Mientras apacentaba ovejas en el desierto, Moisés vio una zarza que estaba en llamas, pero no se consumía. Al acercarse a este extraño espectáculo, oyó a Dios que le llamaba: “¡Moisés, Moisés!”. Moisés respondió: “Aquí estoy”. Dios le advirtió: “No te acerques aquí. Quítate las sandalias de los pies, porque el lugar donde estás parado es tierra santa” (Éxodo 3:5).
En la antigüedad, ir descalzo representaba humildad y reverencia. Nadie podía llevar sandalias en presencia del faraón. Moisés estaba en presencia de alguien más grande que el faraón. Estaba en presencia del Dios Todopoderoso. Moisés estaba en tierra santa.
[1]¿Qué tenía de especial el lugar donde se encontraba Moisés? ¿Qué lo hacía santo? ¿Había una valla con un letrero que decía “Tierra santa”? No. ¿Alguien celebró una ceremonia religiosa para marcar el terreno como santo? No.
Este terreno era santo solo porque pertenecía a Dios. Dios separó este pedazo de tierra del resto del desierto y lo declaró santo; Dios “santificó” el terreno. Esto ilustra una lección importante sobre la santidad. Esta tierra era santa porque Dios la había apartado. Lo que es santo ha sido apartado, separado, por Dios.
Años más tarde, Dios se encontró con Moisés en el monte Sinaí. Una vez más, Dios apartó un pedazo de tierra como santo. Moisés dijo al pueblo que se mantuviera alejado del monte. No podían subir al monte ni tocar ningún lugar a su alrededor porque era santo. La presencia de Dios en el monte era tan poderosa que Moisés advirtió al pueblo que cualquiera que tocara el monte moriría (Éxodo 19:12). La montaña pertenecía a Dios. Moisés estaba en tierra santa.
“Dios Todopoderoso,
tú nos has creado para ti,
y nuestros corazones están inquietos hasta que
que encuentren descanso en ti.
Concédenos pureza de corazón y firmeza de propósito, para que ninguna
pasión egoísta nos impida conocer tu voluntad, ni ninguna
debilidad nos impida cumplirla”.
- Agustín de Hipona
La santidad es separación
La santidad es un atributo de Dios. En las Escrituras, la palabra santo se refiere a Dios o a algo que pertenece a Dios. En la historia de Moisés y la zarza ardiente, la tierra era santa solo porque pertenecía a Dios. Ser santo significa estar apartado para Dios. Muchos ejemplos del Pentateuco muestran que las cosas santas están separadas de lo común u ordinario.
Un día santo
La primera vez que aparece la palabra santo en la Biblia, no se refiere a una persona, sino a un día. Al final de los seis días de la creación, Dios apartó el séptimo día de los otros seis.
Dios bendijo el séptimo día y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que Él había creado y hecho (Génesis 2:3).
El séptimo día era santo porque estaba apartado para Dios; ya no era común. Isaías dijo que el sabbat estaba apartado de todos los demás días. Este día no era para que las personas siguieran sus propios caminos o hicieran lo que les placía; pertenecía a Dios (Isaías 58:13). El sabbat fue apartado por Dios para la adoración.
La fidelidad de Israel al sabbat demostraba su fidelidad a Dios. El Dios que apartó el sabbat apartó a Israel.
El Señor habló a Moisés y le dijo: “Habla, pues, tú a los israelitas y diles: ‘De cierto guardarán Mis días de reposo, porque esto es una señal entre Yo y ustedes por todas sus generaciones, a fin de que sepan que Yo soy el Señor que los santifico’”. (Éxodo 31:12-13).
Ser santo es estar separado por Dios y para Dios. Dios santificó el sabbat; Dios santifica a su pueblo.
Objetos sagrados
Un pedazo de tierra que se apartaba del resto era santo; pertenecía a Dios. Un día que se apartaba del resto era santo; pertenecía a Dios. Todo lo que se apartaba para Dios era santo.
Las vestiduras que llevaban los sacerdotes eran sagradas (Éxodo 28:2). Estaban confeccionadas según instrucciones especiales de Dios y le pertenecían. Las ofrendas que el pueblo llevaba al Tabernáculo eran sagradas; estaban apartadas para Dios (Éxodo 28:38). Los sacerdotes utilizaban un aceite especial en el culto. Dios ordenó: “Este será aceite de santa unción para Mí por todas sus generaciones” (Éxodo 30:31). Nadie más podía usar este aceite; estaba reservado para el uso de Dios.
Para proveer al Tabernáculo, Dios exigía a cada persona de Israel que pagara un impuesto llamado el siclo del santuario.[1] Este dinero no se utilizaba para uso común. Muchos eruditos creen que se trataba de una moneda completamente diferente al siclo normal. Era santa; pertenecía a Dios.
El mobiliario del Tabernáculo eran sagrados. Dios ordenó a Moisés que separara estos muebles de todos los demás materiales. “Los consagrarás y serán santísimos; todo aquello que los toque será santificado” (Éxodo 30:29).
Israel entendía que había tres posibles estados para cualquier objeto (Levítico 10:10). Los objetos eran:
1. Inmundos. Los objetos inmundos estaban prohibidos para el pueblo de Dios.
2. Limpio y profano.[2] Los objetos limpios estaban permitidos para uso común.
3. Santos. Los objetos santos habían sido apartados para uso de Dios. Solo se utilizaban para servir a Dios.
Antes de que Israel entrara en Canaán, Dios dio instrucciones para plantar árboles (Levítico 19:23-25):
1. Durante los tres primeros años, estaba prohibido comer los frutos. Durante esos años, los frutos eran ceremonialmente inmundos.
2. Los frutos del cuarto año se reservaban para uso de Dios, como ofrenda de alabanza al Señor. Eran santos, el pueblo no podía tomarlos para sí.
3. A partir del quinto año, se les permitía comer los frutos. El árbol ya era limpio y podía utilizarse para uso común.
Lugares santos
El Tabernáculo era santo porque estaba apartado para Dios. Todo lo que había en el Tabernáculo estaba separado para uso de Dios. El lugar donde Dios se reunía con el sumo sacerdote se llamaba el Lugar Santísimo.
Más tarde, el Templo de Jerusalén era santo porque estaba apartado para el servicio de Dios. El Templo era santo solo porque pertenecía a Dios. Debido al pecado de Israel, Ezequiel tuvo una visión de la gloria de Dios abandonando el Templo (Ezequiel 10).
Después de que la gloria de Dios se fue, el Templo ya no era santo. En el año 63 a. C., el general romano Pompeyo entró en el Lugar Santísimo y vio que estaba vacío. Como Dios ya no vivía allí, el Templo ya no era santo.
Una tribu santa
La tribu de Leví fue apartada para Dios. La noche antes de que Israel saliera de Egipto, todos los primogénitos de las familias egipcias fueron asesinados. Los primogénitos de Israel se salvaron porque obedecieron la orden de Dios de rociar la sangre de un cordero sobre la puerta de cada casa.
Israel recordaba la liberación de Egipto de dos maneras. En primer lugar, todas las familias judías celebraban cada año la Cena de Pascua. Esta comida celebraba la liberación de Israel de Egipto.
La segunda forma en que Israel recordaba la liberación de Egipto era aún más dramática. Para recordar a Israel que había liberado a sus primogénitos, Dios ordenó:
Conságrame todo primogénito. El primer nacido de toda matriz entre los israelitas, tanto de hombre como de animal, me pertenece (Éxodo 13:2).
La palabra consagrar proviene del hebreo y se traduce como “santificar” o “apartar”. El primogénito de cada familia pertenecía a Dios. Dios eligió a la tribu de Leví para representar a los primogénitos de todo Israel. Esta tribu servía en lugar de toda la nación.
Yo he tomado a los levitas de entre los israelitas en lugar de todos los primogénitos, los que abren el seno materno de entre los israelitas. Los levitas, pues, serán Míos. Porque Mío es todo primogénito; el día en que herí a todos los primogénitos en la tierra de Egipto, consagré para Mí a todos los primogénitos en Israel, desde el hombre hasta el animal. Míos serán; Yo soy el Señor (Números 3:12-13).
En Éxodo 29, Dios prescribió la ceremonia para consagrar a los sacerdotes. El concepto de santidad se utiliza diez veces en este capítulo. Los levitas fueron consagrados en lugar de los primogénitos; la tribu pertenecía por completo a Dios.
► ¿Por qué era importante para Dios enfatizar el mensaje de separación para Israel? ¿Por qué Pablo enfatizó este mensaje para las iglesias de Corinto (2 Corintios 6:14-7:1) y Tesalónica (1 Tesalonicenses 4-5)? ¿Por qué es importante este mensaje hoy en día?
Estos ejemplos muestran que ser santo es estar apartado para Dios. Esto nos ayuda a comprender el significado de una vida santa hoy en día. Una persona santa pertenece por completo a Dios. Está apartada para los propósitos de Dios. Ser santo es estar separado del pecado y estar apartado para Dios.
[2]La mayoría de traducciones al español utilizan la palabra “profano” para referirse a los objetos “comunes” (NTV). Esta palabra no significa “pecaminoso”. Simplemente significan que el objeto no estaba “apartado” para uso sagrado.
Ser santo es estar separado del pecado
Porque Dios es santo, su pueblo debe ser santo. El hombre pecador no puede tener relación con un Dios santo. Las personas santas se apartan de todo lo que desagrada a Dios.
Un Dios santo odia el pecado
(1) Dios demostró su santidad en el diluvio.
El mundo creado por Dios era muy bueno, pero el pecado corrompió esta creación. Cuando Dios miró al hombre, vio la maldad en su corazón.
El Señor vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda intención de los pensamientos de su corazón era solo hacer siempre el mal. Y al Señor le pesó haber hecho al hombre en la tierra, y sintió tristeza en Su corazón (Génesis 6:5-6).
Noé y su familia se salvaron porque Noé vivió una vida santa. “Noé era un hombre justo, perfecto entre sus contemporáneos. Noé siempre andaba con Dios” (Génesis 6:9). Se mantuvo alejado del pecado.
(2) Dios demostró su santidad en su juicio sobre Nadab y Abiú.
Los hijos mayores de Aarón fueron apartados para el servicio de Dios. Cuando violaron la santidad del Tabernáculo, salió fuego de delante del Señor y los consumió, y murieron delante del Señor (Levítico 10:2). Levítico no registra los detalles del pecado de Nadab y Abiú, pero Dios dijo: “Como santo seré tratado por los que se acercan a Mí, y en presencia de todo el pueblo seré honrado” (Levítico 10:3). Los sacerdotes de Dios deben tratar su tabernáculo como santo. Nadab y Abiú pensaron que podían tratar lo santo de la misma manera que lo común.
(3) Dios demostró su santidad en su juicio sobre Moisés y Aarón.
Moisés y Aarón fueron excluidos de la Tierra Prometida porque no trataron a Dios como santo ante los ojos del pueblo de Israel (Números 20:12). Después de que Dios le ordenó a Moisés que hablara a la roca para que brotara agua, Moisés golpeó la roca. Dios juzgó a Moisés porque no lo honró delante del pueblo.
Debido a que Dios es santo, no puede ignorar el pecado. Diez veces en el Pentateuco, el pecado es llamado “abominable al Señor”, algo que Dios odia. Un Dios santo odia el pecado.
El pueblo santo odia el pecado
Dios es un Dios de santidad y un Dios de amor. El pecado del hombre creó un problema. ¿Cómo podía un Dios santo seguir construyendo una relación con el hombre pecador? ¿Cómo podía Dios mostrar su amor al hombre y ser fiel a su santidad al mismo tiempo?
Dios dio su Ley para ayudar a su pueblo a vivir como un pueblo santo. La Ley no fue dada para hacernos la vida difícil, sino para ayudarnos a vivir en una relación correcta con Dios. La Ley dio al pueblo de Dios un modelo de separación del pecado. Las personas santas odiarán el pecado, al igual que un Dios santo odia el pecado.
[1]Los escritores del Nuevo Testamento enseñaron que la separación para Dios requiere la separación del pecado. Santiago preguntó: “¿No saben ustedes que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4:4). No se puede ser amigo de Dios y del pecado. No se puede caminar con Dios y pecar al mismo tiempo. Una vida santa requiere la separación del pecado.
Pablo escribió a personas que pensaban que la gracia de Dios les permitía continuar en el pecado deliberado. Ellos preguntaban: “¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia?” (Romanos 6:15). La respuesta de Pablo fue enfática. “¡De ningún modo! ¿ No saben ustedes que cuando se presentan como esclavos a alguien para obedecerle, son esclavos de aquel a quien obedecen?”. Solo hay dos opciones (Romanos 6:16):
1. Si se presentan al pecado, el fin es la muerte.
2. Si se presentan a Dios, el fin es la justicia.
No pueden presentarse al pecado y a Dios. Los cristianos han sido liberados del pecado y se han convertido en esclavos de la justicia (Romanos 6:18). Como hijos de Dios, debemos separarnos del pecado.
Pablo lo expresó en términos prácticos que muestran nuestra responsabilidad de evitar el pecado deliberado. “Porque de la manera que ustedes presentaron sus miembros como esclavos a la impureza y a la iniquidad, para iniquidad, así ahora presenten sus miembros como esclavos a la justicia, para santificación” (Romanos 6:19).
Es imposible mantener una amistad con el pecado mientras se vive para Dios. La separación para Dios requiere la separación del pecado. No podemos mantener una relación con Dios y con el pecado al mismo tiempo. Después de que Adán y Eva pecaron, se escondieron de la presencia del Señor Dios entre los árboles del jardín (Génesis 3:8). La unión con el pecado causó la separación de Dios.
La salvación no nos libera para vivir en pecado. La salvación nos libera del pecado para que podamos ser santos. El objetivo de la salvación es llevar al pueblo de Dios a la santidad. El objetivo de Dios es liberarnos del pecado y apartarnos para tener una relación con él.[2]
Chih-ming estaba viajando por una montaña en Taiwán. Junto a la carretera había un acantilado que caía hacia un río muy por debajo. ¿Crees que Chih-ming le pidió al conductor del autobús que le mostrara que tan cerca podía conducir del precipicio? ¡No! Chih-ming quería mantenerse lo más lejos posible del borde. De la misma manera, una persona santa se mantiene alejada del pecado. En todos los ámbitos de la vida, una persona santa evita un estilo de vida pecaminoso. Una persona santa se mantiene lo más lejos posible del pecado y lo más cerca posible de Dios.
El apóstol Pedro lo expresó así: “Ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios”. ¿Cómo viviremos así? Viviendo una vida santa. “absténgan[se] de las pasiones carnales que combaten contra el alma. Mantengan entre los gentiles una conducta irreprochable” (1 Pedro 2:9-12). La vida santa del pueblo de Dios es una marca de pertenencia. Las personas santas se mantienen alejadas del pecado porque son un pueblo adquirido para posesión de Dios, un pueblo que le pertenece a Dios. Una persona santa quiere pertenecer completamente a Dios.
Pablo recordó a la gente de Corinto que los injustos no heredarán el reino de Dios. Él enumera algunos de los que serán excluidos: “Ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios”. Luego les recuerda: “Y esto eran algunos de ustedes”. Los cristianos de Corinto habían crecido en un entorno perverso y habían practicado estos pecados.
Pero Pablo se niega a dejar a los cristianos en ese estado. No dice: “Ahora son cristianos que practican la inmoralidad, la idolatría, el adulterio, la homosexualidad, el robo, la avaricia y la embriaguez”. En cambio, Pablo dice: “Pero fueron lavados, pero fueron santificados, pero fueron justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios” (1 Corintios 6:9-11).
Pablo se regocija: “¡Ya no son lo que eran! Ya no están sujetos a esos pecados. Han sido separados del pecado y ahora pertenecen a Dios”. Ser santo es estar separado del pecado para poder estar apartado para Dios.
[1]“Jesús murió, no para reconciliar a los hombres con el pecado, sino para liberarlos del pecado”. - R. E. Howard
[2]John N. Oswalt, Called to Be Holy: A Biblical Perspective (Nappanee: Evangel Publishing House, 1999), 33
Ser santo es estar apartado para Dios
Uzías fue un buen rey que hizo lo recto ante los ojos del Señor. Se dedicó a buscar a Dios, y Dios lo ayudó contra los filisteos (2 Crónicas 26:4-7). Uzías prosperó políticamente. Expandió el territorio de Judá y recuperó tierras que se habían perdido durante el reinado de reyes débiles. “Su fama se divulgó hasta la frontera de Egipto, pues llegó a ser muy poderoso” (2 Crónicas 26:8).
Uzías fue un rey fuerte, pero su historia tiene un final triste. “Pero cuando llegó a ser fuerte, su corazón se hizo tan orgulloso que obró corruptamente, y fue infiel al Señor su Dios” (2 Crónicas 26:16).
¿Qué provocó el juicio de Dios sobre Uzías? El rey entró en el templo para ofrecer incienso en el altar. Violó la separación entre lo profano y lo santo. Como resultado, Uzías “quedó leproso hasta el día de su muerte, y habitó en una casa separada, ya que era leproso, porque fue excluido de la casa del Señor” (2 Crónicas 26:21).
El rey Uzías no mató, ni robó, ni cometió adulterio. No adoró ídolos ni consultó a brujas. Uzías pecó al violar las leyes de separación de Dios. En su orgullo, Uzías tocó el altar santo. Se enorgulleció y fue infiel al Señor su Dios.
En su orgullo, el rey Uzías violó la santidad del Templo. La Ley enseñaba al pueblo de Dios que debía separarse del pecado para poder vivir en relación con Dios. Una vida santa está separada para Dios.
Los libros históricos dan muchos ejemplos de personas y objetos que fueron separados para Dios. Al igual que hizo con la zarza ardiente, Dios apartó un pedazo de tierra como santo. “Entonces el capitán del ejército del Señor dijo a Josué: ‘Quítate las sandalias de tus pies, porque el lugar donde estás es santo’” (Josué 5:15).
Cuando Israel atacó Jericó, Dios les ordenó que la destruyeran ya que estaba “dedicada al anatema, ella y todo lo que hay en ella pertenece al Señor.... [Pero] toda la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro, están consagrados al Señor. Entrarán en el tesoro del Señor” (Josué 6:17, 19). En Jericó, estos objetos no eran sagrados; solo se convirtieron en santos cuando Dios los reclamó para sí mismo.
David ordenó a los levitas: “Santifíquense, tanto ustedes como sus parientes, para que suban el arca del Señor, Dios de Israel, al lugar que le he preparado” (1 Crónicas 15:12). Antes de llevar el arca de vuelta a Jerusalén, los levitas se apartaron para los propósitos de Dios.
La separación del pecado no es la meta final de las personas santas. Israel fue separado de las naciones pecadoras que lo rodeaban para poder ser apartado para Dios como su especial tesoro (Levítico 20:26; Éxodo 19:5). En la dedicación del templo, Salomón oró: “Pues Tú los has separado de entre todos los pueblos de la tierra como Tu heredad, como lo dijiste por medio de Tu siervo Moisés, cuando sacaste a nuestros padres de Egipto, oh Señor Dios” (1 Reyes 8:53). Dios separó a Israel de todas las demás naciones para que pudiera pertenecerle. Israel tuvo el honor de ser la heredad de Dios.
Advirtiendo a los corintios contra las asociaciones con los incrédulos, Pablo citó a Isaías: “Por tanto, salgan de en medio de ellos y apártense, dice el Señor; Y no toquen lo inmundo...” (2 Corintios 6:17).
El mensaje de separación es negativo. Sin embargo, el versículo continúa con una hermosa promesa. Estamos separados del pecado para poder estar separados para Dios. Pablo continúa con una promesa: “... Y Yo los recibiré. Yo seré un padre para ustedes, y ustedes serán para Mí hijos e hijas. Dice el Señor Todopoderoso” (2 Corintios 6:17-18).
La separación de todo lo que es inmundo no nos priva de la alegría. Al contrario, estamos separados del pecado para poder tener la alegría de caminar con Dios. Los cristianos debemos estar separados del pecado para poder pertenecer plenamente a Dios. Las personas santas se mantienen alegremente alejadas del pecado porque saben que la separación del pecado les permite caminar en una relación íntima con su Padre celestial.
Este principio se puede ver en las leyes sobre la comida y la vestimenta. ¿Por qué dijo Dios: “No coman ciertos alimentos” o “No se vistan con ciertos tipos de tela”? Estas leyes eran lecciones prácticas para enseñar a Israel que debía estar separada para Dios. Estas leyes marcaban a Israel como una nación que pertenecía a Dios. Dios le dijo a Israel: “Ya que eres precioso a Mis ojos, digno de honra, y Yo te amo” (Isaías 43:4). ¡Qué hermosa imagen! Israel no fue apartado para Dios como castigo, sino que fue apartado para ser honrado y amado. Era el tesoro más especial de Dios entre todos los pueblos (Éxodo 19:5).
Esta idea se ilustra en el Tabernáculo. Los que estaban ritualmente impuros permanecían fuera del campamento. Los que estaban ritualmente puros estaban dentro del campamento. En medio del campamento, los sacerdotes ofrecían sacrificios en el Tabernáculo. Solo el sumo sacerdote entraba en el Lugar Santísimo. Esta disposición servía al pueblo como recordatorio visual de que la separación del pecado nos permite estar separados para Dios. Esto mostraba al pueblo lo que significaba estar cerca de la santa presencia de Dios.
1 = Fuera del campamento (impuro)
2 = Dentro del campamento (puros)
3 = Tabernáculo (sacerdotes)
4 = Lugar Santísimo (Sumo Sacerdote)
Al seguir las leyes de separación, el pueblo aprendió que debemos ser santos en todos los ámbitos de la vida. Dios tiene autoridad sobre toda la vida.
[1]Levítico 17-26 se llama el “Código de Santidad”. El Código de Santidad enseñó a Israel cómo vivir como una nación santa. Desde el más mínimo detalle hasta el principio más importante, estas leyes fueron inspiradas por la santidad de Dios. Mostraron a Israel cómo ser santo en un mundo pecaminoso. Enseñaron a Israel cómo separarse del pecado. Y lo que es más importante, enseñaron que Israel debía separarse para Dios, quien los sacó de la tierra de Egipto (Levítico 19:36).
En Levítico 20, Dios dijo: “Sean ustedes santos, porque Yo, el Señor, soy santo, y los he apartado de los pueblos para que sean Míos” (Levítico 20:26). “Los he apartado de los pueblos”. ¿Por qué? “Para que sean míos”. Esto era la separación para Dios.
La palabra hebrea traducida como “apartado” en Levítico 20:26 se utiliza en Génesis 1:4 cuando Dios dividió o separó la luz de las tinieblas. No se puede mezclar la luz y las tinieblas; son opuestos. Dios exigía una separación completa y total de las naciones pecadoras que rodeaban a Israel.
Dios llamó a su pueblo a separarse completamente del pecado. ¿Por qué? Para que pudieran pertenecerle por completo. Estas leyes muestran que toda la vida pertenece a Dios. Para un pueblo santo, toda la vida está bajo la autoridad de Dios. Ser santo significa estar apartado para Dios en todos los ámbitos. Estamos separados del pecado para poder pertenecer a Dios.
► ¿Qué parece más difícil: estar separado del pecado o estar apatartado para Dios? ¿Por qué?
[1]“Nada en nuestras vidas es un detalle insignificante para Dios”. - Oswald Chambers
La santidad en la práctica: “En el mundo, pero no del mundo”
La separación bíblica da testimonio al mundo
Jesús oró para que sus discípulos estuvieran en el mundo, pero no fueran del mundo. Daniel se negó a contaminarse con la comida del rey ni con el vino que bebía (Daniel 1:8). A lo largo de la historia, el pueblo de Dios se ha mantenido separado de los pecados de su sociedad. Esto ha permitido que el pueblo de Dios sea un testimonio para su mundo.
Israel fue llamado a ser un reino de sacerdotes, una nación santa que guiara a otras naciones a Dios (Éxodo 19:6). Cuando Israel fue fiel a Dios, cumplió esta misión. Rahab dijo: “El terror de ustedes ha caído sobre nosotros... nos acobardamos, no quedando ya valor en hombre alguno por causa de ustedes”. ¿Por qué? ¿Porque Israel era una nación poderosa con un gran ejército? ¡No! Porque “el Señor, el Dios de ustedes, es Dios arriba en los cielos arriba y abajo en la tierra” (Josué 2:9-11). Cuando Israel se separó para Dios, fue un testimonio para todas las naciones.
Vemos este principio en la vida de José. Debido a que José se mantuvo separado de los pecados de Egipto, se convirtió en testigo ante el faraón. ¿Podemos hallar un hombre como este, en quien esté el espíritu de Dios?” (Génesis 41:38). Si José hubiera vivido como los egipcios, nunca se le habría dado la oportunidad de ser testigo ante el faraón.
Jesús oró para que sus seguidores estuvieran en este mundo, pero no fueran de este mundo. Esta frase ha sido a veces malinterpretada por cristianos que quieren vivir una vida cuidadosa y piadosa. Piensan erróneamente que estar en el mundo es un mal necesario que el pueblo de Dios debe soportar en el camino al cielo.
Sin embargo, después de regocijarse de que sus seguidores no fueran del mundo, Jesús oró: “Como Tú me enviaste al mundo, Yo también los he enviado al mundo” (Juan 17:16-18). Jesús oró para que sus seguidores sirvieran eficazmente en el mundo. Jesús oró para que no fuéramos del mundo mientras fuéramos enviados al mundo. Al mantenernos separados del pecado, podemos cumplir nuestro llamado de transformar el mundo. Como hijos de Dios, podemos ser sal y luz para un mundo pecador.
Los apóstoles sabían que una vida santa es un testimonio para el mundo. Pedro llamó a los creyentes a vivir una vida piadosa como testimonio para los incrédulos:
Mantengan entre los gentiles una conducta irreprochable, a fin de que en aquello que les calumnian como malhechores, ellos, por razón de las buenas obras de ustedes, al considerarlas, glorifiquen a Dios en el día de la visitación. (1 Pedro 2:12).
Pablo escribió a Tito, el líder de la iglesia en la isla de Creta. Estos creyentes estaban rodeados de paganos. Pablo le dijo a Tito que los cristianos debían vivir “para que adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador en todo respecto” (Tito 2:10). Si los cristianos vivían una vida santa, su comportamiento adornaría el evangelio. El comportamiento de las personas santas hará que el evangelio sea atractivo en nuestro mundo.
Pablo exhortó a los cristianos de Filipos a llevar una vida piadosa. Debían mantenerse alejados del pecado. Debían ser “irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual ustedes resplandecen como luminares en el mundo” (Filipenses 2:15).
Cuando el pueblo de Dios vive una vida santa, brilla como una luz en el mundo. La vida de los hijos de Dios debe ser un testimonio brillante en un mundo oscuro. La separación del pecado no es un intento legalista de ganar la salvación. La separación del pecado nos permite cumplir el llamado de Jesús de ser la luz del mundo y la sal de la tierra (Mateo 5:13-14). Las manos santas son un testimonio poderoso para nuestro mundo.
Principios de la separación bíblica
Para muchas personas, la separación del mundo es una lista de cosas que se deben y no se deben hacer. A menudo, la separación se define mediante una lista de reglas. Muchas personas definen la separación mediante una lista de ropa que no usan, lugares a los que no van y entretenimientos en los que no participan.
Es cierto que las personas santas no usan ciertas cosas ni van a ciertos lugares. Una persona santa quiere agradar a Dios en todos los aspectos de su vida. Sin embargo, estar separado del pecado y apartado para Dios es más que una lista de reglas.
Un problema de definir la separación solo mediante una lista de reglas es que las reglas cambian con el tiempo, a menudo sin mucha explicación. Una iglesia marca su separación con un conjunto de reglas; otra iglesia marca su separación con otro conjunto de reglas. Un enfoque mejor es definir principios bíblicos que sean verdaderos en todo momento y en todas las culturas.
Como cristianos, nuestro estilo de vida debe reflejar nuestra sumisión a la Palabra de Dios y la guía del Espíritu Santo. Si buscamos ser personas separadas para Dios como un pueblo que le pertenece (1 Pedro 2:9), obedeceremos con disposición las enseñanzas de su Palabra.
Aunque la Biblia no aborda directamente muchos aspectos de la vida moderna, establece principios que nos guían. ¿Cuáles son los principios que deben guiar el estilo de vida de una persona santa?
(1) El principio de la modestia
El principio de la modestia afirma que nuestra vestimenta y nuestro comportamiento deben honrar a Dios y evitar todo lo que es vergonzoso a sus ojos. Nuestra vestimenta y nuestro comportamiento están guiados por nuestro deseo de glorificar a Dios.
A lo largo de toda la Biblia, la desnudez era vergonzosa. Después de pecar, Adán y Eva se avergonzaron porque sabían que estaban desnudos (Génesis 3:7). Así que se hicieron taparrabos. Cuando Dios los encontró en el jardín, les hizo ropas más completas de pieles y los vistió (Génesis 3:21).
A lo largo del resto de las Escrituras, la desnudez es un signo de vergüenza. Los profetas utilizaban la desnudez como símbolo del juicio de Dios (Isaías 20:1-4; Oseas 2:3; Ezequiel 23:29). Como pueblo de Dios, nuestra vestimenta debe mostrar que honramos la norma de modestia de Dios. Debemos avergonzarnos de la desnudez que era un símbolo de vergüenza para los profetas de Dios. Nuestra vestimenta debe ser una vestimenta que represente al pueblo santo y puro de Dios.
La modestia en la Biblia incluía una distinción entre los sexos. Aunque la Biblia no define las prendas específicas que vestían los israelitas, Dios ordenó a su pueblo que mantuviera las distinciones de género en su vestimenta (Deuteronomio 22:5).
El Nuevo Testamento enseña que nuestro adorno debe mostrar que somos el pueblo de Dios. Pablo contrastó dos tipos de adorno:
Que las mujeres se vistan con ropa decorosa, con pudor y modestia, no con peinado ostentoso,[1] no con oro, o perlas, o vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a las mujeres que profesan la piedad (1 Timoteo 2:9-10).
Pablo enseña que lo que vestimos exteriormente debe mostrar la sencillez y la modestia que debemos tener interiormente. Este es el adorno de las buenas obras.
La enseñanza de Pablo muestra la relación entre el adorno exterior y el espíritu interior. En esta sección de la carta de Pablo a Timoteo, él aborda el tema de la oración en la iglesia. Le dice a Timoteo cómo deben orar los cristianos. Aborda las preocupaciones de cada género.
Pablo escribe que los hombres deben orar sin ira ni discordia (1 Timoteo 2:8). No debemos entrar en la presencia de Dios con espíritu de ira. Pablo escribe que las mujeres deben orar con espíritu de modestia y sumisión; esto se refleja incluso en la vestimenta y el adorno. No debemos entrar en la presencia de Dios con orgullo y gloria propia. Las personas santas tienen una modestia que se refleja en todos los ámbitos de la vida.
Pedro estableció la misma relación entre la apariencia externa y el espíritu interior.
Que el adorno de ustedes no sea el externo: peinados ostentosos, joyas de oro o vestidos lujosos, sino que sea lo que procede de lo íntimo del corazón, con el adorno incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios. Porque así también se adornaban en otro tiempo las santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos... (1 Pedro 3:3-5).
Pedro enseña que las personas santas deben preocuparse más por el adorno interior de un espíritu afable y apacible que por el adorno exterior. Las personas santas se preocupan más por ser aprobadas por Dios que por el mundo.
Como cristianos, nuestro entretenimiento debe mostrar que estamos separados para Dios. Pablo nos dice que los cristianos debemos llenar nuestra mente con cosas que nos hagan más semejantes a Cristo.
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto mediten (Filipenses 4:8).
Como personas santas, cada área de la vida está controlada por Dios. Al leer Levítico, vemos que no hay nada demasiado pequeño para merecer la atención de Dios. ¡Todo le importa! Esto no es porque Dios sea un tirano que quiere controlar cada área de la vida. Es porque Dios es un Padre amoroso que se preocupa por cada aspecto de la vida de sus hijos. Nuestro Padre celestial no quiere que sus hijos vistan ropa que deshonre el cuerpo que Él creó con amor. Nuestro Padre celestial no quiere que sus hijos llenen sus mentes con entretenimiento que produzcan pensamientos pecaminosos y vergonzosos. Somos un pueblo que le pertenece, y Él se preocupa por cada aspecto de nuestras vidas.
► Aplica el principio de la modestia en tu cultura. ¿Qué áreas (tanto en el vestir como en el estilo de vida) son un desafío para mantener la modestia en tu mundo?
(2) El principio de la mayordomía
El principio de la mayordomía afirma que todo lo que tenemos pertenece a Dios. Como hijos de Dios, usaremos nuestro dinero y nuestros recursos de una manera que le honre.
En el siglo XVIII, algunos cristianos seguían un estricto código de vestimenta. Rechazaban cualquier adorno en la ropa. No llevaban botones brillantes en la ropa; los hombres no llevaban corbatas; vestían ropa hecha únicamente de tela gris. Parecían muy modestos.
Sin embargo, John Wesley predicó un sermón sobre la vestimenta en el que se quejaba de que esta apariencia de modestia era solo externa. Aunque la ropa parecía sencilla, algunos cristianos ignoraban el principio de la mayordomía. Viajaban de Londres a París para comprar los materiales más caros para su ropa. Sí, solo compraban tela gris, pero compraban tela cara para presumir de su riqueza. Eran modestos, pero no eran buenos administradores del dinero de Dios.[2]
Wesley insistía en que separarse del mundo significaba ser un buen administrador del dinero que Dios nos da. Predicaba que una persona santa no debía malgastar el dinero en ropa extravagante. Es posible vestir con modestia, pero ser derrochador en nuestras elecciones. Pablo dijo que nuestro adorno no debe ser una vestimenta costosa (1 Timoteo 2:9).
El principio de la mayordomía no significa comprar siempre lo más barato. A veces, la ropa de buena calidad que cuesta más dura mucho más tiempo. Algunas iglesias ahorran dinero instalando tuberías baratas y luego gastan mucho más en reparar las fugas. Eso es mala mayordomía.
El principio de la mayordomía dice: “Somos administradores del dinero que Dios nos ha confiado. Debemos usarlo sabiamente. Somos administradores del talento que Dios nos ha dado. Debemos usarlo para su gloria. Todo lo que hagamos debe honrarlo”.
► Aplique el principio de la mayordomía en su cultura. ¿Cómo pueden sus iglesias ser buenos administradores de los recursos de Dios?
(3) El principio de la templanza
El principio de la templanza afirma que no permitiremos que las “cosas” (ni siquiera las buenas) controlen nuestras vidas. Uno de los retos de vivir “en” el mundo, pero no “del” mundo, es que estamos en el mundo! Hay muchas cosas en nuestro mundo que podemos y debemos disfrutar. Una vida santa requiere templanza o moderación incluso en las cosas buenas.
La comida es un ejemplo. El hambre es un apetito natural; no es pecaminoso. Pablo escribió que debemos comer para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31). Comer no es pecado. Sin embargo, si soy un glotón que no tiene autocontrol, no estoy comiendo para la gloria de Dios. El mundo come para satisfacerse a sí mismo; si soy intemperante en mis hábitos alimenticios, soy del mundo. En cambio, debo comer para la gloria de Dios. Esto significa que ejerceré el autocontrol mientras disfruto de la buena comida que Dios me proporciona.
Los corintios insistían en que podían cometer inmoralidad sexual porque eran hijos espirituales de Dios y el cuerpo ya no importaba. Decían: “Los alimentos son para el estómago y el estómago para los alimentos”. Tenían la idea, procedente de su cultura, de que el cuerpo puede tener todo lo que desea.
Pablo respondió citando las enseñanzas de los corintios y rechazando las ideas falsas que subyacían en ellas. “‘Todas las cosas me son lícitas’, pero yo no me dejaré dominar por ninguna. ‘Los alimentos son para el estómago y el estómago para los alimentos’ pero Dios destruirá a los dos” (1 Corintios 6:12-20). Continuó diciendo: “¿No saben que sus cuerpos son miembros de Cristo?”. Pablo concluye: “Han sido comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios”.
El principio de Pablo es este: ni siquiera las cosas que son lícitas deben controlarnos. Dios tiene autoridad sobre todos los aspectos de la vida del cristiano, incluso sobre nuestro cuerpo. Todo lo que hacemos debe honrar a Dios. Esto requiere que vivamos con templanza y autocontrol.
¿Cómo se traduce esto en la vida cotidiana? Significa autocontrol en lo que comemos y bebemos. Significa autocontrol en nuestro entretenimiento. Como persona santa, no me dejaré dominar por nada. Incluso un entretenimiento perfectamente inocente es malo (para mí) si me domina. El principio de la templanza enseña el autocontrol en todos los ámbitos.
He aquí un ejemplo que muestra cómo estos principios pueden relacionarse con las debilidades personales y la personalidad. Entendamos que esto es solo un ejemplo, ¡no es una regla para ti!
Un joven llamado Santiago compró una computadora nueva que tenía un juego llamado “Tetris”. El juego no tenía nada de malo. No era violento ni sensual. Era un simple rompecabezas. Sin embargo, Santiago pronto se dio cuenta de que estaba dominado por este juego. Se sentaba a trabajar y al poco rato empezaba a jugar. Decía: “Voy a tomarme un descanso del trabajo y jugar al Tetris”. Treinta minutos más tarde, decía: “Quiero terminar una partida más”. Pero una hora después, seguía jugando. Finalmente, Dios le recordó el principio de la templanza. “Todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar por ninguna” (1 Corintios 6:12).
Por eso, Santiago decidió que tenía que borrar el Tetris de su computadora. ¿Es esta una regla bíblica para todos? ¡No! ¡La Biblia no menciona la palabra Tetris en ninguna parte! Pero para Santiago, el principio de la templanza significaba evitar un juego que podía controlarlo.
Los principios son más amplios que las reglas. No hay ninguna enseñanza bíblica en contra del Tetris. Si el Tetris es tu juego favorito, no tienes que dejarlo solo porque Santiago tuvo que hacerlo. Pero para Santiago, debido a su debilidad, el Tetris era una trampa. Si queremos vivir una vida santa, le preguntaremos a Dios: “¿Cómo puedo vivir de una manera que te agrade?”.
► Aplica el principio de la templanza en tu cultura. ¿Qué áreas son un reto para mantener el equilibrio bíblico en tu vida?
(4) El principio de la pertinencia
Cuando Timoteo, hijo de padre griego y madre judía, se unió a Pablo y Silas en su viaje misionero, Pablo le pidió a Timoteo que se circuncidara para que su ministerio fuera eficaz (Hechos 16:3). Anteriormente, Pablo se había negado a circuncidar a Tito, un griego convertido (Gálatas 2:3). Las diferentes respuestas de Pablo en estas situaciones enseñan un principio importante para el ministerio.
En el caso de Tito, Pablo defendió la verdad de que somos salvos por gracia mediante la fe. Exigir a un gentil convertido que siguiera la ley judía habría socavado el mensaje de la libertad cristiana. Pablo se mantuvo firme contra aquellos que querían exigir a Tito que se circuncidara (Gálatas 2:1-6). En Hechos 15, la iglesia de Jerusalén reconoció que la circuncisión no era necesaria para los gentiles convertidos.
En Hechos 16, Pablo le pidió a Timoteo que se circuncidara. ¿Por qué? No por la salvación, sino por el ministerio eficaz en las sinagogas.
► Lee 1 Corintios 9:19-23.
Pablo ilustró este mismo principio en Corintios. Por el bien del evangelio, Pablo estaba dispuesto a hacer sacrificios en áreas que no involucraban principios bíblicos. No comprometió sus convicciones bíblicas, pero sacrificó sus libertades por el bien del ministerio.
Esto sugiere un principio importante para los cristianos. Algunas cosas pueden ser apropiadas en una situación y no en otra. Por el bien de un ministerio eficaz, un líder puede renunciar a algunas libertades en áreas que no ofenden sus propias convicciones. No se trata de áreas de la enseñanza bíblica, sino de convicciones personales y prácticas culturales.
Gary es misionero en África. Gary tiene una barba muy poblada. En su país, la barba es símbolo de edad y autoridad. El jefe de una tribu siempre lleva barba larga. La barba de Gary le granjea el respeto de aquellos a quienes intenta evangelizar. Lleva barba por principio de pertinencia.
Rick es misionero en Asia. En el país de Rick, la barba se asocia con la dejadez y la falta de cuidado personal. Poco después de mudarse a este país, Rick se dio cuenta de que su barba limitaría su eficacia. Se afeitó la barba por el principio de pertinencia.
¿Es correcto o incorrecto llevar barba? ¡Ninguna de las dos cosas! Ambos hombres aprendieron a seguir el principio pertinencia: ¿qué es lo mejor para la situación en la que Dios me ha puesto?
► ¿Has encontrado áreas en las que el principio de pertinencia te exige sacrificar tus libertades personales para alcanzar a las personas que te rodean para Cristo?
(5) El principio de la responsabilidad: ¿ante quién respondo?
Un profesor preguntó a unos estudiantes universitarios: “¿Prefieren reglas o principios para el reglamento de su residencia?”. Ellos respondieron: “¡Preferimos principios!”.
Entonces el profesor preguntó: “¿Qué es más fácil de obedecer: una regla que dice: ‘Las luces deben apagarse a medianoche’, o un principio que dice: ‘Estás preparándote para el ministerio. Acuéstate temprano para que puedas descansar bien y estar listo para concentrarte en las clases de la mañana’?”. ¡Los estudiantes pronto se dieron cuenta de que un principio requiere que pensemos mucho más que una simple regla!
Los principios pueden ser difíciles. Una de las claves es darse cuenta de que respondemos ante Dios en lo que respecta a la separación. No se puede tener una regla que diga: “_____ gramos de comida al día es moderado. Más que eso es glotonería”. ¡Eso es imposible! En cambio, debo recordar que soy responsable ante Dios de mi autocontrol.
Una persona tendrá un trabajo de oficina que requiere trajes elegantes; ¡Otra persona sería un mal administrador si comprara un traje elegante para usarlo en la granja!
Dios puede dar diferentes convicciones a diferentes personas según el contexto de su ministerio, sus antecedentes e incluso los pecados a los que son propensos. No todos somos iguales; no todos nos parecemos. Nuestros hermanos y hermanas pueden tener diferentes convicciones sobre el estilo de vida. Mientras las diferencias no contradigan las enseñanzas de las Escrituras, estas diferencias pueden ser una señal de libertad bíblica.
Por eso, debo recordar dos cosas:
1. No debo juzgar el corazón de otra persona. Ellos responderán ante Dios por su separación del mundo (Romanos 14:4).
2. Debo juzgar cuidadosamente mi propio corazón. Yo respondo ante Dios por mi separación del mundo (2 Corintios 5:9-10).
[1]La frase “peinado ostentoso” a veces confunde a los lectores. Los peinados llamativos de la época de Pablo incluían trenzas ornamentadas. Su principio es “Las mujeres deben adornarse con modestia, no con ostentación elaborada”.
[2]John Wesley, “On Dress” de The Works of John Wesley, (Grand Rapids: Baker Books, 1996)
Ellos encontraron el secreto: el conde Zinzendorf y los moravos
En el siglo XVIII, un grupo de cristianos huyó a Alemania para escapar de la persecución en Moravia. Se establecieron en la finca del conde Nikolaus von Zinzendorf,[1] que se convirtió en su líder. En pocos años, más de 300 moravos vivían en esta finca en Herrnhut.
Los moravos estaban comprometidos con la verdadera santidad. Vivían una vida sencilla guiada por los principios de las Escrituras. Eran conocidos por su cuidadoso estudio de la Biblia y su compromiso con la oración. En 1727, los moravos comenzaron una reunión de oración que continuó las 24 horas del día durante más de 100 años.
Los moravos buscaban pertenecer por completo a Dios. ¿Cuál fue el resultado de este compromiso con una vida separada? Dios los utilizó de una manera poderosa.
Los moravos tuvieron una gran influencia en otros cristianos. Un misionero moravo, Peter Boehler, fue importante en la conversión de John y Charles Wesley. Unas semanas después de que John Wesley obtuviera la seguridad de la salvación en una capilla morava en Aldersgate Street, viajó a Herrnhut para aprender más sobre la experiencia espiritual de estos creyentes devotos. Desde los Wesley hasta William Carey, los cristianos comprometidos fueron influenciados por la búsqueda de la santidad de los moravos.
Los moravos llevaron un poderoso testimonio evangelístico por todo el mundo. A los seis meses del inicio de las reuniones de oración de 1727, 26 jóvenes moravos se habían ofrecido voluntarios para el servicio misionero, en una época en la que las misiones extranjeras eran casi desconocidas entre las iglesias protestantes. Durante el siglo XVIII, más de 300 misioneros fueron enviados desde este pequeño grupo de cristianos separados. Algunos de los primeros misioneros protestantes fueron enviados por los moravos. Los cristianos que se separan para Dios pueden ser utilizados por Él para transformar su mundo.
(1) Ser santo significa estar separado o pertenecer a Dios. Algunos ejemplos son:
Un día santo
Objetos sagrados
Lugares sagrados
Una tribu santa
(2) Ser santo significa estar separado del pecado. Como Dios odia el pecado, el pueblo de Dios odia el pecado.
(3) Ser santo significa estar apartado para Dios. El objetivo de la separación del pecado es la separación para Dios.
(4) Las personas santas se mantienen alejadas del pecado. Vivir cerca de Dios significa que viviremos lejos del pecado.
(5) Las vidas santas equiparon a Israel como testigo ante el mundo. Las vidas santas equipan a los cristianos para dar testimonio ante el mundo.
(6) La separación bíblica comienza en el corazón.
(7) Los principios de separación del mundo incluyen:
El principio de la modestia
El principio de la mayordomía
El principio de la templanza
El principio de la pertinencia
El principio de la responsabilidad
Tareas de la lección 4
(1) Elige un tema en el que la separación sea difícil para los cristianos de tu sociedad. Utilizando los principios de este capítulo, escribe un ensayo de 1-2 páginas en el que sugieras cómo los cristianos pueden separarse del pecado y separarse para Dios en relación con el tema que has elegido.
(2) Comienza la siguiente sesión de clase citando 2 Corintios 6:16-18.
SGC exists to equip rising Christian leaders around the world by providing free, high-quality theological resources. We gladly grant permission for you to print and distribute our courses under these simple guidelines:
No Changes – Course content must not be altered in any way.
No Profit Sales – Printed copies may not be sold for profit.
Free Use for Ministry – Churches, schools, and other training ministries may freely print and distribute copies—even if they charge tuition.
No Unauthorized Translations – Please contact us before translating any course into another language.
All materials remain the copyrighted property of Shepherds Global Classroom. We simply ask that you honor the integrity of the content and mission.