacer esas cosas, pero no usted. Su misión debe determinar sus prioridades diariamente.
El apóstol Pablo es un ejemplo de un líder que conocía su misión. Pablo fue llamado a plantar iglesias en ciudades clave del Imperio Romano. Él no quería “edificar sobre fundamento ajeno,” sino llevar el evangelio a aquellos que no había escuchado las buenas nuevas de Jesús.[3] Esta misión determinó los lugares a los que Pablo viajó, cuánto tiempo permaneció en cada lugar, e incluso el mensaje que predicó. La misión de Pablo guió cada una de sus decisiones.
► Comenten las siguientes preguntas:
¿Cuál es la misión que Dios le ha dado? Resuma su misión en pocas palabras.
¿Ha comunicado usted su misión a quienes trabajan con usted en el ministerio?
Un Líder Cristiano Efectivo Capacita a Otros Líderes
Desde el inicio de su ministerio, Jesús seleccionó cuidadosamente y capacitó a un grupo de discípulos que habrían de continuar su ministerio cuando él regresara al Padre. Esos discípulos aprendieron de él, pasaron tiempo con él, ministraron con él y llevaron su mensaje alrededor del mundo. Jesús plasmó su imagen en estos discípulos y luego los usó para edificar su iglesia.
Lucas escribió sobre la presión del ministerio. “En esto, juntándose por millares la multitud, tanto que unos a otros se atropellaban, comenzó a decir a sus discípulos, primeramente.”[1] Jesús no podía distraerse de su ministerio a los discípulos, aun cuando ministrar a miles de personas podría haber sido más emocionante. Él sabía que para establecer el reino, debía preparar a sus discípulos para dirigir la iglesia. Al capacitar discípulos, preparamos líderes para la próxima generación.
Pablo siguió el mismo patrón. Predicó ante multitudes, pero concentró su atención en capacitar a un número pequeño de líderes en cada ciudad. Esto provee un modelo para los líderes en la actualidad. Pablo llamó a los pastores a “perfeccionar a los santos para la obra del ministerio.”[2] El pastor no es responsable de hacer todo el trabajo de la iglesia; el pastor es responsable de capacitar y equipar a los miembros para que hagan el trabajo de la iglesia. Los líderes efectivos capacitan a otros líderes.
[3]“Jesús nunca escribió un libro. Más bien, escribió su mensaje en hombres, los apóstoles.”
- William Barclay
El Modelo de Jesús para Capacitar Discípulos
Un Mentor Debe Escoger sus Discípulos Cuidadosamente[1]
► Lea Juan 1:35-51; Juan 2:1-11; Mateo 4:18-22; Lucas 5:1-11; Lucas 6:12-16
Mientras lee estos versículos, ¿nota usted el proceso? Durante su primera semana de ministerio público, Jesús invitó a Andrés y a Juan a seguirlo. Andrés llevó a Simón Pedro con Jesús. Jesús llamó a Felipe, quien encontró a Natanael.[2] Este fue el primer paso en su llamado. Ellos reconocieron a Jesús, pero todavía no se habían convertido en seguidores permanentes. Este fue un llamado a seguir a Jesús. Posteriormente, Jesús los llamó a ser sus discípulos a tiempo completo.
Juan 2 es un paso importante en este proceso. En las bodas de Caná, Jesús “manifestó su gloria” a los discípulos. Los otros invitados no se enteraron de este milagro; esta señal fue para los discípulos. Jesús se reveló a sí mismo a sus seguidores para que pusieran su confianza en él. “Y sus discípulos creyeron en él.”[3]
Mateo 4:18-22 tiene lugar después de que Jesús se fue de Nazaret a Capernaum y empezó a predicar.[4] Caminando a la orilla del mar de Galilea, Jesús llamó a Simón, Andrés, Jacobo y Juan a seguirlo. “Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron.”[5] Después del llamado inicial en Juan 1, estos discípulos continuaron con su trabajo como pescadores. Entonces, Jesús los llamó al servicio: “Desde ahora serás pescador de hombres.”[6]
La siguiente fase en este proceso fue la elección de Jesús de los doce apóstoles. De entre muchos seguidores (llamados “discípulos” en Juan 6), Jesús eligió a doce que se convertirían en sus colaboradores más cercanos.
Jesús no se apresuró para elegir a los Doce. Al parecer, el procesó tomó varios meses. Esto le permitió a Jesús pasar tiempo con cada uno de los Doce. Muy a menudo, los líderes se apresuran a escoger un sucesor sin dedicar tiempo para conocer a fondo a la persona. Un líder sabio asigna tareas que le dan la oportunidad de evaluar la capacidad para el liderazgo de la persona.
Un Mentor Debe Pasar Tiempo con Sus Discípulos
► ¿Qué es más emocionante, alcanzar a muchos o capacitar a unos pocos? ¿Qué es más importante a largo plazo? ¿Por qué Jesús invirtió tanto esfuerzo en doce hombres?
Jesús dedicó mucho de su tiempo a los Doce. “Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios.”[7] Primero, pasarían tiempo con él para aprender sus métodos. Sólo entonces estarían listos para ser enviados a ministrar.
Marcos registra uno de los viajes de Jesús a través de Galilea: “No quería que nadie lo supiese. Porque enseñaba a sus discípulos.”[8] La principal preocupación de Jesús no era desarrollar un programa para alcanzar a las multitudes, sino desarrollar hombres que fueran capaces de dirigir la iglesia.
Jesús predicó ante miles de personas, pero su máxima prioridad fue capacitar a un pequeño número de hombres para un ministerio futuro. Jesús sabía que la capacitación es más efectiva si se concentra en un grupo pequeño. Robert Coleman advierte, “Mientras más crezca su ministerio, más difícil será separar tiempo para discipular individuos. Sin embargo, mientras más crezca su ministerio, más importante será separar tiempo para discipular individuos.”
Cuando leemos los Evangelios, vemos que Jesús pocas veces ministró sin tener al menos tres discípulos cerca de él. Jesús y sus discípulos con frecuencia se retiraban a áreas desiertas para sesiones de capacitación. Al acercarse el final de su ministerio terrenal, Jesús pasó aún más tiempo con los discípulos. Durante la última semana en Jerusalén, Jesús prácticamente no perdió de vista a los discípulos. Capacitar a estos hombres fue una de sus tareas más importantes.
Un proverbio judío dice: “Un discípulo es alguien que come el polvo de su maestro.” Un discípulo caminaba tan cerca de su maestro que tragaba el polvo que levantaban los pies de su maestro. Un discípulo comía lo que su maestro comía; un discípulo iba a donde su maestro iba; un discípulo estaba comprometido con la enseñanza y el ejemplo de su maestro. Los seguidores de Jesús pasaron tiempo con él hasta que asumieron el carácter de su maestro. Posteriormente, serían conocidos como “cristianos”; habían llegado a ser como su maestro.
Del mismo modo, Pablo siempre viajaba con seguidores como Timoteo, Tito, Lucas o Tíquico. Pablo capacitó a estos hombres para el ministerio al pasar tiempo con ellos.
Nuevamente, esto provee un modelo para nosotros hoy. Al llevar a cabo su ministerio, usted puede animar a los miembros más jóvenes de su equipo a caminar con usted, para que aprendan a ministrar. Un exitoso líder de una iglesia dijo, “Nunca hago un viaje de ministerio sin llevar conmigo a un ministro más joven. Capacitar futuros líderes para la iglesia es tan importante para mí como el ministerio que realizo.” Este pastor ha comprendido que los líderes efectivos capacitan a otros líderes.
Un Mentor Debe Modelar el Ministerio para Sus Discípulos
Después de lavar los pies de sus discípulos, Jesús les dijo, “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.”[9] Jesús enseñó con el ejemplo. Él sabía que no bastaba con decir, “Hagan esto.” Debemos demostrar cómo hacerlo. Jesús no les pidió a sus discípulos que hicieran algo hasta que él lo hubiera demostrado.
Los discípulos vieron a Jesús orar y luego le dijeron, “Señor, enséñanos a orar.”[10] Jesús no se limitó a dar una “lección sobre la oración.” Él oró. Al verlo, los discípulos sintieron la necesidad de entender la oración. Cuando los estudiantes están deseosos de aprender, ¡aprenden mejor!
Los discípulos escucharon a Jesús citar las Escrituras en su predicación. Jesús citó el Antiguo Testamento más de sesenta veces. Él modeló la predicación bíblica. ¿Aprendieron los discípulos está lección? ¡Absolutamente! Cuando Pedro predicó en Hechos 2, citó Joel, el Salmo 16 y el Salmo 110. Pedro aprendió de Jesús a fundamentar su predicación en las Escrituras. Cada sermón en Hechos hace referencia al Antiguo Testamento.
Pablo aplicó el mismo enfoque. En repetidas ocasiones escribió, “Ustedes han visto mi ejemplo. Imítenlo.”[11] Pablo enseñó con el ejemplo. Discípulos como Tito y Timoteo aprendieron a pastorear siguiendo el ejemplo de su mentor, Pablo.
Hoy en día, debemos modelar el ministerio para aquellos a los que capacitamos. Esto requiere que seamos vulnerables. Ellos verán nuestras fallas y nos verán confesar nuestras debilidades. Nos verán tropezar, pero verán que no nos damos por vencidos. Los discípulos aprenden la realidad del ministerio viendo nuestro ejemplo.
Un Mentor Debe Delegar Responsabilidad a Sus Discípulos
► Lea Mateo 10:5-11:1
Desde el principio, el propósito de Jesús era preparar a los discípulos para el ministerio. Él los llamó a seguirlo para hacerlos “pescadores de hombres.”[12]
Durante la mayor parte de su primer año con Jesús, los discípulos observaron su ministerio. Aprendieron de su ejemplo. Después de haber observado, Jesús envió a sus discípulos a ministrar. Mateo 10 muestra cómo Jesús delegó responsabilidad a sus discípulos.
Antes de enviarlos, Jesús les dio a sus discípulos autoridad para cumplir la misión que les estaba asignando. En ocasiones los líderes tienen temor de confiar autoridad a sus ayudantes. Sin embargo, la responsabilidad sin autoridad les resta efectividad a las personas a las que usted está capacitando. No debemos delegar responsabilidad en nuestros ayudantes a menos que les demos suficiente autoridad para cumplir la responsabilidad.
Les dio instrucciones precisas (Mateo 10:5-42)
Jesús les dio a sus discípulos un mensaje claro: predicar el reino. Su misión estaba claramente definida. Sabían exactamente lo que Jesús esperaba que hicieran.
Jesús les dijo a sus discípulos dónde debían ministrar: “A las ovejas perdidas de la casa de Israel.” Con el tiempo, los discípulos habrían de predicar a los gentiles, pero mientras aprendían a ministrar, Jesús les dijo que empezaran cerca de casa. Debemos hacer todo lo posible para ayudar a nuestros estudiantes a tener éxito. Empiece delegando tareas que sean fáciles de cumplir. Jesús estableció metas razonables.
Jesús les dio a sus discípulos instrucciones acerca de la persecución. La persecución vendría no porque los discípulos fallaran en su ministerio, sino porque Jesús mismo trae división entre sus seguidores y aquellos que lo rechazan a él.
Los envió en equipos (Marcos 6:7)
Jesús demostró la importancia de los equipos en el ministerio. Él envió a sus discípulos en equipos de dos. Pocos meses después, Jesús envió a los Setenta en equipos de dos. Esto se convirtió en el modelo para el ministerio en la iglesia primitiva. Pedro y Juan ministraron juntos. Bernabé y Pablo viajaron juntos. Pablo y Silas ministraron juntos.
Un Mentor Debe Supervisar a Sus Discípulos
Después de que los discípulos regresaron de hacer ministerio, le dieron un informe a Jesús.[13] El seguimiento era una parte importante de la capacitación de los discípulos. No basta con delegar responsabilidad; un líder efectivo evalúa el desempeño de sus discípulos. Delegar sin evaluar tiene como resultado un desempeño pobre.
► Lea Mateo 17:14-21
Howard Hendricks enseñó que el fracaso es parte importante del proceso de aprendizaje. Los discípulos preguntaron, “¿Por qué nosotros no pudimos echar el demonio fuera de este niño?” Jesús les respondió enseñándoles sobre la fe. Era mejor que fallaran en esa etapa inicial de ministerio, ¡y no después de que Jesús regresara al cielo!
La supervisión efectiva de un discípulo debe incluir evaluación. Cuando un discípulo no logra cumplir una tarea, no es expulsado del equipo. Por el contrario, examinamos las razones por las que no pudo cumplir y planificamos para un mejor desempeño futuro.
Jesús demuestra este patrón en Lucas 9:
En 9:1-6, Jesús envió a los doce discípulos.
En 9:10, ellos le dieron un informe de su viaje.
En 9:37-43, los discípulos no lograron echar fuera un demonio.
En 9:46-48, Jesús les enseñó sobre la grandeza en el reino de Dios.
En 9:49-50, Jesús reprendió a Juan por una mala decisión ministerial.
En 9:52, Jesús envió a algunos discípulos para preparar una visita a una aldea en Samaria.
En 9:54-55, Jesús reprendió a Jacobo y a Juan por otra mala decisión ministerial.
En 10:1, Jesús envió a un grupo más grande (los Setenta) a ministrar.
Jesús alternaba la enseñanza, la delegación y la evaluación. Él no se dio por vencido con sus discípulos cuando éstos fallaron. Por el contrario, Jesús usó el fracaso como una oportunidad para enseñar.
Posteriormente, Pablo usó el mismo patrón. Eligió a Tito para dirigir la iglesia en la isla de Creta, y nombró a Timoteo como pastor en Éfeso. Luego les escribió cartas para darles más capacitación. Después de plantar iglesias durante su primer viaje misionero, Pablo regresó en su segundo viaje para supervisar las iglesias.[14]
Este patrón de capacitación sigue siendo efectivo hoy. Muchos líderes envían a un ministro joven sin supervisión continua y sin pedirle cuentas periódicamente – y luego se sorprenden cuando el ministro fracasa. No debemos pensar, “Les enseñé bien el trabajo, van a hacerlo bien.” La supervisión es un proceso continuo. Si usted quiere capacitar líderes, debe invertir tiempo para supervisar.
Howard Hendricks menciona cuatro fases en la capacitación de nuevos obreros:
1. Enseñanza: Enséñeles el contenido. Jesús predicó el mensaje del reino a sus discípulos.
2. Demostración: Provéales un modelo para el ministerio. Jesús les demostró a sus discípulos cómo hacer ministerio.
3. Práctica: Permítales ministrar bajo supervisión directa. Jesús envió a los discípulos a ministrar y luego evaluó su experiencia.
4. Delegación: Ministerio sin supervisión directa. Después de Pentecostés, los discípulos ministraron sin la supervisión de Jesús.
► ¿Qué está haciendo usted para capacitar discípulos para el liderazgo? De los pasos que hemos estudiado, ¿cuáles realiza usted efectivamente? ¿Cuáles pasos necesita mejorar? Comenten en grupo cómo pueden ser más efectivos en la capacitación de futuros líderes. Esta conversación debería continuar hasta que tengan un plan para el desarrollo de líderes en su contexto ministerial.
Nuestros Discípulos Deben Producir Otros Discípulos
Jesús les dijo a sus discípulos, “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto…”[15] Jesús capacitó a sus discípulos para producir más discípulos.
► Lea Mateo 13:31-32
La parábola de Jesús sobre la semilla de mostaza enseñó que el reino de Dios crecería hasta exceder en gran medida su tamaño original. Así como una pequeña semilla de mostaza podía crecer y convertirse en un árbol que excedía el tamaño esperado, la iglesia habría de crecer mucho más de lo que cualquiera hubiese esperado. En el Antiguo Testamento, la imagen de aves anidando en un árbol representaba un gran reino que incluía a muchas naciones.[16] Jesús prometió que al multiplicarse el número de los discípulos, la iglesia crecería fuera de toda proporción con respecto a su tamaño original y alcanzaría a todas las naciones.
El Dr. Robert Coleman escribió que la evaluación definitiva de nuestro ministerio radica en la reproducción. “Es aquí donde finalmente debemos evaluar cómo nuestra vida se está multiplicando. Las personas que providencialmente nos han sido encomendadas, ¿están captando la visión de la Gran Comisión e impartiéndola a su vez a siervos fieles que han de enseñar a otros también? Pronto llegará el tiempo cuando nuestro ministerio estará en sus manos.”[17]
[1] Tomado de Robert Coleman, El Plan Maestro de la Evangelización (Medley: Unilit, 1998).
[17] Robert E. Coleman, “The Jesus Way to Win the World: Living the Great Commission Every Day” (La Manera de Jesús de Ganar al Mundo: Viviendo la Gran Comisión Cada Día) Evangelical Theological Society, 2003.
[18]La responsabilidad sin autoridad les resta efectividad a las personas a las que usted está capacitando.
Aplicación: El Valor de un Equipo de Ministerio
El ejemplo de Jesús demuestra la importancia de los equipos en el ministerio. El ministerio en equipo requiere capacitar a los colaboradores más jóvenes y construir relaciones con otros pastores. Fuimos creados para vivir en relación con otras personas. ¿Por qué son tan importantes los equipos?
Los equipos proporcionan equilibrio
Jesús escogió personas de muchos trasfondos diferentes. Pedro y Juan tenían una rivalidad constante. Mateo trabajaba para Roma, mientras que Simón el Zelote quería expulsar a los romanos de Judea. Estos hombres eran opuestos. Al escoger sus discípulos, Jesús eligió a un grupo muy diverso de personas.
A menudo vemos las dificultades de tener en un equipo personas tan diferentes entre sí. No obstante, no debemos ignorar los beneficios que aporta esta variedad de personalidades. Un apóstol como Pedro era impulsivo y propenso a hacer grandes proclamaciones. Apóstoles más cautelosos como Tomás y Andrés proveían un balance para la impulsividad de Pedro. La iglesia primitiva se benefició al tener personalidades diferentes en el liderazgo.
Los líderes sabios incluyen en sus equipos personas de distintos trasfondos. Un equipo fuerte aporta una variedad de fortalezas al liderazgo de la iglesia. Un miembro del equipo puede tener un mejor manejo de los asuntos financieros; otro puede ser excelente para las relaciones interpersonales; otro puede aportar un profundo conocimiento bíblico. Al trabajar todos en conjunto proveen un liderazgo equilibrado para la iglesia.
Los equipos proveen consejo sabio
Al capacitar a sus discípulos, Jesús sabía que estaba colocando los cimientos de la iglesia. Después de Pentecostés, la iglesia tendría que enfrentar muchas decisiones difíciles. Jesús sabía que los discípulos necesitaban unos de otros para tomar las decisiones correctas.
Una de las primeras decisiones que enfrentó la iglesia fue, “¿Cómo pueden integrarse los creyentes gentiles a la iglesia? ¿Debemos exigirles que cumplan todos los aspectos de la ley judía?” Aunque para nosotros esto puede parecer sencillo, fue una decisión difícil. No se trataba de un asunto de preferencia personal; las leyes sobre los alimentos y la circuncisión estaban basadas en el Antiguo Testamento. Esta decisión tenía implicaciones a largo plazo. Hoy en día, a usted y a mí nos afecta esa decisión. Si el Concilio de Jerusalén hubiera decidido algo diferente, los creyentes no judíos de nuestros días estarían obligados a observar las leyes judías.
Hechos 15 revela cómo la iglesia primitiva resolvió este asunto tan importante. Después de escuchar diferentes puntos de vista, llegaron a una decisión. En su carta a la iglesia gentil, los apóstoles usaron una hermosa frase para introducir la decisión, “Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros…”[1] El Espíritu dirigió la toma de esta decisión al reunir a los líderes de la iglesia, permitiéndoles compartir sus puntos de vista, y luego guió al grupo a la decisión correcta.
El autor de Proverbios enfatiza el valor de contar con múltiples puntos de vista al tomar una decisión.
El camino del necio es derecho en su opinión; mas el que obedece al consejo es sabio.[2]
Porque con ingenio harás la guerra, y en la multitud de consejeros está la victoria.[4]
Este es un principio importante para los líderes de las iglesias. Proverbios dice que si usted no está dispuesto a escuchar a otros, no es sabio. El necio siempre piensa que está en lo correcto, pero una persona sabia siempre está dispuesta a escuchar a otros.
Si el propósito de un equipo es dar consejos sabios, necesitamos personas que piensen diferente a nosotros. Debemos asegurar que al escoger un equipo de ministerio no busquemos copias de nosotros mismos. No necesitamos personas que siempre nos digan “sí.”
Los equipos brindan ánimo
Eclesiastés describe el beneficio de contar con un equipo. “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.”[5]
Cuando la iglesia enfrentó oposición, los apóstoles se animaron unos a otros. Lucas usó la palabra “unánimes” para describir el apoyo mutuo entre los miembros de la iglesia primitiva.
El gran misionero Hudson Taylor ilustra este principio. Taylor fue a China con una gran pasión por el ministerio, pero pronto se desanimó. Algunos de sus ofrendantes dejaron de enviar apoyo financiero. Varios misioneros ya establecidos lo criticaron. Incluso el gobierno británico se opuso a su trabajo. Su prometida le escribió desde Inglaterra para decirle que no estaba segura si debía casarse con un misionero. Taylor estaba desanimado y listo para regresar a su país.
Durante ese tiempo, un misionero escocés llamado William Burns pasó siete meses con Hudson Taylor en un viaje evangelístico al interior de China. Los dos hombres viajaron juntos, oraron juntos y predicaron juntos. Durante ese viaje, Taylor recuperó su visión para China. John Pollock escribió, “William Burns salvó a Hudson Taylor de sí mismo.”
Posteriormente, Hudson Taylor estableció la Misión al Interior de China y es conocido como uno de los más grandes misioneros de la era moderna; William Burns es casi desconocido. Sin embargo, William Burns merece parte del crédito por los miles de convertidos que conocieron a Cristo a través de la Misión al Interior de China. Burns animó a Hudson Taylor en un momento crucial. Los equipos brindan ánimo.
Los equipos fomentan la responsabilidad mutua
Cada uno de nosotros tienemos puntos ciegos. Traemos al ministerio debilidades que provienen de nuestro trasfondo familiar, de nuestra vida antes de ser cristianos y de nuestra personalidad. Esas cosas afectan nuestro ministerio.
No podemos ver los puntos ciegos en nosotros mismos, pero otros miembros del equipo pueden advertirnos de estas áreas que podrían destruir nuestro ministerio. El autor de Hebreos exhortó a los cristianos a “estimularnos al amor y a las buenas obras.”[6] El término estimular conlleva la idea de punzar o dar un empujón a alguien. En ocasiones, eso es desagradable. A nadie le gusta que lo puncen o lo presionen, pero la responsabilidad mutua y la rendición de cuentas son muy valiosas. Todo líder cristiano necesita al menos una persona que le diga, “Esta decisión no es sabia. Deberías reconsiderar.”
Desde los monasterios de la Edad Media y las reuniones de los hermanos Wesley hasta grupos modernos como Cumplidores de Promesas, los líderes cristianos tienen una larga tradición de responsabilidad mutua y rendición de cuentas. Muchos líderes de iglesias en la actualidad se benefician de reuniones semanales de acompañamiento y rendición de cuentas. Esto se puede hacer uno a uno, o en grupos pequeños, e incluso por teléfono. Esta responsabilidad mutua nos advierte del peligro espiritual antes de que nos arrastre demasiado lejos.
Esta responsabilidad mutua requiere completa honestidad por parte de cada líder y absoluta confidencialidad entre todos los participantes. Hay muchos ejemplos de preguntas que se pueden usar para fomentar la responsabilidad mutua. Una lista incluye las siguientes preguntas:[7]
Esta semana, ¿has pasado tiempo con Dios de forma constante?
Esta semana, ¿has comprometido de algún modo tu integridad?
Esta semana, ¿tus pensamientos han sido puros?
Esta semana, ¿has cometido algún pecado sexual?
Esta semana, ¿qué cosa significativa has hecho por tu esposa?
Esta semana, ¿has compartido tu fe con alguna persona no creyente?
¿Has sido honesto al responder cada una de estas preguntas?
La responsabilidad mutua en un equipo es importante en tiempos de tentación. En una carta dirigida a un joven pastor, Pablo dio consejos sobre cómo construir un ministerio duradero. Pablo le advirtió a Timoteo, “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.”[8] Pablo sabía que la vida espiritual de Timoteo se beneficiaría al compartir con otros seguidores de Jesús que “de corazón limpio invocan al Señor.”
► Si usted es parte de un equipo ministerial, comparta algunos de los beneficios que ha recibido gracias a su equipo. ¿Cuáles son algunos de los desafíos de ser parte de un equipo?
Trabajando con un equipo
Jesús moldeó un grupo compuesto por personalidades muy diferentes y lo convirtió en un equipo unificado. Jesús tomó sus diferencias y creó un equipo capaz de dirigir la iglesia. La iglesia necesitaba el liderazgo decidido de Pedro, y necesitaba el espíritu apacible de Felipe. Uno de los grandes desafíos de un líder es moldear un grupo de seguidores y convertirlo en un equipo.
Ajith Fernando, líder de una iglesia en Sri Lanka, entiende bien los desafíos de construir un equipo. Él escribe:
«Quizás la tragedia con la iglesia evangélica es que muy a menudo los sentimientos superan a la teología al determinar la forma como decidimos y actuamos. El cristiano bíblico dice, “Sin importar mis sentimientos hacia esta persona, voy a aceptarla porque es lo que Dios quiere que haga. Le pediré a Dios que me dé la gracia para trabajar con ella en armonía.” Nuestra teología dice que el esfuerzo para trabajar con esa persona tendrá éxito, aun cuando nuestros sentimientos nos den otro mensaje. Nuestra teología nos lleva a trabajar duro en esa relación. Nos lleva a orar por la persona y por nuestra relación con ella. Nos reunimos regularmente con ella. Procuramos mostrarle amor cristiano y hacer todo lo que podamos por su bienestar personal. Desarrollamos sueños sobre lo que esa persona podría lograr a través del equipo.”»[9]
1 Corintios enseña que en el cuerpo de Cristo, no tenemos el derecho de rechazar a las personas simplemente porque no nos agradan. Si usted pastorea una iglesia, puede ser que tenga miembros que no le agradan. Como líder cristiano, usted debe decir, “Sin importar mis sentimientos personales, voy a aceptar a esa persona porque Dios la ha puesto bajo mi cuidado. Voy a pedirle a Dios la gracia para trabajar con ella, y le pediré a Dios que la bendiga y que prospere su ministerio.”
En una ocasión le pregunté a un futuro pastor, “¿Por qué quiere usted ser pastor?” Este joven me dijo, “En el aeropuerto, vi a una persona que llevaba la maleta de su pastor. ¡Quiero que alguien lleve mi maleta!”
¡La perspectiva de Jesús era muy diferente! Mi amigo quería ser servido; Jesús quería servir. “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”[1] Jesús nos demuestra que el verdadero liderazgo involucra servicio. Jesús se humilló a sí mismo, “tomando forma de siervo.”[2]
► Lea Juan 13:1-20
Hay muchos pasajes en los Evangelios en los que podemos estudiar el modelo de liderazgo de servicio de Jesús, pero uno de los ejemplos más poderosos es el relato de Jesús lavando los pies de los discípulos. En esta escena, Jesús demuestra lo que significa ser un siervo.
Algunas iglesias realizan un servicio de “lavado de pies” para representar esta acción de Jesús en la Última Cena. Este puede ser un servicio hermoso, pero podría ser más poderoso comprender que Jesús no efectuó una ceremonia especial. Él simplemente hizo un trabajo que se tenía que hacer.
A causa del polvo en las calles de Jerusalén, era la costumbre que un sirviente lavara los pies de los invitados a una cena formal. Esta era una tarea humilde asignada al sirviente de menor rango. Cuando Jesús celebró la Pascua con sus discípulos, no había un sirviente en la habitación. Ninguno de los discípulos se habría ofrecido a realizar esta tarea; ellos esperaban obtener altos puestos en el reino de Jesús. Jesús se arrodilló y empezó a hacer el trabajo del sirviente más bajo.
Esta escena refleja la forma como Jesús entendía el liderazgo. Otros buscan el liderazgo por posición y poder. Su objetivo es llegar a la cima de una organización. Jesús ya estaba en la cima; él era el Maestro de los discípulos. No obstante, asumió la posición más baja y lo hizo voluntariamente.
Esto es lo que significa ser un líder semejante a Jesús. Un líder semejante a Jesús asume tareas que nadie quiere realizar. Un líder semejante a Jesús inspira a otros no por su habilidad para dar órdenes, sino por su ejemplo de humildad y servicio.
Alguien dijo en una ocasión, “La prueba de un espíritu de servicio es ‘¿Cómo actúo cuando soy tratado como un siervo? ’” Un líder que sigue el ejemplo de Jesús no se ofende al ser tratado como un siervo. A lo largo de toda su vida, Jesús fue tratado como un siervo, pero se negó a reaccionar con enojo. No olvide que Jesús lavó los pies de Judas junto con los de los demás discípulos. Jesús lavó humildemente los pies del hombre que ya había decidido traicionarlo.
Cuando terminó de lavar los pies de los discípulos, Jesús les dijo a estos hombres que buscaban asegurar una posición, “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.”[3] Treinta años después, Simón Pedro pudo haber recordado la humildad de Jesús cuando escribió, “Todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad.”[4] Así como Jesús se ciñó la toalla para servir a los discípulos, debemos vestirnos de humildad para servir a los demás.
Como líderes cristianos, podemos ser tentados a buscar posición en lugar de oportunidades para servir. Jesús demostró que el liderazgo cristiano es servicio.
[5]“La mesa principal ha reemplazado la toalla y el lebrillo como símbolos de liderazgo entre el pueblo de Dios… Es tiempo de traer de vuelta la toalla.”
- C. Gene Wilkes
Conclusión: La Importancia de Capacitar a Otros Obreros Cristianos
Al final de su vida, su impacto como mentor de otros obreros cristianos podría ser el mayor legado de su ministerio. Si usted capacita sólo a doce obreros cristianos durante su ministerio, su impacto será multiplicado a través de esos doce, más los obreros que ellos a su vez capaciten.
Lamentablemente, aunque la mayoría de los líderes cristianos reconocen la importancia de capacitar a otros, pocos líderes invierten el tiempo que se requiere para hacerlo. ¿Por qué relegamos este aspecto del ministerio?
Una razón es el costo de la capacitación. Capacitar a otros requiere tiempo valioso. A veces pensamos que el tiempo dedicado a capacitar a otros sería mejor invertido en ministrar a grupos grandes.
Otra razón es la decepción que acompaña a la capacitación. Suena muy glamoroso decir, “Estoy capacitando a la próxima generación de líderes.” La realidad a menudo es menos emocionante.
Muchas veces, Jesús debió haber sentido decepción por el lento progreso de sus discípulos. Después de tres años con Jesús, Felipe le dijo, “Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.”[1] Pocas semanas después de que Jesús alimentó a los cinco mil, los discípulos se enfrentaron a una multitud de cuatro mil personas. Preguntaron, “¿De dónde podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto?”[2]
El apóstol Pablo experimentó la misma decepción. Juan Marcos los abandonó durante el primer viaje misionero.[3] Después de varios meses de capacitar a Demas, Pablo escribió desde una celda solitaria en una prisión, “Demas me ha desamparado, amando este mundo.”[4]
La capacitación tiene un alto costo y puede ser decepcionante, pero es una parte importante del trabajo de un líder. Cada líder cristiano maduro debería estar capacitando a los futuros líderes. Al mismo tiempo, cada líder cristiano necesita un mentor que le brinde apoyo en tiempos de lucha.
Howard Hendricks dijo que cada hombre necesita tres personas en su vida:
Cada hombre necesita un Pablo, un mentor que lo desafíe a buscar un crecimiento continuo.
Cada hombre necesita un Bernabé, un amigo que lo ame lo suficiente para ser honesto con él sobre sus debilidades.
Cada hombre necesita un Timoteo, una persona más joven para discipular y capacitar para el ministerio.
(1) Anote cuatro ejemplos de cuando los discípulos observaron el ministerio de Jesús. Escriba lo que los discípulos aprendieron al observar a Jesús.
Ejemplo
Pasaje
Lección para los Discípulos
Jesús sana a un joven endemoniado
Mateo 17:14-21
El poder de la fe
(2) Anote el nombre de dos o tres personas a las que usted podría capacitar para un futuro ministerio. Escriba un párrafo breve en el que responda dos preguntas:
¿Cuáles características quiero ver en las personas a las que capacito?
¿Qué quiero ver a Dios hacer en la vida de las personas a las que capacito? (Sea específico.)
Empiece a dar pasos concretos para capacitar a las personas cuyos nombres anotó. Pídale a Dios que le muestre cómo puede prepararlos para futuras oportunidades de ministerio.
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